Presidente de la República, Gabriel Boric Font, interviene en la 79° Asamblea General de Naciones Unidas

24 SEPT. 2024

En su discurso el Mandatario respaldó una reforma a las Naciones Unidas; abogó para que la comunidad internacional condene sin ambigüedad las violaciones a los Derechos Humanos que ocurren alrededor del mundo y condenó la masacre israelí en Gaza, al mismo tiempo que exigió la liberación de los rehenes que mantiene Hamás. Ante el plenario de la ONU, el Jefe de Estado rechazó la invasión de Rusia en Ucrania y se refirió a la crisis migratoria en América Latina derivada de la situación que se vive en Venezuela, entre otros temas.

A continuación, el discurso del Presidente de la República.

Señor presidente, integrantes de la Asamblea General de Naciones Unidas y a todos los habitantes de nuestra tierra que nos escuchan:
 
En 2025 se van a cumplir 80 años desde el día en que 51 países dieron el paso trascendental de crear la Organización de Naciones Unidas. Nuestro país, Chile, ha sido siempre parte orgulloso de este esfuerzo colectivo. Fuimos, en ese entonces, uno de los países fundadores y hoy, casi 80 años después, seguimos defendiendo la democracia, la paz, el multilateralismo y el respeto íntegro a los derechos humanos.
 
El mundo desde 1945 ha cambiado mucho, debe haber sido complejo en esa época, lleno de esperanzas por el fin de la guerra, pero desgarrado por la pobreza, destrucción y muerte que dejó a su paso. Aún marcado, en 1945, por la infamia del colonialismo, ya comenzaban a bullir las inexorables emancipaciones de los pueblos, de sus colonizadores.
 
Repito, ha pasado mucho tiempo desde entonces y el mundo ha cambiado radicalmente. Imaginen si un joven de 20 años de esa época despertara mágicamente el 2024, seguramente no podría creer lo que está viendo. El mundo ha cambiado, pero hay cosas que se mantienen igual. Un ejemplo reiterado desde este pupitre es el Consejo de Seguridad de la ONU y el mundo del 2024 no es el de 1945.
 
Escuché atentamente en la mañana al Secretario General de la ONU, al Presidente Lula de Brasil, al Presidente Biden de Estados Unidos manifestar explícitamente su acuerdo en reformar el consejo de acuerdo a los tiempos de hoy. ¿Quién o qué lo impide? ¿Hay alguien acaso en esta asamblea que se oponga?
 
Desde Chile, propongo que nos pongamos un plazo para la reforma y que para cuando la ONU cumpla 80 años lo haga con un Consejo de Seguridad acorde al curso de los tiempos actuales, del que sean parte Brasil desde América Latina, la India, al menos un país de África, entre otros. No hay nada que lo impida, salvo la falta de nuestra propia voluntad.
 
Las instituciones humanas dependen de la voluntad de sus líderes, nosotros, y aquellas que no son capaces de adaptarse a su época corren el riesgo de derrumbarse. Es cosa de recordar el rápido colapso de la Sociedad de las Naciones. Y es que hay momentos en que el cambio es la mejor manera de asegurar la continuidad de nuestra historia y este es precisamente uno de esos momentos.
 
Lo mismo respecto a la gobernanza financiera. Valoramos los esfuerzos que han hecho las instituciones financieras globales para modernizarse, pero sobre todo desde Chile apoyamos la propuesta de África liderada por Nigeria para abordar la evasión fiscal, los flujos financieros ilícitos y las desigualdades en la recaudación de impuestos a través de la creación de una Convención sobre la Cooperación Fiscal Internacional, logrando un sistema más transparente e inclusivo, un sistema de impuestos globales que apoye al financiamiento de la lucha contra la crisis climática en el cual los países, pero también las grandes empresas rindan cuenta de sus movimientos y aporten lo que corresponde a los países de los cuales han obtenido su riqueza.
 
