S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, inaugura el foro "Desafíos de Latinoamérica: Hacia un Desarrollo Integral, Inclusivo y Sustentable", organizado por el diario El País.
Muchas gracias, ministra, por sus cariñosas palabras; agradezco al Grupo País por esta oportunidad.
Y quería plantear, en forma muy directa y muy franca, cuál es nuestra misión.
Chile fue la colonia más pobre de España en América Latina: no había oro, no había plata y había un pueblo originario, que era el pueblo araucano, que combatió a los españoles, y nunca fue derrotado. De hecho, Alonso de Ercilla, en la famosa “Araucana”, se refería a este pueblo diciendo “la gente que lo habita es tan granada, tan altiva, gallarda y belicosa, que no ha sido por Rey jamás regida, ni a dominio extranjero sometida”.
Pero la historia no tiene por qué ser el predictor del futuro. Y por esa razón, Chile, de haber sido la colonia más pobre de España en América Latina, hoy día es el país con mayor nivel de ingreso per cápita y mayor nivel de desarrollo.
Y nuestra meta es, antes que termine la próxima década, transformar a Chile en un país plenamente desarrollado, poder derrotar la pobreza y crear una sociedad con mayor movilidad social, con mayor igualdad de oportunidades, con mayor justicia, con una democracia sólida y estable, y seguir el ejemplo de aquellos países -que son muy pocos en el mundo- que han logrado alcanzar el desarrollo en democracia y en paz. Por esa razón, el proyecto que estamos emprendiendo es un proyecto muy grande.
A pocas generaciones en Chile -y, tal vez, en el mundo- les ha tocado enfrentar dos desafíos tan grandes, como a nuestra generación, la generación del Bicentenario en nuestro país. Porque en los últimos 30 años, hemos debido enfrentar dos grandes transiciones, y en esto hay muchas similitudes con España: la primera la hicimos en forma muy ejemplar, a fines de los 80, comienzo de los 90, que fue recuperar nuestras libertades, recuperar nuestra democracia, recuperar el respeto por los derechos humanos. Esa transición, o esa misión, yo pienso que Chile la cumplió en forma muy ejemplar, porque normalmente estas transiciones de gobiernos o regímenes militares a gobiernos democráticos, se hacen en medio de la crisis política, el caos económico, la violencia social. Nada de eso ocurrió en Chile, como tampoco ocurrió en España, que también tuvo una transición que nosotros consideramos una transición muy inteligente.
Pero eso ya es historia, y la diferencia entre la historia y el futuro es muy simple: la historia ya está escrita, podemos hablar de ella horas, días, semanas, pero no podemos cambiarle una sola coma. Lo maravilloso del futuro es que todavía es un libro abierto, y podemos tomar nuestros pinceles y trazar los caminos del futuro.
Y en medio de una América Latina muy convulsionada, con muchas tensiones, con muchos problemas, Chile se ha planteado esta meta de ser un país desarrollado. Y cuando hablamos de desarrollo, hablamos de un desarrollo que es mucho más que crecimiento económico, por eso decimos integral, inclusivo, sustentable: integral no es solamente desarrollo económico, tiene que ver también con el desarrollo en todas las esferas del quehacer humano, con la calidad de la democracia, la calidad de la convivencia, la solidez de las instituciones, la protección del medio ambiente; cuando hablamos de desarrollo inclusivo, es porque queremos que llegue a todos los hogares chilenos y, en consecuencia, que todos se beneficien de ese desarrollo; y cuando hablamos de desarrollo sustentable, es porque tiene que ser amistoso y respetuoso del medio ambiente y la naturaleza.
Ésa es la gran tarea.
Quisiera mostrarles algunas cifras, y después pasar a algunas conclusiones.
Bueno, Chile es un país muy largo y muy delgado -lo cual sería una gran situación para muchas personas-, de hecho, el largo de Chile es más largo que Europa. Si usted pusiera a Chile en el mapa europeo, como está acá, llegaría desde el extremo Norte de un país como Noruega, hasta África del Norte. Y, por lo tanto, es un país que tiene todo tipo de climas, tenemos los desiertos más secos en el norte, tenemos los valles mediterráneos y templados en el centro, y tenemos los hielos, los volcanes, los lagos y el Polo Sur, en el sur.
