Presidente de la República, Gabriel Boric Font, encabeza el Plenario de Alto Nivel del ODS 4

17 JUN. 2024
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S.E. el Presidente de la República, Gabriel Boric Font, encabeza el Plenario de Alto Nivel del ODS 4.

Muchísimas gracias por vuestra presencia. Muchas gracias Audrey, por tus palabras; Amina, muchísimas gracias por estar aquí desde la Organización de Naciones Unidas respaldando firmemente esta iniciativa.
 
Como Presidente de Chile y copresidente del Comité Directivo, es un honor participar en esta reunión. Tuvimos una excelente reunión con los miembros del Comité de Alto Nivel, a quienes agradezco el trabajo realizado.
 
Hoy reafirmamos nuestro compromiso con el derecho a la educación y buscamos acelerar esfuerzos que nos permitan alcanzar el objetivo que nos hemos fijado a nivel global a través del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4: garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos.
 
Estamos hablando de objetivos ambiciosos, por supuesto, pero alcanzables. Esto requiere el esfuerzo y la colaboración de todos los Estados, las organizaciones internacionales, la sociedad civil y el sector privado. Sólo juntos podremos transformar la educación en una herramienta eficaz para el desarrollo humano y el progreso de nuestras sociedades.
 
En mi país hemos asumido esta tarea con gran responsabilidad, conscientes de que, con la Unesco, estamos impulsando un proceso global que tiene un plazo corto e inevitable y que, para respetarlos, es fundamental establecer directrices claras, monitorear los avances e intercambiar buenas prácticas. Ningún país puede afrontar por sí solo el desafío de transformar sus sistemas educativos; debemos aprender unos de otros, compartiendo honestamente nuestros éxitos y fracasos.
 
Hoy tengo el honor de representar la voz de América Latina y el Caribe desde un país del sur del mundo, Chile, pero, sobre todo, de una región con enormes desafíos de equidad educativa, formación docente y, como bien decían varios ustedes en la reunión que acabamos de tener, que me parece particularmente importante, lo señaló el ministro de Educación de Brasil, de grupos históricamente marginados. También, el ministro de Educación de Yemen hacía una acotación bien importante de cómo las barreras del lenguaje estaban impidiendo el acceso a la educación superior a más de 200 millones de personas.
 
A esto se suma la urgencia de reactivar, recuperar y transformar la educación tras los profundos impactos aún percibibles de la pandemia. Y es que los años de confinamiento y reclusión impactaron profundamente nuestros sistemas educativos y a toda una generación que vio interrumpida o entorpecidas sus trayectorias de aprendizaje y desarrollo. Seguro ustedes, que han conversado con jóvenes que vivieron la pandemia, conocen lo difícil que fue para ellos y para los profesores, no perdamos de vista aquello, el mantener el ciclo educativo durante la pandemia.
 
Ahora, son años que, por cierto, dejaron también importantes aprendizajes y nos obligan a repensar nuestros sistemas educativos, hacerlos más resilientes y adaptables a las necesidades de niños, niñas jóvenes y adultos en circunstancias muy diversas.
 
Cabe recordar que la pandemia nos volvió a ser muy claras las consecuencias de la desigualdad, la importancia de la conectividad también como un derecho humano en el siglo XXI y donde los sectores más vulnerables tuvieron muchas más dificultades para aprender en las clases online, por ejemplo, producto del hacinamiento en sus casas. Qué difícil era poder tener clases en una casa de 30 a 40 metros cuadrados donde vivían seis personas. Imagínense dos niños en una casa de 30 a 40 metros cuadrado tratando de aprender. Prácticamente imposible. Tenemos que hacernos cargo de lo que significó esa realidad.
 
Colectivamente el 2022 establecimos compromisos importantes en la Cumbre de Transformación de la Educación, y la implementación y seguimiento de estos son fundamentales. Por ello destaco el monitoreo que está llevando a cabo el comité directivo. La existencia de este comité en gran medida se la debemos a la Unesco, Audrey, felicitaciones por el tremendo trabajo que has hecho impulsando la importancia de esta instancia. De hecho, el ODS 4, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 de Educación, es el único que tiene un mecanismo de seguimiento propio y eso debiera contagiar a los otros ODS.
 
