Presidente Piñera promueve el desarrollo económico en encuentro empresarial en La Araucanía

28 JUN. 2018
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S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, expone en la décimo sexta versión del Encuentro Empresarial de La Araucanía, ENELA 2018.

Muy buenos días:
 
Agradezco esta oportunidad a usted, señor presidente, y a todos los que han dado vida y fecundidad a ENELA, de poder compartir algunas reflexiones.
 
Hace un momento estaba con un conjunto de radios de la región, conversando sobre los problemas, los desafíos y las oportunidades de la región, y yo les contaba una razón por la cual yo tengo a la Región de La Araucanía muy profunda en mi corazón.  Cuando yo era muy niño, un hermano de mi padre -y también tío del ministro Andrés Chadwick- Bernardino Piñera, fue elegido Obispo de Temuco, y él inició lo que llamaba “las misiones”, y nos invitaba a los hermanos Piñera a venir los veranos -y nos veníamos todos los veranos- a ser la vanguardia, la avanzada de las misiones.
 
En esa época esta región estaba en situación muy precaria: no había carreteras, no había puentes, el traslado se hacía en cualquier medio, en carretas, cruzábamos los ríos con el agua al pecho, e íbamos adelante, predicando y anunciando la venida del Obispo, y llamando a la gente a confesarse, a casarse, a bautizarse. 
 
Y recuerdo esta anécdota, porque entre los hermanos Piñera estaba el “Negro Piñera”, y el “Negro Piñera” -que ya se vestía de negro- algunos lo confundían con un curita.  Así que él casó, confesó a muchos de ustedes, y por eso les pido mis humildes disculpas.
 
Déjenme partir con una pequeña reflexión a nivel nacional.
 
Llevamos tres meses y medio en el Gobierno, ¿en qué hemos estado estos tres meses y medio?
 
Yo creo que hemos tenido que enfrentar muchos desafíos y tareas en forma simultánea.  Lo primero, hacernos cargo de grandes urgencias que estaban afectando profundamente la calidad de vida de las personas y que no habían sido asumidas con la fuerza y voluntad que requerían. Como, por ejemplo, la reestructuración del Alto Mando de Carabineros; la reformulación de la lucha contra la delincuencia, el narcotráfico y el terrorismo; la nueva Política Migratoria, para poner orden en nuestra casa; el poner a los niños del SENAME primeros en la fila; el enfrentar la necesidad imperiosa de avanzar en forma resuelta y rápida hacia una sociedad en que hombres y mujeres tengamos los mismos derechos y la misma dignidad.
 
Y en eso hemos avanzado mucho en estos tres meses y medio, como muchos de ustedes han podido constatar con la realidad.
 
Pero eso no era todo. También queríamos superar rápidamente este clima de frustración, de pesimismo, de estancamiento que se respiraba en el aire y que se reflejaba en todos los indicadores que reflejaban confianza y esperanza en el futuro.
 
Y eso significaba poner en marcha nuevamente nuestra economía, volver a crecer, volver a crear empleos, volver a mejorar los salarios, recuperar la inversión, que llevaba cuatro años en una caída permanente. Y en esa materia, hemos estado también trabajando muy intensamente y, por supuesto, ésta es una batalla permanente, pero nos alegran enormemente los dos últimos IMACEC de 4,6% y de 5,9%, y que finalmente la inversión está volviendo a ponerse de pie y las expectativas de crecimiento de la inversión para este año 2018 son claramente positivas, a diferencia de lo que ocurría los años anteriores.
 
Una tercera tarea, que también ha comprometido nuestro esfuerzo, era recuperar un clima de mayor unidad, de mayor amistad cívica, de mayor colaboración, de mayor diálogo, de mayor voluntad de acuerdos, que reemplazara la perversa lógica de la “retroexcavadora”.
 
Y por eso propusimos 5 Grandes Acuerdos Nacionales en torno a cinco temas que eran prioritarios para la sociedad chilena, como la seguridad ciudadana, la infancia, la salud, el crecimiento y la recuperación económica, y la Región de La Araucanía.
 
Una de esas mesas de trabajo ya terminó y entregó un informe muy completo y con muy buenos aportes. Las otras mesas están muy cerca de terminar.  Y eso nos permite reconocer algo fundamental, que era la necesidad de entender los desafíos de Chile como una tarea compartida y no como una confrontación unos contra otros, porque sabemos que eso no conduce a ninguna parte.
 
