El Jefe de Estado asistió hoy a la Cena Anual de la Minería, instancia organizada por Sonami y que reúne a las máximas autoridades del país y de la industria.
Muy buenas noches:
Quiero saludar a todos los presentes, empezando por saludar al presidente de SONAMI, don Diego Hernández. Diego, quiero decir que aprendí algo muy importante, me gustó la idea de que la pequeña minería financie a ENAMI. Es una buena idea que podríamos repetir, sobre todo en estos tiempos en que la caja fiscal está estrecha.
Yo quería compartir con ustedes una reflexión respecto a nuestro país, y una reflexión respecto de la minería.
Partamos por Chile.
Nuestro Gobierno lleva un poco más de 5 meses, ¿cuáles han sido las grandes preocupaciones y ocupaciones de nuestro Gobierno, durante estos primeros 5 meses? Muchas, porque hemos trabajado, igual que ustedes, muy duro.
Primero, hacernos cargo de urgencias que llevaban demasiado tiempo postergadas y que no resistían un día más sin ser enfrentadas con decisión. Como por ejemplo, reformular el Alto Mando de Carabineros y modernizar Carabineros para que pudiera recuperar su capacidad de luchar con eficacia contra la delincuencia y el narcotráfico; hacernos cargo de ordenar nuestra casa en materia migratoria; poner a los niños primeros en la fila; avanzar hacia una sociedad en que hombres y mujeres tuviéramos los mismos derechos y dignidades, y hacer una cultura de tolerancia cero contra todo tipo de violencia, acoso o abuso contra las mujeres; enfrentar el grave problema, pero al mismo tiempo, oportunidad que teníamos en la Región de La Araucanía, y algunas regiones vecinas.
Ésas eran grandes urgencias que exigían y requerían un trato muy inmediato y muy profundo.
Pero además de eso, durante estos meses hemos tratado de recuperar ese sano espíritu, reemplazar la perversa lógica de la retroexcavadora, que significa que unos destruyen lo que otros hacen, y recuperar la sana cultura del diálogo, la colaboración y los acuerdos.
Y por eso llamamos, desde el primer día de nuestro Gobierno, a recuperar esa capacidad de diálogo y acuerdos, convocando a 5 grandes mesas de trabajo para lograr acuerdos en materias tan importantes como la seguridad, la infancia, la salud, el desarrollo y La Araucanía.
Pero también, durante estos meses hemos trabajado para recuperar la capacidad de crecer, de invertir, de crear empleos, de mejorar los salarios, de innovar, de emprender.
Porque, desgraciadamente, habíamos recibido una pesada mochila en muchos campos, y esto es bueno saberlo, porque para poder llegar a buen puerto, al puerto de destino, es bueno siempre tener plena conciencia del punto de partida.
Porque recibimos un país que había perdido su capacidad de crecer, y no me estoy refiriendo al crecimiento de un año u otro, me estoy refiriendo al crecimiento potencial, que es la capacidad de crecimiento permanente de nuestra economía, que se había reducido a menos de la tercera parte, producto de muchas cosas: una inversión que nunca dejó de caer durante los cuatro años anteriores; una productividad que también fue negativa y, por tanto, en lugar de ser un motor, se había transformado en un lastre; un déficit fiscal que estaba más allá de lo prudente; una deuda pública que se había duplicado en cuatro años, con una tendencia absolutamente insostenible, y podríamos seguir.
Acabamos de conocer la Encuesta Casen. ¿Qué dice la Encuesta Casen? Entre el año 2015 y el año 2017 dice básicamente tres cosas:
Que la capacidad de nuestro país para reducir la pobreza se mantuvo, pero se redujo a la mitad, la pobreza monetaria;
Que la pobreza multidimensional se estancó;
Y que la desigualdad del ingreso creció.
De hecho, desde que tenemos Encuesta Casen hay solamente dos períodos en que la desigualdad en nuestro país ha crecido, uno fue 2007-2009 y el otro 2015-2017.
