S.E. el Presidente de la República, Gabriel Boric Font, encabeza la entrega de los Premios Nacionales 2024

19 MAR. 2025
Descargar Audio Discurso Descargar Transcripción

S.E. el Presidente de la República, Gabriel Boric Font, encabeza la entrega de los Premios Nacionales 2024.

Estas son las ceremonias que, a mí, en verdad, me emocionan, me motivan. Poder entregar reconocimientos en vida a quienes tienen una trayectoria tan rica y que, desde sus diferentes disciplinas, han hecho un tremendo aporte no solamente al país, sino al mundo es, para mí, como Presidente de la República, realmente un honor.
 
Es una ocasión solemne y vale la pena darle esa característica porque se reconoce hoy las trayectorias que ustedes han visto y se hace en Chile desde 1942, cuando se entregaron los Premios Nacionales de Literatura y Arte. Si mal no recuerdo, Augusto d'Halmar fue el primer premiado. Y cae para la memoria que Gabriela Mistral recibió el Premio Nacional de Literatura, años después de haber recibido el Nobel.
 
Qué increíble que hoy se lo estemos entregando a Elvira Hernández y que sea la segunda poeta, teniendo tantas poetas en Chile. Cuando decían “Premio Nacional de Literatura” en un momento pensé que los decidía yo y dije: “Hay que entregárselo a tal” y me dijeron: “No, no, no, el jurado”. Pero ojalá Verónica Zondek sea la próxima. Así que ahí hago lobby.
 
La historia de los premios se funda con un momento muy particular en la vida de la República, porque fue el Frente Popular del presidente Pedro Aguirre Cerda el primero en acoger esta idea, aunque esta se concretó tras su muerte. Es importante ver cómo parte con Literatura y Arte y cómo la sensibilidad de algunas personas termina influyendo también en el devenir o institucionalizando, dándole más apoyo a ciertas disciplinas que generalmente no son consideradas porque, como bien decía César Ross, no cotizan en la bolsa.
 
Gabriela Mistral en su libro “Desolación”, que es el primero que publica y lo publica en Nueva York en 1922, lo dedica a Pedro Aguirre Cerda y a la señora Juana de Aguirre, a quienes les dice: “Gracias, Pedro Aguirre Cerda y Juana de Aguirre, a quienes debo la hora de tranquilidad en que vivo”, mucho antes de ser Presidente de la República.
 
Entonces, esas pequeñas sensibilidades no son meros caprichos, sino que van cambiando también o van consolidando un trabajo, muchas veces, anónimo. Por eso a mí, como Presidente de la República, me emociona mucho poder estar acá y reconocerlos a ustedes.
 
De esa época, de los años 40, vienen la Orquesta Sinfónica, el Teatro Nacional, el Ballet, todos nacidos al alero de la Universidad de Chile. También, la CORFO, empresas como ENAP y ENDESA cuando eran del Estado, la CAP, la Ciudad del Niño, Chile Films.
 
Por eso es bonito pensar que, después de este terremoto brutal de 1939, el país decidió invertir no solamente en reconstrucción, no solamente en infraestructura física y mejores edificios, hospitales y carreteras, sino también en el arte y la cultura. Esa es una tradición que viene de mucho tiempo en Chile. Recuerdo una foto de Claudio Arrau de pequeño, que había sido becado por el presidente Pedro Montt para estudiar en Alemania.
 
Ahí hay una lección valiosa que debemos tener siempre presente y vale la pena recordarla porque, cuando decidimos aumentar el presupuesto, en particular de cultura, o cuando hemos hablado de diferentes materias de ciencia, hay sectores políticos –lo voy a decir claramente, la derecha, en particular algunos– que nos decían: “Están absolutamente perdidos de cuáles son las prioridades del país, cómo es posible que quieran aumentar el presupuesto de cultura si las prioridades de Chile son otras”.
 
Poner a competir prioridades, poner a competir a la bibliolancha de Chiloé con un hospital no tiene sentido, son cuestiones diferentes y que, desde mi perspectiva, por lo menos, la cultura refleja o es expresiva de las identidades de un pueblo. Por lo tanto, tenemos que apoyarlas más. Y no solamente la cultura, la educación. Ahí como país, como Estado, estamos al debe todavía, podemos hacer mucho más.
 
