ÑUBLE - Presidente Piñera encabeza desfile por natalicio de Bernardo O'Higgins

20 AGO. 2019
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S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, acompañado por el Ministro de Defensa, Alberto Espina, encabeza la conmemoración del natalicio de Bernardo O'Higgins. 

Muy buenos días, señor Presidente del Senado, señor Presidente de la Cámara de Diputados, señor Presidente de la Mesa Ampliada y Representantes de las Iglesias Evangélicas, señor Ministro de Defensa Nacional, Excelentísimo Embajador del Japón, señor Comandante en Jefe del Ejército, señor Comandante de la Armada, señor Comandante de la Fuerza Aérea, señor General Director de Carabineros, señor Director General de la Policía de Investigaciones, señora Vicepresidenta de la Cámara de Diputados, honorables Senadores y Diputados, señor Intendente de la Región del Ñuble, señor Presidente de la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Chillán, señores Oficiales y Generales de las Fuerzas Armadas de Orden y Seguridad, queridos amigos:
 
Cada 20 de agosto nos reunimos aquí, en esta Plaza de Chillán, a sólo 50 metros de donde están enterradas la madre y la hermana de nuestro Libertador Bernardo O’Higgins, la señora Isabel Riquelme y la señora Rosita O’Higgins, para dar cumplimiento a un sagrado deber de gratitud.
 
Lo hacemos con orgullo y con alegría, porque en esta fecha recordamos el natalicio de quién fue el Padre de nuestra Patria, y además esta celebración coincide con un anticipo de lo que es la primavera, que ya está golpeando nuestras puertas.
 
Porque todos los años, en el mes de septiembre, celebramos la Independencia de Chile, celebramos la gesta heroica de quienes hace más de 200 años conquistaron nuestra libertad en los campos de batalla de Chacabuco y Maipú, y además nos regalaron nos legaron esa maravillosa libertad. Y en eso el rol que jugó el Libertador Bernardo O’Higgins está grabado en la memoria y representa un sentimiento de orgullo y de gratitud de todos los chilenos.
 
Son muchas las hazañas y las virtudes que hicieron de Bernardo O'Higgins el héroe que recordamos hoy en día. Y de esas virtudes tenemos mucho que aprender: la austeridad, fortaleza, generosidad, honestidad, inteligencia, lealtad, prudencia y valentía que demostró Bernardo O’Higgins a lo largo de su vida, son una muy buena escuela para los chilenos de ayer, de hoy y de siempre.
 
Porque ese sentido que le dio a su vida Bernardo O'Higgins estaba iluminado por un sentimiento muy profundo, que era el patriotismo, el amor por su patria. O’Higgins, antes que Libertador, Director Supremo, General o soldado, agricultor o estudiante -porque tuvo muchas facetas en su vida- fue siempre el primer patriota, porque fue el primero que nos enseñó el amor a Chile como una vocación, como una gesta de reconocimiento hacia lo que es nuestra patria.
 
¿Qué significa ser patriota? ¿Qué puede exigirnos el patriotismo hoy en día, después de más de 200 años de que con sangre y heroísmo lograron conquistar la Independencia de nuestro país en los campos de Maipú?
 
Hay quienes tratan de confundir y deformar el verdadero sentido del patriotismo, y lo confunden con especie de exaltación de lo nacional, en oposición a todo lo que es extranjero, llegando incluso a promover discursos de odio. Nada más alejado del verdadero patriotismo, el patriotismo nunca nace del odio ni del egoísmo, siempre brota del amor y de la solidaridad.
 
Y por eso Chile siempre ha sabido reconocer en Bernardo O’Higgins la verdadera fuente del patriotismo que nos inspira a todos y nos seguirá inspirando como chilenos.
 
El patriotismo consiste en reconocer, antes que individuos aislados, reconocernos como herederos y como guardianes de tradiciones, de paisajes, de historias, de vivencias, de instituciones que nos permiten ser lo que somos hoy día. Significa reconocer que después de Dios, es a la familia y a la patria a quiénes más debemos reconocer. Y esa responsabilidad de ejercer la libertad que heredamos de los Padres de la Patria, de un modo recto y pensando siempre en el bien común, es la gran enseñanza que nos dejó Bernardo O’Higgins.
 
Por eso hoy día estamos cumpliendo nuestro deber con el Padre de nuestra Patria, que consiste en mantener siempre vivo el patriotismo, para mantener vivas las razones por las cuales decidimos tener la audacia de ser libres, como nos interpeló Fray Camilo Henríquez.
 
Pero ¿cuál es la Patria en la que O’Higgins creyó y a la cual consagró su vida? Quizás algunos datos biográficos del Libertador nos permiten ayudar a responder esa pregunta.
 
O’Higgins fue hijo de una madre chilena y padre irlandés. Católico, educado entre mapuches y franciscanos, siempre tuvo un gran aprecio por el pueblo mapuche, aprendió en mapudungun y le guardo siempre un profundo respeto, rescatando la nobleza de su carácter; de los franciscanos llevó sus enseñanzas a lo largo de toda su vida, llegando incluso a vestir el hábito franciscano el día de su funeral, tal como mucho después lo hiciera también Gabriela Mistral.
 
