Presidente Piñera participa del Panel de Clausura de la III Cumbre Empresarial de las Américas

13 ABR. 2018
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S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, participa del Panel de Clausura de la III Cumbre Empresarial de las Américas

Presidente Viscarra:
 
Lo felicito por la forma en que está organizando esta Cumbre. Y le saqué una foto, y le voy a sacar otra foto cuando termine su mandato, para que vea que el tiempo pasa y es cruel, pero vale la pena. Yo cuando inicié mi primer Gobierno tenía el pelo negro como usted; mire cómo estoy hoy día.
 
Yo pienso que los tres enemigos más peligrosos que tiene la libertad, la democracia en los tiempos modernos en América Latina, son el populismo, el narcotráfico y la corrupción.
 
Y no son independientes. La corrupción, que es el tema que nos convoca, ha existido siempre y va a existir siempre y, por tanto, hay dos formas de enfrentarla: una es tratando de crear “el hombre nuevo”, de San Pablo; eso, siempre hay que intentarlo. Pero, al mismo tiempo, hay que aprender a convivir con la naturaleza humana. 
 
Y yo creo que la mejor forma de combatir la corrupción es: tener un principio claro, una regla de oro, que a veces no está suficientemente establecida y asimilada por las autoridades y por los ciudadanos.  Cuando uno es autoridad, el bien común predomina siempre sobre el bien particular, y el interés público sobre el interés privado.
 
Para que no sea sólo una declaración de intenciones y le demos eficacia a esa regla de oro, hay un principio básico que es la transparencia. Las personas no se comportan igual cuando están bajo la luz del sol, que cuando están en la oscuridad del túnel.  Y eso es parte de la naturaleza humana. Y, por lo tanto, si todos supieran que -ojalá en forma inmediata- pero en algún momento del tiempo, lo que hacen va a ser conocido, juzgado y eventualmente castigado, todas las personas se comportarían mucho mejor.
 
Por eso, nosotros en Chile hemos hecho un enorme esfuerzo por esta regla de oro de la transparencia. No hay mejor policía que el alumbrado público; no hay mejor desinfectante que la luz solar.
 
Y por eso, que se conozca, los ciudadanos tienen derecho a saber qué hacen las autoridades que ellos eligen con sus votos, y en qué se gastan los recursos que ellos financian con sus impuestos. Y por eso nosotros hemos establecido un doble principio para el sector público, y lo estamos extendiendo para ciertas áreas de la sociedad civil, en que el interés común está directamente involucrado.
 
Primero, la transparencia activa: que se publique, en forma entendible, la información relevante de los distintos ministerios, servicios y organismos públicos, porque muchas veces -como decía el Presidente Vizcarra- tenemos un mar de datos en un desierto de informaciones.   Cuando uno presenta los datos en forma ininteligible está atentando contra la transparencia, no la está favoreciendo.
 
Y por eso, cosas tan simples -por ejemplo- que hemos avanzado mucho en Chile, que el ciudadano se pregunta “a ver, quiero comprar un medicamento”. En vez de tener que estar recorriendo las farmacias preguntando si está y qué precio tiene, que pueda entrar a un observatorio ciudadano y decir “medicamento”, dónde está ubicado, en qué radio geográfico quiere saber, pone el nombre del medicamento y le figura de inmediato dónde está, cuándo cuesta y, por tanto, compara, desde la comodidad de su computador.
 
Eso no solamente hace más transparente el mercado, lo hace más competitivo. Que se conozca en qué se gastan los recursos.
 
Yo le aseguro a usted que cuando le conté a mi mujer que todo lo que se iba a gastar en el almuerzo que dimos a los Presidentes -usted lleva tres semanas, Presidente, yo llevo cuatro semanas, así que yo tengo más antigüedad que usted, y la antigüedad constituye rango-, cuando uno le dice todo lo que consumamos en el almuerzo de Cerro Castillo - donde estuvo usted- va a ser conocido, la gente se comporta de una manera distinta si cree que eso nunca se va a conocer.
 
La transparencia activa, que los organismos públicos publiquen en forma inteligente, inteligible y simple, para que los ciudadanos puedan saber.
 
Cuando se hace una licitación, que se publiquen las bases, que se publiquen los criterios, cuando se adjudica, se publican las ofertas. Y ahí, muchas veces los propios competidores son los mejores guardianes de la transparencia del proceso, especialmente los perdedores.
 
Y, por tanto, se genera un círculo virtuoso de transparencia y de mejor conducta y de autorregulación.
 
