Presidente Piñera asiste a Congreso Nacional de Educación

12 SEPT. 2018
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S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, asiste al Congreso Nacional de Educación organizado por la Federación de Instituciones de Educación Particular (FIDE). 

Muy buenos días:
 
Quiero saludar con mucho cariño a la ministra de Educación, al presidente de la FIDE, a los directivos, pero principalmente a todos ustedes, que son los que durante muchas décadas le han dado vida, alma y pasión a esta gran institución que ha hecho un aporte tan significativo a la educación chilena.
 
Yo quisiera, simplemente, compartir con ustedes algunas reflexiones. 
 
En primer lugar, todo lo que hemos hecho en educación hasta ahora, va a cambiar en forma tan copernicana, tan profunda, que tenemos que prepararnos para los tiempos que vienen, porque muchas de las cosas que fueron estándares y rutina en el mundo de la educación del pasado, van a ser reemplazadas por grandes innovaciones en la educación del futuro.
 
Yo hace algunas semanas tuve el privilegio de ser invitado a una conferencia en un pequeño pueblo, en un pequeño Estado, en el Noroeste de Estados Unidos, y tuve la oportunidad de conversar con las personas que están cambiando el mundo hoy día: con los creadores, líderes y máximas autoridades de empresas como Amazon, Jeff Bezos; de Apple, Tim Cook; de Google -y, de hecho, hoy día vamos a anunciar una nueva gran inversión de Google en Chile, que nos va a transformar en la capital del centro de procesamiento, análisis y transmisión de datos de América Latina-; y también con Zuckerberg, el líder de Facebook, y muchos más, y durante horas, en torno a un ambiente privilegiado de las cordilleras del Norte de Estados Unidos, pudimos conversar sobre el mundo del futuro. 
 
Y uno de los temas que más nos va a afectar es cómo el mundo del futuro va a afectar la relación entre los ciudadanos y el Estado, y entre el Estado y los ciudadanos, pero, sobre todo, en el mundo de la salud y en el mundo de la educación.
 
Ustedes saben muy bien que Chile estuvo al borde de ser un país desarrollado, y fue una revolución o un invento tecnológico el que nos apartó de esa ruta a fines del siglo XIX, cuando se descubrió el salitre sintético.
 
Hoy día tenemos una nueva oportunidad que no podemos dejar pasar, pero yo estoy absolutamente convencido, como lo hemos dicho una y mil veces, que la madre de todas las batallas es la calidad, la pertinencia, la relevancia de la educación que seamos capaces de entregarles a nuestros niños, a nuestros jóvenes y también a nuestros adultos. Porque antes la educación era un proceso en que uno se comprometía en la primera etapa de la vida, y después aplicaba los conocimientos durante el resto de su vida, porque no cambiaban mucho.
 
Ese concepto quedó absolutamente obsoleto. Hoy día la educación es un proceso permanente. El que interrumpe su proceso de educación, rápidamente se va a transformar en un analfabeto de esta sociedad moderna del cambio, del conocimiento y de la información.
 
Por eso, esta FIDE -que fue fundada en 1948- y que, sin duda, ha tenido un compromiso muy fuerte con la educación, tiene que jugar un rol mucho más importante y trascendente de lo que nunca imaginaron en la revolución que nuestra educación requiere hacia el futuro.
 
Y en esto hay que fijar algunos parámetros y algunos principios básicos. Por de pronto, yo estoy muy consciente de la importancia que tiene la FIDE en la educación de nuestro país: 6 mil 500 colegios particulares y particulares subvencionados -esto representa casi la mitad de las escuelas que tenemos en nuestro país- pero también, hay que fijar un principio, porque a veces en esta materia ha habido confusión en nuestro país.
 
La educación es un bien público, no cabe ni la menor duda, pero lo público no es lo mismo que lo estatal. Lo público es mucho más que lo estatal. El Estado es una parte de lo público; la sociedad civil también es parte de lo público, porque la educación como un bien público nos interesa a todos, no solamente al Estado.
 
Por eso, una primera definición es que nosotros creemos que un país como Chile, libre, democrático, necesita, requiere una sociedad docente y no un Estado docente. Y la diferencia entre uno y otro son abismales.  Y lo menciono, porque muchas veces esta confusión nos ha llevado a querer avanzar hacia un Estado que monopoliza o intenta monopolizar la educación, desplaza a la sociedad civil a tareas de menos cuantía, le quita esa capacidad de crear, de innovar, de aportar, y quiere transformarlos en simples burócratas del Estado, y ese camino no conduce a ninguna parte.
 
Por esa razón, nosotros creemos y trabajamos por una sociedad docente, en que, por supuesto, la educación pública es fundamental, pero también es fundamental la educación privada, y el Estado tiene un compromiso con ambas. Naturalmente que tiene una responsabilidad distinta con la educación pública, porque es el Estado, pero su compromiso verdadero es con la educación de los niños, jóvenes y adultos mayores, y eso involucra a la sociedad civil y al Estado.
 
