Presidente Piñera participa de reunión con sociedad civil en La Araucanía

23 MAR. 2018
Descargar Audio Discurso

S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, participa de una reunión con la sociedad civil sobre el acuerdo de paz y desarrollo de la región.

Muy buenas tardes:
 
La verdad es que es muy emocionante ver a estos niños y niñas que reflejan la pureza, la inocencia y el futuro de nuestro país, y también ver tantas caras conocidas desde hace tanto tiempo.
 
La vida está hecha de símbolos, y no es casualidad que la primera actividad como Presidente de la República -el mismo domingo 11 de marzo- fue visitar un hogar del SENAME, para manifestar nuestro firme compromiso con nuestros niños, niñas y adolescentes, con nuestra infancia que, en muchos casos, no han tenido esa infancia feliz, inocente y pura que todos los niños y niñas se merecen.
 
Y que mi primera gira a una región como Presidente, sea a la Región de La Araucanía, porque quiero manifestar mi firme compromiso y la firme voluntad de -con la colaboración de todos ustedes- cambiar la historia de esta Región de La Araucanía.
 
La Región de La Araucanía es una región inmensamente rica, bendita por Dios ¿no es así, señor Obispo? Pero, al mismo tiempo, tristemente empobrecida.
 
Por eso, el compromiso con este Acuerdo Nacional por el Desarrollo y la Paz de La Araucanía, va a estar siempre en el corazón de las prioridades de nuestro Gobierno.
 
En nuestro programa de Gobierno tenemos un compromiso de construir juntos tiempos mejores, para que puedan llegar a todas las regiones, a todos los hogares y a todas las familias chilenas.
 
Pero un buen Presidente tiene que ser como un buen padre de familia: un buen padre de familia -y ustedes lo saben muy bien- tiene que preocuparse y querer a todos sus hijos, pero preocuparse con un cariño y una dedicación muy especial, por aquellos que tienen más problemas.
 
Y yo estoy plenamente consciente que la Región de La Araucanía tiene problemas que requieren un trato, una preocupación y un cariño muy especial.
 
Y a eso apunta este compromiso con el Desarrollo y la Paz de la Región de La Araucanía, en torno al cual queremos buscar un Gran Acuerdo Nacional.
 
Es verdad, en una sociedad libre y democrática, tenemos -y es bueno que así sea- pensamientos distintos, ¡viva la diferencia!, enriquece el debate, y también potencia las ideas. Pero más allá de nuestras diferencias, también tenemos que ser capaces de encontrar nuestras coincidencias.
 
Y yo estoy absolutamente convencido que la inmensa mayoría de las chilenas y chilenos quiere que hagamos un Gran Acuerdo Nacional para lograr recuperar el tiempo perdido y lograr el desarrollo y la paz en La Araucanía que ustedes tanto quieren, que ustedes tanto merecen y que juntos vamos a trabajar para lograrlo.
 
Y para hacerlo, lo he dicho muchas veces y no me cansaré de repetirlo: tenemos que buscar los caminos de la unidad, del diálogo, de los acuerdos, de la colaboración entre los chilenos.
 
La historia de nuestro país nos ha enseñado -y a veces con mucha dureza- que cada vez que nos hemos dividido los unos contra los otros, hemos cosechado nuestras más amargas y dolorosas derrotas. Y cada vez que nos hemos unido detrás de una causa grande y noble, hemos conquistado nuestros más grandes y hermosos triunfos.
 
Y lograr poner en marcha este Plan Nacional, en base a un Acuerdo por la Paz y por el Desarrollo de La Araucanía, merece este esfuerzo del diálogo, de los acuerdos y de la colaboración.
 
