Presidente Piñera presenta Ley de Gratuidad en IP y CFT

16 ABR 2018
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El Presidente de la República, Sebastián Piñera, firmó el lunes el proyecto de ley que expande la gratuidad al 70% de los alumnos que asistan a Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales que cumplan con los requisitos establecidos en la Ley de Educación Superior.

Amigas y amigos:
 
Quiero saludar hoy a todos mis compatriotas y, en forma muy especial, a los estudiantes de la educación técnico-profesional que hoy nos acompañan.
 
Con la firma de este proyecto, donde sé que hubo aportes muy significativos de muchas personas –incluyendo la senadora Carolina Goic y el senador Manuel José Ossandón– estamos expandiendo la gratuidad en la educación técnico-profesional a nivel superior, a todos los estudiantes pertenecientes a las familias del 70% más vulnerable de nuestro país. 
 
Y éste es un primer paso, porque nuestro compromiso es llegar hasta el 90% de las familias más vulnerables de nuestro país, de acuerdo – naturalmente– a las condiciones fiscales y a la capacidad de recuperar nuestro crecimiento.
 
De esta forma, estamos beneficiando ahora a más de 13 mil estudiantes de la educación técnico-profesional, y también a las familias de esos estudiantes.
 
La gran misión de nuestro país y también de nuestro Gobierno en materia de educación, apunta en cuatro direcciones fundamentales:
 
Primero, mejorar la calidad de la educación en todos los niveles de nuestro sistema educacional para poder incorporar en plenitud a nuestro país –y a nuestros compatriotas– a los tiempos modernos, a la sociedad del conocimiento y la información, que ya llegó y que va a estar, y va a seguir avanzando con o sin nuestra voluntad. Lo único que tenemos que decidir es si queremos ponernos de pie y ser parte de esa nueva sociedad del conocimiento y la información, o simplemente queremos darle la espalda y que nos pase por encima;
 
Segundo, ampliar la cobertura de la educación preescolar, de forma de permitir a todos nuestros niños, y especialmente a los más vulnerables, poder desarrollar sus potencialidades y avanzar hacia una mayor igualdad de oportunidades;
 
Tercero, fortalecer el sistema de capacitación de nuestros trabajadores, de forma de lograr que aquellos que ya no están en la educación formal, puedan también capacitarse y prepararse para ser actores en esta nueva revolución tecnológica que está golpeando nuestras puertas;
 
Y cuarto, potenciar nuestro sistema de educación técnico-profesional, tanto a nivel superior como a nivel escolar, y hacer que ambos logren integrarse de mejor forma, porque debemos entender –y a cabalidad– que los técnico-profesionales son la fuerza que mueve a nuestro país.
 
Estas cuatro tareas están en el corazón del programa de nuestro Gobierno y nos van a permitir avanzar, con decisión y con rapidez, hacia un desarrollo más integral y más inclusivo, y a cumplir con el sueño y el imperativo moral de derrotar la pobreza en nuestro país, antes que termine la próxima década.
 
Quiero también aprovechar esta oportunidad para dejar meridianamente claro que la gratuidad en la educación superior ha llegado para quedarse y que no habrá lucro en la educación superior universitaria en nuestro país. 
 
Éste es un tema que la sociedad chilena ya discutió y ya zanjó, y también es un compromiso de nuestro Gobierno. Y hoy día, el Estado cuenta con todos los medios legales y administrativos para velar por su estricto y oportuno cumplimiento, y nuestro Gobierno va a ejercer todas esas facultades, legales y administrativas, para cumplir con esa obligación.
 
Queridas amigas y amigos:
 
Sabemos que la fuerza de una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. Y en nuestro caso -y lo sabemos hace mucho tiempo-, ese eslabón más débil está en la educación y formación técnico-profesional.
 
Y esta debilidad subsiste, a pesar de que muchas voces visionarias lo advirtieron hace ya mucho tiempo.
 
Recordamos, por ejemplo, a don Manuel Montt –entonces ministro de Justicia y luego Presidente de Chile, que también ejerció el cargo de ministro de Educación– quien señaló la urgencia de formar buenos técnicos, capacitados y dotados de conocimientos y competencias técnico-profesionales necesarias para permitirles no solamente ejercer un oficio industrial –como se llamaba en esos tiempos– sino que también contribuir al mejor desarrollo de sus familias y de nuestro país.
 