Pero además de eso, había, sin duda, que recuperar la fe en Chile, la confianza en nosotros mismos, la esperanza en el futuro. Y a eso hemos puesto esfuerzo de poder plantearle a los chilenos que, más allá de los muchos problemas que tenemos -que, por supuesto, son muchos, son importantes, los conocemos y nos comprometen-, tenemos un maravilloso país, al cual podemos hacer que logre metas que para muchos -o hasta hace muy poco tiempo- parecían imposibles: transformar a Chile, la Colonia más pobre de España en América Latina, en el primer país de América Latina desarrollado, sin pobreza, con oportunidades y seguridades para todos, antes que termine la próxima década. Es decir, estamos planteando un proyecto para nosotros, para nuestra generación.
 
Si manteníamos el ritmo de crecimiento que traíamos durante el Gobierno anterior, esa meta se iba a lograr en 70 años más. Si logramos recuperar nuestra capacidad de crecer en torno al 5%, esa meta la podremos alcanzar antes que termine la próxima década.
 
Esos han sido parte de las preocupaciones, además, por supuesto, de empezar a cumplir nuestro programa de Gobierno. Y, por tanto, estamos trabajando, y en los próximos días o semanas vamos a enviar un proyecto de modernización tributaria, un proyecto que reforma el sistema de salud -tanto público como privado-, vamos a enviar también un proyecto para mejorar las pensiones, en fin. Esas han sido las tareas que han copado nuestra preocupación, nuestro tiempo, nuestra pasión, durante estos primeros tres meses y medio.
 
Pasando ahora a una reflexión sobre esta maravillosa Región de La Araucanía, yo estoy seguro que cuando Dios creó esta región, estaba de muy buen humor, porque creó una región maravillosa. La Región de La Araucanía es una región llena de oportunidades, inmensamente rica. Desgraciadamente, está tristemente empobrecida.
 
Y por esa razón creo que llegó el tiempo -y usted lo decía, señor presidente-, en Chile, usted sabe, que es el país que tiene más presidentes por habitantes en el mundo.  Así que aquí habemos dos, en una plataforma en que hay solamente dos personas.
 
Pero quiero hacer una pequeña reflexión. Hay dos lecciones que nos deja la historia de nuestro país. En síntesis, dos cosas muy importantes: cada vez que nos hemos desviado de ellas, hemos chocado con el desastre. La primera es el valor de la unidad: cada vez que los chilenos nos hemos dividido, hemos cosechado las más amargas derrotas; cada vez que nos hemos unido, hemos conquistado los más hermosos triunfos.
 
Y la segunda lección: no podemos olvidarnos del crecimiento. El crecimiento es necesario, no es suficiente, pero es absolutamente necesario: genera empleo, mejora salarios, crea oportunidades y genera recursos públicos para satisfacer todo el resto de las necesidades.
 
Y por eso yo creo que es muy importante que, si uno analiza la historia de Chile, cada vez que Chile cayó en el camino de la división o se olvidó del crecimiento y se contentó con el estancamiento, terminamos muy mal.
 
Y yo pienso que a nuestra generación le ha tocado un desafío maravilloso: tener que ser responsable de dos grandes transiciones.  La primera la hicimos en la década de los 90, nos permitió conquistar la libertad y la democracia, y la hicimos bien, yo creo que, en parte, porque tomamos conciencia de estas dos lecciones. La segunda es la que nos toca hacer a nosotros, para conquistar el desarrollo y derrotar la pobreza. Y no podemos olvidarnos de estas dos lecciones que la historia se encarga, una y otra vez, de recordarnos, pero que la mala memoria muchas veces nos hace olvidarlas.
 
Respecto a La Araucanía, yo quisiera plantear con mucha claridad que hace un poco más de 200 años conquistamos nuestra independencia, y ahora tenemos la gran oportunidad de conquistar el desarrollo. 
 
Y para que ese desarrollo sea verdadero, tiene que ser integral, inclusivo, sustentable. Integral, no es sólo desarrollo material, tiene que tomar todos los ámbitos de la vida humana, incluyendo la calidad de la convivencia, de la democracia, de la seguridad, del respeto a los derechos humanos; inclusivo, tiene que llegar a todas las regiones y a todos los hogares de nuestro país; y sustentable, tiene que ser amistoso y respetuoso con el medio ambiente.
 
La Araucanía -sin duda- ha sido víctima, a lo largo de su historia, de muchos males. A veces, abusos del Estado, malas políticas públicas, promesas incumplidas, mucha injusticia social y -también, y especialmente en los últimos tiempos- violencia y terrorismo.  Y eso ha terminado por transformar a esta región inmensamente rica, en la región más pobre de nuestro país. Ésa es la historia.
 
