S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, participa de la Ceremonia del Bicentenario de la Escuela Naval.
Amigas y amigos; hombres y mujeres de la Armada de Chile:
En primer lugar, agradezco al Comandante en Jefe, porque se comprometió a que íbamos a celebrar este aniversario en una linda mañana de sol, y usted ha cumplido su compromiso, Comandante.
La verdad es que son muy pocas las instituciones en el mundo que tienen la oportunidad de celebrar 200 años de vida, pero son mucho menos las que tienen el privilegio de que su historia se funda, se integre en forma tan estrecha con la historia de la Patria, como ocurre con la Armada de Chile.
Este año 2018 representa un año muy especial para nuestra Armada y para nuestro país, porque estamos celebrando los 200 años desde que se consolidó nuestra Independencia en las batallas de Chacabuco y Maipú, pero también los 200 años de nuestra Armada, y los 200 años de esta Escuela Naval.
Sin duda, el padre de la Patria, Bernardo O’Higgins, tuvo -desde el primer día- una visión pionera que se anticipó a su tiempo, al darse cuenta de la condición marítima de nuestro país, partiendo por afirmar que uno o mil triunfos como el de Chacabuco o Maipú, serían absolutamente insuficientes si no lográbamos conquistar el mar. Y esas palabras las tradujo en la formación de la Escuela Naval, que nace casi junto con el nacimiento de nuestra Patria.
Sin duda que esta Escuela Naval ha conocido tiempos de gloria y tiempos heroicos, y quien hoy día nos distingue con otorgarle su nombre, el Capitán Arturo Prat, no solamente hizo un aporte muy decisivo al triunfo de nuestro país en la Guerra del Pacífico, sino que marcó el alma, el temple, los valores, los principios, la vocación y el amor por la Patria que ha impregnado a la Armada de Chile, a nuestras Fuerzas Armadas y a toda nuestra sociedad.
Ustedes, que son los marinos -y no puedo usar en esto el calificativo más claro y más fuerte-, los marinos de Chile han tenido el privilegio de formarse en esta Escuela Naval Arturo Prat y, sin duda, deben ser siempre un ejemplo de esa misma entrega, virtud, patriotismo, compromiso y amor por la patria que reflejó Arturo Prat no solamente el 21 de mayo de 1879, sino que a lo largo de toda su vida.
Hombres y mujeres de mar que hoy día compartimos esta emotiva ceremonia, permítanme, por un momento, volver a recordar ese momento decisivo de la Batalla de Chacabuco. Recordemos que, a pesar del triunfo, las fuerzas realistas todavía controlaban gran parte de nuestro país, controlaban Concepción, Talcahuano, Valdivia y Chiloé, y por eso el Director Supremo de la Nación decidió, junto con el nacimiento de la Patria, la creación de la Armada de Chile.
Él se lo confirmaba y confesaba a su amigo, la importancia que tendría no solamente en los albores de la Patria, sino a lo largo de su vida, la creación de una Armada que cumpliera fielmente con su deber. Y así nació la primera Escuadra Nacional, a cuyo mando Bernardo O’Higgins puso al Capitán de Navío Manuel Blanco Encalada, que posteriormente sería el Primer Mandatario en ostentar el título de Presidente de la República.
Y a partir de ese instante, la Escuadra, la Armada, fueron cumpliendo con su deber no solamente para consolidar la independencia de nuestro país, sino que también colaborar con la independencia de nuestra América, que en esos tiempos seguía luchando por conquistar esa independencia.
Ésa fue la razón por la cual un 4 de agosto del año 1818, Bernardo O’Higgins fundó esta venerable Escuela, que se conformó con tan solo 13 guardiamarinas, pero ahí estaba la semilla de lo que iba a ser esta Armada y esta Escuela Naval en la historia, y también en el futuro de nuestro país.
Y ustedes son los herederos de esa cadena de sacrificio y virtud, que nunca, nunca debe romperse.