Pero también está la transparencia pasiva, y es que cualquier ciudadano le puede solicitar a una autoridad pública que le entregue cierta información, y salvo que haya problemas de seguridad nacional o de esa índole, la institución está obligada a entregarla.
 
Esto antes era imposible, porque con la tecnología análoga y del papel, era imposible entregar la información. Un gran aliado de la transparencia es la revolución tecnológica, que permite tener enorme cantidad de información, disponible en forma instantánea y en tiempo real, a todo el mundo simultáneamente, sin prácticamente ningún costo y que se puede ordenar para que sea inteligible.
 
Ése es un mecanismo preventivo tremendamente eficaz.
 
Segundo principio básico: tener reglas del juego claras, parejas y conocidas, porque así, mientras más discrecional, más oscura o más discriminatoria sea la norma, más posibilidades existen de corrupción.
 
Cuando una autoridad pública puede decidir transferencias gigantescas de riqueza entre uno y otro, tenemos una tentación de la corrupción, y si Eva no fue capaz de resistir la tentación de una manzana y perdió el Paraíso por eso, imagínense lo que pasa cuando la tentación está en los hombres de carne y hueso, y las mujeres de carne y hueso, para no generar ningún sesgo.
 
Ése es un principio muy importante: reglas claras, transparentes, no discrecionales, que todo el mundo las conozca y que, por tanto, la autoridad sabe que las tiene que aplicar y el ciudadano sabe también que tiene derecho a que se las apliquen.
 
Y, finalmente, el tercer pilar, si alguien falla, a pesar de todos estos mecanismos de control: tener un sistema de persecución de los delitos, tanto a nivel de las Fiscalías como de los Tribunales de Justicia, eficaz y oportuno.  La impunidad es un gran aliado de la corrupción.
 
Ahí tenemos tres mecanismos en los cuales nosotros estamos muy comprometidos, hemos avanzado en Chile una enormidad. Es mucho más simple de lo que parece, porque la tecnología es un aliado formidable en esta materia.
 
Y, por supuesto, se requiere una voluntad, una fuerza, un compromiso que tiene que venir desde el Presidente de la República, para que permee a todo el sector público.
 
Yo estoy convencido que, si logramos combatir de esa forma la corrupción, vamos a tener una mejor democracia, una mejor sociedad, una mejor convivencia y un mejor país.
 
 
 
Pregunta: Uno de los temas que se habló mucho acá es todo lo que tiene que ver con el futuro del empleo y con toda esta enorme revolución tecnológica. No hay duda de que hay ciertos tipos de cambios que a América Latina siempre nos llegan tarde, pero usted ha sido muy visionario, y lo hizo incluso en su primer Gobierno, cuando desarrolló el Programa Start-Up Chile y tiene no solamente una obsesión, sino una pasión por todo este tema de la revolución digital en que estamos.
 
Por qué no nos cuenta un poco cómo están pensando eso desde Chile, pero, sobre todo, para tener la escala necesaria para que este tipo de proyectos crezcan y, por qué no, que el día de mañana no pensemos que el nuevo genio de la tecnología se llame Elon Musk, se llame Zuckerberg, sino que puede ser perfectamente un Ramírez de Chile, ¿por qué no?
 
Presidente Piñera: O un Moreno de Colombia.
 
Pregunta:  Los dos.
 
Presidente Piñera: Al Presidente Vizcarra lo escuché recordando a Canadá.  ¿Tiene nostalgia? 
 
Yo creo que América Latina ha sido siempre el continente de las oportunidades y el continente de la frustración.
 
De las oportunidades, porque lo hemos tenido todo: un territorio grande, vasto, recursos naturales generosos, no hemos tenido las guerras mundiales que casi destruyeron Europa el siglo pasado, ni los conflictos raciales o religiosos que cruzan el Medio Oriente. Y a pesar de todas esas enormes ventajas y potencialidades, seguimos siendo un continente subdesarrollado, que un tercio de su población vive en pobreza.
 
Y la pregunta es ¿por qué?
 
Y yo creo que hoy día es bueno hacerse esa pregunta, porque tenemos una oportunidad que nunca antes habíamos tenido.  Llegamos tarde a la revolución industrial, y por eso estamos donde estamos, pero ahora hay una revolución mucho más poderosa, amplia y que va a cambiar nuestras vidas y va a generar oportunidades como nadie sospechaba hace muy poco tiempo.
 