Pero el ser humano, los hombres y mujeres libres, estamos para conocer la historia, pero también estamos para cambiar la historia.  Y de eso se trata este Plan Extraordinario de Desarrollo para la Región de La Araucanía.
 
Una región que tiene el potencial de La Araucanía y que está llena de oportunidades, un clima que permite la agricultura más variada y más moderna, la actividad ganadera, la actividad forestal, los ríos, los lagos, el mar, las montañas, los Parques Nacionales, una zona que está ubicada estratégicamente en nuestro país. Lo tiene todo y, sin embargo, no ha podido poner en marcha sus motores, para poder despegar con fuerza hacia ese futuro mejor.
 
Y por ello es que a todos nos golpea, nos afecta tanto el constatar el rezago que tiene La Araucanía con respecto al resto de nuestro país.
 
No los quiero aburrir con cifras, pero ustedes tomen casi cualquier cifra y se van a encontrar que La Araucanía tiene un gran rezago respecto al resto del país, partiendo por la pobreza, es la región -junto con la del Biobío- con los mayores índices de pobreza de nuestro país. Es una región en que, además, los ingresos medios están muy por debajo del promedio de los ingresos de nuestro país. Y así, podríamos seguir y seguir.  Prefiero no llenarlos de cifras y datos que ustedes las conocen y las viven todos los días.
 
Pero haciendo un análisis, uno se da cuenta que nada de esto es un designio de Dios o es una especie de maldición del destino. Es, simplemente, porque no hemos sabido, o no hemos podido encontrar y poner en marcha las grandes oportunidades y los grandes motores de esta región.
 
Por esa razón, lo que estamos planteando es hacer un verdadero renacimiento en esta región, de forma tal que, en un plazo de una década, podamos recuperar el tiempo perdido, recuperar ese rezago y poner a la Región de La Araucanía a la par, en materia de oportunidades y en materia de logros, con el resto de nuestro país.
 
Nuestro trabajo en La Araucanía se ha centrado en dos grandes ejes. 
 
El primero es enfrentar con mucha decisión y con mucha voluntad el grave problema de violencia, de terrorismo y de inseguridad que está afectando a La Araucanía, desde hace ya mucho tiempo.
 
Y el segundo, simultáneo en el tiempo, es poner en marcha un Gran Acuerdo Regional y Nacional por el Desarrollo y la Paz en La Araucanía.
 
Yo ayer le preguntaba al intendente, le preguntaba al alcalde, le preguntaba al senador ¿qué significa Araucanía?  ¿Usted sabe lo que significa Araucanía, colega?  No sabe.  ¿Alguno sabe?  Bueno, Araucanía viene de Arauco, que significa “aguas del Sol” o “aguas gredosas”.  Hay dos versiones.  Yo prefiero quedarme con la primera “aguas del Sol”, a pesar que la más probable es que sea “aguas gredosas”, porque refleja algo muy importante que ya está en el nombre de esta región.
 
¿Cuál es nuestro trabajo en La Araucanía?
 
En materia de seguridad, yo quiero ser muy claro: no debemos confundir ni permitir que se confunda la violencia y el terrorismo, que afecta y angustia a esta región, con el pueblo mapuche ni con la Región de La Araucanía. Son dos cosas muy distintas: el pueblo mapuche es un pueblo que quiere trabajar y progresar en paz, y que tiene un cariño y un compromiso muy fuerte y muy especial con su tierra, con su cosmovisión. Y La Araucanía es una región maravillosa. 
 
Y, por tanto, esta idea de confundir lo que son pequeñas minorías, terroristas o violentistas, con lo que es la región o con lo que es una etnia de nuestro país, es un error que tenemos que desterrar de nuestro lenguaje.
 
Y por esa razón, por esa razón, vamos a combatir -y lo digo con toda claridad- sin tregua, sin cuartel, con toda la fuerza de la voluntad y con todo el rigor de la ley, al terrorismo en esta región y en cualquier otro lugar del territorio de nuestro país.
 
Porque el terrorismo es un enemigo cruel, poderoso, formidable, que no respeta a nada ni a nadie: como ustedes lo saben, es capaz de quemar vivos a un matrimonio de ancianos, quemar Iglesias con niños y mujeres adentro, destruir el esfuerzo de toda una vida de pequeños y medianos agricultores y provocar un verdadero terror en la región, que ha afectado, sin duda, el crecimiento.
 
Por ejemplo, la inversión extranjera en esta región es prácticamente cero. ¿Por qué? ¿No hay oportunidades de inversión? ¿Los inversionistas extranjeros tienen una especie de rechazo a la región?  No, es porque mucha gente dice “prefiero ir a un lugar que, aunque no tenga las mismas oportunidades, me dé más garantías de paz y seguridad”.
 