A lo largo de sus 200 años, tal como lo recordó el director de esta Escuela Naval, esta Escuela ha pasado por distintos lugares y por distintos nombres, pero siempre ha mantenido su esencia, que es formar oficiales que puedan estar a la altura de los desafíos, de las exigencias de ser un marino de la Armada de Chile.
Y fue a esa Escuela Naval que ingresaron, en el año 1858, cuando se bautizó como Escuela Naval del Estado, los que fueron después reconocidos como la “Generación de los Héroes”, y me estoy refiriendo no sólo a Arturo Prat, sino que también a Juan José Latorre, Carlos Condell, Luis Uribe, Jorge Montt, y muchos más.
Por esa razón esta Escuela, que al comienzo permaneció a bordo de los buques, finalmente encontró su ubicación en este lugar que hoy día nos convoca. Eso ocurrió un 24 de septiembre del año 1945, cuando el Presidente le otorgó a esta Escuela el nombre de Arturo Prat, como un reconocido y merecido homenaje a nuestro héroe nacional.
Y en estas aulas se han forjado muchas generaciones de oficiales, se han forjado generaciones de oficiales que han sabido cumplir con su deber de servir a nuestra Patria.
Por eso, tienen mucha razón en sentirse muy orgullosos de la institución que los acoge, la Armada de Chile, y de esta Escuela Naval que los forma.
Chilenos de todas las épocas y de todos los rincones han sabido encontrar en ustedes el ejemplo de honor y patria, de eficiencia y de disciplina que -sin duda- son parte de las virtudes, de las tradiciones y de las glorias de esta institución.
Pero también, es una institución que ha sabido adecuarse y adaptarse a los desafíos del presente y también a los desafíos del futuro.
Es así como el año 2007 abrió sus puertas a formar la primera generación o promoción mixta de cadetes, integrada por 44 mujeres y 120 hombres que, tras cuatro años de formación, egresaron el año 2010, como guardiamarinas de nuestra Armada.
Sé muy bien que la formación profesional de los hombres y mujeres de la Escuela Naval es una formación sólida, exigente, que implica no solamente herramientas teóricas y prácticas e instrumentos, para poder desarrollar con excelencia sus labores, sino que también enseña los valores, los principios, porque mucho más fuerte que los argumentos o que los grados, o que el grado de mando que una persona pueda tener, el verdadero liderazgo se encarna con el ejemplo de vida de cada uno de ustedes. Ésa fue la gran fortaleza de Arturo Prat.
Por esa razón, ninguno de los marinos que lo acompañaron y escucharon dudó un instante en seguir a Arturo Prat en su heroico abordaje del “Huáscar”.
Por eso, queridos compatriotas, quisiera terminar estas palabras recordando un consejo que Arturo Prat le dio, hace 145 años, a bordo de la gloriosa Corbeta “Esmeralda”, a un grupo de cadetes de la Escuela Naval: “No olvidéis que el porvenir de la Marina depende principalmente de la suma de ilustración y moralidad de sus miembros”.
Ahora, la Armada de Chile tiene misiones más amplias y, tal vez, más trascendentes que las que ha tenido a lo largo de toda su historia, porque no es solamente defender nuestra soberanía, sino que también proteger nuestro mar de tantos peligros que lo acechan, proteger nuestra frontera marítima, proteger e integrar a nuestro país, participar en misiones de paz y también colaborar cuando la catástrofe o la adversidad golpean a nuestro país.
Nadie puede garantizar que hechos como los que hemos conocido en nuestra historia en materia de adversidad y catástrofe no vuelvan a ocurrir, pero sí tenemos que asegurar que cuando ello ocurra, vamos a estar mejor preparados y nuestras Fuerzas Armadas van a tener una oportunidad más de demostrar el temple del cual están constituidos y los valores a los cuales han abrazado.
Por todo eso, queridos hombres y mujeres de mar, que llevan el orgullo y el legado de Arturo Prat, quiero compartir con ustedes mi alegría y celebrar este nuevo aniversario, aniversario que significa el segundo centenario de la gloriosa y heroica Escuela Naval de Chile.