Por esa razón, para poder construir un Chile que sea un Chile inclusivo, no solamente libre, próspero, justo y solidario, sino que un Chile que le dé oportunidades a todos sus hijos de desarrollar los talentos que Dios nos dio, y seguridades a todos sus hijos, de que van a poder vivir la vida con dignidad, tenemos que hacer un gran esfuerzo por lograr que La Araucanía recupere esta situación de rezago, esta situación que -muchas veces y con mucha razón- produce frustración entre sus habitantes.
 
Porque -y ustedes lo saben mejor que nadie- en términos de desarrollo económico, esta región ha tenido, y sigue teniendo, muchos problemas: es la región con más pobreza, es la región con más déficit en materia de infraestructura, escuelas, hospitales, caminos, rutas; es una región que tiene muchos problemas. Pero no por eso es una región que no tenga por delante un futuro lleno de luces y lleno de esperanza, si nos unimos para ponerla de pie y en marcha, en base a la paz y al desarrollo para todos los habitantes de esta región.
 
Por eso, ese espíritu de unidad, de diálogo, de acuerdos, de colaboración, va a ser el espíritu que nos va a guiar durante todo nuestro Gobierno, para enfrentar y construir sobre roca y no sobre arena, esos tiempos mejores para todas las familias chilenas.
 
Y para eso convocamos no solamente a todas las fuerzas políticas, no solamente a toda la sociedad civil, a todos los chilenos, a saber poner por delante los intereses, las prioridades, los valores y los principios que viven en el alma nacional, por encima de las legítimas diferencias.
 
Por esa razón yo quisiera mencionar que este Acuerdo Nacional por el Desarrollo y la Paz en La Araucanía, no va a ser una tarea fácil. Miren, el camino a las más altas cumbres, nunca está pavimentado, está siempre lleno de dificultades, de trampas, de obstáculos. Pero, al mismo tiempo, esas dificultades son las que le dan valor cuando uno logra alcanzar esa cumbre y lograr, en un plazo de dos gobiernos, que esta Región de La Araucanía supere su rezago y se ponga a la par del resto de nuestro país. Es una meta grande, noble, a la cual vamos a dedicar todos nuestros esfuerzos y por la cual vale la pena dedicar todos nuestros esfuerzos.
 
Hoy hemos querido, con nuestra presencia en esta hermosa Región de La Araucanía, antes de que se cumplan las dos primeras semanas de nuestro Gobierno, señalar la importancia que tiene La Araucanía y la gente que vive en La Araucanía, nuestros pueblos originarios y tantos otros pueblos o migrantes que han venido de tantas partes del mundo para crear lo que se llama una patria, una nación.
 
Por esa razón, es nuestra firme determinación, y tenemos la firme voluntad que, con el aporte de todos los chilenos y chilenas de buena voluntad, logremos construir en Chile -y también en La Araucanía, y muy especialmente en La Araucanía- esa patria grande, noble, buena, generosa, que nos permita vivir en libertad, con progreso, con justicia y también con solidaridad.
 
Yo estoy convencido que este Acuerdo Nacional va a ser un instrumento poderoso. No estamos partiendo de cero. Hemos estudiado, hemos revisado y hemos acogido muchas ideas, buenas ideas y propuestas. Por ejemplo, el informe de la comisión que presidió el Obispo Vargas; por ejemplo, el informe que redactaron los senadores de esta región, son parte de este Gran Acuerdo Nacional que va a permitirnos, a esta región, ponerse en marcha con los ojos puestos en el Cielo, que es la esperanza, que es el futuro, y con los pies muy bien puestos en la tierra, que es el realismo, que es el sacrificio. 
 
Por lo demás, no hay nada nuevo en esto: señor Obispo, usted me corrige si me equivoco, pero en el primer Libro de la Biblia, Génesis, están estos dos principios: “creced y multiplicaos, dominad la Tierra con vuestro trabajo, con vuestra inteligencia”. Una invitación a soñar, al futuro. E inmediatamente después, “te ganarás el pan con el sudor de tu frente”: que es recordarnos que, en la vida, las grandes cosas, las causas nobles, se logran con esfuerzo, con trabajo, con sacrificio, con perseverancia y con resiliencia.
 