El trabajo de esta mañana nos ha permitido revisar los principales desafíos en curso y nos alegra ver que se están promoviendo políticas públicas educativas basadas en la evidencia. Identificamos desafíos importantes en el monitoreo y reporte de datos, así como la movilización de recursos que permitan asegurar la sostenibilidad a nuestro sistema educativo. No se imaginan lo valioso que es escuchar, en la misma mesa, al ministro de Educación de China con el ministro de Educación de Brasil, con el ministro de educación de Yemen o de Arabia Saudita, junto con los principales organismos multilaterales europeos y, también, un representante de los jóvenes y un representante de los profesores a nivel mundial. Ahí hay una virtud y algo que no tenemos que dar por obvio, ese diálogo multilateral sin barreras geopolíticas es tremendamente valioso en tiempos tan convulsos como los que vivimos.
 
 
Este encuentro representa una oportunidad para reflexionar reconociéndonos desde nuestra diversidad de necesidades y experiencias para, desde allí, proyectar formas de colaboración para el desarrollo de las políticas educativas en cada uno de nuestros territorios. Qué interesante la experiencia de Costa de Marfil con Francia donde se hizo este swap de deuda por inversión en educación.
 
También, por cierto, experiencias de países que han transformado su educación en relativamente poco tiempo. Había una representante que no estaba en representación de Finlandia, pero que nos ayuda desde la experiencia de su país, que ha tenido un exitoso proceso en materia educacional.
 
Desde acá, desde esta tribuna, hago un llamado a levantar la educación como la base fundamental de los pilares que inspiran el actuar de las Naciones Unidas, el desarrollo, la paz, la seguridad y los derechos humanos. Qué importante es entender la educación como un espacio donde podemos entendernos entre iguales.
 
Desde mi perspectiva, liderando un gobierno de carácter progresista, hay ciertos espacios en la vida en común, ciertas esferas de la sociedad que no tienen que ser objeto de negocio: la salud, las pensiones, los cuidados y, por cierto, la educación, porque la gracia de la educación es que al entendernos como iguales nos permite también romper esa suerte de tragedia griega que significa que el lugar donde naces determina el lugar donde mueres. Eso no tiene por qué ser así y depende, justamente, de las políticas públicas que desde nuestros países impulsemos en materia educativa.
 
Quiero reiterar el compromiso de Chile y de toda América Latina y el Caribe para pasar del compromiso a la acción, tal como ratificamos en la Declaración de Santiago de este año. Traemos este mensaje con la mirada puesta en la reactivación, la recuperación y la transformación educativa haciéndonos cargos de los cambios tecnológicos. Hoy a muchos niños y niñas les aburren ir a la escuela porque pareciera estar todo en internet. Cuando estudié, que soy relativamente joven, no había internet en los celulares, hoy muchos tienen acceso a internet desde el celular y que compite con el profesor el interés. Por lo tanto, cómo hacernos cargo de estos cambios tecnológicos.
 
Un viejo profesor me decía algo que me parece muy interesante, me decía: “La tradición no consiste en usar el viejo sombrero del abuelo, sino en comprarse uno nuevo, como alguna vez hizo el abuelo”. A lo que me refiero con esto es que no mal entendamos la tradición, para poder mantener nuestros valores y principios necesitamos también cambiar y la educación es, quizás, el mejor ejemplo de aquello.
 
Nuestros Estados tienen que reconocer el papel crucial de la educación para el futuro sostenible de la humanidad en el planeta y el bienestar. Tenemos una responsabilidad impostergable, debemos movilizarnos y romper barreras para asegurar que cada niño, niña, joven y adulto, sea hombre o mujer, tenga acceso a una educación inclusiva, equitativa y de calidad.
 
Con esta convicción quiero invitarlos a debatir sobre la educación del futuro, a soñar y a hacer posible mejor porvenir para las próximas generaciones.
 