Y que estos Premios Nacionales no son solamente, como bien decían varios de quienes hablaron antes, reconocimientos individuales, son reconocimientos también e instituciones, en su mayoría a instituciones públicas. Qué gusto ver a la rectora del Pedagógico acá, al rector de la USACH, a la rectora de la Chile, al rector de la UPLA y a la rectora de la UTEM. Entonces, mirémoslos de una perspectiva más integral.
 
Ahora, una pequeña reflexión. Cuando le entregamos el Premio Nacional de Literatura a Hernán Rivera Letelier, anunciamos que el Premio Nacional de Literatura, que se entrega cada dos años y tácitamente hay una práctica consuetudinaria que le toca a un poeta y después a un narrador y, por lo tanto, cada cuatro años se entrega a un poeta, presentamos un proyecto para que el Premio Nacional de Literatura, que la literatura le ha dado tanto a Chile, se entregue todos los años.
 
Ese proyecto aún está en el Congreso Nacional. Yo le he pedido a la ministra Carolina Arredondo que le demos urgencia y que durante nuestro Gobierno ese proyecto esté despachado.
 
Ahora, en este 2024, me gustaría dedicar unas breves palabras a quienes hemos galardonado.
 
Elvira Hernández citaba, entre medio, si no me equivoco, a Eliot y esta frase de que “el ser humano no soporta tanta realidad”. Y es cierto esa realidad hay que enfrentarla y menos mal, después de esa frase tan descarnada de Eliot, escuchábamos también a José Zagal, quien nos invitaba a perseguir las utopías para cambiar la realidad, pero la realidad puede ser muy dura, y bien lo sabe Elvira y lo decía ella en su mismo discurso.
 
Cuando empezó a difundirse, yo ni siquiera estaba vivo o era muy chico, en pequeñas fotocopias, de manera clandestina, “Bandera de Chile”, ese texto donde se cuestiona lo que se estaba haciendo con los símbolos y la identidad nacional, condensó en imágenes y en palabras la experiencia de una época oscura, cargada de profundidad, cargada de sentido y cargada de belleza, que es justamente lo que nos otorga la poesía.
 
Jorge Teillier decía, no recuerdo la frase exacta, pero algo así como con la poesía no se gana plata ni se da de comer, pese a que también decía que la poesía debe ser como un cesto de pan que esté en todas las casas. Pero, sin lugar a dudas, permite vivir, permite respirar. La poesía arde, la poesía ilumina y muestra cosas que, de otra forma, no logramos expresar.
 
Perdonen que me detenga un poquito más largo en el Premio Nacional de Literatura, pero quiero citar un poema de Elvira, que dice más de lo que yo pueda decir:
 
Las palabras – dardos que salen de la boca
tras un blanco indefinido.
Salen en cantidades industriales
cuasi plagas de langostas.
Muchas de ellas vienen muertas
otras no nacidas.
¿La paz? La silueta que no se recorta
ante los ojos de sus observadores.
Estamos en el corredor del espectáculo.
Al frente es la franja de Gaza.
 
Cito estos breves versos porque hay que cuidar las palabras y la poesía de Elvira Hernández nos enseña eso.
 
Don Valentín Trujillo, permítame decirle, compañero. Todos conocemos su virtuosismo en el piano, muchos nos criamos viéndolo los sábados en la tarde y ha estado en todas nuestras casas, a través de la televisión, en programas como “Pin Pon” “El Mundo del Profesor Rossa”, pero además cultivando la música popular, como él decía, durante tanto tiempo, y que es tan difícil en Chile. Es difícil ser músico en Chile. Y tiene una versatilidad que le ha permitido tocar, hacer arreglos de jazz, baladas y boleros, compartir escenario con tantos intérpretes.
 
Creo que cuando se decidió, el jurado decide que el Premio Nacional se otorgaba a Don Valentín Trujillo, El Tío Valentín, se generó algo que es un poco inédito en los Premios Nacionales, que fue algarabía popular. Hubo mucha felicidad espontánea a partir de la entrega del premio a Valentín Trujillo.
 