Fue así como en el año 1849, en el tradicional Barrio Yungay, nació la Escuela de Artes y Oficios, encargada, precisamente, de entregar esos medios y esas potencialidades, como lo decía en su tiempo Manuel Montt, “para que se labrase la felicidad futura, constituyendo un factor importante para el progreso industrial, junto con formar artesanos instruidos, laboriosos y honrados, que contribuyan al progreso industrial de nuestro país”.
 
Adicionalmente, en septiembre de ese mismo año, la Escuela de Artes y Oficios nace y acoge a sus primeros 24 alumnos.
 
Más tarde vinieron muchas otras iniciativas. Podemos recordar, en la década de 1940, cuando se formó la Universidad Técnica del Estado, que después pasaría a ser la Universidad de Santiago.
 
Sin embargo, a pesar de todas estas actitudes visionarias y de todos estos esfuerzos, debemos reconocer que hoy la educación superior técnico-profesional no ha recibido, de parte del Estado, ni el reconocimiento ni el apoyo que merece para poder dar formación técnico-profesional de calidad a todos los estudiantes que quieran optar por esa línea de educación, y que ha sido muchas veces postergada frente a las necesidades de los planteles universitarios.
 
Por ejemplo, en los últimos años, sólo alrededor del 15% del financiamiento del Estado para la educación superior, se ha destinado a la educación técnico-profesional, a pesar que los alumnos que están en la educación técnico-profesional representan casi el 50% del total de los alumnos de la educación superior, y también provienen de hogares más vulnerables.
 
Este trato diferenciado se ha traducido también en una discriminación arbitraria del Estado en materia de asignación de becas y préstamos, como lo ha señalado con mucha claridad –en distintas oportunidades– acuerdos que se han logrado en el Senado, en los cuales han participado senadores como el senador Allamand, el senador Pérez y muchos más.
 
Lamentablemente esta discriminación permanece y durante mucho tiempo la educación técnico-profesional, en forma injustificada, ha sido discriminatoria.  Es injustificada esta discriminación, en primer lugar, porque Chile -como lo muestra la evidencia en el mundo entero- requiere de técnicos y profesionales formados con calidad y, adicionalmente, porque en esa educación estudian los alumnos más vulnerables que acceden a la educación superior.
 
Hoy día, el 76% de la matrícula de los Institutos Profesionales y de los Centros de Formación Técnica corresponde a familias que pertenecen a los 7 deciles más vulnerables de nuestra sociedad.
 
Por eso, el paso que damos hoy es un reconocimiento y una reparación. Reconocimiento de la fuerza indispensable para nuestro desarrollo que representan nuestros técnicos y profesionales, que son la fuerza que mueve a Chile, así también como la importancia que tiene la educación técnico profesional para fortalecer la movilidad social y el desarrollo de nuestras clases medias. Y, además, de reparación porque estamos frente a una injusticia y también a una miopía de nuestro país.
 
Por ello, nuestro Gobierno está absolutamente comprometido con fortalecer este eslabón de la cadena de nuestro sistema educacional y en priorizar a los estudiantes más vulnerables de la educación superior técnico-profesional en su esfuerzo, que estamos haciendo hoy, por extender la gratuidad hasta el 70% de las familias más vulnerables, como un primer paso para cumplir con nuestro compromiso de Gobierno de llegar hasta el 90% de las familias más vulnerables.
 
Esto es lo que hemos hecho hoy al firmar este proyecto de ley que, a partir del próximo año, extiende la gratuidad a los estudiantes de los Centros de Formación Técnica y a los Institutos Profesionales que cumplan con los requisitos que establece la Ley de Educación Superior y que pertenezcan al 70% de las familias más vulnerables de nuestro país.   
 
El costo de este proyecto para el próximo año alcanza a los 20 mil millones de pesos, lo que beneficiará a 13 mil estudiantes adicionales de este nivel de nuestro sistema de educación superior.
 
Gracias a esta iniciativa, casi 170 mil estudiantes de los Centros de Formación Técnica y los Institutos Profesionales cursarán estudios gratuitos a contar del próximo año, con un costo total para el Estado de 310 mil millones de pesos.
 