La educación tiene muchas dimensiones, no solamente la matemática, la historia, las ciencias, el lenguaje, es también, por ejemplo, la educación ambiental. Hoy los niños son mucho más conscientes del riesgo que implica la crisis climática y, por lo tanto, van a ser actores mucho más relevantes a la hora de enfrentar esto que las generaciones pasadas. Y eso, también, es gracias a la educación.
 
Esta mañana los miembros del comité hemos adoptado importantes acuerdos sobre los indicadores de seguimiento de los avances nacionales de las metas del ODS 4 y en aquellas autoimpuestas por cada país en la Cumbre de la Transformación de la Educación. Estamos conscientes de la necesidad de identificar indicadores que sean específicos para medir avances en literalidad y competencia numérica y aquellos que nos permitan distinguir estrategias para abordar brechas y desafíos en el proceso.
 
Adoptamos, también, una decisión acerca del financiamiento de la educación porque, como bien decía Amina, el financiamiento de la educación, y lo decía también el representante de Brasil a propósito de lo que señala siempre el Presidente Lula, un gran liderazgo en América Latina y el mundo, que la educación no es un gasto, es una inversión.
 
Por último, encomendamos a la Unesco iniciar un proceso regional de consulta participativa para la confección del documento final de la General Education Meeting, que se llevará a cabo próximamente en Brasil, en Fortaleza, de modo de promover el involucramiento de los diversos actores relacionados.
 
La educación no sólo es un derecho humano fundamental: es un bien público global que habilita el ejercicio de otros derechos. La educación contribuye al logro de otros Objetivos de Desarrollo Sostenible, como es el poner fin a la pobreza, previniendo además su transmisión intergeneracional. O como para el ODS 16, destinado a garantizar la paz, la justicia e instituciones sólidas: porque cuando la educación es equitativa, inclusiva y de calidad reduce desigualdades y promueve la paz y la democracia. Imagínense con los fenómenos migratorios que estamos viviendo, una educación inclusiva nos permite, también, reconocernos como iguales y dejar de lado las diferencias de los países de origen.
 
Otro tema crítico es, como decíamos antes, el financiamiento de la educación, que ha sido abordado en el Marco de Acción para la Educación 2030 y en la Cumbre para la Transformación Educativa.
 
El Comité estableció prioritario impulsar la movilización de fondos y mejorar la armonización. Lo decía la representante del Banco Mundial, que han apoyado a más de 160 países, especialmente a los más vulnerables. Tenemos que seguir incentivando eso.
 
A nivel regional, el pasado 25 y 26 de enero, Chile y la Unesco convocaron la Reunión Extraordinaria de Ministras y Ministros de Educación de América Latina y el Caribe, donde más 30 delegaciones generaron un debate sobre esto. En esto fue clave el diálogo entre los ministros de educación y finanzas. Y ahí, Geta, de Finlandia, nos hacía una propuesta bien interesante que, tal como estamos reunidos los ministros de Educación, que los ministros de Finanzas no se reúnan sólo a hablar de economía global, sino que se reúnan para comprometer apoyo en materia educativa. Los ministros de Educación aquí presentes saben lo difícil que, a veces, resulta, dentro de los mismos gobiernos, generar mayor inversión en educación. Tenemos que comprometer a los ministros de Finanzas y a la cultura económica de la importancia de la inversión en educación.
 
Un ejemplo, el 2022 en América Latina y el Caribe se cumplía al menos uno de los mínimos acordados, con un gasto público en educación de al menos un 4% del PIB y de al menos un 15% del gasto público total. Sin embargo, cuando lo comparamos con economías más desarrolladas, todos los países de nuestra región evidencian un gasto por estudiante relativamente bajo.
 
Estudios comparados nos demuestran que el 90% de las escuelas en América Latina y el Caribe podrían mejorar su nivel de eficiencia en un 17,3%, en promedio, reasignando los insumos educativos. En este escenario, resulta crucial poner atención a los mecanismos de distribución que compensen desigualdades de origen de los estudiantes; identificar y corregir ineficiencias administrativas; priorizar la asignación de recursos donde la evidencia muestra mayores retornos; y desarrollar sistemas de información y gestión que incluyan el monitoreo del uso de estos recursos.
 