Pero, además, lo quiero decir con mucha claridad: un Presidente no es que tenga el derecho a combatir el terrorismo, tiene la obligación de combatir al terrorismo. Combatir al terrorismo es defender los derechos humanos, combatir al terrorismo es defender la democracia, combatir el terrorismo es facilitar el progreso y un mejor futuro para La Araucanía.
 
Y, por tanto, no es solamente un derecho, es una obligación. Y en Chile tenemos, al igual que todas las democracias del mundo, leyes antiterroristas. Lo primero, o una de las primeras cosas que hicimos en el mes de marzo de este año, cuando vinimos a La Araucanía, fue presentar un proyecto para modernizar, fortalecer y hacer más eficaz la Ley Antiterrorista, porque la que tenemos hoy día no está funcionando como debiera.
 
Desgraciadamente, ese proyecto de ley no ha logrado avanzar en el Congreso. Y, por tanto, a los que hablan de “sequía legislativa” yo les digo: en primer lugar, pónganse a trabajar en los muchos proyectos que ya hemos enviado y que por distintas razones no logran cruzar la dificultad de ponerse en tabla en las comisiones y en las salas de nuestro Congreso.
 
Es por esa razón que este proyecto de ley lo estamos impulsando con mucha fuerza. 
 
Pero no solamente esto depende de la ley, también depende de la actitud, de la voluntad, de la decisión y de la fuerza con que estemos dispuestos a combatir el terrorismo.
 
Por eso, junto al Consejo de Seguridad de la Macrozona Sur -que ya ha tenido muchas reuniones, a mí me tocó participar en la primera, una Macrozona que junta no solamente la Región de La Araucanía, sino que también la Región del Biobío y la Región de Los Ríos- creamos una Fuerza Especial, y lo digo con toda claridad, una Fuerza Especial de Carabineros, que se ha preparado, entrenado y capacitado en Chile y en el extranjero, y donde sea necesario, para mejorar la eficacia de nuestras policías en el combate contra el terrorismo.
 
Y esa Fuerza Especial de Carabineros está entrenada, preparada y diseñada para ejecutar acciones de disuasión, de reacción, de intervención, con un solo objetivo: buscar prevenir y evitar, en la medida de lo posible, estas conductas terroristas y violentistas, y enfrentar con mayor eficacia y, por tanto, combatir mejor la impunidad, cuanto estos hechos ocurran.
 
De esa forma tenemos que esta fuerza de trabajo, que está constituida por 80 carabineros, divididos en 4 unidades distintas, y que están ubicadas en las provincias de Arauco, Cautín, Malleco y en la comuna de Alto Biobío, han sido entrenadas y capacitadas en Chile, también en el extranjero, y están dotadas de lo mejor y de lo más moderno, y de lo más innovador en materia de tecnología.
 
Tienen vehículos blindados, para protegerlos mejor, porque una policía mejor protegida, es una policía más eficaz en proteger nuestra integridad física y nuestras vidas.
 
Además, con sistemas aéreos no tripulados, que les van a permitir tener una mayor capacidad de observar y de saber lo que está pasando en la región, con sistemas muy rápidos y eficaces de transporte de personas, para llegar en el momento oportuno donde son requeridos, y con modernos sistemas de comunicación, cámaras integradas, cámaras térmicas de corto alcance, que les van a permitir operar en cualquier circunstancia, de día, de noche, y en cualquier circunstancia climática.
 
¿Por qué hacemos esto? Porque nuestra guerra contra el terrorismo va a ocupar todos los medios que son aceptables y legítimos de acuerdo a la ley para ser eficaz.
 
Queremos ganar la guerra contra el terrorismo, no queremos simplemente hacer como que estamos en guerra. Y para eso estamos cambiando muchas políticas y, sobre todo, estamos cambiando la actitud con que se combate al terrorismo.
 
Y yo quiero decir aquí con mucha claridad: todos los que son ambiguos en esta materia, todos los que permanentemente están haciéndole el juego a los terroristas, todos los que permanentemente muestran señales de debilidad, no aportan nada a tener una lucha eficaz dentro del marco del Estado de Derecho, para devolverle a esta región su capacidad de poder progresar en paz, con mayor libertad, con mayor seguridad y no caer bajo el régimen del terror, que minorías violentistas y que no respetan a nada, ni a nadie, quieren imponerle a esta región. 
 
Pero además de esa lucha, y en forma paralela, simultánea y con la misma pasión, fuerza e intensidad, estamos desarrollando un Plan Especial, un Plan Extraordinario de Desarrollo de La Araucanía, que lo que busca es que esta región recupere el tiempo perdido, supere el rezago y se ponga a la par, y ojalá a la vanguardia, del desarrollo de las regiones de nuestro país.
 