Y Chile es un país que siempre ha tenido una cierta mentalidad isleña, porque está separado del mundo por formidables barreras naturales: en el norte, el desierto de Atacama, que es el desierto más seco del mundo; en el oeste, el magnífico Océano Pacífico; hacia el este, la Cordillera de Los Andes, y hacia el sur, el Polo.
Por esa razón, cuando uno ve cómo estaba Chile, yo les decía que hace sólo 30 años Chile era un país que estaba en la medianía de la tabla en el contexto de América Latina, y América Latina era un continente subdesarrollado. De hecho, América Latina es un continente que siempre lo ha tenido todo: en primer lugar, un territorio grande, vasto, abundante; recursos naturales generosos; no hemos tenido las Guerras Mundiales que casi destruyeron a Europa el siglo pasado; no hemos tenido los conflictos religiosos o étnicos que también afectaron a Europa -por ejemplo, en Irlanda- o al Medio Oriente. Y, sin embargo, a pesar de todo esto, América Latina no ha sabido conquistar el desarrollo ni derrotar la pobreza.
¿Cuántos países han logrado hacer esa transición, del subdesarrollo al desarrollo, en los últimos 60 años? Lo que se llama “la travesía del desierto” o “la trampa de los países de ingreso medio”. Muy pocos, Corea, Taiwán, Singapur, y unos pocos más. Bueno, ninguno de ellos en América Latina. Y ésa es la historia que quisiéramos cambiar.
Pero además de eso, en el caso de Chile, yo les contaba a ustedes la primera transición, que fue la transición hacia la democracia, y también plantear que en sólo 14 años en que Chile logró un acuerdo básico en el valor de la democracia, el valor de la economía social de mercado, el valor de las políticas económicas serias y responsables, Chile logró pasar de la medianía de la tabla, al primer lugar en materia de ingreso per cápita. Hoy día tenemos, aproximadamente, USD 25 mil de ingreso per cápita a paridad de compra, y la meta nuestra es superar los USD 35 mil y estar entre USD 35 mil y USD 40 mil, muy por encima de muchos países europeos, y acercándonos a lo que es nuestra Madre Patria hoy en día.
Ésa es la tarea, ése es el desafío, ésa es la misión que estamos enfrentando.
De hecho, también en este período de 30 años que yo les mencionaba, Chile logró reducir la pobreza a prácticamente la décima parte. Hizo un enorme esfuerzo porque este crecimiento y este desarrollo también permitiera, a millones y millones de chilenos, superar la pobreza. Y ustedes ven -en el cuadro de mano derecha- que en materia de ingreso per cápita y en materia de desarrollo humano, Chile está encabezando los rankings en América Latina. Pero la meta nuestra es mucho más que eso.
Por eso esta democracia que logramos recuperar en 1989, es una democracia que nos ofrece una enorme oportunidad, pero no nos garantiza nada. Tenemos que saber cuidarla. Aquí, hay una foto el día que celebrábamos el Bicentenario de nuestra Independencia de España, usted sabe que los hijos siempre buscan independizarse de los padres y que ese parto es difícil, pero después, el cariño entre los hijos y los padres, y los padres y los hijos, se engrandece, porque es fruto de la libertad, es voluntario. Éste fue el día en que celebrábamos con todos los Presidentes chilenos vivos el Bicentenario de nuestra Independencia.
Ahora, en cuanto a democracia, Chile tiene una serie de particularidades. Por ejemplo, es un país que tiene el índice de percepción de corrupción más bajo de América Latina y tiene también el mejor ranking en materia de Estado de Derecho. Mientras más baja la barra, mejor. Al revés de lo que normalmente se hace en los gráficos. Y esto es producto de que Chile logró consolidar su democracia y construir sus instituciones, muy temprano después de la Independencia.