Pero además de esto, hemos tenido que enfrentar también dificultades que ya fueron mencionadas por Diego Hernández. No cabe duda que hay ruido y sombras en la economía internacional: la Guerra Comercial entre Estados Unidos y China nos está perjudicando; veamos lo que ha pasado con nuestros términos de intercambio, solamente dos productos, el cobre estaba en 3,20, hoy día está en 2,65; el petróleo estaba en 40, hoy día supera los 65 dólares. Sólo eso le cuesta al país del orden de los USD 4 mil millones.
Pero además de eso, hemos visto también ruido en nuestro propio barrio. El estancamiento, la incertidumbre que está afectando a Brasil; la recesión que está afectando a Argentina, sin duda son noticias que no ayudan al crecimiento de nuestro país.
Por esa razón nos propusimos enfrentar una gran misión, igual como Chile hizo con gran éxito, inteligencia y grandeza la transición desde un gobierno autoritario hacia un gobierno democrático, que fue la primera transición. Normalmente, estas transiciones son en medio de crisis política, caos económico y violencia social. No fue así nuestra transición; fue una transición inteligente, concordada, con generosidad, con visión.
Pero esa transición ya es historia. A nosotros nos corresponde una segunda transición, transformar a Chile de un país subdesarrollado y con pobreza, en un país del primer mundo, desarrollado, sin pobreza, con igualdad de oportunidades, con movilidad social.
Y por eso ahora estamos iniciando una segunda etapa en nuestro Gobierno, porque teníamos que trabajar -y en forma muy intensa y muy profunda- las reformas o las modernizaciones estructurales que el país, en nuestra opinión, necesita con gran urgencia.
Ya presentamos el proyecto de reforma tributaria, o modernización tributaria, cuyo objetivo es promover el crecimiento, la inversión, la creación de empleos, la innovación, el emprendimiento; segundo, darle un alivio tributario, especialmente a las pequeñas y medianas empresas, con una tasa de impuestos algo menor, pero con varios mecanismos de incentivo a la inversión, como la depreciación acelerada o instantánea, y un alivio a la clase media, mejorando los beneficios tributarios para la adquisición de viviendas.
Pero nos quedan muchas reformas por hacer. La tributaria también apunta a simplificar un sistema cuyo grado de complejidad es absolutamente kafkiano. Cuando hay algo tan complejo como es el sólo mirarlo y entenderlo para simplificarlo, es una tarea titánica. Y por eso, yo sé que hay algunos impacientes, les quiero recordar a algunos amigos que es más fácil ser columnista que gobernar, es más fácil tirar los penales desde la galería que frente al arquero. Es distinto con guitarra.
Pero hay un elemento de simplificar y dar certeza jurídica, reducir los ámbitos de posible arbitrariedad o discrecionalidad de parte de Impuestos Internos, para que los contribuyentes sepan cuál es el tratamiento que merecen y deben tener; mejorar la transparencia de Impuestos Internos. Y además de eso, crear el Defensor del Contribuyente, para que, en algunos casos, especialmente las pequeñas y medianas empresas, y los contribuyentes, puedan discutir de igual a igual con Impuestos Internos y no como una lucha entre David y Goliat.
Pero además de esa, había muchas reformas más que están prácticamente listas para ser enviadas al Congreso: la reforma laboral. Porque la verdad es que yo hace un mes tuve un privilegio, fui invitado a un pueblo que se llama Sun Valley, en el Estado de Idaho, en el norte de Estados Unidos, frontera con Canadá, a dar una conferencia, pero tuve la oportunidad de tener unas reuniones bilaterales muy extensas con Jeff Bezos, el líder y creador de Amazon; con Tim Cook, el actual líder de Apple; con Mark Zuckerberg, el actual líder de Facebook, y con muchos otros más, con la gente de Google, en fin. Y la verdad es que, si uno piensa, hemos experimentado una revolución tecnológica gigantesca en los últimos 20 años.
