Presidente Piñera participa de la VII Cumbre de la Asociación de Emprendedores de Chile

10 MAY. 2018
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El Presidente Sebastián Piñera participó el jueves en la VII Cumbre de Emprendedores de la Asociación de Emprendedores de Chile (Asech).

Muy buenas tardes:
 
En primer lugar, quiero saludar a los que han hecho ASECH, porque detrás de esta gran obra hay talento, amor, compromiso. Saludo con mucho cariño a Alejandra Mustakis y también a los presidentes anteriores, Juan Pablo Swett y Nicolás Shea. Nicolás, usted nos hizo pararnos y sentarnos muchas veces, yo le voy a pedir que se pare y se quede parado durante toda mi exposición. 
 
Recuerdo muy bien los desafíos que hemos asumido juntos en las distintas cumbres de ASECH en que he tenido el privilegio de participar. Una vez me comprometí con ustedes que, si llegaban a 10 mil socios, los íbamos a invitar a un asado en La Moneda: no llegaron a los 10 mil socios, estuvieron muy cerca, pero yo cumplí mi palabra y tuvimos el asado en La Moneda. Y recuerdo que el año pasado, yo me comprometí a sacar más de 4 millones de votos y ustedes se comprometieron a llegar a 100 mil socios: no han llegado todavía. Pero quiero ponerles un incentivo mayor que un asado en La Moneda: si llegan a 100 mil socios y yo todavía estoy vivo, los invito a todos ustedes a un asado en el faro del Parque Tantauco.
 
Un emprendedor es un ser muy especial, es la persona que tiene que tener la capacidad de soñar, poner los ojos en el cielo, porque si no sabe soñar nunca va a ser un verdadero emprendedor, pero también tiene que tener la capacidad de tener los pies muy bien puestos en la Tierra, porque si no los tiene en la Tierra, tampoco va a lograr ser un buen emprendedor.
 
Es una combinación entre imaginación y prudencia, entre sueño y realidad, y es un equilibrio que no es fácil. Conozco a muchos que de tanto soñar abandonaron este mundo y conozco a otros de tener tan cerca los pies en la Tierra que nunca lograron despegar, ni cumplir con sus sueños.
 
Por eso, el emprendedor, el verdadero emprendedor es una persona que tiene que tener muchas cualidades. Por de pronto, un emprendedor tiene que saber subirse sobre hombros de gigantes, como lo hizo Fernando Fischmann y como lo hizo Mario Kreutzberger, para tratar no solamente de soñar en torno a lo que está cerca, sino que ver qué hay más allá del horizonte, qué hay más allá del horizonte que otros no han visto, pero que un verdadero emprendedor tiene esa sagacidad para encontrarlo.
 
Porque, al fin y al cabo, en el mundo hay muchas oportunidades. Basta mirar hacia atrás y darnos cuenta de la enorme cantidad de oportunidades que existieron. Las oportunidades del pasado tienen una cosa buena y una cosa mala, al igual que las oportunidades del futuro.
 
Las oportunidades del pasado son como los portaviones, ahí están, se ven a simple vista, no hay que levantarse temprano, no hay que escudriñar la vista, no hay que estar con el ojo atento, ahí están fácil de ver. El problema es que todas tienen dueños, como las lagunas de Fernando o la Teletón de Mario.
 
Las oportunidades del futuro son más bien como los periscopios de los submarinos. Usted me decía, Almirante, que habían detectado un sistema para captar la estela del periscopio, son difíciles de encontrar, hay que estar muy atento, hay que tener muchas ganas, hay que escudriñar el horizonte, pero cuando uno las encuentra, se puede legítimamente beneficiar de ellas.
 
Y ésa es la diferencia básica entre el pasado y el futuro, un emprendedor está siempre consciente del pasado, pero tratando de anticiparse al futuro.  El pasado ya está escrito, podemos hablar de él todo el tiempo que queramos, pero no le podemos cambiar una sola coma. El futuro tiene lo maravilloso que cada uno de nosotros puede tomar un pincel e intentar dibujar los caminos del futuro. Y por eso un emprendedor siempre está preguntándose qué cosas puedo hacer distintas, qué cosas puedo hacer mejor, cómo puedo aportar, agregar valor a nuestra sociedad y también a sus propios proyectos.
 
Un célebre y gran economista, que se llamaba Joseph Schumpeter, decía que lo que realmente alimenta a un emprendedor, y él hablaba del emprendimiento destructivo -que para que algo nazca otra cosa tiene que morir- decía que un verdadero emprendedor realmente no se mueve por el deseo de enriquecerse, sino que en el fondo de su alma -a veces, muy en el fondo- por el deseo de cambiar el mundo que lo rodea. 
 
Yo recuerdo mucho una anécdota que tomó y afectó a una empresa que se llamaba Apple, después de que había salido Steve Jobs, cuando el presidente de Apple, en un momento difícil de la empresa, quiso contratar al presidente de la Pepsi, John Scali y le ofreció ser presidente de Apple, y el otro dijo “pero ¿qué me estás ofreciendo? Si la Pepsi es cien veces más grande que Apple”. Y él le contestó “sí, es verdad, pero ¿qué quieres hacer con tu vida? ¿Seguir vendiendo agua azucarada o tener la oportunidad de cambiar el mundo?”.
 