Para estos desafíos y tantos más, no me cabe duda que es el posible liderazgo de una mujer, como señala el Acuerdo de la Convención del Futuro que suscribimos hoy en la mañana, que provenga de nuestra América grande, según el criterio de rotación territorial de la ONU, el que podrá encabezar este proceso siguiendo la senda reformista de António Guterres.
 
Señor presidente de la asamblea, líderes del mundo:
 
En ocasiones la comunidad internacional es acusada de doble estándar frente a las violaciones de los derechos humanos que ocurren en una u otra parte del mundo. Se condena lo que hace el adversario, pero cuando es un supuesto amigo o alguien del mismo color político el que vulnera la carta de la ONU, se mira hacia el lado o campea la ambigüedad.
 
Desde Chile, nos revelamos contra el doble estándar en materia de derechos humanos. Como presidente joven, latinoamericano y de izquierda digo fuerte y claro que los derechos humanos se deben respetar siempre y en todo lugar y debemos exigir este respeto sin importar el color político del dictador o presidente de turno que los vulnere.
 
Y es que la adolescente palestina asesinada en Gaza, el trabajador venezolano obligado a migrar de su patria, el niño ucraniano secuestrado por Rusia, el opositor silenciado en Nicaragua o la mujer expulsada de la escuela en Afganistán sólo por ser mujer son, antes que todo, seres humanos. La voz de todas las naciones sin importar su posición política debe alzarse para defenderlos. Esa es la posición de principios más allá de cualquier interés geopolítico que defendemos desde Chile.
 
Por eso, me niego a elegir entre el terrorismo de Hamás o la masacre y conducta genocida del Israel de Netanyahu. No tenemos por qué elegir entre barbaries, yo elijo la humanidad. Denunciamos la ocupación ilegal de los territorios palestinos y la negación de facto de la existencia de un Estado palestino independiente por parte del país ocupante. Desde Chile, llamamos a un alto al fuego inmediato en Gaza que ponga fin al sufrimiento y a la masacre de la población palestina que ya cobra más de 40 mil víctimas fatales, imagínense todos los heridos.
 
También exigimos, de manera clara y sin ninguna ambigüedad, la liberación inmediata de los rehenes que hoy tiene en su poder el grupo terrorista Hamás.
 
Desde acá, señalamos que Israel debe respetar el derecho internacional, cesar el establecimiento y expansión de asentamientos ilegales en territorio palestino ocupado y terminar con la masacre en Gaza y los ataques indiscriminados que ha venido realizando a la población civil.
 
Y, tal como ha sido consistentemente nuestra política de Estado, volvemos a insistir en la necesidad de alcanzar una solución de dos Estados con fronteras definidas, seguras y reconocidas internacionalmente, según los límites de 1967.
 
Por otro lado, la agresión de Rusia Ucrania debe parar y es Naciones Unidas la instancia llamada a poner fin a esta flagrante transgresión del derecho internacional. No podemos aceptar que se naturalice que un país invada a otro y se quede con parte de su territorio. Para países medianos como el nuestro, exigir el respeto al derecho internacional es la principal garantía que tenemos del respeto a nuestra propia soberanía, del respeto a nuestra propia integridad territorial.
 
Quiero hoy, desde esta tribuna, hacer especial énfasis en la situación de los niños ucranianos secuestrados por Rusia y llevados a su territorio, deben ser devueltos a sus familias.
 
Ante esta asamblea, Chile reafirma su compromiso con la democracia siempre como el único sistema capaz de mantener la paz, alcanzar el desarrollo sostenible y proteger la dignidad, los derechos y las libertades fundamentales de las personas.
 
Por eso, miramos con preocupación la creciente desafección de los ciudadanos y ciudadanas hacia esta forma de gobierno, en todas partes, incluido nuestro propio país. Así también, miramos con preocupación la emergencia de liderazgos autoritarios que persiguen o insultan a quienes discrepan de ellos. Es nuestro deber alzar la voz y combatir a quienes erosionan la democracia ya sea con autoritarismo o difundiendo noticias falsas sin pudor.
 
