Presidente Piñera asiste a conmemoración de los 500 años del Estrecho de Magallanes por parte de la Armada

21 OCT. 2020
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S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, acompañado por la Primera Dama, Cecilia Morel; el Ministro de Relaciones Exteriores; Andrés Allamand; el Ministro de Defensa, Mario Desbordes; el Ministro de Ciencias, Andrés Couve; y la Intendenta de Magallanes, Jennifer Rojas; asiste a la conmemoración de los 500 años del descubrimiento del Estrecho de Magallanes por parte de la Armada, donde recibirá honores y entregará un discurso. 

Muy buenas tardes:
 
Todos sentimos una profunda emoción y alegría de estar hoy día aquí, en Punta Arenas, en el Estrecho de Magallanes, con dos buques escuela hermanos y gemelos, como el Buque Escuela Sebastián Elcano de España y el Buque Escuela Esmeralda de Chile, conmemorando los 500 años de una hazaña, de una epopeya que cambió la historia de la humanidad.
 
Esa hazaña y esa epopeya debió vencer todas las limitaciones del conocimiento y de la tecnología que en esa época restringían las travesías por el mundo. Y, además de eso, fue protagonizada por hombres de mar que fueron capaces de superar, enfrentar y vencer todas las dificultades, todas las adversidades gracias a una pasión, a un compromiso que, sin duda, ha inspirado a la humanidad entera.
 
Es verdad que Hernando de Magallanes no descubrió el Estrecho de Magallanes, pero sí fue el primer europeo que navegó el Estrecho de Magallanes y, por tanto, unió el Océano Atlántico y lo que entonces se conocía como el Mar del Sur, hoy día Océano Pacífico.
 
Y esta hazaña ha inspirado a generaciones y generaciones de marinos en el mundo entero y, por supuesto, a las tribulaciones del Buque Escuela Sebastián Elcano y el Buque Escuela Esmeralda. Dos buques que son gemelos no sólo porque fueron construidos con los mismos planos, sino que porque en ellos navegan hombres y mujeres que tienen los mismos valores, los mismos principios. Y, además, porque estamos unidos por una historia, una lengua, una tradición, una cultura y también un futuro.
 
El descubrimiento o la navegación del Estrecho de Magallanes no fue fruto del azar o de la suerte. La historia nos muestra que se planificó con décadas de anticipación y fue el resultado de un infatigable y perseverante esfuerzo de un puñado de hombres que creían en la existencia de ese Paso del Sur y que golpearon todas las puertas para poder cumplir con esa aventura, que se transformó en una hazaña. Primero, Hernando de Magallanes y, después de su muerte, Sebastián Elcano.
 
Y el coraje de esos hombres de mar que transformaron al Estrecho de Magallanes en la vía marítima entre el Pacífico y el Atlántico más importante durante 400 años es, sin duda, un ejemplo que nos inspira y nos ilumina hoy día, 500 años después.
 
Lo que empezó como una ambiciosa aventura comercial, terminó en una verdadera hazaña que ha marcado la historia de la humanidad y cambió para siempre la forma en que concebíamos la Tierra.
 
Hasta esa época había dudas respecto de cuál era la verdadera naturaleza de la forma del planeta Tierra. De hecho, la discusión sobre si era plano o era redondo se remonta a siglos atrás, pero fue la epopeya de Hernando de Magallanes la que de una vez por todas demostró que la Tierra era redonda y terminó con las dudas y con los miedos atávicos que habían afectado a la humanidad.
 
Durante esa expedición que duró 3 años, Magallanes y Elcano navegaron hacia un mundo desconocido, lo hicieron contra viento y marea, enfrentando todas las dificultades, atravesando tormentas, pasando frío, asechados permanentemente por las enfermedades y por la muerte. De hecho, la inmensa mayoría de los que zarparon nunca regresaron a puerto.
 
Sin embargo, esa aventura de 70 mil kilómetros cuya grandeza y heroísmo causó el asombro y la admiración en esa época, y lo sigue causando hasta el día de hoy, es un buen ejemplo para las hazañas y epopeyas que todos tendremos que enfrentar, de aquí hacia el futuro.
 
Un 10 de agosto de 1519 se hicieron a la mar, desde Sevilla, 247 hombres embarcados en 5 naos, la Nao Trinidad, San Antonio, Concepción, Santiago y Victoria. Y después de un poco más de 1.000 días de viaje, sólo 18 hombres de los 247 que habían iniciado la aventura, lograron llegar sanos y salvos a puerto en la Nao Victoria capitaneada por Sebastián Elcano, quien relevó a Magallanes después de su muerte en la Isla de Mactán, en las Filipinas.
 
Poco tiempo antes, en 1494, en el Tratado de Tordesillas, mediante una línea que iba de polo a polo, las dos grandes potencias marítimas de la época habían hecho una división del mundo. Y España había quedado fuera del alcance de la única ruta conocida entonces hacia las Islas de las Especias, las Islas Molucas, donde crecían en abundancia especias como el clavo de olor, la nuez moscada, la canela y muchas otras que en esos tiempos eran más apreciadas que el oro.
 
Y, por tanto, Magallanes había ideado una ruta hacia las Molucas que nunca antes había sido transitada y que nadie sabía, a ciencia cierta, si existía.
 
Durante muchos años planificó su expedición, convencido que al sur del mundo encontraría ese paso marítimo que uniría al Océano Atlántico con lo que entonces se conocía como el Mar del Sur. Y así fue como inició su aventura.
 