Algo de eso hay en todos los emprendedores. Y yo lo vi en las palabras de Mario, en las palabras de Fernando, que en el fondo no se contentaron solamente con el éxito, podrían haberse quedado en sus proyectos originales muy exitosos, en su carrera como gran animador, pero quisieron hacer algo que dejara huella en este mundo: la Teletón de Mario, los proyectos de lagunas públicas de Fernando.
 
Y por eso yo estoy convencido que un verdadero emprendedor tiene que tener muchas ganas de emprender. Pero no basta con las ganas, tiene que tener imaginación, una mente alerta, un espíritu inquisitivo, una curiosidad intelectual, perseverancia para resistir el fracaso. El que no esté preparado para enfrentar el fracaso, Fernando nos contaba que él enfrentó muchos fracasos, que no le abrían las puertas.
 
Yo me acuerdo, Mario, que nos conocimos, efectivamente, yo estaba con pantalón corto y en esos tiempos usted tenía 20 kilos menos. Los tiempos cambian, a mí me crecieron los pantalones y usted se mantiene con los mismos 20 kilos menos de entonces. Y creo que nos conocimos en un restaurant en Nueva York. Yo recuerdo muy bien que usted tenía una gran amistad con mi padre y lo entrevistó muchas veces, y para nosotros es una reliquia cuando vemos esas entrevistas que usted le hacía a mi padre y que las tenemos guardadas en lo más profundo de nuestras memorias.
 
Pero también un buen emprendedor tiene que saber trabajar en equipo, tiene que saber compartir, entusiasmar, atraer, convocar, motivar a los equipos que lo acompañan. Porque, si bien es cierto que el emprendimiento tiene una faceta muy solitaria, también tiene una faceta que tiene que ser convencer, convocar, entusiasmar y atraer.
 
Por eso, el camino del emprendimiento nunca ha sido fácil. De hecho, nunca los caminos a las más altas cumbres -ya que estamos en una cumbre, la VII Cumbre de ASECH- están pavimentados. Si así fuera, las cumbres perderían todo su valor, los caminos tienen dificultades, trampas, tropiezos y de eso se trata, y ésa es la gran satisfacción de un alpinista. Los que somos montañistas, sabemos que la parte más difícil pero más hermosa del ascenso a una montaña, es la segunda parte: se hace más difícil, uno está más cansado, las pendientes son más paradas, pero también es la parte más hermosa.  Pero a pesar de todos los sacrificios, uno siente la enorme satisfacción, cuando hace cumbre, de saber que lo hizo con esfuerzo, con sacrificio.
 
La única parte donde la palabra “éxito” está antes que la palabra “trabajo”, “sacrificio”, es en el diccionario. En la vida, las cosas son de otra forma.
 
Por eso, el camino del emprendimiento es muy difícil porque además en nuestro país tenemos una cultura del “no”. Hay mucha gente que tiene poder para decir que “no”, pero muy poca gente tiene poder para decir que “sí”. Es esa estructura vertical, jerárquica, que muchas veces mata la innovación y mata el emprendimiento porque puede morir en muchas etapas previas y tiene que sortearlas todas, para poder llegar a tener éxito.
 
Es como esas batallas en que se dice que la única manera de sobrevivir es que tengo que ganar todas las batallas, porque basta con que pierda una para que el proyecto muera. Eso es lo dificultoso, pero también lo hermoso del emprendimiento.
 
Y yo pienso que es muy importante que un emprendedor sepa no solamente donde está, sino que también donde quiere llegar. Alguien dijo que un mal comunicador es aquel que antes de hablar no sabe lo que va a decir, mientras está hablando no sabe lo que está diciendo y cuando termina de hablar no sabe lo que dijo.
 
Lo mismo pasa con los emprendedores que no saben donde están, ni saben a donde quieren llegar. Usted, Almirante, sabe que a un mal capitán no le sirve ningún viento, pero cuando un capitán sabe su puerto de destino, le sirven todos los vientos; no necesariamente en línea recta, pero le sirven todos los vientos.
 
Por eso esta pasión por el emprendimiento. Yo les voy a contar sobre mi primer emprendimiento, que fue un desastre: lo hicimos muy temprano, cuando estábamos en el colegio y fue una asociación con mi hermano Miguel. Para hacer el cuento corto, yo tenía 10 años, mi hermano Miguel tenía 6, inventamos hacer un pub a la salida del colegio, y lo conversamos, yo puse el capital y él puso la experiencia. ¿Qué significaba eso? Yo compraba las coca-colas y las poníamos en vaso y el “Negro” cantaba. Para hacer el cuento corto, el negocio fue un desastre, yo me quedé con la experiencia y Miguel se quedó con el capital.  Pero, en fin, eso les pasa a los emprendedores.
 