Y eso tiene que ver con muchos aspectos, solamente voy a hacer titulares, porque en el mes de agosto, vamos -junto al ministro Alfredo Moreno, ministro de Desarrollo Social, que está coordinando un grupo interministerial y junto al intendente, don Luis Mayol- a dar a conocer aquí en La Araucanía, en detalle, este plan en el cual estamos trabajando hace mucho tiempo, que estamos trabajando con la región. De hecho, tanto el Presidente como el ministro, y muchos otros ministros, han estado y han venido a trabajar a esta región muchas veces y lo van a seguir haciendo.
 
Pero para no quedarnos en un capítulo en blanco en esta materia, yo quiero anunciar los principales componentes.
 
En primer lugar, vamos a hacer un enorme esfuerzo para recuperar el déficit de infraestructura: tenemos pensado invertir cerca de USD 8 mil millones durante los próximos 8 años en esta región. Y lo digo con toda claridad: ese monto de recursos puede incrementarse en la medida en que seamos capaces de recuperar el crecimiento y recuperar la sanidad, la salud de nuestras cuentas fiscales.     
 
Yo estoy muy impresionado con lo que ha ocurrido en Argentina, un país que estaba despegando, pero que no fue capaz de controlar con la velocidad necesaria el déficit fiscal. Y de la noche a la mañana, volvió el clima de inseguridad, de inestabilidad, de desconfianza, que los obligó a hacer un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y probablemente van a tener que sufrir una recesión.      
 
Y por eso el tema de la responsabilidad en el manejo de las cuentas públicas, no es un capricho del ministro de Hacienda, como creen algunos. Hoy día, si usted no es responsable con el manejo de la economía, la cuenta se la pasan en forma inmediata, porque hay miles de ojos puestos sobre la economía chilena, que si creen que va a seguir la fiesta y que vamos a volver a duplicar la deuda pública -como ocurrió durante el Gobierno anterior- o que el déficit fiscal va a seguir creciendo, a pesar de los compromisos que asumieron los ministros de Hacienda del Gobierno anterior, el crecimiento económico se paraliza en el acto. Y, por tanto, la responsabilidad en el manejo de la economía es algo absolutamente indispensable y necesario.
 
A mí, muchas veces, algunos me dicen “Presidente, ¿para qué tanto rigor y tanta responsabilidad? Déjele eso al próximo Gobierno”. Ya no es así. Si usted afloja y muestra debilidad en esta materia, la economía se detiene en el acto y, por tanto, esto es también algo muy fundamental y la experiencia de Argentina debiera ilustrarnos con mucha claridad.
 
Por esa razón, este plan de USD 8 mil millones, que queremos que se complemente con una inversión privada, que estimamos al menos en el doble -USD 16 mil millones- nos va a permitir, si las cosas las cumplimos, invertir cerca de USD 24 mil millones durante los próximos 8 años en la Región de La Araucanía. Y eso va a permitir generar las bases para un gran salto adelante.
 
Por esa razón, el Plan de Impulso a La Araucanía lo vamos a potenciar en torno a tres grandes pilares fundamentales:
 
Primero, la reconversión agrícola;
 
Segundo, el potenciamiento del turismo;
 
Y tercero, aprovechar la inmensa capacidad de esta región para ser una verdadera capital de las energías limpias y renovables. 
 
Es por esa razón que el impulso va a contemplar inversiones y planes de acción muy fuertes en torno a estos tres grandes ejes que, por supuesto son los tres principales, no son los únicos, pero es donde -de acuerdo a todo lo que hemos identificado, conversado- están los pilares y las mayores oportunidades de gran fomento y crecimiento a futuro.
 
Y este impulso va a significar, por supuesto, obras hidráulicas, infraestructura, obras de salud, de educación, regularización de títulos, sistemas de agua potable, mejoramiento de caminos básicos: yo decía que este año vamos a ripiar mil kilómetros de caminos básicos, especialmente en la zona rural y en las comunidades alejadas de esta región.
 
Tenemos, por lo tanto, una posibilidad grande de aprovechar este gran impulso en materia de inversión pública, y este gran impulso que vamos a tener que generar en materia de inversión privada para iniciar una nueva etapa en esta región.  
 