Pero no todo es poner plata. Hay un momento en que cada peso tiene un rendimiento marginal menor, también tenemos que preocuparnos de las condiciones de trabajo de los profesores. Esto es tremendamente importante porque en todo el mundo tenemos una tasa de deserción de profesores que se mantienen poco tiempo en el sistema educativo producto de lo hostil o difícil que resulta el desafío de hacer clases. Ser profesor o profesora hoy es, quizás, uno de los oficios más difíciles del mundo. Por eso, debemos tener el compromiso de no retroceder en el financiamiento a la educación, pero, además, de dirigirlo mejor.
 
¿Cuál ha sido nuestra experiencia en Chile? El sistema educativo chileno considera un modelo de financiamiento de subvención a la demanda, con el con el cual no estamos contentos. Ello implica que el financiamiento de los establecimientos públicos y subvencionados, es decir, aquellos que siendo privados reciben recursos públicos, se encuentra sujeto a la asistencia de los estudiantes. Este sistema ha permitido un aumento de la cobertura, cosa que es muy relevante, llegando a ser uno de los más altos de la región. Pero, tenemos desafíos pendientes, como son el seguir avanzando en calidad, inclusión y equidad social porque, además, generalmente, los lugares donde menos asisten a la escuela los niños son en los sectores rurales y en los sectores más vulnerables.
 
Tengo la convicción de que una respuesta importante al desafío de la equidad se juega en fortalecer la educación pública sin fines de lucro. Y desde la experiencia chilena hemos aprendido que hay establecimientos que, por sus características, requieren aportes mayores, como aquellos de zonas rurales, o los que reciben estudiantes de contextos más vulnerables.
 
Para fortalecer nuestra educación pública estamos avanzando en un nuevo mecanismo de administración a través de los Servicios Locales de Educación Pública que son instituciones que se dedican exclusivamente a la provisión de educación en un territorio, atendiendo las necesidades de las comunidades locales. Una institucionalidad que está en marcha y en la que, sin lugar a duda, tenemos mucho que mejorar.
 
Amigos y amigas, quisiera manifestarles una preocupación porque la educación no ha sido priorizada como un eje nuestro pacto hacia el futuro. Por eso aprovecho desde esta tribuna de hacer un llamado a todas las naciones y organizaciones a respaldar las acciones lideradas por Unesco y el Grupo de Amigos de la Educación, con el fin de garantizar que esta sea reconocida y abordada de manera integral en todos los ejes del pacto.
 
Es crucial apoyar el evento que el Secretario General de la ONU está promoviendo en el marco de las reuniones del Foro Político de Alto Nivel–HLPF. Debemos hacer un llamado acerca de la necesidad de inversión y del uso de los recursos en educación, así como reconocer su papel en la prevención y construcción de la paz. Tenemos que democratizar el acceso a la tecnología e innovación, así como promover la alfabetización digital para todos, y debemos hacerlo junto a la participación de los jóvenes y las futuras generaciones porque su voz importa y merece un espacio. Promovamos, también, la creación de centros de estudiantes, de organizaciones de jóvenes, fortalezcamos la sociedad civil. Las sociedades cohesionadas son también sociedades más justas y más seguras.
 
Y aquí permítanme decirles algo que me parece tremendamente importante. En muchos de nuestros países uno de los principales desafíos que tenemos es la delincuencia y, muchas veces, para combatir la delincuencia los países adoptan medidas en torno a aumentar las penas, fortalecer a las policías y mejorar la eficacia en la persecución del delito, cosas que son, sin lugar a duda, muy importantes, pero si a la par no fortalecemos la educación, la cultura o el deporte estamos con una pata coja porque la cultura, el deporte y, sobre todo, la educación le quitan la posibilidad al narco y la delincuencia de seducir a esos jóvenes. Por lo tanto, invertir a en educación es también invertir en seguridad.
 
Para ir terminando creo importante recalcar dos cosas que han sido acuerdos de nuestras jornadas de debates. Uno, es trascendental que velemos porque cada estudiante tenga acceso a una alimentación nutritiva durante su trayectoria educativa. Hay suficiente evidencia a nivel mundial que sostiene que una alimentación nutritiva es crítica para el proceso educativo porque necesitamos nutrientes para desarrollarnos y aprender, y ningún niño o niña merece ni puede realmente aprender si está con hambre. Este es un imperativo que no puede esperar. 
 