Y esta sociedad del conocimiento y la información, esta revolución tecnológica, es generosa con los países que la abrazan, la toman y la aprovechan, pero ha demostrado ser indiferente o incluso cruel con los países que le dan la espalda o simplemente la dejan pasar.
 
¿Cuáles son los pilares antiguos del desarrollo? 
 
Antes pensábamos que para que un país se desarrollara, tenía que tener un sistema político estable -que yo creo el mejor es la democracia-  una economía eficiente -que yo creo que la mejor es una economía de mercado, libre, abierta, competitiva-, y un cierto compromiso con la inclusión social, para generar un sentido de país, de visión compartida.  Eso sigue siendo cierto. Pero esos son los pilares viejos.
 
Y estamos poniéndonos al día con los pilares viejos, porque América Latina se divorció de esos tres pilares, y tuvimos un régimen absolutamente inestable, de democracias que se alternaban con dictaduras, que caían en forma muy estruendosa, que generaban democracias débiles, que al poco andar volvían a tropezar.  Y ésa fue la historia de América Latina.
 
Teníamos un curioso sistema de un estatismo asfixiante, que establecía que el Estado era como el motor, el protagonista y las personas, los súbditos que tenían que estar a disposición del Estado, lo cual sacrificaba la fuerza más poderosa y renovable, que es la libertad, la imaginación, la creatividad. Y teníamos países muy desiguales, con verdaderas fallas geológicas en su interior, que separaban a los que vivían casi como la elite de los países desarrollados, y el resto que apenas sobrevivía.
 
Pero en eso aprendimos la lección, y estamos recuperando el tiempo perdido.
 
Pero yo creo que hay nuevos pilares en los cuales América Latina está extraordinariamente débil, en algunos casos hay que construirlos, en otros casos hay que fortalecerlos, que son los pilares que van a hacer la diferencia en la economía que viene, esta economía del futuro que usted me hablaba.
 
Y yo creo que ahí hay cinco pilares claves:
 
Uno, la calidad de la educación.  La calidad de la educación en América Latina es muy mala. Cuando nos comparamos al mismo nivel socioeconómico con otros países del mundo, estamos muy retrasados.
 
Uno puede decir que Chile y Uruguay llevan la delantera, pero eso no es suficiente. Ahí tenemos que hacer una revolución copernicana y enseñarles a nuestros ciudadanos a ser ciudadanos del siglo XXI, de la sociedad del conocimiento y la información.  Y eso parte por aprender idiomas nuevos, como el idioma digital, el idioma inglés. Si el conocimiento se duplica cada cinco años, imagínense lo que significa en materia de obsolescencia. El gran desafío y amenaza del siglo XXI es la obsolescencia.
 
Ahí tenemos un pilar en que estamos todos muy atrasados, y en algunos casos, como en el caso de nuestro país, yo creo que hemos tenido un tremendo debate sobre la educación, sobre todo, menos lo único importante que es la calidad, que es un tema que se da en la sala de clases y donde nosotros queremos poner el énfasis en este Gobierno.
 
Lo segundo es, desatar las fuerzas de la libertad. Y, por tanto, promocionar, proyectar, promover la innovación, el emprendimiento, la creatividad y no asfixiarla en la burocracia.
 
Octavio Paz, cuando hablaba del Estado, hablaba “del ogro filantrópico”. Filantrópico, porque se supone que ayuda a la gente; y ogro, porque para muchos ciudadanos de América Latina, el Estado es un ente ajeno, vil, que le pone dificultades, que le dificulta todo.
 
Y, por tanto, aprender a apreciar la innovación y el emprendimiento como algo que agrega valor y no como algo que extrae valor, que es la típica concepción que tenemos en América Latina.
 
En Estados Unidos hay una cultura que premia a los innovadores; en nuestros países hay una cultura que castiga a los innovadores. Y ahí hay, también, una diferencia importante que tenemos que corregir.
 
Y desde ese punto de vista, el programa Start-Up en Chile lo que buscaba era justamente atraer a Chile a grandes innovadores, con grandes ideas, para que vengan a desarrollar sus proyectos en Chile, en la convicción de que eso iba a irradiar una actitud, una voluntad y también conocimiento e iba a generar una gran ganancia para nuestro país. Ese programa lo implementamos durante nuestro primer Gobierno, ha sido un gran programa, muy exitoso. 
 
Ahora estamos también promoviendo que nuestros innovadores puedan ir a conocer los centros de innovación más poderosos del mundo, no solamente Silicon Valley y la Ruta 68 en Boston, sino que también en la India, donde se está generando conocimiento, porque eso tiene un efecto multiplicador.
 
