S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, acompañado de la Primera Dama, Cecilia Morel, el Ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, el Ministro de Justicia y DDHH, Hernán Larraín, el Ministro de Bienes Nacionales, Felipe Ward y la Directora Nacional del Sename, Susana Tonda, firma el Proyecto de Ley para crear un nuevo Servicio de Protección a la Niñez y poner fin al Servicio Nacional de Menores en el marco de la celebración del Día del Niño.
Muy buenos días:
Nuevamente nos acompaña este maravilloso sol, que es como un presagio de una nueva etapa, de una nueva era, que la verdad debimos haberla empezado hace mucho, mucho tiempo.
Es el Día del Niño, así que quiero saludar con mucho cariño, y con nostalgia, a los niños y también a los ministros, senadores, diputados, intendentes, autoridades y alcaldesas, que también algo de niño tienen, y esperamos tenerlo siempre, en el fondo de nuestra alma.
Porque hoy día estamos celebrando el Día del Niño con una muy buena noticia, que creo que a todos nos llena de alegría y, al mismo tiempo, estamos -en cierta forma- cumpliendo algo que siempre fue un sueño, pero que nunca fuimos capaces de transformar en una realidad: poner a los niños, de verdad, en el corazón de las prioridades de nuestro Gobierno.
Por esa razón, qué mejor manera de celebrar el Día del Niño que iniciando una nueva etapa, un nuevo modelo de mayor protección, de mayor cuidado, de mayor cariño. Como lo decía la niña que nos antecedió: de más amor, de más familia, de más cariño, de más integración a todos nuestros niños.
Por de pronto, en este nuevo centro que hoy día estamos inaugurando, van a vivir niños, niños a los cuales durante mucho tiempo les negamos o les arrebatamos su derecho a tener una niñez con inocencia, con juegos, con familia, con felicidad. Y nos va a permitir empezar a pagar esa deuda sanando las heridas y permitiéndoles crecer como queremos que crezcan nuestros propios hijos: en un hogar rodeados de amor, con familia y, sobre todo, con un futuro por delante que les permita realizarse en plenitud.
Sabemos muy bien que, en los primeros años de vida, muchas veces, queda trazado el camino que vamos a recorrer durante el resto de nuestras vidas. Y por eso preocuparse temprano de nuestros niños es algo que va a ayudarlos no solamente a tener esa niñez con inocencia, con juegos, con felicidad, con amigos, con travesuras, con diabluras, sino que además les va a permitir poder integrarse en plenitud a nuestra sociedad y ser buenos ciudadanos, poder desarrollar sus vidas, formar familias y buscar ser felices junto a sus seres queridos.
Por esa razón, estamos haciendo un cambio que, espero, marque un antes y un después en la forma en que tratamos a nuestros niños. El diagnóstico lo conocemos, lo conocemos desde siempre. Tal vez, no le habíamos prestado suficiente atención.
Por esa razón, desde el primer momento nuestro Gobierno se hizo un firme compromiso de cambiar esa historia, de dejar atrás tiempos oscuros, tiempos de los cuales no nos sentimos orgullosos y empezar una nueva etapa, una nueva vida, dándoles a los niños, a todos nuestros niños, lo mismo que queremos para nuestros propios niños.
Y por esa razón estamos hoy día iniciando esta nueva etapa para poder no solamente protegerlos y acogerlos -y protegerlos de la droga, la delincuencia, de los maltratos, de los abusos- sino que también entregarles las atenciones que requieren en materia de educación, en materia de salud. Pero hay mucho más que eso, porque es la etapa en que los niños son como una verdadera esponja y absorben el amor, el cariño, la compañía que después van a poder participar, distribuir y compartir a lo largo de todas sus vidas.
Con el cierre -o el próximo cierre- del CREAD de Playa Ancha, estamos dejando atrás un periodo oscuro y triste de la historia de nuestro país en el trato que le dimos, como país, como sociedad y como Estado, a nuestros niños más vulnerables.
Yo espero -y estoy seguro que así va a ser- que hoy es el último día de ese capítulo, e iniciamos el primer día -con este sol maravilloso que nos ilumina- de una nueva etapa, de un nuevo trato con nuestros niños, y especialmente de aquellos niños más vulnerables que están al cuidado del Estado y que muchas veces el Estado, en lugar de cuidarlos, protegerlos y quererlos, los abandonó, los abusó y les arrebató lo más importante que un niño debe tener, especialmente en sus primeros años de vida: esa vida inocente, esa niñez feliz, junto a sus seres queridos.