Por ejemplo, usted está con su teléfono cuando lo necesita. Bueno, yo le quiero decir, hace 25 años no existía Internet, no existían los teléfonos celulares, no existían las calculadoras electrónicas, no existía Google, no existía Amazon. Esa revolución nos cambió la vida. Bueno, la que viene es más rápida, más profunda, más amplia y nos va a cambiar más nuestra vida, es la revolución del Internet de las cosas, la revolución de la Inteligencia Artificial, la revolución del Big Data, la revolución que va a cambiar totalmente la forma en que hacemos nuestras vidas en nuestros hogares, en nuestro transporte, en nuestras ciudades.
Y la pregunta es si Chile está preparado para enfrentar esa gran revolución tecnológica, o esa nueva Sociedad del Conocimiento y la Información. Yo pienso que no lo estamos, y lo que es más preocupante, que tampoco nos estamos preparando.
Porque la principal característica de los tiempos modernos es el cambio, y el principal riesgo es la obsolescencia. Y, por tanto, una sociedad, para adecuarse al cambio y no quedar en la obsolescencia, requiere desatar las fuerzas de la libertad, de la imaginación, de la creatividad, del emprendimiento, de la innovación, y eso requiere libertad, flexibilidad. Y muchas de las reformas estructurales que se hicieron en los últimos tiempos, apuntaban, precisamente, en la dirección contraria.
La Sociedad del Conocimiento y la Información ha demostrado ser generosa, muy generosa, con los países que están dispuestos a asumirla, aprovecharla e integrarse a ella, pero ha sido, y ha demostrado ser cruel con los países que le dan la espalda y simplemente la dejan pasar.
Y ahí tenemos muchos desafíos. Vamos a enviar al Congreso una reforma de pensiones, que va a permitir aumentar las pensiones de todos los trabajadores, pero especialmente de las mujeres, la clase media y los sectores más vulnerables, los que reciben la pensión básica, los que reciben el aporte previsional solidario.
Vamos a enviar una reforma para también modernizar nuestra legislación laboral. No puede ser que cada vez que uno quiere darle más libertad, más atribuciones, más capacidad de decisión a los trabajadores sobre sus propias vidas, la única reacción sea que eso precariza las condiciones de trabajo. Eso refleja una tremenda desconfianza en la capacidad de los trabajadores de poder tomar sus propias decisiones.
Tenemos confianza en que reformen la Constitución, elijan diputados, elijan senadores, pero no que tomen decisiones que afectan su propia vida y su propio trabajo.
Y por eso vamos a hacer muchas modificaciones, algunas las hemos hecho por la vía administrativa, otras las vamos a hacer por la vía legal y, por supuesto, tenemos plena conciencia que, en muchas de estas materias -no en todas, gracias a Dios- tenemos que hacerlo a través de proyectos de ley y convocar y construir mayorías para permitir aprobarlas.
Estamos trabajando también una reforma a la educación. Con este nivel de educación, en que la mitad de los niños, cuando han pasado ya a 4° Básico, todavía no saben leer ni escribir, o un país que no conoce los idiomas del futuro, porque vamos a ser analfabetos si no hacemos un cambio profundo al no saber el idioma digital, no saber el idioma inglés, que son los grandes lenguajes que nos van a permitir incorporarnos a esta sociedad moderna y del futuro.
En Chile se han hecho muchas reformas en materia educacional, pero las más importantes están todavía pendientes: la reforma a la calidad, la reforma a la educación técnico-profesional. Lo que requerimos hoy día no es tanto las profesiones u oficios del pasado, sino que los nuevos, programación, informática; la reforma a la cobertura de la educación temprana, que todavía sigue siendo muy débil en nuestro país, y eso condena a niños, antes de entrar a la educación escolar, a una vida sin oportunidades.