Un tercer elemento es que tenemos que invertir mucho más en ciencia y tecnología. Nos estamos quedando absolutamente atrás.  E incluso, para poder adaptar la ciencia y la tecnología, hay que entenderla y conocerla. Y ahí, el índice de inversión que tiene América Latina en ciencia y tecnología está en promedio en torno a 1/2 por ciento del Producto, una cifra absolutamente insuficiente.
 
Cuarto, el mundo moderno es un mundo que lo único constante es el cambio, y un cambio cada vez más acelerado.  Y frente al cambio hay que tener flexibilidad. Y América Latina tiene una estructura extraordinariamente rígida, tributaria, laboral, burocrática, que dificulta que las empresas, los ciudadanos se puedan adaptar a este cambio.
 
Por tanto, ahí tenemos cuatro grandes pilares que tenemos que perfeccionar o construir, más la modernización del Estado. El Estado-como decía Octavio Paz- en vez de ser un aliado, que aporta, se ha transformado en un adversario que frena.  La modernización del Estado, para no caer en las redes de la burocracia. 
 
Por ejemplo, en Chile establecimos que el Estado no le puede pedir a un ciudadano un papel que ya se lo pidió o que el propio Estado lo emite.  Que conecte su BackOffice y haga el esfuerzo, pero no que le pida al ciudadano que ande perdiendo días, tiempo, recursos, en oficina pública tras oficina pública, consiguiendo papeles que el propio Estado emite.
 
El concepto de la ventanilla única, para que la persona pueda ir a un solo lugar y atender todas sus necesidades.  El concepto de incorporar la tecnología digital, para que muchos de los trámites, nosotros avanzamos, hoy día estamos en la mitad de los trámites que hacen los ciudadanos en Chile con el Estado se pueden hacer por la vía digital. Y queremos llegar a un 90%. Obviamente que eso requiere no solamente tener la tecnología, también que la gente aprenda a utilizar la tecnología, y eso es nada más eficaz que lo que se llama un Keen Application. 
 
¿Por qué la gente aprendió a usar el celular con tanta rapidez?  Nosotros, por ejemplo, en Chile tenemos 23 - 24 millones de celulares, y somos 17 - 18 millones de personas. Porque sin el celular prácticamente la persona se quedaba fuera de la sociedad, de su grupo de referencia.
 
Esa revolución tecnológica, en consecuencia, para que podamos aprovecharla y no nos pase por encima, porque va a venir con o sin nuestra voluntad, requiere un cambio de actitud muy profundo. Y yo siento que en muchos países estamos en una discusión sesentera, mirando el mundo de los años ’60 y no estamos abriendo los ojos y viendo el mundo que viene, que va a venir y que ya está llegando, los cambios que van a venir, el Internet de las cosas.
 
La Web 1.0 conectó computadores con computadores; la Web 2.0 computadores con personas; la Web 3.0 computadores con personas con cosas en un marco de inteligencia artificial. Lo más parecido a eso es el cuerpo humano.
 
Todos ustedes saben que, si el corazón no les late, no podrían sobrevivir y se estarían perdiendo esta extraordinaria conferencia. Y, sin embargo, ninguno de ustedes está preocupado que el corazón le late. ¿Por qué?  Porque es un sistema que está conectado y con inteligencia humana, que permite que funcione el cuerpo humano y solamente algunas decisiones lleguen a nuestra conciencia para que las tomemos nosotros.
 
Ése va a ser el mundo del futuro. Cuando la oficina, los automóviles, las carreteras, las ciudades, sean inteligentes y que tomen una enorme cantidad de decisiones, teniendo toda la información y todo el conocimiento enmarcado en un sistema de inteligencia artificial, cómo va a cambiar el mundo, no nos imaginamos.
 
El tema de la robótica, usted me hablaba del trabajo, es verdad, en Chile nosotros creemos que el 50% de los trabajos que existen hoy día no van a existir en 30 años más. Pero se van a crear otros trabajos. 
 
La pregunta es de qué lado queremos estar, de donde se destruyen los trabajos o donde se crean los trabajos. Tal como vamos hoy día, estamos más bien del lado de donde se van a destruir que del lado donde se van a crear. Otra razón para hacer un tremendo gasto.
 