Al mismo tiempo, debemos ser capaces de responder a las necesidades y angustias de nuestros pueblos, de la ciudadanía para que esta vuelva a confiar en las instituciones y en los mecanismos democráticos. Vemos con preocupación cómo estas amenazas se ciernen sobre nuestra región.
 
Chile seguirá haciendo esfuerzos por construir puentes entre sociedades diversas, buscando la integración de las voces de América Latina y el mundo para promover la paz y la estabilidad como lo estábamos haciendo recién en el encuentro promovido por el Presidente de España y el Presidente de Brasil en la Cumbre de Líderes Progresistas.
 
Ello no impide que condenemos con dureza cualquier violación a los derechos humanos, al derecho internacional o atentados contra la democracia en países hermanos.
 
Chile está especialmente atento frente a la crítica situación que vive Venezuela. Estamos frente a una dictadura que pretende robarse una elección, que persigue a sus opositores y que es indiferente al exilio no de miles, sino de millones de sus ciudadanos. Se requiere una salida política a esta crisis, que reconozca el triunfo de la oposición en las últimas elecciones y lleve adelante una transición pacífica a una democracia en forma.
 
A su vez, tengo el deber de decir que las sanciones unilaterales impuestas por Estados Unidos, tal como se lo he dicho personalmente al Presidente Biden, no ayudan a la solución del conflicto, sino, por el contrario, lo agravan. Y es que las sanciones económicas golpean más al pueblo venezolano que a sus actuales gobernantes, golpean a los humildes, a los trabajadores porque la crisis política se conjuga con la crisis económica y, en conjunto, éstas han empujado a más de 7 millones, escuchen bien, 7 millones de venezolanos al exilio, a salir de su país, de los cuales cerca de 800 mil se encuentran en Chile. Y por responsabilidad, debo ser claro en este punto, Chile no está en condiciones de recibir más migración.
 
Autoridades de Estados Unidos, les llamo a levantar las sanciones económicas que, en el sur, sabemos sólo causan más pobreza en los pueblos y no en los dictadores.
 
Ninguno de nosotros, estimados y estimadas, ni siquiera el más poderoso, puede enfrentar fenómenos como la crisis climática, las pandemias, la revolución digital o el crimen organizado transnacional por sí solo. Nos necesitamos los unos a los otros, necesitamos también a las Naciones Unidas y una comunidad internacional más fuerte, más activa.
 
Esta es la visión que hemos empujado en nuestra participación en los distintos organismos del sistema de Naciones Unidas y destaco, en particular, la presidencia de Chile del ECOSOC llevada adelante por nuestra embajadora en Naciones Unidas, Paula Narváez.
 
Hablo, también, por todos y todas mis compatriotas al señalar ante esta asamblea nuestra preocupación y ocupación por el incremento de la delincuencia organizada transnacional y sus efectos devastadores para la seguridad y el desarrollo de los países, así como para la democracia y la vida de los pueblos.
 
Es fundamental nuestros gobiernos actúen coordinadamente y articulen políticas públicas, estrategias y capacidad operativa que ayuden a frenar los delitos financieros, de narcotráfico, de trata de personas y de trata de armas que afectan a nuestros países.
 
Y es que la seguridad es hoy la principal preocupación de la mayoría de nuestra gente en Chile, nuestro país, y también en América Latina, y los Estados no pueden rendirse ni naturalizar jamás la violencia y el crimen organizado. Firmes contra la delincuencia, firmes contra la corrupción, incansables en la construcción de comunidad y cohesión social en nuestras sociedades.
 
Chile, también, está comprometido con el desarrollo de regulaciones para encauzar el avance de la inteligencia artificial en forma ética, transparente y responsable, que respete los derechos humanos, proteja los datos personales y promueva la integridad de la información y su uso en la era digital.
 