La reforma, también, a nuestro sistema de capacitación laboral, que gastamos más de USD 360 millones y los cuatro estudios que se han hecho muestran que no tienen ningún impacto, ni en empleabilidad, ni en productividad ni en salarios. Y ahí se requiere un cambio muy profundo.
En fin, nos quedan muchas reformas por hacer.
La reforma a la salud, que no es solamente el Plan de Infraestructura que hemos dado a conocer. Dos tercios de nuestros hospitales se construyeron antes del año 80, y uno los va a ver y se da cuenta que fueron construidos para otra época, para otra tecnología, para otros procedimientos. Hoy día la medicina está evolucionando con tal velocidad, que tenemos que adecuar nuestra infraestructura a las nuevas necesidades de la medicina.
Pero además de eso, reducir las listas de espera. Hoy día el ministro de Salud dio cuenta de que habíamos logrado reducir en un 25% las listas de espera, y se puso una nueva meta para el mes de marzo del próximo año, lo que significa traer más médicos o formar más médicos especialistas, reducir el precio de los medicamentos.
Pero también hay una cosa muy importante, que no todo es más de lo mismo.
El Hospital Digital es, probablemente, la revolución más profunda que estamos haciendo en nuestra salud. Una combinación de Big Data con la Inteligencia Artificial, tiene toda la información de enfermedades, diagnósticos, tratamientos y, además, la Inteligencia Artificial permite adecuar toda esa información al caso particular de un paciente en concreto y específico. Y, por tanto, nos va a permitir atender más de 2 millones de pacientes, en forma más rápida, más precisa, con mejores diagnósticos, con mejores tratamientos, en todo el territorio nacional. Esperamos atender 2 millones de chilenos el próximo año, que es 5 veces lo que atiende el Barros Luco, uno de los más grandes hospitales de nuestro país.
En fin, nos queda mucho por hacer.
Ahora, si bien es cierto que a nuestro país le gustan las malas noticias, ésas son las que hacen noticia, nos gusta jugar las eliminatorias, no las clasificatorias, recordamos nuestras derrotas, más que nuestros triunfos; lo cierto es que los resultados han sido, a mi juicio, muy, muy positivos.
El segundo trimestre de este año la economía chilena creció 5,3%, se puso a la cabeza de los principales países de América Latina, a la cabeza de la OECD; que la inversión en el segundo trimestre haya crecido 7,1%; que la productividad, que era negativa, lastre, haya aumentado y hoy día está aportando 2,5 puntos, es decir, un motor que empuja y no que frena; que hemos tenido la capacidad de crear empleos, 180 mil empleos al año, pero también con una mucho mejor calidad, casi la mitad de esos empleos, antes era uno de cada 5, son empleos del sector privado, con contrato, con estabilidad.
Ahora, éstas son buenas noticias y las recordamos no para bajar los brazos ni dormirnos en los laureles, tenemos plena conciencia que hay que trabajar más y mejor para que esto se proyecte y se consolide hacia el futuro y no sea, simplemente, una golondrina que no hace verano.
En todo caso, por ejemplo, hay muchos otros indicadores, no los quiero aburrir, pero sin duda hemos, o estamos empezando a recuperar el buen camino que nos va a sacar del estancamiento, la frustración y ponernos nuevamente en la senda del progreso, integral, inclusivo, sustentable. Integral, progreso es mucho más que crecimiento económico, progreso tiene que ver con la calidad de la democracia, la convivencia, la amistad cívica, la seguridad ciudadana, la justicia, la solidaridad, el medio ambiente y muchas cosas más; inclusivo, tiene que llegar a todos los hogares chilenos; sustentable, tiene que ser más amistoso y respetuoso con nuestro medio ambiente y naturaleza.
Y por eso, si bien hemos tenido una semana dura y difícil, porque -yo quiero recordar- el proyecto de reajuste que presentamos, es el reajuste más alto que se haya propuesto al Congreso desde el año 2000, y sin embargo fue rechazado.
