S.E. el Presidente de la República, Gabriel Boric Font, participa de evento especial en honor al presidente de la República Oriental del Uruguay, José "Pepe" Mujica

24 SEPT. 2025
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S.E. el Presidente de la República, Gabriel Boric Font, participa de evento especial en honor al presidente de la República Oriental del Uruguay, José "Pepe" Mujica

Muchas gracias, Giorgio. Sin Giorgio yo no estaría acá. Lo digo muy claramente. Y me alegra que él hoy día esté acá también, organizando este tipo de actividades, uniéndonos, haciéndonos reflexionar, recordar, pero sobre todo actuar.
 
Quiero, además de agradecerle a él y a todo el equipo que está trabajando en estas iniciativas –que no es la primera, sé que hay varias en curso– también agradecerle a Lucía Topolansky. No sé si nos está viendo todavía Lucía, pero hay algo de su gesto que yo creo que es tremendamente valioso, que es este ánimo de diálogo con las nuevas generaciones.
 
Yo soy relativamente joven y digo “relativamente” porque pese a que en el contexto de la ONU puedo parecer muy joven, la verdad es que hay generaciones por debajo nuestro las cuales ya tienen sus propias experiencias vitales.
 
Una de las cosas que nos costó mucho a nosotros como generación, la generación de Giorgio, fue justamente encontrar o más bien entender el tronco de la historia y que era importante poder dialogar con quienes nos antecedieron.
 
Eso tiene responsabilidades compartidas. Una, por cierto, el ímpetu propio de la juventud, pero también muchas veces en los más viejos hay una suerte de desprecio por quienes vienen y por quienes son más jóvenes. Que te dicen: “Ustedes no saben cómo eran las cosas, ustedes no saben las dificultades que enfrentamos”. Y en vez de contarnos cómo eran las cosas o cuáles eran las dificultades que enfrentaron, te tienden a silenciar.
 
A nosotros, por lo menos eso, en Chile, nos pasó muchísimo. Y yo trato de recordar eso para no convertirme en aquello, pero también agradeciéndoles a quienes sí tuvieron la disposición de conversar y entender que, al final la construcción de una sociedad distinta, de una sociedad más justa, cuando uno mira la historia en largo ha sido la suma de grandes o más bien de pequeñas luchas que dieron muchas veces personas anónimas, pero que se van concatenando una con otra.
 
Una de las cosas que me dijo Pepe, la primera vez que conversamos por Zoom en la pandemia, cuando me apoyó muy generosamente en la candidatura –yo era un diputado y Pepe tuvo la generosidad de juntarse a conversar conmigo en privado– me dijo una cuestión que a mí por lo menos me quedó muy grabada: que es importante subir la escalera por los escalones para no desbarrancarse.
 
Eso significa que cada uno de estos escalones que ustedes ven en esta escalera, pero piensen esta escalera como la historia, significó algo. Y que yo no puedo llegar desde acá al suelo hasta allá arriba. Tengo que apreciar y valorar esos escalones. Eso para mí es lo que significa Pepe. Una construcción de generaciones, incluso anteriores a él mismo.
 
Creo que el que Lucía tenga la generosidad de presentarse ante nosotros con las nuevas generaciones, seguramente del Frente Amplio Uruguayo, es tremendamente valioso.
 
Yo no sé si a Pepe le gustaría un homenaje a él. Creo que seguramente más allá de tener buenas palabras, lo miraría con algo de recelo, producto de justamente esa austeridad que todos le conocimos. Pero es bueno reivindicar que el legado de Pepe Mujica es amplio, diverso, pero sobre todo actual. Pepe Mujica no es un monumento al que haya que ir a dejarle flores. Es más bien una idea de acción. Y el mejor homenaje que podemos tener hacia Pepe Mujica es seguir luchando, es seguir trabajando.
 
Miren la pelea que hoy día representa acá Greg Casar –que estaba por ahí, ahí está Greg– un joven diputado de Texas en este país. No me voy a extender en las consideraciones respecto a cuál es la pelea que está dando, ustedes lo saben, él lo sabe, por supuesto, mucho mejor que yo, pero lo que les quiero transmitir es que si él está acá es porque Pepe sí cambió algo. Él y nosotros, cada uno en nuestra trinchera, en nuestra dimensión, estamos y tenemos que estar haciendo algo.
 