Pero este proyecto está basado en tres grandes principios:
 
Primero, el carácter integral e inclusivo que debe tener el desarrollo.  El desarrollo es mucho más que crecimiento económico. Por supuesto que se requiere crecimiento económico, para crear empleos, para mejorar los salarios, para crear oportunidades, para los emprendedores, para generar recursos con qué financiar el gasto social. Pero el verdadero desarrollo es mucho más que crecimiento: tiene que ver con la calidad de nuestra democracia, de nuestras instituciones, la calidad de la convivencia entre los chilenos, el cuidado del medio ambiente y la naturaleza, la justicia social, la igualdad de oportunidades, la solidaridad que tenemos que practicar, y no solamente predicar entre nosotros.
 
Por eso, cuando hablamos de desarrollo y hablamos de paz, estamos hablando de dos conceptos que son muy integrales: un desarrollo que cubra todos los aspectos de la vida humana y una paz que nos permita disfrutar y poder ejercer la libertad para cumplir la misión que cada uno de nosotros tiene en este mundo.
 
Y por esa razón que aspiramos a que todos los habitantes de esta región tengan las mismas oportunidades y las mismas seguridades de poder desarrollar los talentos y poder vivir con la dignidad de cualquier otro ciudadano de nuestro país, en cualquier otra parte de nuestra querida patria.
 
Éste es nuestro sueño de país, esa visión es la que nos va a inspirar y, por cierto, esta visión incluye, en forma muy preferente, con un compromiso muy especial, a la Región de La Araucanía.
 
El segundo principio fundamental para tener éxito, es el reconocimiento y la valoración de nuestra diversidad. 
 
Chile es un país multicultural, Chile es un país diverso, y esta Región de La Araucanía es tal vez la que mejor expresa esa multiculturalidad y esa diversidad, que es una riqueza, que es un patrimonio de nuestro país.
 
Algunos piensan que es un problema. Están profundamente equivocados: la diversidad es una gran riqueza de nuestro país. Y por esa razón, sobre esa diversidad tenemos que ser capaces de construir una patria para todos.
 
Y es por ello que nuestros pueblos originarios, y aprovecho, se lo comentaba el embajador de España hace unos días, que América no fue descubierta por Cristóbal Colón, Chile no fue descubierto por Diego de Almagro. Había sido descubierto y habitado miles de años antes por nuestros pueblos originarios, que tienen una cosmovisión y que tienen un valor en su cultura, en su idioma, en sus tradiciones, en su historia, en su forma de relacionarse con la Tierra, en su forma de vivir la vida, que es un gran patrimonio, pero también una tremenda oportunidad de desarrollo para la Región de La Araucanía.
 
Y por eso nuestro compromiso no es solamente con desarrollo económico integral, también es con reconocer, valorar esa diversidad y reconocer, apreciar, querer, valorar y apoyar la cultura de nuestros pueblos originarios y la cultura, también, de muchos otros pueblos que cohabitan en esta bendita Región de La Araucanía.
 
En estas tierras de La Araucanía se escribieron, probablemente, las páginas más nobles, más gloriosas, más heroicas, más memorables de nuestra historia. Se me viene al recuerdo una frase, o una parte de un poema de Alonso de Ercilla, en “La Araucana” que, refiriéndose al pueblo mapuche, decía “la gente que lo habita es tan granada, tan altiva, gallarda y belicosa, que no ha sido por Rey jamás regida, ni a dominio extranjero sometida”. Ésas fueron las palabras que le escribía Alonso de Ercilla al Rey de España.
 
Y por esa razón, este reconocimiento a nuestra diversidad, a nuestra multiculturalidad, apreciar, valorar, querer, apoyar, sentirnos orgullos de esa realidad, es un segundo principio que está muy presente en este Plan para el Desarrollo y la Paz en La Araucanía.
 