Y como usted, compañero, les ha heredado la música a sus nietos, varios de ellos cantan con él. De hecho, me regalaron un disco en que tocan juntos, un CD que lo tengo en mi casa. Yo creo que esa herencia no solamente ha sido a ustedes, sino que también a todo Chile. Así que muchas gracias.
 
Los chilenos pueden alcanzar límites insospechados. Qué lindo, Ricardo Baeza contaba cómo lo incentivaron a soñar y en vez de cortarle las alas le permitieron volar desde su más tierna infancia. Jorge González decía que le agradecía mucho a su abuela también, porque cuando chico su abuela le decía en San Miguel, que era genial, que podía llegar a ser presidente, que era muy inteligente. Y Jorge González decía: “Mira, yo agradezco mucho eso porque los niños son como plasticina y pueden ser muy estúpidos o pueden ser muy geniales. Y eso depende de la estimulación que tengan en un comienzo”.
 
Entonces, nosotros y, muchas veces, la misma educación termina cortándoles las alas a los niños y tenemos que hacer justamente todo lo contrario. Ver el ejemplo de Ricardo creo que es muy clarificador en ese sentido, donde además está a la vanguardia en la ciencia y la tecnología, el conocimiento, computación, datos y inteligencia artificial. Está colaborando con nosotros como Gobierno justamente en el desarrollo de estas tecnologías, pero no solamente con nosotros, con el mundo.
 
Y cuando él agradece que se le haya dado el Premio Nacional pese a no vivir en Chile, hoy qué importan esas fronteras. Entiendo, me contaba la ministra de Ciencia, que eso generó algo de polémica en algún momento. Pero hoy estamos tan interconectados que el dónde uno resida, la patria es la infancia, la patria es la humanidad. Entonces, yo me alegro lo lejos que ha llegado Ricardo y muchas gracias también por su contribución en definir la agenda digital en nuestro país y por seguir transmitiéndola.
 
Y por seguir formando, usted mencionaba a muchos de sus estudiantes que van a continuar con esa tarea. Miren, me impresionaba la investigación en materia de dislexia que está trabajando una de sus estudiantes. No sé si ella está acá o no. Pero cómo las ciencias tienen una aplicación para gente que lo necesita y no es solamente esta cuestión lejana que nadie va a entender. Cambia vidas.
 
Don José Zagal, es emocionante escucharlo, saber que sus publicaciones son citadas en todo el mundo. Además, Chile es uno de los países más admirados en el mundo por justamente el área que él estudia, que tiene que ver con las energías renovables no convencionales y la transición energética, que es necesaria. Y esa investigación es necesaria para salvarnos de nosotros mismos, es bien paradójico, para salvarnos de nosotros mismos.
 
Desde Chile estamos muy comprometidos con esa agenda. Hoy día en la mañana recién teníamos un comité, a las 8 de la mañana, un Gabinete de Pro Crecimiento y Empleo y veíamos justamente la discusión sobre proyectos de hidrógeno verde. Y ahí Chile es referente no solamente en hidrógeno verde, sino en todas estas materias referentes a nivel mundial. Eso es gracias a trabajos como el del profesor José Zagal y qué bueno que su obra motive también a más estudiantes.
 
Por último, don César Ross. Debo confesar que no lo he leído y me encantaría hacerlo. Así que, rector, le pido ahí que me ayude a conseguir algunos de los libros del profesor. Pero usted dijo dos cosas que me quedaron marcadas: la historia nos sirve para situarnos en medio de la tormenta. Son muy tormentosos los tiempos que nos toca vivir, pero si no somos capaces de situarnos en ello, y para eso hay que tener perspectiva, nunca vamos a poder salir de la tormenta. Y la tormenta está bien, un mar en calma nunca hizo a un marinero experto, pero tenemos que saber dónde estamos en la tormenta.
 
Para eso es la historia y para eso hay que leer, para eso hay que estudiar, buscar ese pretérito esquivo y penitente, como nos dijo. Y ese trabajo que usted ha realizado sobre la historia económica y las relaciones de Chile, en particular ahora último con las naciones de Asia, es tremendamente relevante.
 