Gordon Brown, Primer Ministro inglés, decía que “en materia de institucionalidad, los primeros 500 años son los más importantes”, refiriéndose a que lo que toma de tiempo poder institucionalizar un país, poder construir instituciones sólidas, respetables y que permitan el desarrollo, la creatividad, la imaginación, la capacidad de innovar y de emprender de su gente.
Ahora, en materia económica, Chile es un país muy abierto. Tenemos Tratados de Libre Comercio con 64 mercados, y el comercio chileno entra libremente, prácticamente, al mundo entero, eso en materia del mundo, y en materia de América Latina, dentro de América Latina, que ha ido cambiando mucho el panorama, hasta hace muy poco tiempo, había tres grandes bloques, visiones o ideas: uno, los países del ALBA, el socialismo del siglo XXI, Nicaragua, Venezuela, Cuba; otros eran Brasil y Argentina, que estaban en una situación intermedia; y el tercer bloque era la Alianza del Pacífico, una Alianza que se creó hace algunos años, entre México, Colombia, Perú y Chile.
Y ése era el cuadro, porque ha ido cambiando, naturalmente, Argentina tomó una línea diferente con la elección del Presidente Macri; Brasil tuvo elecciones el domingo pasado, y probablemente también va a tener un giro muy importante, sobre todo, por las declaraciones que hizo hoy día el candidato con más probabilidades de ser Presidente.
Lo importante en esto es que tenemos una economía, en Chile, que está muy diversificada. Por ejemplo, aquí vemos el cuadro de la economía chilena por sectores de actividad. Muchos creen que Chile es sólo un país minero. Es mucho más que eso. La minería representa sólo el 10% de nuestro Producto Interno Bruto y es, por tanto, una economía muy diversificada, y con un comercio exterior muy diversificado.
Chile comercia prácticamente con el mundo entero. Nuestro primer socio comercial es China, como es hoy día una realidad en prácticamente toda América Latina; el segundo socio comercial es Estados Unidos; y el tercer socio comercial es la Unión Europea. Pero, igual es un comercio muy diversificado.
Ahora, ¿cuáles son los grandes sectores que están liderando el desarrollo y el crecimiento?
Por supuesto, el sector exportador. Chile se está transformando en un gran país exportador de alimentos, porque tenemos una serie de ventajas: Tratados de Libre Comercio con el mundo entero; un clima mediterráneo muy escaso en el Hemisferio Sur; tenemos, además, un patrimonio fito y zoosanitario que Chile ha sabido cuidar con mucho esmero; y hemos logrado hacer una agricultura de exportación de alto valor agregado, de mucha intensidad tecnológica.
Y por eso, Chile se ha transformado en el principal exportador del mundo en muchos productos agrícolas, y también en muchos productos del mar.
Y, finalmente, es un gran exportador de vinos, después de Francia, Italia y España, que nos superan en cantidad, pero no en calidad. Y se los puedo demostrar.
Pero además de eso, es un país que tiene una enorme ventaja comparativa en el sector de la minería. De hecho, Chile es el principal exportador de cobre en el mundo, con casi un tercio de las exportaciones de cobre; y tiene más del 54% de las reservas mundiales de litio, que es un mineral que está empezando a jugar un rol muy importante, porque es crítico en el almacenaje de energías.
Y, finalmente, tenemos también una cartera de inversiones muy importante, que estaba trabada en ese aparato burocrático.
Cuando llegamos al Gobierno vimos que había más de USD 64 mil millones trabados en alguna parte del aparato burocrático del Estado, y nos propusimos destrabar eso. Porque estoy absolutamente convencido que el Estado, muchas veces, en lugar de ser un socio, un amigo que empuja, que emprende, se transforma en un ente distante, ajeno y hostil.
Octavio Paz, ese maravilloso escritor, pensador y Premio Nobel mexicano, cuando hablaba del Estado hablaba “del ogro filantrópico”: “filantrópico”, porque se supone que ayuda a la gente; “ogro”, porque para mucha gente, ciudadanos, el Estado es un ente ajeno, distante, hostil, que le pone problemas. Y eso es lo que queremos cambiar.
Y por esa razón estamos haciendo un esfuerzo gigantesco por modernizar el Estado, y ésa es una tarea a la cual me voy a referir brevemente después.