El foro que organizamos junto con Yamandú, con Pedro, que hoy día había gente de África, gente de Europa, gente de América conversando sobre los mismos desafíos y tratando de ponernos en positivo y a la acción. 44 Premios Nobel apoyando esta iniciativa, organizaciones de la sociedad civil. Yo conozco y por ahí está Tomás Leighton, que ha coordinado parte de esos grupos de los centros de pensamiento.
 
Son cuestiones tremendamente valiosas porque se tiende a pensar que el mundo está muy mal, que todo es terrible, que no hay esperanza, que sólo ganan quienes tienen éxito, que el éxito es la vara con la que se mide a la humanidad. Yo prefiero a veces no tener éxito, pero defender firmemente los principios porque sé que ese árbol germinará, como el que plantamos justamente con Pepe en su chacra, allá afuera de Montevideo.
 
Pepe transmitió esperanza, pero transmitió esperanza también desde una postura crítica respecto de donde él mismo venía. Asumió de manera muy dura que su generación había cometido errores y que las derivas totalitarias en las que cayó la izquierda estuvieron mal y lo dijo sin ambages.
 
Yo creo que eso es importante que nosotros lo tomemos porque hoy día, dentro de nuestro mundo –acá estamos todos convencidos, seguramente somos todos de izquierda– es muy difícil a veces no sólo criticarnos, sino aprender de nuestros propios errores. Porque claro, uno dice frente a la derecha, que es voraz, uno no debiera criticarse entre nosotros, pero la crítica también puede ser constructiva.
 
Una de las cosas que decía Pepe que a mí me parece que es muy positiva es que la democracia se precisa para discrepar, no para estar de acuerdo. Se precisa la democracia para tener la libertad de decir lo que uno piensa. Las sociedades aprendieron, después de mucho sufrir, que había que respetar las opiniones diferentes. Pero respetar las opiniones diferentes no significa sólo tolerar las opiniones diferentes. Eso es un mínimo. Respetar las opiniones diferentes significa hacer el esfuerzo por escudriñar en la opinión que difiere de la mía, qué hay en ella que pueda aprender y que me pueda ayudar a mejorar. Ese, al final, es el consenso.
 
Uno de los problemas de los grandes foros, y seguramente pasa muchos parlamentos, es que todos hablan, pero nadie se escucha. Y al final terminamos hablando más de aritmética electoral que de democracia profunda, de cómo incorporamos los buenos argumentos de alguien que sea adversario.
 
Y terminamos tratándonos como enemigos, como está pasando en muchas de nuestras sociedades. Miren ustedes cómo el Presidente de Argentina trata hoy a quienes son opositores a él, les dice “los cucas”, cucarachas. Yo no soy peronista, pero más allá de donde se sea, el tratar de “cucaracha” a tu adversario, ¿qué se hace con las cucarachas? Se las aplasta. Y las palabras van construyendo realidades.
 
Entonces, les quiero transmitir que, como se diría en chileno, el “hablamiento” del Pepe no era sólo bonito, no era solamente algo para recordar o para emocionarse o para ponerlo en un poster que se venda en la feria artesanal, sino que tenía sentido porque las palabras construyen realidad.
 
Hablaba de cariño, hablaba de mirarnos a los ojos y eso es lo que yo rescato, valoro y no se me olvida de él.
 
Hay algunos que dicen que en la medida en que uno va creciendo se va poniendo más conservador o más de derecha, y está esta clásica frase que “cuando joven era de izquierda, pero después me volví mucho más conservador”, etc. Cada uno la puede frasear como quiera.
 
Pepe es el ejemplo de que eso es absolutamente falso. Absolutamente falso. Mientras vamos creciendo, tenemos que ir mejorando nuestras convicciones, no renunciando a ellas. Qué cosa más difícil de lidiar son los conversos. Pero yo a Pepe lo vi celebrando el triunfo, además del Frente Amplio, el del MPP dentro del Frente Amplio, una cuestión bien impresionante.
 
El nunca renunciar, nunca renunciar. Y que hasta el último momento hay algo que aportar porque la humanidad no es una tragedia griega donde el destino está escrito y no hay nada que podamos hacer para evitar ese destino trágico. Yo, por lo menos, no creo en algo así como un destino predeterminado. No creo en lo inexorable, salvo la misma muerte de cada uno de nosotros.
 
Por lo tanto, creemos en la voluntad humana. Creemos en la humanidad, en que somos capaces de ponernos de acuerdo para construir un mundo mejor.
 
Ese para mí es el gran legado de Pepe Mujica. Por eso lo homenajeamos hoy día y siempre en la acción, en la lucha.
 
Muchísimas gracias a todos y a todas.