Presidente Piñera pone Primera Piedra en Espacio Mandela en Valparaíso

30 OCT 2018
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S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, acompañado por el Ministro de Justicia y Derechos Humanos, Hernán Larraín, y el Intendente de Valparaíso, Jorge Martínez, lidera ceremonia de colocación de primera piedra para crear un Espacio Mandela en el Complejo Penitenciario Valparaíso.

Amigas y amigos:
 
Yo he tenido la oportunidad de visitar muchas cárceles, como Presidente, como senador, y antes -cuando trabajábamos junto a mi mujer- especialmente en la Cárcel de San Miguel, en Santiago, y cada vez que vengo no dejo de conmocionarme y de reflexionar, porque quiero decirles a todos ustedes, a los internos y a las internas, y a ustedes también: todos somos seres humanos.
 
Los que somos creyentes, pensamos que todos somos hijos del mismo Dios, y todos tenemos la misma dignidad. Y cuando uno viene a una cárcel, se pregunta si acaso estamos respetando esa dignidad básica, que merecen todos los seres humanos, independientemente de los errores que puedan haber cometido.
 
Y uno se pregunta ¿por qué tenemos un sistema penal? ¿por qué tenemos cárceles?
 
Y la verdad es que, como decía Luis, en una sociedad, cuando una persona comete un error y atenta contra la sociedad, uno podría decir “no hagamos nada”, pero sabemos que ese camino conduce directamente a la ley de la selva y a la barbarie.
 
Y por eso, el sentido profundo del sistema penal, y de la existencia de las cárceles, es que las personas que cometen un error asuman su responsabilidad y retribuyan a la sociedad por el mal causado.
 
Pero ése no es el objetivo principal; también el sistema penal y las cárceles es para dar un ejemplo al resto de la población, que es mejor comportarse de acuerdo a la ley, vivir en paz con la sociedad y con nuestros semejantes.
 
Pero el sentido más profundo del sistema penal y de la cárcel es recuperar, rehabilitar, de forma tal de que las personas que han cometido un error, puedan tener una segunda oportunidad y puedan volver al medio libre y puedan volver a sus familias, a sus hijos, a sus esposas, a sus madres, como seres que han aprendido de sus errores y que se han logrado rehabilitar.
 
Ése es el objetivo profundo de todo lo que hacemos en política penal o en política carcelaria.
 
Y yo quiero decir que, muchas veces, no comprendemos la enorme responsabilidad: la responsabilidad que nosotros tenemos como sociedad con ustedes, los internos y las internas, es darles esa segunda oportunidad, colaborar para que puedan rehabilitarse, para que puedan aprender un oficio, para que puedan educarse, para que puedan prepararse para que el día en que vuelvan al mundo libre -que está más allá de estas paredes- se puedan integrar en plenitud y no tengamos lo que ocurre tantas veces, que por no rehabilitar, se produce un círculo vicioso, porque las personas recuperan su libertad, no tienen oportunidades, vuelven a caer en el camino del delito y vuelven a quedar privados de libertad.
 
Nuestra obligación es darles esa segunda oportunidad; la obligación de ustedes es aprovechar esa segunda oportunidad.  Todos ustedes van a tener una segunda oportunidad, y algunos una tercera, y tal vez una cuarta, pero todos tenemos que comprender que tenemos que aprender de este período de privación de libertad, aprender a ser ciudadanos que puedan integrarse al resto de la sociedad y que puedan vivir en paz, con sus familias, con sus vecinos, con las comunidades que los integran y con su propio país.
 
Por eso yo quiero felicitar muy sentida y profundamente lo que hace este proyecto Mandela, y lo que hace la Fundación Invictus, que lo personifico en el padre Luis Roblero.
 
Porque ustedes están sembrando semillas de esperanza, esperanza para que muchos que los que están acá, entiendan que éste es un periodo transitorio de sus vidas; ésta no es una vida, éste es un periodo transitorio de sus vidas para que puedan aprender, rehabilitarse y reintegrarse a la sociedad.
 
Y por todo eso, creo que lo que hace el proyecto Mandela, que es básicamente recordarnos todos los días cuál es el verdadero sentido de que existe una cárcel: recuperar, rehabilitar, sanar las heridas, preparar, capacitar para que cuando recuperen su libertad, puedan tener una vida más plena, una vida más feliz y no tengan que caer nuevamente en el camino del error, que muchas veces conduce a volver a estas cárceles.
 
Por eso, padre, lo que usted hace es valioso, es difícil, pero créame, tiene todo el reconocimiento, toda la valoración y toda la gratitud de los que creemos que todos somos seres humanos, que todos tenemos dignidad, y todo lo que hagamos para devolverles esa dignidad a las personas que están privadas de libertad, va en beneficio no solamente de los internos, porque créame, cuando uno atenta contra la dignidad de otra persona, en el fondo también está atentando contra su propia dignidad. No puede haber una sociedad que respete la dignidad de unos, sin respetar la dignidad de otros; como tampoco puede haber una sociedad que respete los derechos de unos, sin respetar los derechos de otros.
 
Por eso, señor ministro, hemos trabajado mucho en un Plan para mejorar las condiciones. Yo escuché con mucha atención lo que ustedes planteaban: la mala calidad de los baños, la mala calidad de la infraestructura, la falta de oportunidades, la mala calidad del “rancho” o de la comida, la falta también de oportunidades para que puedan, incluso estando privados de libertad, tener espacios para desarrollar lo que ustedes tienen adentro. Yo visité el gimnasio, sé que es un lugar muy popular y muy concurrido, pero queremos tener muchos más lugares que hablen del futuro y de la esperanza, como los centros de capacitación y este nuevo Espacio Mandela, que estamos inaugurando hoy día.  
 
Por eso, padre, y a todos ustedes les digo, yo sé que ustedes están privados de libertad, yo sé que ustedes no lo están pasando bien, sé que lo están pasando mal, pero sé que ustedes entienden de que algo hicieron y, por tanto, están asumiendo su responsabilidad, pero nunca, nunca, ni en los momentos más oscuros de su vida, olviden que son seres humanos, que nacieron con la misma dignidad que todos los demás, y que van a tener una segunda oportunidad para poder ser ciudadanos que se desarrollen en libertad y puedan encontrar, junto a sus familias y sus seres queridos, esa vida más digna, más plena, más feliz, que es a lo que todos aspiramos.
 
Así que, quiero decirles, no los vamos a dejar solos, nos sentimos responsables de que vivan su reclusión con dignidad y que tengan esa segunda oportunidad para integrarse en plenitud a la sociedad, a sus padres, a sus hijos, a sus hermanos que los echan de menos, y los están esperando.
 
Muchas gracias.