Ahora, Chile es un gran destino turístico, ésa es una segunda industria que está creciendo con mucha fuerza, porque es un destino turístico con características distintas a las tradicionales: es un gran destino turístico para el turismo de aventura, para el turismo de observación de la fauna y la flora; un gran destino turístico, porque tenemos lugares únicos en el mundo, como todo lo que es la Patagonia en el sur, el desierto de Atacama en el norte.
Y, por tanto, está teniendo la industria del turismo un crecimiento muy acelerado, igual como lo tuvo en España, que es uno de los países líderes en materia de turismo a nivel mundial.
Pero, además, Chile es un verdadero laboratorio natural, porque tenemos los cielos más limpios, más claros del mundo, y por eso casi la mitad de la capacidad de observación astronómica está en Chile, en los observatorios del norte de Chile, ALMA, La Silla, Paranal. Y, además, tenemos otro observatorio natural, que es toda la Antártica, en el sur de Chile, donde se está generando un interés por aprovecharla en forma pacífica y, por supuesto, sustentable.
En primer lugar, teníamos que recuperar nuestra capacidad de crecer, de invertir, de emprender, de innovar. Y por esa razón, habíamos tenido un crecimiento muy saludable en torno al 5 a 6% durante nuestro primer Gobierno, pero ese crecimiento -como muestra el cuadro- se debilitó fuertemente durante el Gobierno anterior.
Y la tarea nuestra es recuperarlo. Y, de hecho, estamos contentos porque la recuperación de la economía chilena ya es una realidad: el crecimiento en el segundo trimestre de Chile fue 5,3%, más de tres veces el promedio que teníamos en el Gobierno anterior.
Y la meta nuestra es mantener estas tasas de crecimiento, porque para alcanzar el desarrollo no basta crecer un año, dos o tres; tenemos que crecer durante una década para llegar a un ingreso per cápita de USD 38 mil, que es la meta que nos hemos fijado para ser un país desarrollado y con la capacidad de derrotar la pobreza.
También era muy importante recuperar los equilibrios macroeconómicos. Habíamos tenido déficits muy importantes en materia fiscal, la deuda pública prácticamente se había duplicado durante los últimos cuatro años, y eso nos hizo perder clasificación de riesgo.
Y, por tanto, una meta muy importante es recuperar los equilibrios fiscales y nos hemos fijado, en consecuencia, un plan para recuperar lo que en Chile siempre ha sido una tradición de responsabilidad fiscal. Y, de hecho, Chile, hasta el 2013, era un acreedor neto; o sea, no era deudor neto, era un acreedor neto. Hoy día se transformó en un deudor neto porque tuvimos mucho déficit fiscal, y por tanto mucho crecimiento de la deuda pública.
Y eso es algo muy importante, porque eso es lo que realmente genera confianza, y en un mundo en que la confianza es esencial, y en un continente en que la falta de confianza nos está cobrando la cuenta -digamos, si tenemos tiempo de hablar algo de lo que pasa en el resto de los países- esa tarea es fundamental.
Por otra parte, recuperar la inversión. La inversión y la productividad son dos factores claves, porque son dos elementos fundamentales del crecimiento económico, junto con la fuerza de trabajo y la calidad de la fuerza de trabajo. Son los tres factores que explican por qué los países crecen o no crecen. Y esto es algo que se ha estudiado extensamente: recién el último Premio Nobel de Economía le ha dedicado toda su investigación a tratar de entender y explicar por qué los países crecen en forma permanente.
Y aquí, estos tres factores, más por supuesto las instituciones, son fundamentales. Por ejemplo, la importancia de las instituciones: las dos Coreas, cuando se separaron después de 1950, eran iguales, el mismo pueblo, la misma cultura, el mismo sistema. De hecho, Corea del Norte era mucho más rica que Corea del Sur, y tenía ingreso per cápita mayor. Hoy día, la diferencia es gigantesca, ¿cómo explicar eso, con los mismos recursos, la misma gente, el mismo país? Básicamente, porque siguieron dos modelos distintos.