Un tercer principio es que para avanzar de verdad se requiere voluntad de diálogo, voluntad de acuerdos, actuar de buena voluntad, buscar la paz. Y eso es algo que en esta región es hoy día más necesario que nunca.
 
Lo digo fuerte y claro: todos, todos están convocados a este Gran Acuerdo Nacional por el Desarrollo y la Paz. Excepto los que quieren imponerse sobre los demás en base a la violencia y al terrorismo.
 
Y, por tanto, para ser parte de esta gran iniciativa es un requisito fundamental, elemental y natural el renunciar a la violencia. La violencia no conduce a ninguna solución, sólo agrava los problemas.
 
Hoy firmamos en esta Región de La Araucanía, junto al ministro del Interior, una indicación que va a fortalecer y perfeccionar nuestra Ley Antiterrorista.
 
Algunos creen que el combate al terrorismo está reñido con el respeto a los derechos humanos. Están profundamente equivocados: el terrorismo es un enemigo formidable, cruel, poderoso, que no respeta nada ni a nadie. Todo país libre y democrático no solamente tiene el derecho, tiene la obligación de combatir a aquellos que piensan que, por la violencia o el terrorismo, van a poder imponer sus puntos de vista sobre los demás.
 
Para defender de verdad los derechos humanos, hay que tener voluntad de combatir al terrorismo. El que no combate el terrorismo está atentando contra los derechos humanos de los chilenos.
 
Y en esta región, en que ha habido tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta violencia, y que ha generado tanta postergación, porque las víctimas no son solamente las víctimas directas: las víctimas son aquellas que han tenido que sufrir el que les hayan arrebatado su posibilidad de progresar, de avanzar, como le ha ocurrido lamentablemente a la Región de La Araucanía. 
 
Por esa razón, yo estoy seguro que no existe ninguna posibilidad de lograr un progreso duradero, mientras no terminemos con esta situación de violencia y terrorismo en La Araucanía.
 
Igual como no existe ninguna posibilidad de un progreso sustentable y duradero, mientras no logremos hacer justicia a nuestros pueblos originarios, mientras no logremos avanzar con unidad y en paz, y entender que somos todos hijos del mismo Dios, nos calienta el mismo sol, admiramos la misma bandera, cantamos el mismo himno y nos emocionamos con los mismos valores.
 
Por esa razón, yo sé muy bien que muchas veces la violencia y el terrorismo en esta región han aumentado, han angustiado y han arruinado la vida de muchas personas.
 
Por esa razón, el Plan de Paz y Desarrollo de La Araucanía contempla un gran proyecto de desarrollo social, más inversión, más empleos, más infraestructura, más escuelas, y qué mejor ejemplo que esta Escuela Municipal Fundo Maquehue, que además se destaca no solamente por el talento artístico de los niños y niñas que nos deslumbraron hoy día con sus habilidades, sino que tiene excelencia académica, lo cual demuestra que la excelencia académica se logra o se puede lograr en todos los rincones de nuestro país.
 
Por eso, este trabajo que estamos iniciando, y que va a permitirnos dar un gran salto adelante en la calidad de vida, en el desarrollo humano, en la búsqueda de la felicidad de los habitantes de La Araucanía, es una causa grande, noble, que a mí me llena de motivación y me llena de entusiasmo.
 
Ésos son los grandes principios.
 
Pero nuestra aspiración es que este diálogo que estamos planteando hoy día, no sean simplemente palabras: realmente queremos que se materialice y pronto, hay un plazo de 150 días para que -con la participación de la región y con la participación del Gobierno y un comité de ministros, encabezado por el ministro de Desarrollo Social- tengamos el Plan Araucanía Desarrollo y Paz para La Araucanía, en plena marcha, rindiendo sus frutos.
 