Y, por lo tanto, uno de repente ve que hay dos almas en la Oposición: una que, a pesar de que a veces se confunde, yo estoy convencido que tiene un espíritu constructivo, colaborador, de diálogo, de acuerdos, y van a tener las puertas abiertas siempre en nuestro Gobierno. Pero hay otra -y espero que recapacite- que está empezando a creer que negar la sal y el agua, y oponerse a todo y tratar de volver al poder haciendo que a este Gobierno le vaya mal, que yo creo que ése no es el camino, y yo estoy seguro que además no es el camino, porque no es lo que Chile necesita, no es lo que los chilenos pedimos y tampoco es que el camino que les va a pavimentar la vuelta, porque los chilenos son inteligentes y saben premiar y castigar, premiar a los que colaboran, castigar a los que obstruyen.
Por esa razón, nuestra meta es que Chile sea un país desarrollado y sin pobreza, esto es un desarrollo integral, inclusivo, sustentable -como les decía anteriormente- antes que termine la próxima década. Hubo una transición, la hicimos bien, y por eso yo siempre destaco el ejemplo y los caminos que siguió el Presidente Aylwin, pero ahora esa transición ya es historia. Nosotros tenemos la responsabilidad de hacer la segunda transición, que nos permita, después de 200 años de vida independiente, dejar atrás la pobreza y el subdesarrollo.
Fíjense que, en los últimos 60 años, ¿cuántos países han cruzado ese umbral que separa el mundo desarrollado del mundo en desarrollo? Se cuentan con los dedos de una mano: Corea, Taiwán, Singapur y unos pocos más.
Ninguno en América Latina, un continente que lo ha tenido todo: no hemos tenido las Guerras Mundiales que destruyeron a Europa el siglo pasado, no hemos tenido los conflictos religiosos que hacen que unos se maten a otros en nombre del mismo Dios, no hemos tenido los conflictos étnicos o raciales. Tenemos un continente maravilloso, lleno de recursos naturales, tenemos un territorio vasto y generoso. Y, sin embargo, ningún país de América Latina ha logrado cruzar ese desierto o hacer esa travesía y dejar el mundo del subdesarrollo y entrar al mundo desarrollado.
Ésa es la gran meta que nos hemos fijado, de nuestra generación, para nuestro país, y en un plazo que debe completarse antes que termine la próxima década.
Y para eso estamos en el Gobierno. Ésa es la verdadera razón por la cual queremos tener la oportunidad de convocar a los chilenos a una causa grande y noble, porque cada vez que nos hemos dividido, hemos cosechado nuestras más amargas derrotas; cada vez que nos hemos unido, hemos conquistado nuestros más hermosos triunfos. Pero el hombre es capaz de tropezar mil veces con la misma piedra.
Y por esa razón es tan importante, en tiempos difíciles, como lo que estamos viviendo, pero difíciles porque hay muchos riesgos, pero también maravillosos, porque están llenos de oportunidades, más que nunca hay que tener claro cuál es el punto de partida y cuál es el puerto de destino, porque a un marinero que no sabe cuál es su puerto de destino, no le sirve ningún viento; en cambio, cuando uno tiene claridad en esa ruta, sin duda que sabe aprovechar los vientos. Pero, además, esto no es un problema de sentarse a esperar que los vientos lleguen, por de pronto, hay que saber poner las velas donde sopla el viento, pero también hay que saber tomar los remos.
Y yo creo que muchas de las cosas que podemos hacer para mejorar nuestro país no depende no solamente de lo que pase fuera de nuestras fronteras, sino que lo que hagamos nosotros dentro de nuestro propio país.