Luego aquí la importancia de las instituciones y la importancia de entender que el crecimiento no cae como el maná del Cielo, no basta con predicarlo, no basta con invocarlo; hay que construirlo y para eso la inversión, la productividad y la calidad de la educación son los tres factores más importantes que tenemos para fomentar ese crecimiento.
Y aquí ven ustedes que tanto la inversión como la productividad cayeron grave y seriamente en nuestro país, y se están recuperando. De hecho, la inversión en el segundo trimestre, la cifra que tenemos de este año, pasó de negativa a 7,1%; y la productividad, de negativa, es decir, de ser un lastre que frena la economía, también pasó a ser positiva, y está siendo un aporte a nuestro crecimiento. Porque de lo contrario, es imposible lograr tasas de crecimiento entre 5% y 6% en forma permanente.
Aquí vemos las casas de crecimiento que tuvimos durante los últimos años, y ustedes ven ahí cómo el crecimiento se debilitó y cómo el crecimiento se está fortaleciendo con mucha fuerza durante estos últimos meses, lo cual nos permite mirar con optimismo esta gran misión que nos hemos planteado, que es transformar a Chile en un país desarrollado en forma integral, inclusiva y sustentable, derrotar la pobreza y crear una sociedad con mayor igualdad de oportunidades y con mayor justicia social.
Aquí vemos el tema de la inversión, y ahí están claras, éstas son las cifras oficiales del Banco Central de Chile, que muestran cómo la inversión y la productividad cayeron muy fuertemente en el período 2014-2018, y se están recuperando muy fuertemente este año, y ésa es la gran tarea de que ésta no sea solamente una flor de un día, sino que sea una tendencia que nos permita ese crecimiento permanente.
Ahora, en cuanto a propuestas de futuro, lo que estamos haciendo es una serie de modernizaciones estructurales, una modernización tributaria, una racionalización desde el punto de vista fiscal y de deuda pública, una reforma a nuestro sector financiero. Acabamos de aprobar una nueva Ley de Bancos con los estándares de Basilea III, de forma tal de darle solidez a nuestro sistema financiero y bancario.
Estamos con tres iniciativas muy importantes. Una es la Oficina GPS, Gestión de Proyectos Sustentables. Básicamente fue decir “por qué la inversión había caído”, “qué detenía el poderoso vuelo que había adquirido la República” dijo un gran pensador chileno, Mac Iver, y la pregunta es ¿qué detenía la inversión en Chile? Y nos dimos cuenta que era una combinación de muchas cosas, y una de ellas era la burocracia del propio Estado que tenía atrapados a muchos proyectos de inversión. Y la Oficina GPS, Gestión de Proyectos Sustentables, se dedica destrabar esos proyectos.
Hay otra oficina que se llama OPEN, que es Oficina de Productividad y Emprendimiento Nacional, que se dedica a analizar todas las leyes, todas las regulaciones, todos los reglamentos, todas las disposiciones para ver en qué medida ahí tenemos una traba, un freno, un obstáculo al crecimiento.
Y finalmente, siempre hay que mirar al futuro, tenemos una Oficina del Futuro que está viendo dónde están los riesgos y las oportunidades del futuro. Porque la sociedad que viene es una sociedad que ofrece oportunidades magníficas, pero también riesgos formidables. La Sociedad del Conocimiento y la Información y la 4ta Revolución Industrial han demostrado ser generosas con los países que quieren abrazarlas y aprovecharlas, pero crueles con los países que simplemente le dan la espalda y la dejan pasar.
Por eso, este tercer elemento es fundamental, porque lo que uno ve es que la receta tradicional para el desarrollo del siglo pasado era una democracia estable, una economía de mercado, abierta, competitiva y solidez y responsabilidad macroeconómica. Eso sigue siendo cierto, pero esos pilares son absolutamente insuficientes.
Y América Latina tiene su talón de Aquiles en los nuevos pilares del desarrollo, que son básicamente 4 o 5, donde estamos débiles y tenemos que, en algunos casos, crearlos y, en otros casos, reforzarlos.
