Presidente Piñera asiste a ceremonia de conmemoración de los 240 años del natalicio de Bernardo O’Higgins

20 AGO. 2018
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S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, asiste a la ceremonia de conmemoración de los 240 años del natalicio de Bernardo O’Higgins.

Señoras y señores:
 
Es para mí un gran privilegio y un gran honor poder participar, en esta fría pero soleada mañana, para conmemorar y recordar con mucho orgullo, pero también con mucha esperanza.
 
Cada 20 de agosto, cumplimos aquí en Chillán un deber de justicia y un deber de gratitud. Es la oportunidad para reconocer y para agradecer a Bernardo O’Higgins, hijo de esta zona y -sin duda- uno de los hombres más ilustres y más fructíferos de nuestra historia, a quien reconocemos su heroísmo y su compromiso, que desplegó incansablemente durante las gestas de la Independencia.
 
Chile, en un acto de justicia, hace este reconocimiento. Así como él estuvo dispuesto a dar la vida por Chile, hoy, cuando han pasado 200 años desde el glorioso y heroico triunfo de Maipú, es una gran alegría decirle a Bernardo O’Higgins, y a todos quienes lo acompañaron, que no los hemos ni los vamos a olvidar, y que la obra que gestó, junto a tantos otros patriotas, sin duda ha dado grandes frutos. Y estamos seguros que seguirá dando frutos fecundos, si trabajamos con el mismo patriotismo, con la misma unidad, con la misma voluntad de entregar lo mejor de nosotros mismos, como lo hicieron los Padres Fundadores de la Patria.
 
Sabemos que en Chillán O’Higgins no tuvo una vida fácil; debió -como él mismo lo recordó- soportar en muchos casos la soledad, e incluso la humillación, lo que fue templando su espíritu. Pero también sabemos que aquí conoció las raíces de nuestra nacionalidad y logró tener maestros que lo educaron y le permitieron hacer sus primeros amigos. Aprendió mapudungun, y tuvo una cercanía permanente y cotidiana con el pueblo mapuche.
 
Su gran momento, para el cual se preparó toda una vida, fue cuando llegó la gesta de la Independencia, con esa visión y con ese compromiso, que él manifestó desde el primer momento, incluso lo dejó plasmado en el Manifiesto de la Independencia, cuando nos dijo “queremos, podemos y luego debemos ser libres”.
 
Era un gran punto de partida para las victorias militares en Chile, incluso, para la lucha por la Independencia en otros países de nuestro continente, como es el caso de Perú. En una gran manifestación del espíritu unitario de esa época, fue precursor y pionero, con una sabia visión internacional.
 
Así escribía Simón Bolívar en 1821, que “de la unión y cordialidad recíproca depende el destino de América, y que la división sólo puede traernos miseria y lágrimas”.
 
Bernardo O’Higgins inmediatamente asumió funciones de Gobierno, que se extendieron hasta el año 1823. En ese período, en ese corto período, logró realizar dos Constituciones, la de 1818 y la de 1822. Es verdad, ninguna de ellas logró continuidad, como era propio de una etapa de aprendizaje y desorden que siguió a la Independencia en todos los países de nuestra América Latina. Pero pese a ello, ese pensamiento y esa voluntad sentaron las bases de lo que sería la organización política de Chile, la separación de los poderes del Estado, la declaración de los derechos del hombre, que sí perdurarían en el tiempo.
 
Aunque no se trata de hacer un resumen de su gestión de Gobierno, no podemos ignorar que tuvo una visión y obtuvo logros que, hasta el día de hoy, recordamos con emoción y gratitud.
 
Renovó las instituciones que habían sido clausuradas después del año 1814, como el Instituto Nacional, la Biblioteca Nacional y el Congreso Nacional. Creó el Cementerio para Los Disidentes, ordenó la construcción del Templo Votivo de Maipú, promesa que finalmente logramos cumplir. Bajo su mando nacieron los liceos en muchas de las principales ciudades de nuestro país. Organizó nuestro Ejército, creó nuestra Armada, con sus respectivas Escuelas de Formación.
 
En definitiva, en pocos años sentó las bases de lo que sería el orden republicano que lograríamos consolidar en las décadas siguientes.
 
Como sabemos, las divisiones políticas y los problemas de la naciente República, lo forzaron a dejar el cargo de Director Supremo de la Nación, en enero de 1823, partiendo posteriormente a un largo exilio en Perú. Y si bien Bernardo O’Higgins siempre anheló volver en vida a su Patria, falleció en el vecino país y sólo regresó a Chile décadas después, para recibir el merecido homenaje y el correspondiente funeral.
 
El Padre de la Patria, que ha sido reconocido por los gobernantes de las más diversas tendencias, y siempre con la ciudadanía, que reconocen en Bernardo O’Higgins virtudes tan importantes como el valor, el coraje, la voluntad, la perseverancia, el patriotismo y un notable espíritu realizador, un sentido de futuro y grandes sueños para nuestro país.
 