Ahora quisiera compartir con ustedes una reflexión, a pesar de que después haber escuchado a Diego, me parece que queda muy poco por decir. Solamente ratificar algunos puntos:
La historia de la minería en Chile se confunde con la historia de nuestro país: desde siempre, desde los pueblos originarios, Chile fue un país con vocación minera y siempre tuvo este espíritu de innovación, visionario, de ser pioneros en extraer las riquezas de la Tierra. En algún tiempo fue el salitre, después fue el cobre, no sabemos qué nos depara el futuro, pero sin duda sabemos que tenemos en Chile un gran motor y que tenemos que transformarlo en una palanca de desarrollo.
Y para eso hay que crear las condiciones, porque es un sector que requiere reglas claras y estables, porque son inversiones a largo plazo, son inversiones que muchas veces significan mucho riesgo, todo el riesgo de exploración. ¿Hace cuánto tiempo que no descubrimos un gran yacimiento en nuestro país? Han pasado muchas décadas y, por lo tanto, yo estoy seguro que no estamos haciendo todo el esfuerzo de exploración que debiéramos estar haciendo.
Y, por tanto, ahí tenemos un gran desafío, no pensar que lo que existe es todo lo que tenemos.
Pero además de eso, es muy importante reconocer y destacar que hubo un tiempo en que las reglas de la minería se transformaron en un instrumento de división y conflicto entre nuestro país, al interior de nuestro país y también con países amigos. Yo creo que hoy día tenemos más claridad, más conciencia de la importancia que tiene la minería y del fundamental rol que tiene que jugar la minería para ayudarnos a avanzar por ese camino que nos conduzca al desarrollo y a derrotar la pobreza.
Como señalamos, es importante abordar estos desafíos, y lo que requiere la minería no es fácil, ustedes lo saben mejor que nadie: requiere coraje, audacia, saber tomar riesgos, requiere perseverancia, requiere una preocupación permanente por la productividad, por los costos, requiere una permanente alerta para ir incorporando las tecnologías que hagan más competitiva nuestra industria.
Y ahora se suman nuevas demandas y exigencias: mayor respeto y mayor colaboración con las comunidades que acogen a nuestras actividades mineras y, por supuesto, mayor respeto y mayor protección por el medioambiente y la naturaleza.
Y para eso, sin duda que la tecnología va a ser un tremendo aliado. Si hay alguna parte donde las nuevas tecnologías pueden hacer un cambio notable, es precisamente en la minería, por las condiciones en que se realiza, por las alturas en que muchas veces están ubicadas las minas chilenas, por las condiciones hostiles y difíciles en que tienen que vivir los trabajadores, por el riesgo que a veces significa la minería, aunque estoy plenamente consciente que la caída en los accidentes del trabajo y la mortalidad ha sido espectacular.
Ése fue uno de los objetivos que nos fijamos después del accidente de la Mina San José, cuando modificamos muchos de los cuerpos legales y vemos que con la colaboración, porque sin duda esto no es solamente una materia de ley, es una materia de actitud, de vocación, de compromiso, como muy bien lo dijo Diego en su discurso, cuando resaltaba la importancia de cuidar el recurso humano y de cuidar la naturaleza, como dos complementos, que son fundamentales para una minería que sea sana, sustentable y pueda proyectarse en el tiempo.
Pero además de eso, sabemos lo que representa la minería desde el punto de vista del Producto Interno Bruto, sabemos lo que representa desde el punto de vista de las exportaciones y sabíamos lo que representaba desde el punto de vista de aporte a las arcas fiscales, porque ha ido menguando en los últimos tiempos. Y por eso aquí soy una parte totalmente interesada en que le vaya bien a la minería, porque eso también produce un tremendo alivio en las arcas fiscales.
Pero en el fondo, en Chile, muchas veces, la legislación, y usted mencionaba Diego la profunda modificación que estamos haciendo al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, porque lo que tenemos hoy día es simplemente kafkiano, un proceso eterno de largo, que hay certezas cuando dice que no, pero hay solamente una esperanza cuando dice que sí; porque se pasa de una instancia a otra, un proceso interminable, que en cualquier minuto se retrotrae a situaciones originales. Y, por tanto, es un camino muy difícil.