Tal como lo anunciamos en el mes de marzo, vamos a convocar a un Gran Encuentro, en que le vamos a pedir a la gente de La Araucanía que presente todo su potencial, todos sus proyectos, todas sus oportunidades. Y vamos nosotros a encargarnos de traer a inversionistas nacionales y extranjeros, para que se produzca un Gran Encuentro, como lo hizo, por ejemplo, Argentina, al comienzo de este Gobierno, cuando convocó a los principales inversionistas del mundo, y tuvo un éxito muy notable. Pero recordemos la experiencia: no basta con traer y mostrar la oportunidad, después hay que cumplir los compromisos que uno adquiere. 
 
De esa forma, vamos a tener una oportunidad de juntar las oportunidades de la región con los capitales de los inversionistas, para que se produzca esa combinación fecunda y virtuosa, que nos va a permitir atraer la inversión privada y extranjera, que ha sido tan escasa y tan distante de esta región.
 
Los pilares que hemos definido, agricultura moderna, turismo y energía, porque son los sectores con mayor potencial y van a permitir un boom de inversiones en el corto plazo, y obviamente que van a poder surgir otras, estamos mencionando solamente las más importantes.
 
Yo les planteaba que, en el eje agrícola, hoy día, en La Araucanía tenemos 800 mil hectáreas arables, sin utilizar, que queremos incorporar al circuito productivo. Y esto, obviamente que requiere mejorar los sistemas de riego y establecer una nueva reconversión de la agricultura. Hoy día, en parte gracias al cambio climático, en parte gracias a innovaciones genéticas y tecnológicas, esta región está apta para cultivos de mucho mayor valor agregado y de mucho mayor generación de ingresos, que los cultivos tradicionales de la región, como por ejemplo los cerezos, los avellanos europeos, los olivos, los nogales, las manzanas, los berries, el castaño y muchas otras más.
 
Y, además, por ejemplo, una hectárea de berries o de cerezos equivale, en términos de ingreso, a lo que generan 50 hectáreas de trigo: para que veamos el potencial que tiene una reconversión desde la agricultura tradicional de bajo valor agregado, y que muchas veces se transforma en una agricultura de subsistencia, hacia una agricultura moderna, de exportación, que permite un progreso genuino y real de nuestros pequeños y medianos agricultores.  
 
En esto, el ministro de Agricultura y el intendente, que son expertos en esta materia, tienen un compromiso muy especial de que esta reconversión, esta modernización del sector agrícola, se produzca en forma sistemática, rápida y contundente. Usted intendente, de agricultura sabe, y el actual ministro de Agricultura también porque él ha dedicado su vida a este campo.
 
En cuanto a las energías renovables no convencionales, además del potencial hidroeléctrico, Chile no puede renunciar a su potencial hidroeléctrico. Una de las grandes desventajas que tiene Chile es que no tuvo petróleo, ni gas, ni carbón en abundancia, pero una de las grandes ventajas es que tenemos la Cordillera de Los Andes, tenemos el mar y que la diferencia de altura genera una pendiente que nos entrega un tremendo potencial para producir energías hidroeléctricas limpias y renovables, a las cuales no podemos, no debemos y no vamos a renunciar.
 
Pero además de eso, en esta región existe un potencial de energía del viento, de energía de los volcanes y, en el futuro, energía de las mareas, muy, muy impresionante. Y esto no es solamente idea o sueños de futuro. Mire lo que está pasando en Renaico, la comuna que es la puerta de entrada por el norte a esta región, donde ya hay un gran parque eólico, que produce cerca de 88 mega watts y al cual, creemos, se van a sumar siete proyectos adicionales, que significan una inversión de USD 1.400 millones y que van a permitir subir o multiplicar por diez ese potencial.
 
Y no es solamente Renaico, también es Collipulli y también hay muchas otras zonas que tienen un tremendo potencial.
 
Por esa razón, el segundo pilar, que es el pilar de la energía limpia y renovable, es -sin duda- un motor poderoso para esta región.
 
Y el tercero, que no tiene límites, es el turismo, porque no solamente son las bondades naturales, sino que también la historia, la cultura de esta región la que la transforma en un tremendo potencial en materia de turismo, que sin duda requiere hacer inversiones en infraestructura en muchos campos, pero ese potencial está recién empezando a ser aprovechad. Y no es solamente el turismo de verano en los lagos, estamos hablando también del turismo en toda la zona cercana a Temuco, la zona de la costa, la zona de la cordillera y, por supuesto, los lagos, los volcanes, los ríos y los bosques.     
 
Por eso estamos trabajando intensamente para poner de pie y potenciar los parques nacionales que existen en la Región de La Araucanía, como, por ejemplo, el de la Cordillera de Nahuelbuta, donde queremos incorporar y que participen en la administración de los parques las comunidades de pueblos originarios que viven y que han vivido durante mucha parte de su historia en esos parques.
 
