S.E. el Presidente de la República, Gabriel Boric Font, encabeza acto de conmemoración de los 52 años del golpe de Estado en Chile

11 SEPT. 2025
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S.E. el Presidente de la República, Gabriel Boric Font, encabeza acto de conmemoración de los 52 años del golpe de Estado en Chile 

Qué alegría poder hablar después de estos dos compañeros secundarios, que aseguran la continuidad de estas luchas que tienen larga data. Un honor poder escuchar sus palabras, llenarse de convicción y de esperanza, también, por lo que viene.
 
Muchísimas gracias a todos quienes nos acompañan en esta nueva conmemoración del golpe cívico-militar del 11 de septiembre de 1973.
 
Cuando uno se levanta cada 11 de septiembre se imagina, yo por lo menos, el “hora por hora”, qué es lo que estaba pasando en cada momento. Esos primeros llamados, las noticias de la sublevación de la Marina en Valparaíso, la llegada acá, la resistencia de la Guardia. Cada momento, cada segundo es desgarrador y estremece.
 
En este día, que es tan cargado de emociones siempre, quiero saludar a la familia Allende, a Isabel, a Marcia, a Maya. A toda la familia con quien estuve esta mañana en el Cementerio General, depositando un clavel en la memoria del presidente mártir. Pero tal como dijo Maya, no solamente en memoria del expresidente Allende, sino de todas las mujeres que lucharon por un mundo distinto y por recuperar la democracia.
 
Saludo también, por cierto, a las agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos que, en nombre o a través de Alicia y de Gaby han luchado durante todos estos años. Muchas veces sin ser comprendidas, sin ser escuchadas, muchas veces con demasiados portazos, que hacen totalmente merecido el enojo y la desconfianza. Creo que, después de estos casi cuatro años, hemos logrado construir una complicidad que se funda en su lucha y, por lo tanto, les estoy eterna, eternamente agradecido.
 
Saludo a los compañeros del GAP que también están acá y hoy nos acompañan. A los compañeros del GAP, a sus familiares, a quienes resistieron hasta el final con Salvador Allende. Por cierto, a todos quienes sufrieron diferentes tipos de persecución durante esos años oscuros, a quienes sin importar los costos defendieron la dignidad y los derechos humanos con valentía, a quienes dieron y dedicaron sus vidas a recuperar la democracia.
 
Por cierto, a las nuevas generaciones que proyectan la memoria. Como bien decía uno de los jóvenes que habló, la memoria exige movimiento y hoy la historia se mueve.
 
Amigas y amigos:
 
Vivimos en un mundo donde ciertos consensos comunes y mínimos civilizatorios que fueron alcanzados por la humanidad, después de sendos desastres causados por la propia humanidad, están puestos en duda, están puestos en cuestión.
 
Hoy vemos cómo peligrosamente se ponen en entredicho el reconocimiento y respeto universal de la dignidad de todos los seres humanos por el solo hecho de serlos.
 
Mi compañera me decía hoy día en la mañana qué impresionante que se valore o que haya que valorar la humanidad de una persona. Y eso es justamente porque hubo otros que durante demasiado tiempo negaron a compatriotas la humanidad. Eso no podemos aceptarlo, no podemos volver a repetirlo.
 
Porque hoy somos nuevamente testigos de escenas que pensábamos desterradas. Somos testigos de cómo se falta el respeto, sin ningún tipo de consideración, a los que piensan distinto.
 
Vemos, por ejemplo, en un país hermano, un país vecino, cómo a los adversarios políticos del gobierno se les trata de “cucarachas”. Vemos con preocupación, con estupor, cómo se intentan golpes de Estado, pero afortunadamente la justicia brasileña está actuando hoy día contra los instigadores de eso.
 
Vemos y somos testigos de hambrunas intencionadas, de ataques masivos e indiscriminados contra la población civil, de crímenes de guerra, de asesinato a periodistas, a personal médico, a defensores de derechos humanos, a niños y niñas, cuya sangre corre como la sangre de niños y niñas.
 
Parafraseando a José Martí podemos afirmar que, si Dante hubiera visto Gaza hoy, no habría tenido necesidad de pintar el infierno, lo hubiese copiado.
 
Por eso nos duele Gaza, por eso no permanecemos indiferentes. Tal como el mundo no miró hacia el lado cuando bombardeaban La Moneda, incluso en un tiempo en que las noticias no viajaban con la inmediatez que hoy lo hacen.
 
Porque cada víctima de cualquier genocidio, cada víctima de cualquier crimen político, es mi hermano, es mi hermana. Cada niño o cada niño que muere en cualquier guerra es un hijo de esa humanidad, ya sea sobre las ruinas de Europa, de Japón, de acá de Chile, de Gaza, de Sumy.
 