Hoy, seguramente muchos de ustedes tienen aplicaciones de inteligencia artificial en sus teléfonos. La inteligencia artificial reproduce prejuicios y estereotipos producto del refuerzo de los sesgos existentes en las bases de datos con que son entrenadas. ¿Vamos a confiar acaso en que estas grandes empresas se autorregulen? La historia nos enseña que eso no funciona, la comunidad internacional debe velar porque los más débiles que están siendo excluidos de este nuevo mundo en formación puedan ser parte.
 
Si no tomamos acciones ahora como, por ejemplo, en exigir la trazabilidad de los algoritmos, auditorías de datos e intervenciones humanas correctivas podríamos en pocos años asistir a un nuevo tipo de exterminio, el exterminio digital de culturas no hegemónicas, perdiendo con ello parte de la valiosa diversidad de la humanidad. No permitamos que esto suceda.
 
La inteligencia artificial y las nuevas tecnologías pueden ser un tremendo aporte al mundo. Recordemos hoy la Ley Cero de la Robótica de Isaac Asimov que, a mediados del siglo pasado, desde la literatura, ya nos combinaba a establecer que “un robot no puede dañar a la humanidad o, por inacción, permitir que la humanidad sufra daño”.
 
Es mi obligación, por último, llamar la atención sobre el desafío más importante que tenemos como generación, la crisis climática. Proteger y sostener la vida en la Tierra es una tarea que tenemos que asumir ya y se los digo desde Chile, un país golpeado por la sequía, por inundaciones e incendios cada vez más frecuentes.
 
Pero aquí las fronteras son irrelevantes y ustedes lo saben porque nos duele por igual el ciclón Idai que hace un par de años arrasó Malawi y Mozambique; los grandes incendios de Australia, las inundaciones en Bangladesh; el Corredor Seco de Centroamérica; la amenaza del mar sobre Maldivas; o los incendios que hoy están sucediendo en Córdoba, Argentina.
 
No neguemos la ciencia, no neguemos nuestra responsabilidad como humanidad sobre esta crisis.
 
Desde Chile estamos haciendo nuestra parte cambiando nuestra matriz energética, dejando de lado los combustibles fósiles, avanzando hacia la carbono neutralidad, protegiendo nuestros mares y áreas silvestres, cuidando la antártica -Chile es un país antártico y lo seguirá siendo- y ratificando el Tratado de Gobernanza Oceánica más allá de las áreas jurisdiccionales (BBNJ) que invito a todos los a todos los países a suscribir y a apoyar la postulación de Chile, en particular, de nuestra ciudad patrimonial de Valparaíso, como sede de la secretaría del tratado que he mencionado.
 
Ante la magnitud de los desafíos, los esfuerzos aislados no sirven, necesitamos que todos, en especial las grandes potencias y aquellos que se beneficiaron de la explotación indiscriminada de los recursos naturales del planeta por décadas, asuman su responsabilidad y apoyen con recursos, no solamente con buenas intenciones a quienes hoy están rezagados. No podemos olvidar que muchos de los países que hoy son desarrollados lo son, precisamente, por haber expoliado la riqueza de otros pueblos durante demasiado tiempo de manera impune.
 
Son muchos los desafíos, pero no hay destinos escritos ni inexorables. Por eso, tengo esperanza y soy optimista respecto de nuestro futuro compartido. De nosotros depende construir un mundo que sea más justo y digno para todas y todos nuestros habitantes y para las generaciones que vendrán.
 
Hace algunas semanas, Elvira Hernández se convirtió en la segunda poeta en obtener el Premio Nacional de Literatura en Chile, después de Gabriela Mistral, nuestro Premio Nobel, y quisiera, para terminar, parafrasear aquí una advertencia recogida en uno de sus poemas: somos aves de paso, “pero nos hemos acostumbrado a comportarnos como monumentos”. No convirtamos al multilateralismo y al sistema de Naciones Unidas en un monumento estéril y estático, hagamos de este gran logro histórico que emergió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial una energía robusta y renovada en este 2024 para poder mejorar la calidad de vida de la humanidad toda.
 
Muchas gracias.
 




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