La nueva legislación en materia de Evaluación en Impacto Ambiental, lo que busca es compatibilizar la protección del medio ambiente, con darle seguridad y certeza a los inversionistas, que cuando se les dice “no” es no y cuando se dice “sí” es sí, y ojalá lo más temprano posible. Hay un cambio muy profundo.
Tenemos más de USD 60 mil millones que hemos identificado solamente en la Oficina GPS, Gestión de Proyectos Sustentables, que estamos haciendo un tremendo esfuerzo por destrabar, junto con la ayuda y colaboración de una División Especial que está en el Ministerio de Minería, con el mismo propósito, para dejar de quedarnos tranquilos, inertes frente a esta verdadera burocracia que tiene paralizados -a veces por las razones más insólitas- grandes proyectos de inversión, que son los que Chile necesita y requiere para poder progresar, crear empleos, generar riquezas, mejorar las condiciones de vida, mejorar los salarios.
Y por esa razón, esta Oficina, sin duda, está haciendo un trabajo con una dedicación. Nosotros nos juntamos semanalmente a ver proyecto por proyecto, y tomar claridad de qué lo está deteniendo, por qué lo está deteniendo y a veces uno no puede creer las razones por las cuales los proyectos quedan detenidos, y muchas veces quedan escondidos y no salen a la luz del sol.
Este año, esperamos que entre este año y 2021, que se puedan invertir USD 30 mil millones en proyectos del sector minero, lo cual va a permitir generar más de 55 mil empleos, como Quebrada Blanca II, como la nueva mina subterránea Chuquicamata, como mina Centinela de Antofagasta Minerals, como Minerales Primarios de Minera Spence.
Y, además, hemos recibido muy buenas noticias, porque en los próximos 12 meses, de acuerdo a nuestra información, van a ingresar el proceso de Evaluación de Impacto Ambiental, 4 nuevos grandes proyectos mineros, como el Rajo Inca de CODELCO, Collahuasi, Nueva Unión de Teck y Goldcorp, y la Concentradora de El Abra. Son grandes proyectos de inversión que nos van a permitir darle una sustentabilidad a esta importante industria, como es la minería en el tiempo.
Por esa razón, este proyecto de un país que experimenta un desarrollo integral, inclusivo y sustentable, requiere de una minería dinámica, que invierte, que innova, que avanza, y no como ocurre cuando creamos incertidumbre o cuando terminamos con las certezas, que las industrias finalmente -especialmente las que requieren inversiones cuantiosas y de largo plazo- necesitan ese clima de certeza.
Y por esa razón, vemos también que el compromiso de la minería con ser más amistosa con las comunidades y con el medioambiente, es algo que ya está en el ADN y en el corazón del verdadero minero. Soñamos con avanzar hacia un cobre verde, es decir, un cobre que recicle mejor sus aguas, trate mejor sus residuos y que permita esa coexistencia.
Y en esta materia, vamos a presentar muy próximamente un proyecto de ley para simplificar el mecanismo de asegurar el cierre de las faenas una vez que la vida útil de una mina terminó, pidiendo no solamente la boleta de garantía, sino que dando muchas otras opciones, como un seguro, porque lo que le interesa al Gobierno es que el proyecto se haga y se cierre bien, y no que so pretexto de que no se va a cerrar bien, evitar que el proyecto se realice.
Y, por tanto, ahí se está ampliando un mecanismo más flexible, más económico, que le va a facilitar la vida a esa empresa.
Destaco también lo que mencionó Diego, de la creciente incorporación de la mujer a la fuerza de trabajo de la minería. Es verdad que estamos en torno al 8,4%, por debajo de países como Australia o como Canadá, pero vamos avanzando en la dirección correcta. Y yo pienso que la minería del futuro, cada vez va a hacer menos diferencia entre las habilidades de los hombres y las mujeres y por tanto vamos a ver que ese porcentaje de 8,4% -que ha venido creciendo, tal vez menos rápido de lo que quisiéramos- va a seguir esa evolución en el sentido correcto.