Para poder sostener la promesa del Nunca Más, hoy debemos estar alertas y activarnos frente a los discursos que relativizan a conveniencia el valor absoluto e incondicional de la dignidad humana.
 
Un preso político es un preso político en Nicaragua, en Irán o donde sea. Un niño desplazado, hambriento, paralizado por el miedo da igual si está en Gaza, en Sudán o en Ucrania o en una precaria embarcación cruzando el Mediterráneo o el desierto.
 
Muchas veces, la antesala de estas tragedias son la erosión y el debilitamiento paulatino de la democracia. Por eso no hay que minimizar los discursos de quienes, desde diferentes ideas y orígenes, desprecian la democracia y sus instituciones o la subordinan a intereses particulares, a intereses comerciales, a supremacismo racial u otros.
 
Como en toda actividad humana, aún en las peores condiciones y circunstancias, siempre, siempre hay espacio para la agencia, para la resistencia, para la acción transformadora.
 
Por ello, desde este Palacio de La Moneda, pero también, como decían nuestros compañeros secundarios, desde las calles y los barrios de Chile, decimos fuerte y claro: Democracia Siempre. Porque la historia nos ha enseñado que no hay libertad, dignidad ni prosperidad posible fuera de ella.
 
¿Es acaso la democracia un régimen perfecto? No. Sin lugar a dudas, no lo es. Debe estar siempre perfeccionándose y debe estar siempre siendo sometida a examen. La democracia requiere compromiso, requiere trabajo, requiere políticas públicas serias que afronten los desafíos de nuestro tiempo.
 
Desde la desigualdad que no es solamente la pobreza, sino que también es la extrema riqueza, desde cómo enfrentamos la crisis climática que golpea con más fuerza a los más pobres, desde la calidad de la educación a la libertad individual y colectiva, desde la amenaza del crimen organizado a los abruptos cambios en el comercio global.
 
Ahora, la democracia, y nos lo demuestra el 11 de septiembre chileno, no podemos darla jamás por sentada. Se construye día a día, se perfecciona y se profundiza.
 
Porque cuando la democracia no es capaz de dar respuesta a las grandes mayorías, se abre espacio para que algunos, que están generalmente en posiciones de privilegio, busquen echarla abajo con cualquier pretexto.
 
En esto no hay que confundirse. Los verdaderos demócratas siempre, como Salvador Allende, buscan y seguirán buscando los caminos institucionales y pacíficos. Porque en democracia nunca se agotan las vías del diálogo. Nunca es demasiado tarde, siempre va a haber una puerta para resolver las diferencias que tengamos. Nunca es inevitable rendirse a la violencia ni sacrificar la paz ni claudicar la esperanza democrática.
 
Por eso, hoy, 11 de septiembre del 2025, ratificamos lo que dijimos con motivo de los 50 años del golpe: democracia y derechos humanos siempre.
 
Compatriotas:
 
El golpe de Estado y la dictadura que este dio inicio han quedado registrados en la memoria individual y colectiva de nuestra patria. Y es, sin lugar a dudas, una de las etapas más dolorosas que ha pasado Chile.
 
En nuestra primera Cuenta Pública de Gobierno comprometí un Plan Nacional de Búsqueda que reflejara el compromiso del Estado con los familiares de los detenidos desaparecidos y ejecutados políticos. El Estado de Chile los hizo desaparecer, el Estado de Chile tiene el deber de buscarlos y debe poner todos sus esfuerzos para reunir los antecedentes dispersos, contrastar la información disponible y reconstruir las trayectorias de las víctimas de desaparición forzada.
 
Déjenme decirles que esto no es meramente un discurso de buenas intenciones. El Plan Nacional de Búsqueda lo hemos construido en conjunto con las organizaciones, porque sin ustedes no es. Sin ustedes no hay Plan Nacional de Búsqueda.
 
Sabemos que es difícil. Sabemos que a 50, a 40 años es difícil encontrar lo que no ha sido encontrado antes. Pero mientras tengamos energía no vamos a dejar de buscarlos. No vamos a dejar de buscarlos. Eso es lo que estamos haciendo hoy día. Hemos entregado carpetas donde se entregan finalmente todos los antecedentes que estaban en poder del Estado a los familiares de las víctimas, antecedentes que en algunos casos todavía no conocían.
 