Porque los españoles creen que descubrieron América: bueno, están profundamente equivocados, porque mucho antes que ellos -según cuentan todos los indicios históricos- llegaron los vikingos, llegaron incluso los chinos, y mucho antes que ellos, estaban aquí nuestros pueblos originarios.
 
Y por esa razón, el potencial de turismo es un potencial gigantesco, del cual hemos hablado mucho pero no hemos hecho lo suficiente y llegó el tiempo de pasar del diagnóstico a la acción.
 
Las zonas turísticas por excelencia en esta región, es la Cordillera de Nahuelbuta -como yo les decía-, la zona andina, la zona costera y toda la zona que está en torno a la ciudad de Temuco. Y esto no es solamente un potencial en base a las bellezas naturales, es también un potencial -como yo les decía- por la riqueza cultural, la diversidad, la historia, las costumbres, las leyendas que se dan y que tienen cuna en esta región. 
 
Por otra parte, estamos impulsando con mucha fuerza una modernización y una sustitución de la CONADI, para que realmente sea una institución al servicio del desarrollo de nuestros pueblos originarios, no como hoy día, que no ha cumplido con eficacia y a cabalidad esa misión.    
 
Vamos a avanzar en el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios, para lo cual estamos estudiando si se requiere o no se requiere una nueva consulta. Nosotros hicimos una consulta, después la Presidenta Bachelet envió un proyecto de ley que también hizo una consulta. Estamos terminando los análisis legales para ver cuál es el mejor camino, más corto y más rápido, para avanzar en esa materia, porque eso es parte del patrimonio de nuestro país, de nuestra diversidad, de nuestra historia, de nuestra cultura. 
 
Estamos implementando la creación del Consejo Nacional de los Pueblos Indígenas y los Consejos de cada pueblo, para que tenga una voz y para que esa voz pueda ser escuchada y en forma institucional y romper este eje de que, porque no tienen representantes, no se sabe con cuál de ellos uno puede entenderse.
 
Y, por supuesto, la Agencia de Desarrollo Indígena, que va a permitir corregir muchos de los problemas y vicios que ha tenido la CONADI, y transformarse en una agencia realmente moderna y al servicio.
 
Estamos trabajando también en un catastro definitivo de tierras y configurar un Registro Público de Tierras y de Aguas Indígenas, en lo cual está colaborando la Contraloría General de la República y que nos va a permitir tener un conocimiento claro y preciso de cuáles son las tierras reivindicables por Títulos de Merced o por otro, y no que sea un mar sin orillas, como es lo que ha ocurrido hasta hoy día, que significa en el fondo una creación permanente de expectativas, pero al mismo tiempo una creación permanente de frustraciones, porque las expectativas muchas veces son imposibles de cumplir.
 
Con eso, vamos a lograr que se ordene la casa en materia de cuál es la deuda histórica que tiene el Estado en materia de reivindicación de Títulos de Merced y otros títulos, para poder cumplir un compromiso que el Estado asumió.
 
Por otra parte, el tercer pilar de nuestro trabajo, además del tema del reimpulso económico y social, además del tema de integrar mejor y valorar, apreciar, reconocer el valor de la diversidad cultural y étnica que existe en esta región, un tercer pilar de trabajo muy importante es construir una verdadera voluntad de paz en torno al diálogo y en torno a los acuerdos para que no sea solamente la paz en base a la capacidad de derrotar al terrorismo con las fuerzas policiales y las fuerzas de inteligencia, sino que también la capacidad de crear una cultura de paz en una región que muchos piensan que lleva demasiado tiempo en distintos tipos de guerra.    
 
Eso es un componente muy importante y tiene que ver también con atender y satisfacer mejor las necesidades de las víctimas de la delincuencia y de la violencia, que son agricultores, parceleros, empresarios, emprendedores, vecinos y muchos más.
 
Y de eso estamos trabajando en el Plan de La Araucanía, que coordina el ministro Moreno para establecer un levantamiento objetivo de esta información y poder tener una política clara en torno a esto. Hemos catastrado, hasta ahora, 415 víctimas y hay medidas concretas para apoyar a esas víctimas: la creación de un Plan de Apoyo Productivo, con créditos garantizados y en condiciones favorables por parte de CORFO y BancoEstado; el apoyo económico que hemos establecido en la Glosa Presupuestaria, que está en la Subsecretaría de Prevención del Delito, que tiene más de 3 mil millones de pesos, los cuales podrán financiar iniciativas que contribuyan a la reposición de actividades productivas que fueron dañadas o destruidas por la violencia; los subsidios habitacionales a las víctimas que han sido afectadas por la destrucción de sus viviendas; el Fondo de Organización Regional, de Acción Social y las Pensiones de Gracia, que también vamos a tener que otorgar en algunos casos en que ya no hay posibilidad de una reconversión productiva.
 
