S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, realiza una visita a la región de Antofagasta un día después del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Amigas y amigos de Antofagasta:
Estamos contentos, estamos muy contentos, y por muy buenas razones, y qué mejor lugar que esta maravillosa mañana de sol, aquí en esta Región de Antofagasta, con las banderas chilenas flameando en nuestra tierra y también en nuestro mar, con la participación de los pescadores de nuestro país.
Estamos contentos, porque ayer obtuvimos un gran triunfo, un triunfo que le pertenece a todos y cada uno de los chilenos, porque después de cinco años de litigio ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, esa Corte -por una inmensa mayoría, y en forma clara y categórica- nos dio la razón, le dio la razón a las tesis, a los argumentos y a los fundamentos que durante cinco años Chile había defendido ante esa Corte.
Quiero, en primer lugar, como Presidente de todos los chilenos, reconocer, valorar y agradecer muy sentida y muy profundamente el apoyo, la unidad y el compromiso que demostramos todos los chilenos, a lo largo de estos cinco años.
Y quiero también reconocer, valorar y agradecer la contribución permanente de los ex Presidentes de la República, que siempre estuvieron dispuestos a entregar su consejo, su experiencia, su sabiduría.
Y, por supuesto, reconocer, valorar y agradecer a la Cancillería y al equipo jurídico, que hizo una defensa tan magnífica, tan clara, tan elocuente, de los argumentos y fundamentos chilenos y, en consecuencia, de nuestra soberanía.
Y reiterar lo que siempre he dicho: cada vez que los chilenos nos hemos dividido y nos hemos enfrentado unos a otros, como si fuéramos verdaderos enemigos, Chile ha cosechado sus más amargas derrotas. Pero cada vez que los chilenos nos hemos unido detrás de causas grandes y nobles, como, por ejemplo, defender nuestra soberanía, hemos conquistado nuestros más hermosos triunfos.
Por eso, quiero hablarles desde el fondo del corazón a todos mis compatriotas.
Durante estos cinco años de litigio ante la Corte Internacional de Justicia, hemos luchado por una causa justa, por una causa noble. Hemos defendido, como lo hace todo país que tiene dignidad, nuestro territorio, nuestro mar, nuestra integridad territorial y, por supuesto, nuestra soberanía. Y lo hemos hecho porque creemos que es, fue y seguirá siendo siempre una causa noble y una causa justa por la cual vale la pena luchar.
Por esa razón, con esta actitud de unidad, de compromiso, de coraje, no solamente hemos honrado la memoria de aquellos que en el siglo XIX perdieron sus vidas defendiendo a nuestro país; de todos aquellos chilenos que a lo largo de la historia siempre han llevado la patria muy profunda en el corazón; y también hemos cumplido con nuestros compatriotas de hoy y los de mañana, que sin duda esperaban y confiaban en que sus gobiernos, todos sus gobiernos, iban a estar a la altura del desafío que significa defender la patria, la tierra, el mar y la soberanía de nuestro país.
Recuerdo muy bien cuando hace cinco años se presentó esta demanda y recuerdo muy bien mis palabras como Presidente de todos los chilenos, cuando me comprometí solemnemente ante mis compatriotas, de que íbamos a defender a nuestro país con toda la fuerza de la historia, la fuerza del derecho, la fuerza de la justicia, porque estábamos convencidos, desde el primer día, que la causa de Chile era una causa noble, era una causa justa.
Y por eso, con esto -tal como lo dije hace un momento-, siempre pensé en aquellos héroes chilenos, que entregaron valientemente su vida defendiendo nuestra patria, y siempre pensé en los chilenos de hoy y los chilenos de mañana que quieren a su patria, aun cuando todavía no la conocen.
Quiero también reconocer que la Presidenta Michelle Bachelet también tuvo una actitud firme y clara en defensa de los intereses de nuestro país. Y, además, que ambos Presidentes siempre, siempre contamos con el compromiso, el patriotismo, la colaboración, el consejo sabio y bien intencionado de los Presidentes Aylwin, Frei Ruíz-Tagle y Lagos, a quienes hoy día, una vez más, agradezco.