Hay muchas semblanzas de Hernando de Magallanes. Una de ellas la hizo un gran escritor, Stefan Zweig, quién decía “Magallanes no sabía sonreír ni ser amable ni ser complaciente, tampoco sabía dar cuerpo a sus ideas en la conversación, no era afable ni comunicativo, pero, a pesar de ello, -sostiene Zweig- era un hombre de convicciones y de principios sólidos y profundos, un luchador que no se rendía ante nada, dispuesto a asumir todos los riesgos con tal de cumplir su misión”.
 
Y fue esa tarea, que Colón intentó, la que completó Magallanes al encontrar una ruta hacia las Indias que no era por el sur de África, sino que, todo lo contrario, era rodeando Sudamérica. Igual como Vasco da Gama había llegado a la India por el sur de África, él quería llegar a la India navegando hacia el occidente.
 
La incertidumbre y los peligros que entrañaron esa aventura se mantienen, todavía, como algo que sorprende y admira el mundo entero.
 
Hay mucha especulación de por qué Magallanes tenía esa convicción de la existencia de ese paso del sur. Algunos creen que fue un cartógrafo alemán, otros piensan que fue Andrés de San Martín, quien fue cartógrafo de Américo Vespucio, el que lo convenció de la existencia de ese paso que unía el Atlántico con el Pacífico.
 
Y así partieron buscando ese anhelado paso, que pocos años antes había sido el Mar del Sur conocido o avistado por el español Vasco Núñez de Balboa y que después, mucho después, Magallanes bautizaría como el Océano Pacífico, como lo dice la historia, porque ese día, cuando se enfrentó por primera vez al Océano Pacífico, estaba un mar en calma.
 
Cuando descubrieron esa amplia apertura marítima que se prolongaba por muchos kilómetros, porque esta historia había comenzado cuando cruzaron el Atlántico y tocaron el continente sudamericano en lo que hoy día es Río de Janeiro, y posteriormente fueron bajando hacia el sur, encontrando o creyendo haber encontrado el paso muchas veces para terminar siempre en una decepción, como ocurrió cuando pensaron que habían encontrado el paso en la desembocadura del Río de La Plata, como lo hicieron en muchas ocasiones y cada fracaso significó un nuevo desafío como los motines y las sublevaciones que debió enfrentar Magallanes para poder mantener su autoridad.
 
Sin embargo, sigue adelante y envía a la Nao Santiago a investigar hacia el sur y termina hundida en un temporal.
 
Siguen adelante y llegan al puerto de San Julián, en lo que es hoy día la Patagonia Argentina donde deciden pasar el invierno para acometer por última vez la aventura de encontrar el Paso del Sur. Con sólo 4 carabelas sobrevivientes continúan navegando hasta que, finalmente, encuentran el paso que tanto habían buscado, el Estrecho de Magallanes, un día 1° de noviembre y lo bautizan como el Estrecho de Todos los Santos en honor al día en que lo habían descubierto.
 
Fue en medio de esa incertidumbre y temor al fracaso, cuando Magallanes pierde un segundo barco no por el clima, sino que por una rebelión que lo hace desertar y volver a España.
 
Después de muchos días de incertidumbre, finalmente, Magallanes ve como el estrecho que lleva su nombre comienza a ensancharse y se encuentra con la inmensidad del Océano Pacífico. Dicen que en esos días Magallanes lloró de alegría y daba infinitas gracias a Dios, porque lo había dejado hallar lo que tanto había buscado y que hubiera sido el primero que por aquella parte hubiese hallado el paso que unía los dos océanos.
 
323 años después de aquella epopeya, un 21 de septiembre de 1843, durante el Gobierno del Presidente Bulnes, Chile toma posesión e incorpora al territorio chileno el Estrecho de Magallanes, cumpliendo así con el anhelo, con el mandato que O’Higgins nos había entregado en su lecho de muerte cuando expresaba, pensando hacia dónde estaba el futuro, “Magallanes, Magallanes”.
 
En ese punto, sin duda, que, si bien, Magallanes no fue el descubridor del Estrecho, como lo dice La Araucana, “Magallanes, señor, fue el primer hombre que, abriendo este camino, le dio nombre”.
 
Magallanes, Elcano y su tripulación no sólo nos legaron un testimonio de coraje, de valor, de visión, de audacia, sino que también nos legaron un mundo nuevo porque lograron hacer, con esa navegación, una verdadera globalización de nuestro mundo y lograron unir y hacer encuentros entre culturas que estaban muy distantes y muy separadas.
 
Y por eso, ese viaje fue un verdadero viaje de derrumbar muros y construir puentes por donde hoy día transitan libremente las ideas, las personas, el conocimiento y la cultura.
 
Termino diciendo que cada generación tiene una misión a cumplir. La misión de aquellos que fueron los grandes descubridores, los grandes navegantes, la conocemos; lo importante es inspirarnos en los mismos valores que permitieron a esos hombres cumplir sus hazañas para que nosotros podamos también cumplir nuestra misión.
 
Y como decía nuestra Ministra de Cultura: explorar y conquistar nuestros propios “Estrechos de Magallanes” que aún desconocemos y que están por descubrirse.
 
Por eso, hoy día convoco a todos mis compatriotas a inspirarnos en lo que significó la hazaña y la epopeya de Magallanes para que estemos a la altura de nuestros deberes, de nuestras responsabilidades y sepamos cumplir, como han cumplido tantas generaciones antes que nosotros, con nuestra misión.
 
Muchas gracias.