No olvidemos que él murió exclamando “¡Magallanes, Magallanes!”, mostrando nuevamente esa visión que tenía respecto del futuro.
 
Es lo que, sin duda, tuvo en mente el Presidente José Manuel Balmaceda, cuando inauguró el monumento al Padre de la Patria en 1888, aquí en Chillán. En esa ocasión, Balmaceda afirmó: “los pueblos construyen columnas de granito, que señalan a los Estados el rumbo del honor y de la gloria nacional”.
 
Bernardo O’Higgins era una de esas columnas.
 
Han pasado 200 años desde la Declaración de nuestra Independencia, que lleva la firma de Bernardo O’Higgins; 200 años de vida republicana, en los cuales hemos conquistado muchos logros, pero también hemos experimentado muchos dolores, momentos de unidad y de grandeza, y tiempos de división y de pequeñeces.
 
Porque siempre que en nuestro país nos hemos dividido, hemos cosechado nuestras más amargas y dolorosas derrotas y siempre que nos hemos unido, hemos conquistado nuestras más hermosas y nobles victorias.
 
Si miramos hacia atrás es para reconocer a quienes han hecho grande a Chile, pero también con la conciencia de que nuestros desafíos no están en el pasado, están en el presente y en el futuro. Podemos aprender del pasado, pero tenemos que ser siempre los constructores del futuro.
 
Estoy convencido, al igual que todos mis compatriotas, que la vida y muerte de Bernardo O’Higgins nos enseña mucho sobre los desafíos que la Patria tiene por delante.
 
En primer lugar, su ejemplo de patriotismo, hoy son muchos los problemas y desafíos que reclaman ese mismo amor que Bernardo O’Higgins tenía por nuestra Patria, nuestra convicción y trabajo bien hecho, para que todos los hijos de nuestra tierra tengan las oportunidades para desarrollarse, y las seguridades de una vida con dignidad.
 
Ese patriotismo de Bernardo O’Higgins nos debe llevar siempre a trabajar incansablemente por enfrentar los desafíos del presente y del futuro, derrotar la pobreza, ampliar las oportunidades, dar educación de calidad a todos nuestros niños, asegurar una salud con dignidad a todos nuestros compatriotas y también prepararnos para las grandes batallas que vienen en el futuro; un futuro lleno de oportunidades, pero también lleno de riesgos.
 
La sociedad que está emergiendo, ha sido siempre generosa con los países que quieran aprovechar sus oportunidades, pero también ha demostrado ser indiferente e incluso cruel con aquellos países que le dan la espalda y simplemente la dejan pasar.
 
Por eso, no nos debe, sin duda, temblar la mano, y tenemos que siempre estar unidos para que ese espíritu y ese ejemplo de Bernardo O’Higgins nos ayude a conseguir grandes logros.
 
Ésa es una misión que no solamente se la debemos a los Padres de la Patria, se la debemos también a los hijos, a los nietos y a los chilenos que vendrán.
 
Por eso, yo quisiera mostrar que cada vez que nuestra casa ha enfrentado los desafíos, dándoles a todos un lugar para aportar y reconociéndoles a todos un lugar para participar de los beneficios, hemos logrado alcanzar las más altas cumbres en nuestro país.
 
Finalmente, debemos tener también una visión del futuro más compartida, como la tuvieron O’Higgins y los Fundadores de la República, quienes debieron crear instituciones enfrentando la adversidad, aprender por ensayo y error, superar las desconfianzas naturales que surgían de la inexperiencia. Y así sabemos que la sociedad no espera, pero que la sociedad también es generosa con los países que saben trabajar unidos en torno a grandes objetivos, a nobles metas y sueños.
 
Es por eso que tenemos tantos desafíos por delante, que enfrentar nuevos desafíos y nuevas dificultades como el envejecimiento de la población, el cambio climático, el calentamiento global, la inseguridad y tantas otras tareas que nuestros compatriotas demandan que lo hagamos en forma unida, con nobleza y con eficacia.
 
Con la misma ambición y decisión de los Fundadores de la Patria, nuestra República tiene también que abrazar las más altas y nobles ideas, aspirar con legítima ambición a grandes logros, que son los que los chilenos del Bicentenario tenemos que lograr, porque es la mejor forma de honrar la memoria de los Padres de la Patria.
 
Que ningún temor nos aleje de esos grandes ideales, que ninguna vacilación nos conduzca por el camino de la mediocridad. Chile es un país maravilloso, Chile es un país del cual todos nos sentimos orgullosos, pero debemos trabajar cada día con la convicción y el patriotismo que nos enseñó Bernardo O’Higgins, por su grandeza, por su desarrollo y por la felicidad de todos nuestros compatriotas.
 
Ésa es la gran lección que nos legó Bernardo O’Higgins, y ése es el mejor homenaje que podemos rendirle a los Padres de la Patria.
 
Muchas gracias.