Presidente de la República, Gabriel Boric Font, firma los nuevos estatutos de las Universidades Estatales, discutidos y elaborados por primera vez en democracia, con los que se fortalece la participación de la comunidad universitaria en la toma de de

27 DIC. 2023
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Presidente de la República, Gabriel Boric Font, firma los nuevos estatutos de las Universidades Estatales, discutidos y elaborados por primera vez en democracia, con los que se fortalece la participación de la comunidad universitaria en la toma de decisiones.
 
 

Muy buenos días a todos y a todas.
 
Estoy muy curtido por los avatares de la política, pero confieso que me emociona este momento porque recuerdo patentemente en una clase de derecho constitucional I en la sala 6 de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile el 2006, cuando nos contaron que se había logrado destrabar - Fernando Molina, no sé si lo recuerdan- finalmente para que la Chile tuviera un estatuto en democracia.
 
Hoy, desde la Moneda, estamos celebrando un acto que si bien para algunos pudiera parecer meramente formal o administrativo como es la firma de nuevos Estatutos de la Universidad del Estado, es tremendamente significativo para la democracia y para nuestro Gobierno. Estoy de acuerdo con Catalina, presidenta de la Fech, nos demoramos demasiado en llegar hasta aquí, pero llegamos.
 
Con la firma de estos decretos todas las universidades estatales chilenas, sin excepción, tendrá por fin nuevos estatutos que han sido, como bien decía la presidenta de la Fech, elaborados con la promesa que contienen en sí mismos, democracia y participación.
 
En ocasiones anteriores, como diputado o como dirigente estudiantil, siempre recordaba una columna del profesor Agustín Squella, a mediados de los 2000, en donde contaba muy sorprendido, a esas alturas yo diría más bien decepcionado, que cuando asumió como rector de la Universidad de Valparaíso a comienzos de los años 90 pensó que iba a ser un rectorado particularmente breve, porque obviamente la democracia recién llegada se iba a hacer cargo de esta deuda flagrante con las universidades estatales y, por lo tanto, se iba a terminar rápidamente no sólo con los rectores designados, sino también con los estatutos anti democráticos que habían sido puesto en dictadura.
 
Sin embargo, se quejaba amargamente, el profesor Squella, eran mediados de los 2000 y aún la mayoría de las universidades estatales no tenía nuevos estatutos y la política, el sistema político chileno le había fallado a sus universidades.
 
No obstante, reitero, llegamos, estamos aquí. Tal como dan cuenta en sus palabras Catalina y David, a quienes agradezco su intervención, que en conjunto con el rector de la Universidad de Valparaíso dan cuenta de la importancia de las comunidades universitarias completas, este ha sido un anhelo de las comunidades universitarias desde el retorno a la democracia.
 
Fue una de las primeras señales también de los límites de la transición a la democracia que evidenciaron varias generaciones del movimiento estudiantil de las últimas décadas. Fue en estas luchas en que, como sociedad chilena, nos hicimos conscientes y aprendimos que la educación no puede ser concebida como un bien de consumo y que tener un trato distinto por parte del Estado hacia sus propias universidades, no es un privilegio, sino un deber. Estoy claramente consciente que, como Gobierno, todavía nos falta avanzar mucho en esa dirección.
 
Mi propia trayectoria política está cruzada, como saben, por estas luchas y no solamente la mía sino de varios de quiénes veo acá. Son mucha las generaciones que han estado presente y han dado la batalla. Qué bueno y qué importante, David, el recuerdo a quienes ya no están, a quienes asistieron a cientos de reuniones que a veces parecían infructuosas, miles de comisiones a lo largo de Chile en donde tantas veces nos estrellábamos contra la falta de voluntad finalmente de la política o la falta de prioridad. Esa amenaza terrible que es el olvido, como decía Catalina, para poder hacer esto realidad.
 
Por eso creo que este es un momento de reflexión, es un momento también de emoción y de alegría. Para lograr cosas como ésta, se requiere unidad y altura de miras, se requiere pensar en las próximas generaciones y no estar secuestrado por los intereses de corto plazo.
 
Por ello también y aprovecho de mencionar algo de contingencia, me alegro que hoy haya sectores de la Oposición que se abran al diálogo por las reformas que tenemos la convicción Chile necesita, en particular la Reforma de Pensiones y el Pacto Fiscal. Chile y la ciudadanía nos exigen que la política dé resultados, que la política y la democracia no esté inserta y obnubilada por sus propias peleas, sino que le responda a la sociedad. En las comunidades universitarias también sucede.
 