Y, por supuesto, y lo más importante, como Presidente siempre sentí la unidad, el apoyo y el compromiso de todos mis compatriotas en esta lucha y en esta defensa de lo que por justicia, por historia, nos pertenece.
Amigas y amigos:
Chile siempre ha sido un país amante de la paz, respetuoso del Derecho Internacional, que cumple pero también hace cumplir los Tratados que libre y soberanamente firman los Gobiernos, como el Tratado de 1904 que -quiero recordar- se celebró 20 años después de terminadas las hostilidades, y que fue un Tratado que tanto Chile como Bolivia firmamos en forma libre y soberana, y que se encuentra no solamente plenamente vigente, sino que es la columna vertebral que, durante más de 114 años, ha regulado las relaciones entre Chile y Bolivia.
Pero también quiero decir, y con mucha claridad, que Bolivia es un país vecino y es un país hermano, y tenemos muchos temas, muchos desafíos que enfrentar juntos y unidos hacia el futuro como, por ejemplo, una mayor y mejor integración cultural, social, económica, hídrica, energética, física, porque Bolivia y Chile vamos a ser siempre países vecinos.
Y, además, una mejor protección de nuestras fronteras frente a amenazas tan graves como el narcotráfico, el crimen organizado y la trata de persona.
Y, en consecuencia, tenemos también que hacernos cargo del futuro, las oportunidades pero también los riesgos que significa esta nueva Sociedad del Conocimiento y la Información, esta Revolución Tecnológica, que hace ya tanto tiempo está golpeando nuestras puertas, requiere que los países de América Latina, y muy especialmente los países vecinos -como lo estamos haciendo hoy día con Argentina, con Perú, con Colombia, con Brasil, con muchos países de nuestro continente- nos unamos para enfrentar de buena forma estos nuevos desafíos, estas nuevas oportunidades y poder despejar los riesgos y las amenazas que la modernidad nos pone por delante.
Y por esas razones, y como es lógico y natural, en la medida en que Bolivia respete los Tratados que libre y soberanamente firmó, en la medida en que Bolivia reconozca y acate el Fallo de la Corte Internacional de Justicia, en la medida en que Bolivia no persevere en esta infundada pretensión sobre mar, territorio y soberanía chilena, nuestro país siempre va a tener las puertas abiertas a un diálogo constructivo, de buena fe para enfrentar esos problemas y enfrentar esas oportunidades.
Ahora, si Bolivia insiste en un camino equivocado como el que -yo creo- ha seguido en los últimos años, sin duda, el diálogo se hace difícil sino imposible.
Por todas estas razones, quiero compartir con mis compatriotas una sana alegría, sin soberbia, pero con mucha emoción porque tenemos derecho a estar contentos. Hemos ganado, hemos obtenido un gran triunfo y lo hemos hecho con los argumentos y los fundamentos de la razón, del derecho y de la justicia.
Y estoy convencido que tenemos también un deber y una oportunidad de trabajar unidos con todos los países del mundo, pero muy especialmente con nuestros países vecinos, para poder potenciar el desarrollo de nuestros países, y también porque el objetivo último es mejorar la calidad de vida de cada uno de nuestros compatriotas.
Por eso, siempre hemos dicho que desarrollo es mucho más que crecimiento económico: aspiramos a un desarrollo integral, es decir, que no solamente se refiera a lo material, también al desarrollo espiritual de nuestros compatriotas; a un desarrollo inclusivo, que llegue a todos los hogares y a todas las familias de nuestro país, y no deje que nadie se quede atrás; y a un desarrollo sustentable, que sea respetuoso y amistoso con nuestra maravillosa naturaleza y medioambiente.
Termino estas palabras, reiterando lo mismo que les dije hace tan sólo tres días, cuando volviendo de Estados Unidos quise compartir con ustedes algunas breves horas: Antofagasta ha sido, es y seguirá siendo por siempre chilena.