Todo eso es un programa que no puede ser infinito, que no puede ser límites, por eso quiero hablar con mucha seriedad y responsabilidad: el Estado no puede compensar todo el daño que hace el terrorismo. ¿Puede ayudar a compensar? Sí ¿Puede compensar todo el daño? No. Y lo digo con mucha claridad porque es mejor hablar con la verdad y en forma franca que crear expectativas, pero sí vamos a ayudar y colaborar mucho más de lo que se ha hecho hasta el día de hoy para ayudar a las víctimas a superar esa adversidad, a ponerse de pie y volver a caminar.
 
Queridos amigos:
 
Yo quisiera terminar reconociendo que Chile fue la colonia más pobre de España en América Latina, y ha logrado convertirse en el país de mayor nivel de desarrollo y, muchas veces, de mayor liderazgo y de mayor dinamismo en nuestro continente.
 
Hoy, esa tarea que hemos logrado en el contexto de América Latina, queremos repetirla en esta maravillosa Región de La Araucanía, para poder un día decir que también hemos sabido convertir a la región más pobre de Chile en la región con mayor liderazgo, con mayor pujanza y con mayor futuro de nuestro país.
 
Con eso vamos a lograr hacer justicia a muchas décadas -o quizás siglos- de rezago que han afectado a esta región, pero eso requiere el apoyo, el compromiso, la voluntad, no sólo del Gobierno, requiere especialmente el compromiso, el apoyo y la voluntad de los habitantes de esta región y de todos nuestros compatriotas. Por eso, para poder alcanzar este objetivo, yo sé que algunos, con escepticismo, dudan de que este plan vaya a dar resultados y lo he notado en las caras de muchas personas que miran, con una muestra clara de decir “otra vez con el mismo cuento”, “a otro perro con ese hueso”. Pero hay muchos otros que sí creen de que esta vez va en serio y que esta vez lo vamos a lograr.    
 
Víctor Hugo decía que “el futuro y los desafíos tenían muchos rostros: para los débiles, era lo inalcanzable, puede pasar, pero yo no tengo nada que hacer ahí; para los temerosos, es lo desconocido y, por tanto, se alejan de ese tipo de desafíos; para los valientes -decía Víctor Hugo- es una vocación, es una vocación, es una misión a cumplir”.  
 
Y yo pienso que estas palabras de Víctor Hugo tienen mucho que ver con el desafío de hoy día le estamos planteando a esta maravillosa Región de La Araucanía. Hoy día, en La Araucanía es tiempo, ya no tiempo de diagnóstico, de palabras; es tiempo de voluntad, de acción, de coraje, de decisión, para poder cambiar la historia.
 
Y, por tanto, la pregunta no es ¿qué va a hacer el Gobierno por La Araucanía? Ésa es una pregunta equivocada, lo que ustedes no hagan por ustedes mismos, nadie los va a reemplazar en esa tarea. Por supuesto que el Estado y el Gobierno, que yo tengo el honor de encabezar, siente con fuerza y claridad un compromiso especial con La Araucanía y lo hemos reflejado en las palabras, en los hechos y lo vamos a reflejar, cada día, con mayor intensidad.
 
La pregunta es ¿qué podemos hacer juntos para que la región más pobre de Chile se reencuentre con su futuro, se reencuentre con su oportunidad, se reencuentre con su potencial y pueda experimentar un verdadero renacimiento?
 
Porque, como les decía hace un momento, esto va a requerir no de escépticos ni de pusilánimes: los escépticos no creen, los pusilánimes dicen “bueno, que lo hagan”; va a requerir de gente con voluntad y decisión de tomar el liderazgo en esta maravillosa tarea de hacer y transformar a esta región en una región que no esté rezagada permanentemente, y muchas veces angustiada y deprimida, sino que sea una región pionera, a la vanguardia y con mucha fuerza.
 
Y por eso yo estoy convencido que hacer de la vieja Región de La Frontera, la nueva frontera del futuro, del progreso y de la esperanza, es la gran misión que tenemos todos nosotros para la Región de La Araucanía.
 
¡Qué Dios bendiga a La Araucanía y que nos dé a todos la visión, la perseverancia y el coraje para enfrentar con decisión esta noble y hermosa misión, y hacer que La Araucanía conozca -por fin- los días más gloriosos, más luminosos y más esperanzadores de su historia!
 
Muchas gracias