Queremos, por supuesto, institucionalizar el Programa de Alta Ley y lo vamos a integrar con el Centro de Investigación Minera y Metalúrgica, porque ésa es la forma más eficiente de que ese programa dé los frutos que esperamos de él. Y de esta manera, poder aprovechar mejor está colaboración público-privada, esta unión o suma de fuerzas.
Y, finalmente, yo también creo que esta política que hemos lanzado recientemente de la Política Nacional de Pasivos Ambientales Mineros, nos va a ayudar, por todo lo que significa en materia de incrementar la innovación, la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías, a darle un nuevo impulso a esta importante industria.
Finalmente, yo quiero decir que los anuncios que hemos conocido en materia de inversión, yo sé que el precio del cobre es un factor fundamental, porque es nuestro principal producto de exportación. No es el único naturalmente, existe el oro, la plata, el molibdeno, el litio y muchos más, pero ha sido el cobre, como se mencionó o se denominó alguna vez “la viga maestra del desarrollo chileno”.
Por eso, yo valoro enormemente lo que está haciendo la industria de la minería, estoy convencido que están sintonizando con los signos de los tiempos, en tecnología, en innovación, en integración y respeto por las comunidades, en un compromiso genuino de protección del medioambiente.
Y todo eso nos va a permitir que los chilenos comprendamos, no solamente porque utilizamos metales, que a veces ni siquiera nos damos cuenta, sino que tomemos plena conciencia de lo importante que es para Chile el sector de la minería y, por tanto, entendamos cuáles son sus verdaderas necesidades de reglas claras, estables que permitan una proyección sana y fuerte hacia el futuro.
Y también respetar y rescatar las que son las tradiciones del mundo minero. La minería es una cultura y esa cultura no hay que perderla, uno puede modernizarla, pero sin perder la esencia de lo que ha sido una actividad que ha acompañado a los chilenos desde los tiempos de los primeros habitantes de este mundo.
Los países progresan no solamente con buenas intenciones, ni solamente con voluntarismo; el desarrollo de nuestro país es posible si es posible; ¿va a llegar solo, en forma automática, simplemente porque denunciamos los problemas o con puro voluntarismo? Por supuesto que no.
Por eso, la importancia de tener buenas políticas públicas.
En el Índice Fraser pasamos del lugar 39 al lugar número 8, mire lo que hace un buen Gobierno, pero lo que quiero decir, el desarrollo es un camino que no está pavimentado, que está lleno de obstáculos. La inmensa mayoría de los países que emprenden ese camino, a medio andar pierden el rumbo, creen que ya llegaron a la meta y simplemente renuncian a perseverar en esfuerzos.
Por eso es tan importante que en Chile tengamos conciencia, yo creo que Chile va a ser un país desarrollado y un país sin pobreza y con oportunidades y seguridades para todos sus hijos. Pero recuerdo aquí al Presidente Barros Luco, que decía que “en la vida hay dos tipos de problemas, los que se resuelven solos, no hay nada qué hacer; los que no tienen solución, tampoco hay nada qué hacer”, y le decía a sus ministros “vámonos para la casa”. Yo le digo a nuestros ministros todo lo contrario: “ministro, aquí hay dos tipos de personas, los que se resignan frente a los problemas con fatalismo, y los que los enfrentan con voluntad y decisión”.
Y llegó el tiempo en Chile de enfrentar no solamente nuestros problemas, sino que también nuestras oportunidades, y reencontrarnos con el sueño que acariciaron nuestros padres y nuestros abuelos pero que nunca hemos logrado, que Chile sea un país desarrollado, sin pobreza, con justicia, con igualdad de oportunidades y que lo hagamos en paz y con unidad.