Lo que viene en salud. Cuando tengamos dispositivos insertos en nuestros cuerpos, que van a estar transmitiendo nuestros signos vitales en tiempo real a un centro inteligente que va a tener toda la información del mundo y que va, inmediatamente, a enviar la información a nuestro médico tratante y a nosotros mismos.  Y, por tanto, las enfermedades se van a prevenir, incluso antes que aparezcan los primeros síntomas, y todos sabemos que las enfermedades modernas, si no se tratan a tiempo, se transforman en crónicas y significan un costo para la persona y para el Estado, gigantesco.
 
Lo que viene en educación: Cuando tengamos acceso a los mejores profesores del mundo en tiempo real, en el momento que queramos, si los niños y los jóvenes van a ir a clases solamente a compartir con sus compañeros y a consultar las dudas con los profesores.
 
En fin, lo que viene en materia de impresoras 4D. Antes el concepto de la revolución industrial, en que se producía un bien para todos, en línea, en la fábrica, y después uno compraba lo que el fabricante producía. Ahora va a ser todo al revés, se va a producir lo que uno quiere y uno lo va a poder producir en un almacén de la esquina y probablemente, a corto andar, en su propia casa.  Y, por tanto, el concepto de la línea de producción uniforme se termina y va a haber una producción absolutamente libre, desagregada, que va a satisfacer los requerimientos de los clientes. 
 
Ése es el mundo que viene. 
 
Y la pregunta es: ¿América Latina está preparada?  No. Pero peor aún, ¿se está preparando?  Tampoco.  Porque no estamos construyendo esos 5 pilares que son claves y básicos.
 
Por esa razón, yo creo que si hay algo que tenemos que hacer es dejar de vivir con este concepto mediterráneo, de mirarnos solamente entre nosotros, de estar permanentemente mirando hacia atrás y no levantar la vista a este mundo que ya está aquí y que nos va a cambiar las vidas como nunca antes; todo va a ser mucho más poderoso, que la revolución agrícola, que la primera revolución industrial, que la segunda revolución industrial.
 
Ustedes saben, yo cuando era estudiante de doctorado, no existía el teléfono celular, no existía el Email, no existía el Fax, no existía la fotocopia, no existía el Google, no existía Yahoo, no existía nada de las cosas que ahora existen. Miren cómo nos cambió la vida estos últimos 20 años la revolución de las cuales nosotros hemos sido en cierta forma, más que protagonistas, usuarios.
 
Bueno, hoy día aquí, en este teléfono, hay más, mucha más capacidad que todos los computadores que enviaron a Armstrong a la Luna; en este teléfono hay un teléfono, un GPS, una cámara de video, una cámara fotográfica, una conexión con todas las bibliotecas del mundo, la conexión con todos los amigos del mundo, toda la información a la cual uno quiere acceder. Y esto ya es historia.  Yo no me estoy refiriendo a esta revolución, yo me estoy refiriendo a la que viene, que va a ser más grande, más poderosa y va a cambiar más nuestras vidas que lo que nos cambió en los últimos 20 años.
 
Yo me recuerdo que el gran descubrimiento en mis tiempos que yo era estudiante, cuando escribía mi tesis de doctorado en inglés, mi mujer me ayudaba a tipearla, cometía un error, yo revisaba, se corregía el error, se cometían dos más, y era un proceso interminable.  El progreso que a mí más me cambió más la vida en ese tiempo fue el liquid paper, porque así, cuando se cometía un error, corregíamos las 10 copias con papel de calco y, por tanto, había que corregir el error, sin exponerse a cometer nuevos errores en lo que estaba bien.
 
Bueno, yo les digo una cosa: si en 20 años más yo le preguntara a usted, vamos a decir ¿cómo podíamos vivir en el año 2018, sin todas las cosas que nos van a parecer absolutamente imprescindibles en 10 años más?
 
Y lo cierto es que yo les digo a ustedes hoy día: los jóvenes que entran hoy día a la educación, cuando egresen van a tener que resolver problemas que hoy día no existen, con tecnologías que todavía no han sido inventadas. Y el cambio es tan grande que, si América Latina no reacciona y no empieza a prepararse, le va a seguir pasando lo mismo de siempre: el continente lleno de oportunidades, pero que solamente se queda en la frustración. Y ésa es la historia que tenemos que cambiar.
 
Pregunta: Cuando uno mira el caso de Chile y el caso de Perú, son países que lograron insertarse en la economía mundial de una forma muy exitosa.   El Presidente Piñera participó cuando nacía la Alianza del Pacífico, pero algo nos pasa en Latinoamérica, que no somos capaces de encontrar una integración inteligente.  ¿Qué tenemos qué hacer y cómo se imaginan cómo debería ser esa discusión para que en este Hemisferio nos integremos mucho mejor?
 