Por ello, este Acuerdo Nacional por el Desarrollo y la Paz de La Araucanía, va a ir acompañado de políticas públicas y de propuestas muy contundentes y muy poderosas, que reflejan el firme y claro compromiso del Gobierno que tengo el honor de presidir, con el desarrollo y con la paz en La Araucanía.
 
Yo les decía, ésta es una región maravillosa, yo creo que pocas regiones en el mundo pueden decir o pueden sentirse tan orgullosas de lo que Dios nos dio. Yo creo que cuando Dios fundó o creó La Araucanía, estaba de muy buen humor, porque nos regaló una región maravillosa, pero también es cierto que es una región tristemente empobrecida. Y las dos cosas se contradicen, porque cuando hay grandes oportunidades y no logramos aprovecharlas, algo no está funcionando bien, y eso es lo que queremos cambiar con este Plan de Desarrollo y Paz en La Araucanía.
 
El Plan Impulso Araucanía 2018-2026, es un plan a 8 años plazo, y contempla medidas muy potentes, que hemos estado discutiendo y trabajando con la gente de la región en estas dos semanas intensamente en el seno de nuestro Gobierno.
 
Contempla, por de pronto, un plan de obras de infraestructura muy, muy ambicioso, inversiones públicas y privadas en caminos, en construcción, en hospitales, en escuelas, en vivienda, en agua potable, en agua de riego, en incentivos al turismo y al emprendimiento, porque el turismo es un motor extraordinariamente poderoso.
 
Y esta región, además de la agricultura, además de sus grandes riquezas, de sus bellezas naturales, tiene en el turismo un futuro lleno de luces y lleno de esplendor. Y créanme, ¿hay mucho turismo en La Araucanía? Sí, pero está recién comenzando. La cantidad de personas que quieren venir a conocer, a sentir, a vibrar con lo que es La Araucanía, existe en abundancia; su gente, su cultura, sus pueblos originarios, sus lagos, sus bosques, sus ríos, sus cordilleras, sus volcanes, es inmensa. Y, por tanto, ahí tenemos una oportunidad gigantesca, que va a ser parte integral de este proyecto de desarrollo.
 
Vamos a tomar medidas también para incrementar y facilitar la participación de los pueblos originarios en esta industria del turismo, por ejemplo, incorporando al pueblo mapuche a la administración de los Parques Nacionales que estén en áreas de desarrollo indígena.
 
Quiénes mejor pueden administrar y lucir esos parques, que aquellos que los han conocido desde siempre, que los conocieron sus padres, sus abuelos, sus bisabuelos, sus antepasados, y que los quieren como pocas veces he visto tanto a un pueblo querer a su tierra, como es el pueblo mapuche.
 
Vamos a hacer un enorme esfuerzo de regularizar los títulos de propiedad de las tierras indígenas. Vamos a modificar la Ley Indígena, para tratar al pueblo mapuche como lo que es.
 
Hoy día lo decía un dirigente de origen mapuche, que hoy día tenemos más de 150 mil profesionales mapuches, que hay más de 170 mil estudiantes y, por tanto, esta idea de tratarlos con ese asistencialismo, ese paternalismo, es cosa del pasado. Él decía en forma muy clara: “nunca más nos vengan a decir que van a trabajar ‘para’ el pueblo mapuche”. Vamos a trabajar “con” el pueblo mapuche, que hace una gran diferencia.
 
Y potenciar el uso productivo de las tierras, porque muchas tierras en esta región no están siendo productivas, y eso no solamente afecta la calidad de vida, es un atentado contra lo que Dios le regaló a esta región. No aprovechar esas riquezas para luchar contra la pobreza, para crear oportunidades, para mejorar la calidad de vida, es -en cierta forma- un pecado que yo creo que tenemos que corregir.
 
También vamos a avanzar en materia de reconocimiento y valoración, a través del reconocimiento constitucional de nuestros pueblos originarios, que está en nuestro programa de Gobierno y que lo vamos a impulsar con la mayor urgencia y voluntad.
 