Por esa razón, esta nueva residencia familiar, que acabamos de visitar, está en pleno proceso de reparación y remodelación, para poder iniciar este nuevo trato, esta nueva etapa en la relación entre la sociedad, el Estado y los niños de nuestro país.
Y representa muy bien este nuevo modelo, partiendo porque está iluminada por el sol, con una maravillosa vista a nuestro Océano Pacífico y que les va a permitir a los niños realmente mirar ese horizonte grande, luminoso, esperanzador, que es como queremos sea la vida de todos nuestros niños.
Los nuevos Centros de Acogida van a ser lugares o residencias más pequeñas en tamaño, porque no queremos esos centros enormes, anónimos e impersonales. Queremos centros que reproduzcan lo esencial de la vida en familia, que permitan una inclusión con la comunidad y, por tanto, también invito a todos los vecinos de este nuevo centro a ser parte de la vida de los niños que van a darle vida a este nuevo centro, que estamos hoy día inaugurando.
La vida de los niños tiene que producirse en familia, pero también en su barrio, en su comunidad, como recordamos todos nosotros nuestras propias historias, cuando éramos niños.
Y cuando se produce la separación de la familia, lo que queremos hacer es -con la mayor rapidez posible- reproducir ese ambiente familiar, eliminando todo aquello que parece más como una cárcel que como residencia para acoger a niños, todo aquello que es impersonal, todo aquello que muestre indiferencia y reemplazándolo por lo que todos quisimos tener y todos queremos tener para nuestros propios niños, que es ese verdadero hogar que no puede hacerse sin tener ese ambiente de familia.
Todo lo anterior va a facilitar el proceso de acompañamiento, de estabilización, de contención, de cuidado físico y psicológico de nuestros niños, pero nada de eso se va a lograr si no podemos reproducir lo que es un verdadero ambiente de familia.
Y a esa tarea de reproducir un ambiente de familia tiene que contribuir no solamente esta nueva casa, sino que también la gente que va a trabajar en ella, los vecinos que van a ser parte de esta nueva comunidad que hoy día está naciendo.
Para lograr esto las residencias familiares van a contar -como lo acabamos de ver- con amplios espacios de 400, 500 metros cuadrados, que no solamente sean grandes: tal vez más importante que eso, que sean acogedores, que la gente y los niños se sientan felices de poder vivir en este hogar; con habitaciones que van a ser dobles, triples y -en algunos casos- simples, es decir, para una sola persona, de forma tal que los niños puedan sentirse dueños de su espacio, y recuperar ese derecho a la privacidad que todos tenemos y también lo tienen los niños.
Asimismo, estas nuevas residencias van a ser habitadas por alrededor de 15 niños en cada una de ellas, que podrán naturalmente transitar y moverse libremente por todas sus dependencias, y van a contar con personas cuya principal motivación y ocupación va a ser cuidar que esos niños tengan lo que todo niño necesita para poder crecer, madurar, para poder feliz, para poder vivir esa niñez que muchas veces les ha sido arrebatada.
Va a existir un tutor que se va a ser cargo de un número de entre 4 y 5 niños, y que va a ser el principal responsable de asegurarse que cada uno de esos niños tenga lo que acabamos de plantear: esos derechos básicos y esa oportunidad de una vida plena y feliz.
También estas residencias van a contar con personal especializado, profesionales, que van a tener que trabajar, en muchos casos, en reparar el daño que, muchas veces, la propia sociedad le ha causado a los niños. Por ejemplo, la restitución de los derechos vulnerados de los niños, el trabajo de re-vinculación y de acompañamiento familiar.
Y en cada una de estas residencias siempre se buscará que tenga un ambiente lo más parecido a una familia, y ojalá las familias puedan también participar, sus propias familias puedan participar y ser parte de la vida hasta que cada uno de los niños pueda volver a su familia original, que es el ideal que siempre buscamos. Y si eso es imposible, encontrar una familia que le dé lo que su familia original no pudo darle.
Y, por lo tanto, lo más importante cuando pensamos en los niños y cuando pensamos en una Ley de Adopción, es devolverles a los niños lo que los niños perdieron: una familia que los quiera, que los proteja, que los acompañe, que los guie.
Igual como los tutores guían a las plantas recién nacidas, queremos que las familias sean los grandes acompañantes, apoyadores de cada uno de los niños.