Primero, necesitamos una revolución copernicana en la calidad de la educación. Esta semana, el Banco Mundial va a publicar, por primera vez, un informe en que compara la calidad de la educación, no solamente los años de educación, sino que una combinación de años y calidad para ver el nivel educacional de los países. Y América Latina no va a salir bien parado de ese test, y si bien Chile va a estar en los mejores lugares de América Latina, no va a estar en los mejores lugares a nivel mundial.
Y, por tanto, mejorar la calidad de la educación es una reforma noble, grande, por supuesto muy desafiante.
Lo segundo es invertir más en ciencia y tecnología para entender y, por tanto, para poder anticipar y para poder utilizar la revolución tecnológica que está golpeando nuestras puertas. Lo que viene es impresionante, nosotros somos una generación que vivió una revolución tecnológica, hace 20 o 30 años no existía Google, no existía Internet, no existían muchas de las cosas que hoy día son absolutamente normales, ni el teléfono celular inteligente.
Pero lo que viene por delante, el Internet de las cosas, la Web 1.0 unió computadores con computadores, la Web 2.0 computadores con personas, la Web 3.0 computadores con personas y con cosas en un marco de inteligencia artificial. Y ésa es la revolución que viene por delante, que va a transformar a las ciudades, las oficinas, los automóviles, las cosas y nuestros cuerpos en entes inteligentes, capaces de entender lo que les pasa, transmitir la información a un centro donde la inteligencia artificial la va a procesar, diagnosticar y tomar medidas.
Además de eso, viene la robótica. Se piensa que la mitad de los trabajos del mundo no van a existir en 30 años más, se van a destruir trabajos y también se van a crear trabajos, porque esto de las revoluciones industriales siempre se piensa que van a destruir los trabajos: es verdad, destruyen y crean. Y, por tanto, ¿de qué lado queremos estar? Dónde se destruyen o dónde se crean, es una decisión que los países tienen que tomar.
Además de eso, modernizar el Estado, porque sin duda la modernización del Estado es un elemento fundamental para que sea un socio, un amigo, un compañero en la ruta hacia el desarrollo, y no un freno, un obstáculo o una dificultad.
Por esa razón, estamos trabajando muy intensamente en prepararnos para la revolución que viene: Internet de las cosas, la robótica, la inteligencia artificial, la realidad virtual, la nanotecnología y tantas cosas más.
De hecho, los niños o jóvenes que están ingresando a la educación hoy día, cuando egresen van a trabajar en trabajos que hoy día no existen, usando tecnologías que aún no hemos inventado, para resolver problemas que todavía ni siquiera imaginamos. Ésa es la magnitud de la revolución que viene.
Y, por tanto, Chile tiene que prepararse para esa revolución, porque llegamos tarde a las revoluciones anteriores: a la industrial, que fue la primera revolución tecnológica; la revolución del vapor, que fue parte de esa revolución industrial; la revolución de la electricidad; la revolución que conocimos en los últimos 20 o 30 años; y ahora viene esta 4ta revolución, que es la más amplia, la más poderosa y la que va a cambiar nuestras vidas en forma más profunda y más definitiva.
No podemos dejar de prepararnos.
Y la pregunta es si América Latina está preparada o si se está preparando. Y la verdad es que nuestro sistema educacional no es el que necesitamos; nuestros Estados no son los que necesitamos, porque tienen una rigidez, una burocracia que no permite adecuarse a lo que es la esencia de este mundo nuevo.
Y por eso yo quisiera terminar estas palabras, o tal vez antes de eso, decir una palabra sobre el resto del Continente. El Continente está pasando por tiempos difíciles.
Venezuela es un drama y lo peor de todo es que es crónica de una muerte anunciada que pudo haber sido evitada. Venezuela es un país inmensamente rico, tiene las reservas de petróleo más grandes del mundo, era el país más rico de América Latina en la década de los 90 y hoy día tiene una situación en que no hay democracia, no hay separación de poderes, no hay Estado de Derecho, no hay libertad de expresión, no se respetan los derechos humanos.
Además, está viviendo una brutal crisis económica, su Producto Interno Bruto debe ser cerca de la mitad de lo que fue hace muy poco tiempo.