Chile es miembro de la School Meals Coalition desde el 2022, cuyas áreas de acción son justamente la alimentación escolar, la salud, la educación y la malnutrición. En 2023 firmamos un convenio con la FAO para colaborar en la creación de la Ley de Alimentación Escolar en Chile. Nuestra experiencia nos ha enseñado que la alimentación escolar —como parte de la garantía del derecho a la educación— debe desarrollarse en sinergia con otros sectores, como economía, salud y medioambiente, fomentando programas de agricultura familiar campesina como proveedores de las escuelas, generando planes de educación alimentaria, certificando la calidad de los alimentos y garantizando su sostenibilidad. Insisto, si hay hambre no se puede estudiar. Por lo tanto, otorgar alimentos en las escuelas, desayunos y almuerzos en las escuelas, también garantiza la asistencia de los niños. 
 
Esta es una agenda impulsada principalmente por el Sur Global que se vincula directamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles 1, 2 y 17, por lo que quisiéramos como país y, en particular, co-presidentes, que este Comité invite a la FAO a sumarse y colaborar estrechamente en el trabajo del ODS 4 para alcanzar prontamente un reporte de estado de avance de la alimentación escolar a nivel global que permita a los Estados avanzar en la garantía de una alimentación saludable y nutritiva.
 
Y segundo, es crucial que reconozcamos y valoricemos apropiadamente la labor de los profesores, de los docentes, que trabajemos por proporcionarles el apoyo, la formación y las condiciones de trabajo adecuadas para que puedan cumplir con su rol, desde prevenir la violencia al interior de las comunidades educativas hasta involucrarnos en la formación de los currículums. 
 
La Unesco y la ONU han reconocido la necesidad de involucrar a los y las docentes en las definiciones de la política educativa, relevando su rol como actores críticos y protagonistas de los procesos educativos. Hoy los profesores cuentan con pocos espacios para impactar en el diseño e implementación de las políticas educativas y tenemos que abrir y validar esos caminos.
 
Quiero invitar a Unesco, al Comité y a todos los Estados presentes a que concretemos la realización de un gran encuentro que promueva la participación de las y los docentes en el marco de la Cumbre Social de Naciones Unidas de 2025. Es por ello que, para la organización de ambas iniciativas, ésta y aquella referida en avanzar en alimentación escolar, he mandato a mi ministro de Educación que evalúe su viabilidad y lidere su concreción.
 
En noviembre de este año vamos a tener la Reunión Mundial sobre Educación en Brasil, en la que nos reuniremos para delinear el escenario educativo global durante lo que queda del siglo XXI. Confío en que se constituya en un punto de inflexión donde la confluencia de actores nos permita analizar los desafíos actuales y futuros, proponiendo soluciones innovadoras y acorde con los cambios tecnológicos y epocales que estamos viviendo para avanzar hacia un futuro donde la educación sea el motor de un desarrollo sostenible y la paz, alcanzando no sólo las metas establecidas en el ODS 4, sino trascendiendo el horizonte del 2030.
 
Felicito y agradezco el trabajo de las y los profesionales de todas partes del mundo que impulsan una agenda multisectorial global y hacen posible este encuentro. Estamos sembrando, en este espacio, sembrando las semillas para cosechar un mundo más justo donde todos y todas tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial y contribuir al desarrollo global de manera significativa.
 
Antes de terminar, me siento en la obligación, en una tribuna multilateral, de hacer una mención a los niños que están sufriendo hoy. En Ucrania, muchos de ellos han sido privados de sus familias y trasladados forzosamente a Rusia. Es algo de lo que tenemos hacernos cargo como comunidad internacional.
 
Además, hago un llamado por los niños de Palestina. ¿Cuántos niños en Palestina han sido asesinados producto de lo que hoy está haciendo el Ejército de Israel en Gaza? No podemos ser indiferentes ante aquello. Hagamos un llamado firme desde la educación hacia la paz por todos los niños y niñas del mundo.
 
Muchísimas gracias.