De esta manera estamos corrigiendo, aunque parcialmente, la desigualdad de trato del Estado hacia los estudiantes técnico- profesionales y abriendo las puertas hacia una mayor igualdad de oportunidades para todos los jóvenes de nuestra patria.
 
Pero no se trata sólo de educación superior técnico-profesional: también en las prioridades de nuestro Gobierno está el reforzamiento de la educación técnico-profesional a nivel secundario y su mejor coordinación e integración con la educación técnico-profesional a nivel superior.
 
Es por ello que tendremos y pondremos un especial esfuerzo para que en los 300 nuevos liceos de excelencia, que vamos a crear durante nuestro Gobierno, tengan un lugar muy especial y prioritario los liceos de excelencia técnico-profesionales.
 
Y junto a ello, quiero reiterar nuestro compromiso con la capacitación y educación permanente de nuestros trabajadores. Hoy día tenemos un sistema de capacitación, en el cual invertimos muchos recursos -más de 300 millones de dólares- sin embargo, todos los estudios que se han hecho muestran que nuestro sistema de capacitación de nuestros trabajadores no está cumpliendo su labor, porque no tiene ningún impacto, ni en la empleabilidad, ni en la productividad, ni en los salarios de los trabajadores que reciben esa capacitación.    
 
Y por eso, parte de nuestro programa de Gobierno contempla una profunda reformulación y modernización de nuestro sistema de capacitación de nuestros trabajadores.
 
Se terminó o se terminaron los tiempos en que las personas estudiaban el 20% de su vida y aplicaban esos conocimientos durante el resto de su vida. Ese mundo ya es parte de la historia.
 
El mundo moderno exige que todos estudiemos durante todas nuestras vidas y dediquemos el 20% de cada día a estudiar y prepararnos para poder mantenernos actualizados y vigentes en la sociedad moderna, cuya principal característica es el cambio acelerado. Se piensa que el conocimiento se duplica cada cinco años y, por tanto, el gran desafío del siglo XXI es luchar contra la obsolescencia.
 
Y ese desafío Chile no lo está enfrentando en forma adecuada y, por eso, mejorar la calidad de la educación y reformular, modernizar y mejorar la calidad de nuestro sistema de capacitación es una prioridad absoluta para nuestro país y, en consecuencia, para nuestro Gobierno.
 
Quiero reiterar que la ampliación de la cobertura de la educación preescolar, porque mientras más temprano lleguemos a corregir las desigualdades de origen mayor capacidad tendremos de poder compensar esas desigualdades y poder permitir que todos nuestros niños, incluyendo a aquellos que nacen en los hogares más vulnerables, puedan desarrollar las capacidades, las potencialidades y los talentos que Dios les dio, y mayor será la capacidad de nuestra sociedad de lograr una auténtica y verdadera igualdad de oportunidades.  
 
Es curioso constatar que la educación preescolar temprana y la educación técnico-profesional, que son los instrumentos más poderosos para lograr mayor igualdad de oportunidades, hayan sido los dos niveles de nuestro sistema educacional más descuidados en los últimos tiempos.
 
Y por esa razón, también agregar y reiterar que la educación -y lo sabemos todos- es la madre de todas las batallas, la calidad de la educación es la madre de todas las batallas, y sabemos que esa batalla debemos ganarla en la sala de clases, cambiando los contenidos, las metodologías, motivando a nuestros estudiantes, mejorando la capacidad de nuestros profesores.
 
Porque, dependiendo si ganamos o perdemos esa batalla, va a ser nuestro éxito o fracaso en integrarnos al mundo moderno, a la sociedad del conocimiento y la información, y cumplir con la misión de nuestra generación, que es el lograr transformar a Chile en un país desarrollado en forma integral e inclusiva, en un país que derrota la pobreza, en un país que logra verdadera igualdad de oportunidades, en un país que le da verdaderas oportunidades de desarrollar sus talentos y verdaderas seguridades de vivir con dignidad a todos sus hijos.
 
Sólo así podremos cumplir con nuestra misión, la misión de nuestra generación y permitir que todos los chilenos y chilenas puedan llegar tan lejos como grandes sean sus sueños, firme sea su voluntad y perseverante sea su esfuerzo por realizarnos en plenitud en este mundo.
 
Muy buenos días, muchas gracias.