O’Higgins conoció la discriminación de nuestra sociedad por el hecho de haber nacido fuera del matrimonio. La Patria en la que creía O’Higgins era una patria en que la libertad, la igualdad de oportunidades, el respeto, el respeto por la diferencia y también el reconocimiento al mérito estaban en la base de la sociedad y para cuya construcción dedicó sus mejores esfuerzos.
 
Por eso, O’Higgins entregó sus mejores años, sus bienes y arriesgó muchas veces su vida, soportó con entereza el exilio en la Hacienda de Montalbán en Perú conociendo en carne propia lo que se denominó “el pago de Chile”, pero también estaba consciente que existía una recompensa muy superior a cualquier ingratitud o injusticia que pudiera haberlo afectado.
 
Y como lo dijo el Presidente José Joaquín Prieto “el pago más apreciable que este mundo puede ofrecer es la aprobación de la propia conciencia”.
 
O’Higgins no sólo ofreció, sin reserva, sin cálculo, su vida por la libertad de Chile, también ofreció y entregó todo su patrimonio para alimentar a las tropas patriotas, para comprar armas y municiones, para comprar pertrechos y el año 1842, en una de las últimas cartas que escribió al Presidente Bulnes, O’Higgins -ya en el exilio- no solicitaba compensación económica por la pérdida de sus bienes, lo que pedía al Gobierno era que construyera un observatorio astronómico en el Cerro Santa Lucía en Santiago, un faro en el Puerto de Valparaíso y un colegio de agricultura en la Región del Biobío.
 
Sin duda, ésta es una verdadera lección de servicio público de verdad, con grandeza, con generosidad, que debe ilustrar e iluminar las vidas de todos y muy especialmente de quienes ejercemos el servicio público en los tiempos presentes.
 
Hasta sus últimos días O’Higgins estuvo comprometido con Chile y con el futuro de Chile con esa visión que desplegó a lo largo de toda su vida. Sus últimas palabras en el lecho de muerte fueron “Magallanes, Magallanes”, y así expresaba hasta el último día de su vida, su verdadera obsesión por consolidar la soberanía de nuestro país en el extremo austral. Por eso escribió múltiples cartas al Presidente Bulnes, bajo cuyo Gobierno y sólo un año después de la muerte de O’Higgins, logró incorporar a Magallanes como territorio de nuestro país, haciéndolo sólo horas antes que una fragata francesa intentará el mismo objetivo.
 
Su visión de futuro lo llevó a liderar desafíos muy difíciles para sus tiempos como, por ejemplo, la conformación de la Escuadra Nacional que colaboró en la Independencia del Perú. Él decía “una y mil victorias no serán suficientes si no logramos conquistar el mar”.
 
O’Higgins también supo anteponer el bien de la Patria y el bien de la unidad de los chilenos por sobre cualquier interés personal, y así lo hizo patente cuando abdicó del cargo de Director Supremo para evitar que en Chile se produjera una innecesaria guerra civil. Aceptó con dignidad el exilio, desechó el camino del caudillismo tan frecuente en otros países de nuestro Continente e incluso rechazó volver a ejercer la máxima magistratura después de la Batalla de Lircay.
 
Ése era su compromiso con Chile, con nuestra democracia y con el bienestar de nuestra nación.
 
El Padre Hurtado decía que “la patria más que territorio, montañas, mares, es una misión a cumplir”, y hoy día es bueno preguntarnos ¿cuál es la misión que nos corresponde a nosotros, los chilenos del siglo XXI?
 
Hoy día, quiero hablarles a todos mis compatriotas para poder seguir construyendo esa Patria que nos legó nuestro Libertador Bernardo O'Higgins, porque toda generación tiene una misión a cumplir.
 
Los Libertadores entregaron su vida y su sangre por conquistar la libertad y la independencia de Chile; hace pocas décadas, otra generación entregó lo mejor de sí misma para conquistar nuestra democracia, nuestra libertad y el respeto a los derechos humanos.
 
A nuestra generación nos corresponde también cumplir una misión, que es durante la próxima década transformar a Chile en un país sin pobreza, en un país desarrollado, que les asegure a todos sus hijos la posibilidad, la oportunidad de desarrollar los talentos que Dios nos dio, pero que también les asegure a todos sus hijos la certeza de una vida con dignidad para que puedan libremente vivir una vida más plena y más feliz junto a sus seres queridos, junto a su familia.
 
Ésa es la misión de nuestra generación y para poder cumplirla con nobleza y con éxito, hoy como ayer, necesitamos que en cada una de nuestras ciudades, de nuestros campos, de nuestras escuelas, de nuestras instituciones, vuelva a soplar el viento fresco del patriotismo que O’Higgins desplegó a lo largo de su vida y para que el fuego de la libertad, la igualdad de oportunidades y el respeto a la dignidad de todos los seres humanos sea un valor que viva en el alma de todos y cada uno de nuestros compatriotas.
 
Gabriela Mistral nos recordaba con las siguientes palabras estos valores “en la paz absoluta –decía Gabriela– la suerte de la Patria se sigue jugando; sentir profundamente esta verdad es llevar en la faz y en el pensamiento la gravedad casi sagrada que nos legó nuestro héroe; tener presente esto engrandecerá nuestra vida cotidiana y hará de Chile un país mejor”.
 
Ésa es la misión que, con palabras simples, pero llenas de contenido nos recuerda Gabriela Mistral.
 
Muchas gracias.