Con esto concluye un proceso que se inició formalmente en términos legales el 2018, pero como ustedes bien decían mucho antes, con la entrada en vigencia de la Ley de Universidades Estatales que fue promulgada y llevada adelante por la ex presidenta Michelle Bachelet.
 
Antes, con este hito del Estatuto de la Universidad de Chile el año 2006, era presidente de la Fech en esa época quien es hoy ministro de Economía, Nicolás Grau, el actual subsecretario de Educación Superior, Víctor Orellana, era parte de la mesa directiva del 2005, cuando estábamos peleando contra el CAE y todavía estamos peleando contra el CAE.
 
Así, bueno, uno podría mencionar a Daniela Serrano, a Gael Fernanda Yeomans y a muchos que han sido parte de esa lucha.
 
Esta ley promulgada por la ex presidenta Bachelet fue un paso fundamental de la democratización y la apertura de las universidades estatales y trajo un poco de justicia, de reconocimiento para estas instituciones, porque se les reconoce en su especificidad y recupera y explícita el rol del Estado en el fomento de todas las universidades, lo que debe traducirse -y estoy consciente- en una manera distinta de entender también el financiamiento, en particular como exigía la presidenta de la Fech.
 
Lo hemos conversado largamente con otros rectores de diferentes universidades, lo hemos conversado con el rector de la Usach, con la rectora de la Universidad de Chile, con la rectora del Pedagógico, con la rectora de la UTEM, con el rector de la Universidad de Magallanes y a lo largo de Chile la necesidad urgente, y de la que tenemos que cumplir, de incrementar los aportes basales para las universidades estatales. Vamos avanzar en esa dirección, no les quepa duda.
 
La firma de estos nuevos estatutos abre una nueva etapa para las universidades estatales en la que las comunidades universitarias podrán participar más aún en el desarrollo del país y en la construcción de una sociedad que sea más justa, más inclusiva y más democrática, siendo también un crisol de los cambios que se anuncian en la sociedad y de acuerdo a organización y normas que ellas mismas por este acto se otorgan.
 
Para quienes nos escuchan desde sus hogares y para remarcar la importancia de este momento, les cuento que los estatutos son equivalentes a las leyes de un país y en la mayoría de los casos seguían vigentes las leyes ilegítimas de la dictadura.
 
Por ello es que hoy damos un paso más en el largo proceso de ir desatando estos nudos y amarras que han sido heredados de ese tiempo oscuro, un paso que nos enorgullece y nos acerca al país que queremos construir, un país innovador, un país productor de conocimiento, un país en donde haya espacios para la crítica, un país que genere el pensamiento crítico, con instituciones de educación superior vinculadas al futuro de la nación y con la sociedad y con las preocupaciones y anhelos de su gente.
 
Debo confesar, porque me parece importante decirlo acá, que estos cambios no son fáciles y han enfrentado resistencia incluso dentro del propio Gobierno. Esas resistencias han debido ser vencidas también.
 
Creo que es importante romper con la inercia o con la lógica economicista que a veces inunda todos los espacios y les quita relevancia a otros aspectos, creo, más sustantivos de la democracia, que nos hacen avanzar hacia la sociedad que queremos, como justamente este acto.
 
Por eso saludo la participación y el compromiso de estudiantes, de directivos, de académicos y académicas, de trabajadores y trabajadoras en los diferentes procesos de reforma estatutaria que se han extendido por varios años, también de las autoridades que han bregado para que esto sea posible.
 
Las universidades estatales hacen muchísimo por el país y hoy le toca al Estado reforzar su compromiso con ellas. Desde el Gobierno hemos impulsado algunas iniciativas que modernizan, fortalecen y expanden a las universidades públicas. Por ejemplo, los cupos adicionales para mujeres en carreras de ciencia y tecnología, ingeniería y matemáticas a partir del proceso de admisión 2024, el plan de fortalecimiento de los CFT estatales, el proyecto de ley que permite la birregionalidad en universidades estatales y, también, sepan que estamos trabajando y vamos a estar socializando prontamente una propuesta para un nuevo sistema de financiamiento que no sólo desbancarice, sino que sea más justo y una modernización académica de la educación superior. Para eso, subsecretario Orellana, ministro Cataldo, sepan que cuentan con todo mi respaldo para llevar adelante esta agenda.
 
