En Chile, más de 2.000 familias enfrentan la muerte de un hijo en gestación o parto cada año. La iniciativa, que surge desde la sociedad civil, permite a los padres, que lo deciden de forma voluntaria, sepultar de forma individualizada a sus hijos que mueren antes de nacer.
Muy buenos días:
Esta ceremonia me produce una especial emoción, alegría y gratitud. Porque desde el momento mismo en que una mujer y un hombre saben que están esperando un hijo, se produce un lazo, un vínculo, y ellos saben que su vida cambió para siempre, porque ese hijo, que es único, que es irreproducible y que es distinto a sus padres, tiene ese vínculo, porque los padres saben que tienen una responsabilidad de por vida con ese hijo que ellos engendraron.
Y el amor por un hijo no depende de cuántos días, semanas o años tenga, porque la verdad es que, sin importar su edad, sin importar su aspecto, sin importar sus características, los padres los queremos desde el primer día.
Y así como el amor por un hijo no tiene que ver con su edad, tampoco depende de la edad el dolor que genera la muerte de un hijo. No hay mayor sufrimiento para una madre y para un padre, que la muerte de un hijo. Todas las muertes son dolorosas. Yo escuché, una vez, a una mujer muy humilde que había perdido a su hijo y me decía que “cuando muere una persona de alta edad, es como que un barco llegó a puerto; pero cuando muere un niño, es como si hubiese ocurrido un naufragio”.
Porque uno espera que los mayores mueran, pero cuando muere un hijo, es algo que -en cierta forma- va contra la naturaleza del ciclo de la vida humana y genera un dolor que solamente aquellos que lo han experimentado pueden entenderlo en profundidad.
Por eso, todas las madres y todos los padres saben que cuando pierden un hijo, han perdido algo que es esencial en sus vidas y no quieren que se vaya, que se olvide, sino que quieren, en cierta forma, mantenerlo, si no en forma física, sí con el recuerdo.
Por eso, esta maravillosa frase que ustedes han puesto “Tu Nombre es mi Recuerdo”, es algo que refleja tan bien el sentimiento que alberga y que acoge a los padres que han perdido un hijo.
Pero cuando se trata del fallecimiento de un hijo que no alcanzó a nacer, que no alcanzó a nacer porque la legislación vigente no reconoce el derecho natural que tienen sus padres a poder individualizarlos, a poder darles un nombre propio, a poder darles una digna sepultura, a tener un recuerdo al cual puedan aferrarse para mantener viva la historia, y ese recuerdo del hijo que no alcanzó a nacer.
Y parece tremendamente inhumano -y así lo han reflejado el video que vimos y las palabras que acabamos de escuchar- invisibilizarlos, calificarnos como NN, tratarlos como “restos biológicos”, parece tan inhumano, parece tan poco sensible con lo que sienten los padres de ese hijo, que -sin duda- esta iniciativa viene a llenar un espacio o un vacío y a cumplir con una función que, curiosamente, debimos haberlo hecho hace mucho tiempo.
Por eso, para mí es una fuente de alegría y de emoción hoy día presentar este proyecto de ley que va a crear un Registro Civil Nacional especial, para que los padres que así lo deseen, puedan inscribir el nombre, los nombres, los apellidos de sus hijos fallecidos y no nacidos, individualizando su sexo y también el nombre de la madre y el nombre del padre.
La creación de este registro especial va a permitir que los padres puedan disponer con mayor facilidad de los restos del hijo que no logró nacer, para poder despedirse, para poder vivir su duelo, para poder darles una sepultura que tenga en la tumba el nombre, el nombre propio de ese hijo que no nació, para poder dejarle flores, para poder recordarlo con cariño, con ternura, con pena, pero también con algo de esperanza, porque los que creemos en la vida eterna sabemos que algún día todos nos vamos a volver a encontrar.
Este proyecto busca que nuestras leyes entreguen un trato más humano, un trato más civilizado a esos niños que murieron antes de nacer, como ya lo hacen -por lo demás- los ordenamientos jurídicos de otros países, como en el caso de España, de Alemania y muchos más.
Y esta iniciativa refleja también el profundo compromiso que tenemos como Gobierno con la vida humana y con las familias chilenas.
Por eso estamos impulsando la creación del Ministerio de la Familia y Desarrollo Social, que pueda enfocarse en el valor, en el rol trascendental que juega la familia en una sociedad que queremos que sea una sociedad sana y una sociedad fuerte. Y a través de ese Ministerio vamos a crear diversas políticas para favorecer a todos los miembros de la familia.
Pero yo quisiera aprovechar esta oportunidad para hacer un sentido, merecido y público reconocimiento a la admirable causa, lucha sin tregua, sin pausa, sin descanso, enfrentando todas las dificultades que durante tantos años han librado tantas madres y tantos padres por esta causa, para honrar, para dignificar la memoria de sus hijos.
Yo sé que aquí hay varias organizaciones que han trabajado en esto, como la Ley de Identidad NN, la Fundación Amparos y muchas más.
Quiero también aprovechar de agradecer y felicitar al ministro de Justicia y Derechos Humanos por el respaldo e impulso que prestó a esta iniciativa y también a la subsecretaria, Don Hernán Larraín y doña Lorena Recabarren, y muy especialmente a los parlamentarios. Y en este caso a los diputados, porque sé que ustedes se la jugaron por este proyecto y lo han impulsado con una pasión, con una fuerza casi como si pudieran compartir los sentimientos de aquellos padres y madres que han perdido a un hijo que aún no había nacido. Y por eso, les agradezco especialmente a “Pepa” Hoffmann, a Marcela Sabat, a Jaime Bellolio, a Francisco Undurraga y también a otros parlamentarios como Camila Vallejo, como Cristina Girardi, como Miguel Ángel Calisto, que sé que han compartido esta causa.
Y por eso quiero terminar estas palabras diciendo que este proyecto está fundado en un compromiso inquebrantable de nuestro Gobierno, al cual yo adhiero desde el fondo del alma, que es nuestro compromiso con la defensa de la vida de todos los seres humanos, y muy especialmente de esos niños y niñas que están por nacer, porque son los más indefensos, son los más inocentes, son los más vulnerables y son los que más necesitan y merecen nuestra protección; y también nuestro firme compromiso con fortalecer la familia, esa familia a la cual le pedimos tanto y muchas veces la apoyamos tan poco, e incluso en algunos casos hacemos acciones y políticas que tienden a debilitar en lugar de fortalecer la familia, como si pudiera haber una sociedad sana y fuerte con familias débiles y enfermas.
Y termino diciendo que la familia, como ese núcleo esencial de la sociedad, el lugar en donde todos encontramos -desde los primeros días de nuestras vidas- amor incondicional, acogimiento, protección, cariño, formación de valores y cuidados, es -sin duda- algo que merece y vamos a proteger.
Creo que las palabras que aquí se han mencionado, “Tu Nombre es mi Recuerdo”, es el mejor argumento para que este proyecto de ley se pueda transformar prontamente en una ley de la República, y esos niños que no lograron nacer puedan ser recordados como una persona con nombre, con identidad, con un lugar donde los padres puedan ir a recordarlos, porque de eso se trata una sociedad humana como la que queremos construir en Chile.