Estamos realizando pesquisas materiales concretas. Permítanme salirme de lo solemne y contarles en qué consisten estas pesquisas. Drones que sobrevuelan la tierra para poder evaluar los movimientos que ha habido en la tierra en los últimos 50 años y después poder realizar excavaciones, con el cuidado que corresponde, en esos lugares, con la esperanza de encontrar a nuestros detenidos desaparecidos.
 
Esto lo he contado varias veces en las últimas semanas, pero ahora que hay tanta gente no puedo evitar hacerlo, a propósito del diálogo intergeneracional que hemos tenido en diferentes instancias, en este acto. Hace poquito conmemoramos el Día Internacional de los Detenidos Desaparecidos. Acá, en este mismo escenario, en La Moneda, había dos mujeres, una de 101 años y otra de 91. Sus hijos habían desaparecido cuando tenían 50 y 40 años. 50 y 40 años llevaban. Ahí está una de ellas. Muchas gracias por estar acá, compañera. Para mí fue muy impactante verla, poder compartir con usted y acto seguido, encontrarme con un joven que me gritaba: “Presi, Presi, por favor, sáquese una foto conmigo y mi bisabuelo”. Su bisabuelo era un cuadro de un detenido desaparecido.
 
Fue emocionante porque en esa distancia de 101 años a 16, había una historia de Chile que conversaba, había una historia de Chile que se mantenía, había una historia de Chile que no pudieron borrar pese a todo el tiempo que lo intentaron.
 
La próxima semana –está primero en tabla para el día lunes– el Congreso Nacional despachará para su promulgación el proyecto de ley que crea la calidad jurídica de Persona Ausente por Desaparición Forzada y establece un Registro de Personas Ausentes por Desaparición Forzada, facilitando la vida de sus familiares y evitando su revictimización cada vez que deben hacer un trámite legal.
 
Y ojo que acá no estamos pensando sólo en las víctimas de la dictadura cívico-militar. Pienso también, por ejemplo, en José Huenante. Y sepan –lo mencionaba alguien recién acá– que a Julia Chuñil tampoco no vamos a dejar de buscarla.
 
Tenemos un tremendo desafío como sociedad, particularmente en este momento histórico. Y es que la cultura de los derechos humanos eche raíces profundas en nuestra convivencia cotidiana, en todas las dimensiones. Yo les preguntaba recién a los compañeros secundarios si militan en alguna organización política, me contaban que no. Y lo hacen desde la cultura con el grupo Chankaka. ¿Y los podemos escuchar en alguna parte, está en Spotify o no? En YouTube hay que buscar Chankaka, entonces. Con K de kilo nos recuerdan.
 
Pero hoy día en la mañana estuvimos en el mausoleo de la familia Allende con las Juventudes de los Partidos Políticos Progresistas.  Quiero decirles que están acá algunos de los compañeros de las Juventudes. Pónganse de pie, por favor, también. Y leyeron una declaración que hicieron todas las Juventudes de los Partidos Políticos Progresistas que, a mí por lo menos, me dio mucha esperanza porque es difícil en momentos como estos decir cuestiones que vayan más allá de los lugares comunes o de la rememoración.
 
Creo que ustedes, compañeros y compañeras –lo leyó una compañera, la vicepresidenta de la Juventud Socialista– lo lograron con creces. Yo invito a todos los presentes a que lean la Declaración de las Juventudes Progresistas, porque son un camino de esperanza también en la acción colectiva, en la política como acción colectiva, entroncándose con la historia larga de nuestra patria.
 
La lucha por los derechos humanos, como nos recordaba Luisa Riveros y su familia, nació en las calles, en las poblaciones, en las plazas, en las comunidades cristianas de base, en los hogares que estaban atravesados por el dolor y la ausencia.
 
Fue en medio del horror que las víctimas de familiares, las y los defensores de los derechos humanos, todos quienes sostuvieron la búsqueda de verdad y justicia, que tuvieron que levantarse. Todavía hoy lo siguen haciendo, a través de la organización y la educación en los sitios de memoria y en sus historias de vida.
 
Por eso, desde el Gobierno hemos querido apoyar la labor que realizan, una labor de memoria. Pero la memoria es movimiento, la memoria es acción, la memoria es también futuro.
 
En los últimos 3 años de nuestro Gobierno hemos declarado 29 sitios de memoria a lo largo del país, lo que representa el 41% del total de los declarados desde el retorno a la democracia.
 
También, hemos recuperado y entregado sitios de memoria para el país y para las nuevas generaciones. El ex centro de detención Irán 3037, las nuevas concesiones y permisos del uso de la ex tenencia de Carabineros de Curacaví, de Cerro Chena, de Rocas de Santo Domingo, el ex cuartel Borgoño, el acuerdo de gestión del acceso al sitio memorial Hornos de Lonquén, la expropiación de Colonia Dignidad, entre otros.
 