Qué es cierto, que conocemos los éxitos, pero cuántos llegan a tener éxito, y conocemos solamente el momento de la plenitud, de la luz, pero ojalá pudiéramos conocer todos los esfuerzos, sacrificios, desvelos, angustias, traspiés que tuvieron que enfrentar en ese camino hacia la cumbre.
 
Por eso no crean ustedes que éste es un tema de que uno nace o son muy pocos los que nacen con esa estrella que todo le resulta en la vida. La inmensa mayoría de los buenos emprendedores fracasaron en el camino, tuvieron dificultades, se cayeron, tropezaron, pero lo importante es que supieron ponerse de pie.
 
Por esa razón, hoy vemos que a todos los grandes emprendedores -y podríamos rescatar muchas historias en esta materia- debemos saber honrarlos y reconocerlos, porque muchas veces en nuestro país hay un animo de apagar, asfixiar, el espíritu de emprendimiento, el espíritu de innovación. Y queremos todos ser iguales. Ése no es el mundo al menos en el cual a mí me gustaría vivir, ni es el mundo que nos va a permitir a cada uno desarrollar nuestros propios sueños y conquistar nuestras propias cumbres.
 
Por esa razón, la gran fuente de movilidad social en nuestros países, además de la educación, es el emprendimiento. Y lo que está demostrando ASECH con sus casi 60 mil socios, de todas las actividades y rubros distintos, de todos los grupos socioeconómicos, muestra que el emprendimiento también es un poderoso instrumento de movilidad social y de igualdad de oportunidades en una sociedad que tanto lo necesita como la nuestra.
 
Por eso, los dos ejemplos que tenemos aquí hoy día, Mario Kreutzberger, “Don Francisco” y, por supuesto, Fernando Fischmann. A Mario le tocó enfrentar la dificultad de ser emprendedor, me dice que cuando partió -y esto lo hemos conversado muchas veces con Mario­- era un proyecto, durante un año no lo recibió el director de Canal 13 y usted se refiere probablemente a don Eliodoro Matte…al anterior, no sabía que tenia tanta edad, la verdad es que mi memoria es prodigiosa, pero tiene límites. Le costó mucho convencer que Mario Kreutzberger que venía del mundo de la sastrería, iba a ser capaz de ser un buen animador. De hecho, muchos cuando ven a Mario Kreutzberger, cuando no hay una cámara, se preguntan cómo puede ser tan buen animador. Pónganle una cámara al frente y van a saber por qué ha logrado conquistar los corazones, el entusiasmo, incluso maltratando a sus invitados lo terminan queriendo más que nunca.
 
Y posteriormente hizo la gran aventura y emprendimiento de su vida, que fue la Teletón que, sin duda, fue un regalo a nuestro país, no solamente para esos más de 90 mil familias que han sido atendidas, sino que también para todos aquellos a los cuales la Teletón les ha permitido humanizar su alma y su vida. 
 
En el caso de Fernando, también, su primer emprendimiento fue lograr que las lagunas no se pusieran del color verde, porque si fuera como sopa de arvejas, por último, es pasable; cuando se ponen como sopa de espinaca, ya es fatal.  Lo logró, pero después tenía otro proyecto más grande, que era llevar este proyecto a cambiarle la vida a la mayor cantidad de personas en el mundo.    
 
Por todas esas razones, yo estoy absolutamente convencido que se merecen -y con creces- el premio que hoy se les está otorgando.
 
Quisiera simplemente terminar estas palabras, que yo siento que todos tenemos que ser emprendedores, y el emprendimiento no es solamente en el mundo tradicional de los negocios, tenemos que emprender con nuestras vidas. En este mundo, tenemos una sola vida. Yo creo en el otro mundo. El otro día conversamos con Mario, me dijo algo que es muy sabio, dijo “yo creo en todo, pero tengo dudas de todo”. O algo parecido.
 
Porque la verdad es que hay una anécdota muy bonita de un señor feudal, que se acerca a la Catedral de Colonia, y se encuentra con tres hombres picando piedras, y les pregunta “¿qué están haciendo?”. El primero dice “estoy picando piedras”; el segundo, “me estoy ganando la vida”; y el tercero “estoy construyendo la Catedral de Colonia”. Qué triste lo del primero, pensar que lo único que hacía en su vida era picar piedras; el segundo, por lo menos, sabía que era para ganarse la vida; y el tercero le daba un significado trascendente, “estoy construyendo la Catedral de Colonia”.
 
Yo les aseguro a todos ustedes, emprendedores, que en la vida van a tener que picar muchas piedras, pero ojalá nunca, ni siquiera en los momentos más oscuros del tedio, del sacrifico, de la frustración, se olviden que están construyendo su propia “Catedral de Colonia”, que es su proyecto de vida, y espero que todos tengan éxito, porque sin duda el solo hecho de estar aquí y de haber creado esta maravillosa institución, que busca fomentar el espíritu de innovación y el emprendimiento, que yo creo que es el único recurso verdaderamente renovable e inagotable que tenemos los seres humanos, se lo merecen.
 
Así que, ¡vivan los emprendedores de Chile!, ¡viva la ASECH! y ¡muchas gracias!