Yo he contado en otras instancias que el presidente Lagos me dijo alguna vez, antes que yo fuera siquiera candidato a la Presidencia, tuvimos la oportunidad de juntarnos a conversar: “Durante gran parte de lo que conocemos de la civilización occidental, el centro del mundo fue el Mediterráneo. Después de la Segunda Guerra Mundial, el centro del mundo fue el Atlántico Norte. Hoy día el centro del mundo es el Pacífico”. Ahí hay mucho que estudiar y tenemos mucho que entender y por eso para que nos ayude en eso, desde ya profesor, este año me toca una gira a Japón. Así que lo dejo invitado a que nos acompañe como parte de la delegación en esa gira y que podamos irnos conversando para hacer eso.
 
Hay una cosa, que se me había olvidado, que decía Valentín Trujillo en sus palabras cómo la música genera –y que se vincula también con la poesía– y tiene un compromiso a través de las letras. La historia del himno nacional es bien particular porque el himno nacional era otro al comienzo de la República, pero era muy antiespañol. Entonces, después, se cambió, no recuerdo exactamente la fecha –creo que entre 1850 y 1860– pero es un himno muy largo y nosotros cantamos solamente dos estrofas, si no me equivoco.
 
El himno nacional tiene una parte que dice, además de la que cantaban los militares que le cambiaron el sentido durante la dictadura, pero tiene otra parte que decía justamente por ese cambio: “ha cesado la lucha sangrienta, ya es hermano el que ayer invasor”, en referencia a los españoles.
 
Pero es muy impresionante cómo efectivamente todos se saben el himno y permítanme contarles una anécdota que a mí me impactó mucho, y cómo a través del himno generamos una identidad nacional, que se vincula también un poco con lo que ha escrito Elvira. Estaba en tu zona, no en Lebu exactamente, pero en Punta Lavapié, en la Provincia de Arauco y después de que había habido estos incendios tremendos que habían destruido parte importante de esa zona y de la zona urbana de Punta Lavapié, entre ellos había destruido completamente el colegio, una escuela.
 
Y estaban los niños teniendo clases, estábamos partiendo clases, de hecho, comenzamos el año 2023 creo en Punta Lavapié, en una pequeña iglesia que se había adecuado para que tuviera salas. Pero los niños me quisieron mostrar el colegio que se había quemado y nos fuimos caminando de la iglesia al colegio, colegio que nos comprometimos a reconstruir. Y, de repente, de manera instintiva se pone a cantar el himno nacional, los niños. Eran niños de 5 años, 6 años, 7 años y fue muy emocionante ver cómo todos nos encontramos y finalmente toda la comitiva se puso a cantar el himno espontáneamente.
 
El himno que antes uno lo miraba quizás con un poco de distancia, hoy a mí realmente me emociona y esa anécdota me emocionó mucho. Y cómo uno puede tener un compromiso a través de las letras es realmente emocionante.
 
Cierro agradeciéndoles y pidiéndole también a mi equipo que me ayude a concretar un deseo que no hemos podido concretar, porque lo urgente va tapando lo importante y las contingencias y las peleas a veces quitan demasiado tiempo. Pero los Premios Nacionales tienen un aporte importante que hacerle al país.
 
Entonces, a mí me gustaría, con quienes tengan por cierto la disposición a hacerlo, poder reunirme de vez en cuando con Premios Nacionales para que me cuenten su visión de Chile desde sus áreas de expertise.
 
Sería tremendamente útil porque también uno como Presidente de la República hay que tomar muchas decisiones, pero no sirve tomar decisiones sólo sobre la marcha, hay que hacerlo con una perspectiva y no sólo histórica, sino también de lo que está pasando en el mundo. Acá tenemos a personas geniales que han trabajado y estudiado tanto, cómo no vamos a aprovechar eso. Así que, por favor, busquemos una instancia para poder hacerlo.
 
Espero que este reconocimiento haya compensado, de alguna forma, los sacrificios, los momentos ingratos, las dificultades que sin duda tuvieron que vivir para llegar hasta acá y les hagan ver que cuentan con el reconocimiento y el orgullo no solamente de algunas instituciones, sino de todo Chile.
 
Muchísimas gracias.