Esta residencia que inauguramos hoy es la primera con el nuevo Modelo de Residencia Familiar y que se va a realizar con urgencia, pero también necesariamente con gradualidad.
Respecto a estas nuevas residencias, este año cerramos el Centro de Playa Ancha para reemplazarlo por 4 nuevas residencias familiares, que van a estar en Valparaíso, Cerro Alegre, Viña del Mar, Villa Alemana y Quilpué.
El próximo año vamos a inaugurar 5 nuevos Centros equivalentes al que hoy día estamos inaugurando, y esperamos que el año 2020 podamos reemplazar todos los CREAD, que eran los antiguos centros que acogían a los niños, por estas nuevas residencias familiares que hoy día estamos conociendo.
Pero no solamente nos preocupan los hogares o los centros que estaban bajo la directa tuición del SENAME -que yo espero que pronto desaparezca- también nos estamos preocupando y ocupando de las residencias de organismos colaboradores. Por eso, durante este año 2018, vamos a fijar los nuevos estándares de calidad que, junto con un mayor financiamiento, van a permitir a esos centros colaboradores asimilarse a este nuevo modelo, a esta nueva forma, a esta nueva etapa, a este nuevo trato que queremos darles a nuestros niños.
Este nuevo trato, con estas nuevas residencias familiares, se va a materializar en el proyecto de ley que hoy vamos a firmar y que crea el Servicio de Protección de la Niñez, que, junto con el Servicio de Reinserción Juvenil, van a reemplazar al SENAME, esa palabra que a todos nos produce dolor, angustia y un sentido de arrepentimiento, porque todos fuimos responsables durante demasiado tiempo.
Esto no lo ha marcado un informe que conocimos recientemente de Naciones Unidas, eso lo sabíamos desde siempre, y desgraciadamente no fuimos capaces de darle la prioridad que merecía.
Cuando hicimos el primer balance o auditoría social, que dimos a conocer públicamente, sólo confirmábamos lo que ya todos sabíamos o intuíamos: que no estábamos tratando a nuestros niños como ellos lo necesitan y como ellos lo merecen. Y que, muchas veces, se hablaba mucho, pero se hacía poco, y recuerdo esa frase que “estaba en la boca de todos, pero en las manos de nadie”. Y eso es lo que hoy día estamos cambiando.
Este nuevo modelo, que crea estos dos nuevos servicios públicos, y que van a reemplazar al SENAME, tiene diferencias muy importantes con el actual -y ojalá pronto antiguo- SENAME.
Por de pronto, a diferencia del actual SENAME, este nuevo servicio incluye a las familias en los procesos de ayuda, de intervención y de apoyo de los niños y niñas, de forma tal de que cuando se produce una separación del niño con su familia, un objetivo central del nuevo servicio va a tratar de hacer un reencuentro entre ese niño y la familia que había perdido.
A diferencia de lo que pasa hoy, el proyecto de ley que crea este Servicio de Protección de la Niñez, establece que los programas tienen que ser diseñados en base a la evidencia y evaluaciones que se hagan con anterioridad, para no improvisar con nuestros niños, para poder hacer programas que realmente fueran estudiados y evaluados antes de aplicarlos, para que los resultados sean los que queremos que sean y no nos encontremos con la frustración entre lo que uno creyó que iba a ocurrir y lo que desgraciadamente constata que ocurrió. Y esto pasa por hacer un programa que tenga la capacidad de adaptarse y ser flexible frente a las necesidades de cada niño.
Y además un programa que va a ir evaluando periódica y sistemáticamente los resultados, de forma tal de que nadie se sorprenda en el futuro, si es que alguno de estos centros no está prestando los servicios que requiera y tengamos la oportunidad de corregirlo a tiempo.
El Servicio de Protección de la Niñez se va a preocupar de dar un mucho mejor cuidado a aquellos niños que por orden de un Tribunal son separados de sus familias, porque va a enfatizar a la familia de acogida como alternativa por sobre la internación en centros impersonales, de manera de resguardar siempre el derecho a los niños a vivir en familia.
Y este nuevo servicio no solamente va a prestar directamente su servicio: como lo anunciamos hace unos días, va a requerir la colaboración permanente y comprometida de muchos ministerios, incluyendo a los ministerios de Justicia, de Desarrollo Social, de Salud, de Educación, de Deportes y Cultura, que son ministerios que van a hacer un aporte a la labor que cumple este nuevo servicio en darles a los niños esas oportunidades que ellos, sin duda, necesitan y requieren.