Decía un rector icónico de la UTE: “Si la universidad se aísla del medio social, si se estanca en bajos niveles científicos y tecnológicos, si la dirigen pequeños grupos personalistas, sino la construyen diariamente profesores, funcionarios y estudiantes, si es en suma una institución paralizada, insular y antidemocrática, entonces quiere decir que no cumple su misión contemporánea”. Cita de Enrique Kirberg en 1971. Y estas no eran sólo palabras, se hacía realidad.
 
Estas palabras de Enrique Kirberg no eran sólo papel, no eran solamente discurso lleno de adjetivos, sino que traigo a colación el acuerdo que hizo la Universidad Técnica del Estado (UTE) con los mineros del carbón en Lota, para crear una institución, no sé si se llamaba CFT en ese momento, pero un centro de formación técnica dirigido por los mismos obreros, asistido por la universidad.
 
Los obreros, como bien se cuenta en esa gran película que recomiendo a todos ver, El Poder Popular, parte de la trilogía de La Batalla de Chile de nuestro hoy Premio Nacional Patricio Guzmán, estaban formando justamente y yendo más allá de lo que eran las obligaciones que se les imponían, sino que querían ser constructores de la patria. Y las universidades estaban al servicio de esa construcción de la patria, no eran torres de marfil aisladas de lo que estaba sucediendo.
 
Hay un documental, que es bien terrible, en donde aparece alguien que después fue diputado de derecha, Maximiliano Errázuriz, en una universidad privada contando lo que habían logrado con la eliminación de la política y de la discusión de lo que pasaba en la sociedad en las universidades. No recuerdo en este momento cómo se llama, hoy nos parece absurdo, pero eso fue lo que se intentó, fue efectivamente erradicar todo tipo de pensamiento crítico. Y eso se hizo con muerte, con secuestro, con asesinatos. Se hizo incluso bombardeando una universidad como la UTE, se hizo segregándolas y desmembrándolas, como pasó con la Universidad de Chile y nuevamente la UTE, se hizo cambiando sus normas, se hizo prohibiendo la participación estudiantil que tuvo que ser desafiada por las mismas comunidades universitarias.
 
De diferentes generaciones, pero nuestra ministra del Interior fue parte de la lucha en su momento por la democratización de las universidades, en esa famosa lucha contra el rector Federici. Y de seguro cada universidad regional tiene sus propias historias, esto no es solamente una historia de la UTE y de la Chile, sino también de estas universidades que se crearon en esa época y que tuvieron que sobrevivir, y han tenido que sobrevivir contra viento y mares, empujadas a una lógica de autofinanciamiento brutal y aun así logran salir adelante.
 
Hace poco hablaba con el rector José Maripani para felicitarlo por los cinco años de acreditación de la Universidad de Magallanes, en condiciones que son tremendamente difíciles.
 
Si el rector Kirberg o Eugenio González nos acompañaran hoy, si la generación de la reforma de los años 60 o del humanismo socialista de fines de los 40 y principios de los 50 fuera convocada, no me cabe ninguna duda que pondría la energía y la vitalidad de aquellos años al servicio de los desafíos actuales que tenemos como sociedad.
 
El litio para Chile, el hidrógeno verde, la transición ecológica, la participación plena de la mujer en todas las esferas de la sociedad, el rol de la cultura, la ética y la bioética frente al avance tecnológico como la automatización, la robotización y la introducción de la inteligencia artificial en áreas cada vez más amplias y diversas de la actividad humana y tantos desafíos, el modelo de desarrollo y el modelo productivo que tenemos como país, la descentralización, no me cabe ninguna duda de que las actuales comunidades universitarias hoy,  justamente, con estos estatutos están más empoderadas para avanzar en esta dirección.
 
En definitiva, estimados y estimadas, la lucha por la democratización y la apertura de las universidades del Estado tienen justamente este fin, poner su enorme e infinita capacidad creadora, sin límites, al servicio del desarrollo del país y de su pueblo.
 
Con universidades democráticas para un país que valora, cuida y cultiva día a día su democracia, Chile unido avanza.
 
Felicitaciones, muchas gracias.