Y una crisis humanitaria, porque un país tan rico como Venezuela, da pena ver a su población que literalmente muchos de ellos se están muriendo de hambre por falta de alimentos o se están muriendo por falta de medicamentos. Los países de América Latina hemos hecho un enorme esfuerzo por pedirle, insistirle al Presidente Maduro que abra los canales humanitarios, cosa que el Presidente Maduro se niega a hacer, porque niega la existencia de una crisis humanitaria.
Y uno se pregunta cómo una persona puede ser tan ciego, tan ambicioso, de estar dispuesto a producir tanto dolor y tanto sufrimiento a su propio pueblo con tal de aferrarse al poder.
En el caso de Argentina, que es un país que estuvo entre los 5 países más ricos del mundo a comienzos del siglo pasado, muy por encima de España, de Alemania y de muchos países europeos, hoy día está en una situación muy compleja, porque el Presidente Macri, que inició un cambio radical en la forma de enfrentar el desarrollo, se enfrenta hoy día con una crisis de confianza, que le ha significado un grave problema de devaluación del peso argentino, de retiro de reservas. Acaba de hacer un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el más grande en la historia del Fondo Monetario Internacional, USD 57 mil 500 millones, pero enfrenta una situación muy compleja.
Brasil, Brasil tuvo elecciones el domingo pasado y es muy posible que el candidato que sacó el 47%, Bolsonaro, termine siendo el Presidente de Brasil. Sabemos poco de él, pero sí hemos conocido estos últimos días su mensaje en el terreno económico, que yo tiendo a pensar que es el mensaje correcto para un país como Brasil que lleva años en recesión.
Y, por supuesto, tenemos finalmente la Alianza del Pacífico, que es una alianza que se creó hace poco tiempo, y que ha logrado hacer una verdadera integración entre esos cuatro países; de verdad, no solamente en los discursos o a nivel del sector público, sino que una integración, ya tenemos más del 97% de nuestro comercio de bienes y servicios absolutamente libre de aranceles, hemos homologado las reglas y todas las regulaciones, tenemos un libre movimiento de capitales, estamos avanzando hacia el libre movimiento de personas.
Y ésa -que son México, Colombia, Perú y Chile- es, tal vez, la región de América Latina que está progresando con mayor solidez y con mayor fuerza.
Quisiera terminar estas palabras diciendo simplemente que América Latina lo ha tenido todo y, sin embargo, no ha sido capaz de aprovechar sus oportunidades. Y esto no es un designio de Dios, ni es porque fuimos descubiertos por los españoles, de hecho, no fuimos descubiertos por los españoles. Los españoles creen que descubrieron América y yo les quiero decir que están equivocados: miles de años antes que llegaran los españoles, estaban los pueblos originarios. De hecho, el primer europeo que vio Chile no fue Diego de Almagro, como se piensa, sino que fue Hernando de Magallanes, que lo vio dos décadas antes por el Estrecho de Magallanes.
Pero lo que yo pienso es que es fundamental en América Latina, además de los tres pilares tradicionales -estabilidad política, economías libres, abiertas, transparentes y competitivas, y por supuesto políticas macroeconómicas sólidas- es desatar las fuerzas de la libertad, de la creatividad, de la innovación, del emprendimiento que viven en el alma de los latinoamericanos, pero muchas veces en lugar de promoverlas, las hemos asfixiados.
Y eso, tal vez, es la principal razón por la cual este maravilloso continente, que es América Latina, sigue siendo un continente subdesarrollado, sigue siendo un continente con un tercio de su población viviendo en pobreza.
Y ésa es la historia que Chile quiere cambiar, y por supuesto que no solamente Chile, ojalá toda América Latina experimente un verdadero renacimiento, “nos subamos sobre hombros de gigantes” como decía Newton, nos podamos incorporar en plenitud a esta revolución de la tecnología, de la ciencia que estamos viviendo y podamos cumplir nuestro destino, que es tener países en que todos nuestros habitantes puedan desarrollar en plenitud los talentos que Dios nos dio, puedan también tener la seguridad de una vida con dignidad y puedan buscar la felicidad, junto a sus seres queridos.