El Presidente, Sebastián Piñera, junto a la Primera Dama, Cecilia Morel, entregaron este viernes una pensión de gracia a la familia del profesor Jaime Reyes, quien murió el pasado 8 de mayo al rescatar heroicamente a tres alumnas en las cercanías de El Tabo cuando eran arrastradas mar adentro por las olas.
Muy buenos días:
Hoy hemos tenido un privilegio: poder compartir, conversar, recordar con la familia de un hombre que nos conmovió, nos emocionó y nos llenó de orgullo a todos los chilenos. Y me refiero al profesor Jaime Reyes.
Todos recordamos a Jaime Reyes, que era un profesor muy querido por sus alumnos: de hecho, él tenía una vocación de profesor, un compromiso, una alegría, una pasión que la expresaba todos los días, en todos los momentos en que él tenía la responsabilidad de guiar por esta vida a sus alumnos. Y él lo dijo muchas veces, de que él era no solamente un profesor que enseñaba cosas: era un guía, un inspirador que los ayudaba a ser mejores personas.
Y recordamos todos cuando en una mañana, en un lugar de la costa central de Chile, en El Tabo, se produjo un accidente y tres de sus alumnas fueron absorbidas, tragadas por un mar que estaba muy fuerte, con olas muy grandes, y él no dudó un segundo en arriesgar su propia vida, por salvar a sus alumnas. Y lo logró, porque logró salvar a tres de sus alumnas.
Desgraciadamente no se pudo salvar a sí mismo. Y tal vez es el acto más grande de amor por los demás, estar dispuesto a arriesgar y entregar su propia vida por salvar la vida de sus alumnas.
Por eso hoy día, en que hemos recibido la visita de su viuda, Ximena Ávila, y de su hijo Tahiel, y también de su madre, y de algunas de sus alumnas, es un momento de mucha emoción. De pena, por supuesto, porque se fue una persona en la mejor parte de su vida, cuando tenía toda una vida por delante, pero también de cierta gratitud, reconocimiento y orgullo, porque él entregó lo mejor de sí mismo hasta el último día, por cumplir con su deber como padre, como esposo y también como profesor.
Muchos profesores intentaron salvar la vida de Jaime, pero desgraciadamente no lo lograron. Para él, que era un educador diferencial de 37 años, la educación y su familia eran su vida, y demostró ese cariño y ese amor que llevaba adentro por su mujer, por su hijo y también por sus alumnas.
Yo quiero hacer un llamado a los profesores de Chile a que vean en Jaime un verdadero ejemplo de lo que es ser un buen profesor, que es mucho más que enseñar matemáticas, literatura, idiomas: es un compromiso de vida, una verdadera pasión, una verdadera vocación de entregar su vida para ayudar a que los niños, los estudiantes, puedan también tener una vida plena y feliz.
Y por eso la tremenda e importante labor que cumplen los profesores de Chile, yo creo que pueden tener en Jaime un verdadero ejemplo de lo que es un buen profesor, y de lo que significa vivir la vocación de profesor.
Por esa razón, creemos que es de toda justicia, y yo estoy seguro que Jaime nos está viendo desde algún lugar, y estoy seguro también de que se siente muy orgulloso no sólo de lo que él hizo, sino que también de lo que sembró durante su vida: su hijo, su mujer, su familia, sus alumnos, sus estudiantes.
Tal vez, Tahiel, dada su corta edad, no se va a recordar de muchos detalles de lo que fue su padre, pero yo estoy seguro que siempre va a saber y va a sentirse muy orgulloso de saber que tuvo un padre que fue un hombre ejemplar, un hombre que estuvo dispuesto a entregar su vida por defender, proteger y salvar la vida de sus alumnos.
Por esa razón, hemos resuelto entregarle a Tahiel una pensión de gracia, de forma tal que lo ayude a cursar los caminos de esta vida con una ayuda, que le permita igualdad de oportunidades, que le permita desarrollar su propia vocación, su propia pasión por esta vida.
Y haciendo honor a “los niños primeros”, creemos que esto también permite una mayor igualdad de oportunidades y un modesto pero sentido intento de compensar lo mucho que Jaime le entregó a nuestro país y a nuestros niños.
Por eso, yo estoy seguro que Jaime, donde quiera que esté, va a seguir, va a acompañar a su mujer, a su madre y a su hijo durante todos los días en que ellos estén en este mundo.
Quiero darle la gracias a usted, saludar a Tahiel -usted, hijo, tiene un padre del cual se va a sentir muy orgulloso- y a su madre.
Y éste es el decreto que vamos a proceder a firmar. Mediante este decreto le otorgamos una pensión de gracia hasta que cumpla 18 años o hasta que tenga 24 años, Tahiel, si está estudiando.
Y yo sé que nada compensa la pérdida de un padre, pero yo sé que el amor, el cariño de su madre, de los alumnos de Jaime, de todo el pueblo chileno. Y también, porque somos creyentes, sabemos que Jaime está junto a Dios y está probablemente mirándonos en este instante y sintiéndose muy orgulloso de lo que él sembró durante esta vida.
Ximena, le hago entrega del decreto que le va a permitir a Tahiel tener una mejor oportunidad.