Y también fomentar, para que no se pierda, por ejemplo, la lengua mapuche se está perdiendo: más del 75% de los niños mapuches ya no entiende ni habla la lengua de sus padres y la lengua de sus antepasados. Y eso es una pérdida que, si no tomamos cartas en el asunto, puede transformarse, en definitiva.
 
Reconocer y apreciar lo que significa la medicina ancestral de los pueblos originarios y el tremendo aporte que puede hacer a la medicina original. Reconocer el valor de la gastronomía mapuche. Todas éstas son grandes fuentes y oportunidades de desarrollo futuro.
 
Por eso, este mecanismo requiere poder avanzar en la creación del Consejo de los Pueblos Originarios y el Consejo de cada una de las Etnias, para poder tener un diálogo entre adultos, de igual a igual, entre el Gobierno de Chile, a nivel nacional, a nivel regional y a nivel comunal, y las comunidades de nuestros pueblos originarios.
 
Vamos también a fortalecer y perfeccionar el Fondo de Reparación a las víctimas que han sufrido las consecuencias de la violencia y del terrorismo, a través de múltiples mecanismos que estuvimos conversando, nos reunimos hoy día con un conjunto de víctimas de la violencia y el terrorismo. En algunos casos, es un subsidio, una ayuda directa para personas humildes que les arrebataron todo lo que tenían; en otros casos, es ayudarlos a volver a ponerse de pie y recuperar su capacidad productiva, con créditos, con asistencia técnica; en otros casos, es una combinación de medidas. Pero estamos trabajando -y esto lo encabeza el ministro del Interior- en fortalecer el Fondo para compensar y reparar el daño causado a aquellos que han sufrido las consecuencias de la violencia y del terrorismo.
 
Éstos son algunos de los componentes, vamos a aplicar, antes de 150 días, cuando tengamos el aporte, y podamos presentar el plan en su globalidad, en integridad.
 
Pero yo quiero recordar solamente una cosa: esta región ha pasado por tiempos muy difíciles, pero yo quiero recordar la preocupación y el compromiso que manifestamos y concretamos durante nuestro primer Gobierno.
 
Durante nuestro primer Gobierno, esta región creció casi al 6% al año; hoy día está creciendo a menos de la cuarta parte. Creó casi 100 mil nuevos empleos, redujo la pobreza a la mitad, logró un mejoramiento significativo en los resultados de la calidad de la educación, medida por la Prueba SIMCE. Y, por tanto, ha demostrado que con unidad y con voluntad ustedes mismos son capaces de sacar adelante su propia región, con la ayuda, con el compromiso del Gobierno de Chile en todos sus niveles.
 
Queridas amigas y amigos:
 
La verdad es que esta hermosa y a veces sufrida Región de La Araucanía nos llevó a sellar este Gran Acuerdo que estoy seguro va a tener la recepción, el apoyo y el compromiso de todas las fuerzas vivas de nuestro país y de esta región, cruzando diferencias políticas, cruzando diferencias ideológicas, cruzando diferencias de origen, cruzando diferencias de cualquier naturaleza.
 
Porque estoy seguro que los mejores tiempos de La Araucanía son los que están por venir y que juntos vamos a construir y vamos a escribir las páginas más hermosas de esta maravillosa Región de La Araucanía.
 
Por eso, le pido a Dios que bendiga a la Región de La Araucanía, que bendiga a Chile, que bendiga a los chilenos y que nos dé la fuerza y la sabiduría para que este Gran Acuerdo por el Desarrollo y la Paz de La Araucanía, se transforme pronto en una realidad que llegue a todos los hogares de esta región y les permita a todos sus hijos vivir una vida con más oportunidades, con más seguridades, con más dignidad y con más felicidad junto a sus seres queridos.
 
¡Viva La Araucanía, Viva Chile!