Estos lugares cumplen una labor fundamental para la democracia. Nos enseñan que los gestos de humanidad también florecen en los lugares más oscuros, donde pretenden tapar la vista, pero no se puede tapar el corazón. Nos ofrecen la esperanza de un futuro más respetuoso con la vida y con la dignidad humana.
 
El año pasado, un sector político, parte de la derecha chilena, llamó públicamente a rechazar los recursos destinados a los sitios de memoria. Trataron antes de hacerlo con el Museo de la Memoria, hoy día con los lugares de memoria. Y aunque finalmente no lo consiguieron, debo decirles que estuvieron cerca. Se ganó por pocos votos en el Parlamento, la mantención de los presupuestos de los sitios de memoria.
 
Por eso, durante este año, la Subsecretaría de Derechos Humanos ha trabajado en la elaboración de un proyecto de Ley de Sitios de Memoria que acabo de firmar –acá está– e ingresaremos al Parlamento esta semana. Para que la mantención de los sitios de memoria no esté en jaque cada año al arbitrio de algunos que pretenden negar la historia de Chile. No aceptamos intimidación.  
 
Chilenos y chilenas:
 
Este es el último 11 de septiembre que me toca encabezar como Presidente de la República. Debo decirles que cada vez que lo hemos conmemorado ha sido estremecedor. Siempre las emociones se agolpan y remecen, la admiración por quienes dieron sus vidas en defensa del orden constitucional, el dolor por quienes no están, esa ausencia que se volvió presencia, nos llaman no solamente al recuerdo, sino a la acción.
 
Para mí, los detenidos desaparecidos, los ejecutados políticos, los luchadores por la democracia no son sólo tristeza, son también esperanza. Les digo que, desde esa oficina, ahí donde trabajamos todos los días y cuando salimos a terreno con nuestros equipos, están siempre presentes porque son acción, son consecuencia, son coherencia y nos inspiran a seguir.
 
Por eso quiero, hoy día, reivindicar los principios que inspiraban a la Unidad Popular. Quiero reivindicar, con mucha fuerza, ese ideal de justicia. Esa indignación contra la desigualdad. Ese profundo amor por Chile. Esos trabajos voluntarios, esa lucha por la producción. Ese medio litro de leche para cada uno de los niños de nuestra patria.
 
Lo digo porque el 11 de septiembre y las conmemoraciones muchas veces las hacemos pensando solamente en lo que vino, los 17 años de la dictadura. Pero la historia de las luchas de Chile se va entroncando de generación en generación.
 
Por eso es importante, compañeros, verlos a ustedes acá: secundarios, universitarios, a la generación nuestra que es la que inmediatamente los precede. A la de los 80, vi por ahí a Yerko Ljubetic, hoy día actual director del Instituto de Derechos Humanos. Ahí está Yerko, por favor. Primer presidente de la FECH en dictadura, en 1983.
 
Veo a tantas generaciones que hoy día me dan esperanza. Tal como Allende tuviera esperanza en Chile y su destino, acá en este lugar, desde La Moneda, declaramos tener esperanza en Chile y su destino.
 
Pienso en los asesinatos del general Bachelet, de José Tohá, de Carlos Prats, en el acribillamiento de Miguel Enríquez, en la desaparición forzada de la directiva del Partido Socialista encabezada por Exequiel Ponce y Carlos Lorca, en la aparición del cuerpo martirizado de Marta Ugarte, en los crímenes de la calle Conferencia, en el secuestro y asesinato de tantos dirigentes del Partido Comunista de Chile. Pienso en Víctor Díaz, en Reinalda Pereira, en Fernando Ortiz, en todos quienes, a lo largo de Chile, no sólo en Santiago, lucharon por un Chile más justo y digno.
 
Durante nuestro mandato los hemos tenido presentes. Las puertas de La Moneda han estado y estarán abiertas. Entiendo que mi misión como Presidente no se agota en actos simbólicos, sino en políticas públicas concretas, que es lo que espero hayamos hecho. Eso les tocará a ustedes juzgarnos después del 11 de marzo del próximo año.
 
Pero nuestro trabajo no se agota cuando termine el Gobierno, porque una vez que termine el Gobierno volvemos a la militancia. Quiero decirles también, desde este espacio, a todos los chilenos y chilenas, que desde el lugar que nos toque estar vamos a estar siempre luchando por más justicia, por más igualdad, por derechos humanos y democracia siempre.
 
Muchísimas gracias a todos y a todas, es un honor tenerlos hoy día acá en La Moneda.