 
Presidente Piñera: América Latina es el Continente que tiene más Tratados de Libre Comercio: el Pacto Andino, la CAN, la ALADI, UNASUR, MERCOSUR, y podríamos seguir durante mucho rato.  Si cuando hay Cumbres de esto, no es una Cumbre, es una verdadera Cordillera, como la Cordillera de Los Andes. Y, sin embargo, es el continente que menos se ha integrado.
 
El comercio dentro de los países de América Latina es el 14% de nuestro comercio total. En Europa es como el 70%, y en cualquier otra agrupación es un porcentaje grande. ¿Por qué? Porque hemos enfocado mal el tema de la integración, es una integración burocrática, en que los Estados se juntan y definen “tú produces los refrigeradores, tú produces esto otro”, como si el mundo pudiese planificarse de esa forma. Una cosa, un concepto muy antiguo.
 
Y la mejor prueba de ello es que la Alianza del Pacífico lo hizo con un criterio muy distinto. Usted va a una Cumbre de UNASUR y tiene que escuchar un discurso largo -no quiero mencionar de quién, echando la culpa al imperialismo americano-, y después terminan los discursos, porque se hacen con prensa, y se acabó la reunión. De hecho, yo lo felicito, Presidente Vizcarra, porque ésta es la primera Cumbre de las Américas en que va a haber un documento. O sea, que nos vamos a poner de acuerdo en algo.
 
En la Alianza del Pacífico fue totalmente distinto, fue decir: “éste es un Acuerdo Comercial entre países que comparten una visión de la democracia, del mundo, de la integración, de la apertura”.
 
Pero era una cosa mucho más técnica, no era un foro político, sino que era un esfuerzo para lograr resultados, y en muy pocos años la Alianza del Pacífico -me tocó participar a mí en su origen- logró prácticamente la integración entre los países y estamos sobre el 95% de liberación, logró la integración no solamente el intercambio de bienes, sino que también de servicios, uniformar reglas aduaneras, normas de origen, y también logramos evitar una serie de medidas para-arancelarias. Pero además, unirnos para integrarnos al mundo.
 
Si el objetivo no es integrarnos solamente entre los cuatro y poner una muralla con el resto del mundo, que es el típico concepto de la Unión Aduanera, sino que era unirnos para ayudarnos a integrarnos al mundo. 
Ha sido una cosa muy exitosa.
 
Y yo veo con sorpresa, yo me acuerdo que la primera Cumbre de las Américas, que fue en Estados Unidos, en la década de los ’90, el Presidente George Bush padre habló de “la Iniciativa de las Américas, que era una zona de libre comercio, desde Alaska a Tierra del Fuego”, y que generó una gran expectativa y una gran emoción y optimismo.  Y hoy día vemos al Presidente de Estados Unidos enfrascado en una guerra comercial con China y con otros países.
 
Sabemos que, sin duda en materia de integración, América Latina nuevamente no ha sabido estar a la altura de las circunstancias.
 
Afortunadamente los países aprendieron la lección.
 
Yo espero no solamente que la Alianza del Pacífico siga avanzando y recupere el dinamismo original, sino que además hemos avanzado mucho en cerrar filas con el MERCOSUR, que siguió un modelo de integración que a mi juicio no era el adecuado, pero países como Argentina y Brasil claramente están reencontrándose con las bondades del comercio libre.
 
¿Por qué tanto miedo a la libertad en el comercio? ¿Por qué tanto temor?   El proteccionismo atenta contra todos, no beneficia a nadie. Ya sabemos que cuando el mundo siguió la tesis proteccionista después de la crisis del 29, lo único que hizo fue prorrogar la crisis por décadas. 
 
Y, por lo tanto, yo espero que América Latina aprendió la lección y que logremos, si logramos juntar la Alianza del Pacífico con MERCOSUR, vamos a tener más del 90% del Producto de la zona y vamos a poder negociar, en consecuencia, la integración como bloque, por ejemplo, al mundo del Asia-Pacífico.
 
Así que yo veo que, a pesar de todos los errores, no hay ninguna persona que finalmente no termine aprendiendo de los errores y tiene un tiempo de mayor optimismo.
 
Yo creo que nunca la noche está más oscura que justo antes de amanecer. 
 
Y en materia de integración en América Latina, está amaneciendo.
 
Gracias.