Y a diferencia de lo que ocurre actualmente, este nuevo servicio se va a hacer cargo de los niños menores de 14 años que incurren en conductas delictuales, ofreciéndoles, aunque no tienen responsabilidad penal, una oportunidad de reintegración, con el objeto de evitar que esa carrera se transforme en una especie de carrera de vida.
Una cosa es que no tengan responsabilidad penal, pero otra cosa muy distinta es que la sociedad se manifieste indiferente frente a un niño que, con menos de 14 años, comete un delito. Tiene que haber un sistema temprano de darse cuenta que ese niño se ha desviado del camino por alguna razón y que es cuando más requiere volver a reencontrarse con una vida más plena y más feliz.
Y este nuevo servicio, además, va a contar con personal altamente calificado, que va a ser una de las grandes preocupaciones que tendremos que establecer, porque estos niños requieren personal muy calificado, con experiencias y con habilidades muy específicas.
Y de esta forma, los programas van a ser diseñados no desde el nivel central, iguales para todos, sino que van a recoger las características propias de cada región, de cada lugar y también de cada niño. Va a ser, en consecuencia, el nuevo servicio, una institución descentralizada, que va tener la oportunidad de adecuarse a la realidad de cada circunstancia.
Lamentablemente, hoy día muchos de los niños que se encuentran al cuidado residencial, no logran ser revinculados con sus familias, que es el objetivo principal, el ideal, al cual nunca debemos renunciar. Y muchos de estos niños, cuando cumplen 18 años, o 24 en caso de estudiar estudiando, egresan del actual SENAME sin contar con ninguna herramienta, sin contar con ningún instrumento y, por tanto, los dejamos enfrentando la vida solos y abandonados.
El nuevo Servicio de Protección de la Niñez se va a hacer cargo de esta realidad, a través de programas que van a brindar el apoyo que los niños necesitan cuando tengan que enfrentar la vida, la sociedad.
Yo recuerdo una frase que me dijo una mujer humilde, en una población de La Pintana, contándome lo que ella había hecho con sus niños. Me dijo “mire, cuando un niño se enamora, se salva”. Cuando un niño se enamora de algo y no estaba pensando -porque era un niño muy chico, no estaba pensando en el amor que ustedes probablemente están pensando en este instante, cuando se enamora de la música, de un instrumento, cuando se enamora de un deporte, cuando se enamora de una pasión, cuando se enamora, el niño cambia, porque le da otro sentido a la vida.
Y, por tanto, algo que es muy importante que tenemos que lograr con este nuevo Servicio de Protección de la Niñez, es lograr que los niños se enamoren de la vida, que vean que la vida es algo maravilloso, que vale la pena vivir.
Hay una película muy famosa, que se llamaba “La vida es bella”, que es sobre un padre que, con su hijo, en un campo de concentración alemán, en plena II Guerra Mundial, le trató de mostrar al niño que, a pesar de las circunstancias, la vida era bella. Y esa película es maravillosa, porque muestra que muchas veces además de la realidad, la actitud con que uno enfrenta la realidad es muy importante.
Por eso, yo estoy convencido de que esta nueva etapa les va a permitir a los niños enamorarse, enamorarse de la vida, para que la puedan vivir con mayor esperanza, con mayor voluntad y con mayor fe.
Y desde ese punto de vista, sólo así vamos a lograr que Chile sea una sociedad más humana, más inclusiva, más solidaria, que realmente no deje que nadie se quede atrás.
Y por esa razón, tenemos una deuda muy especial con nuestros niños. Los niños que hoy logramos devolverles sus derechos y entregarles una nueva oportunidad, son los mismos niños que mañana van a ser parte de este Chile que todos soñamos, ese Chile sin pobreza, desarrollado, inclusivo, que sea más humano, que sea más solidario, que entienda que no solamente tenemos que preocuparnos de nuestros proyectos personales y familiares, sino que vivimos en comunidad.
Y por eso, ése el Chile que queremos para nuestros niños, ése es el Chile que queremos para nuestras familias y ése es el sagrado compromiso que hoy día yo quiero ratificar ante todos mis compatriotas: que los niños están y van a estar siempre en el corazón de las prioridades de nuestro Gobierno.
¡Vivan los niños! ¡Viva el Día del Niño! ¡Muchas gracias!