Segundo punto muy importante: la educación es un fin en sí mismo, pero también es un medio.  Es un fin, porque engrandece, ennoblece el alma, nos permite conocer mejor el mundo que nos rodea, nos permite realizarnos más como personas, pero también es un medio, porque la educación es un medio para potenciar nuestras capacidades. Y hoy día es mucho más que eso, porque la educación es el principal medio para poder incorporarnos como ciudadanos a esta nueva Sociedad del Conocimiento y la Información, que está emergiendo.
 
Tercero, la educación es un instrumento fundamental para múltiples propósitos, no solamente para el desarrollo, el crecimiento, la derrota de la pobreza en nuestro país, sino que también para el desarrollo personal, para que nuestros compatriotas puedan aprovechar en plenitud las oportunidades y los talentos que Dios nos dio, para que nuestros compatriotas puedan realizar su proyecto de vida personal, para que tengan una verdadera oportunidad de buscar en este mundo, una realización más plena, y también buscar la felicidad.
 
Pero además de todo esto, es sin duda el instrumento más poderoso para derrotar la pobreza, para lograr una mayor igualdad de oportunidades, para lograr una sociedad más inclusiva, para fomentar la movilidad social.
 
Y, por lo tanto, pocos instrumentos son tan nobles en sí mismos, porque son un fin en sí mismo, y tan poderosos en sus consecuencias, porque también constituyen un medio, como la educación.
 
Desde ese punto de vista, yo estoy convencido que el Estado tiene la obligación de garantizar educación de calidad a todos los niños y jóvenes, y también adultos, como vamos a hablar en un momento más.
 
Muchas veces hemos escuchado esa consigna de “educación gratis, gratuita, de calidad y pública”.  Bueno, la educación gratuita por supuesto que es una aspiración, todos quisiéramos que la educación sea gratuita, como que la salud sea gratuita, como que todo sea gratuito. Desgraciadamente los medios son escasos y, por tanto, tenemos que priorizar, y la prioridad de nuestro Gobierno, en materia de educación, está claramente con la educación temprana, con los niños, porque es ahí donde tenemos enormes brechas de cobertura, enormes brechas de calidad. Y si no llegamos como Estado a poder aminorar, disminuir esas brechas, estamos condenando a esos niños a un mundo que nos les va a dar ninguna oportunidad o igualdad de oportunidades.
 
Pero además de ello, la educación de calidad ese sí que es un compromiso al cual nosotros adherimos cien por ciento, porque una educación de calidad abre un mundo de oportunidades para niños y jóvenes, y una mala educación muchas veces conduce a un mundo de frustración.
 
Pero el tercer componente de la educación pública es algo que nosotros no concordamos, porque ¿la educación es un bien público?  Sí; ¿significa eso que el Estado tiene derecho a monopolizarla?  Por supuesto que no. Cada vez que el Estado intenta monopolizar la educación, termina sacrificando la calidad, la equidad y muchas cosas más.
 
Por eso el principio de la libertad de elección, la libertad de elección que deben tener los padres para elegir la educación de sus hijos, los jóvenes -de nuevo, y con más entusiasmo-, la libertad que deben tener los propios estudiantes cuando tienen la edad suficiente, y también la libertad de enseñanza para que la sociedad civil pueda emprender, pueda aportar al proceso de educación, sin que tenga que requerir una actuación arbitraria o discrecional de parte de una autoridad pública.
 
Esos son principios básicos, porque educación sin libertad siempre termina en adoctrinamiento, y no es eso lo que queremos para nuestro país.
 
Pero también quiero plantear con ustedes las grandes metas y objetivos que estamos buscando en material educacional, y aquí está presente la ministra de Educación, que tiene la enorme responsabilidad y el inmenso privilegio de encabezar esta noble y hermosa tarea.
 
En nuestro país se han hecho muchas reformas educacionales, y ustedes las conocen y las saben, pero las más importantes están todavía pendientes. Es una paradoja.
 
¿Cuáles son, a nuestro juicio, las reformas más importantes que requiere la educación chilena?  Básicamente cuatro:
 
Primero, mejorar la calidad de la educación en todos los niveles, porque todas las pruebas, tanto las nacionales como las internacionales, muestran que Chile no ha alcanzado todavía un nivel de calidad en la educación, que nos permita mirar con serenidad y con confianza el transformarnos en un país desarrollado y sin pobreza. Y eso lo sabemos todos. 
 
La calidad de la educación lleva demasiado tiempo estancada, se habla tanto de la calidad de la educación y, sin embargo, uno cuando ve la evolución y el resultado de las políticas públicas se da cuenta que muchas veces hay un divorcio entre las intenciones, que nos las juzgo, y los resultados, que no son aceptables. Y esto es en todos los niveles.  
 
Segunda prioridad, la cobertura o el déficit de cobertura que tenemos en la educación temprana, la educación temprana, porque es ahí -como dije anteriormente- que podemos hacer una diferencia, nivelar la cancha, igualar oportunidades. Hay muchos niños en nuestro país que, si no logramos llegar a ellos antes de que se inicie el ciclo escolar, simplemente ya perdieron toda oportunidad de poder desarrollarse en plenitud. 
 
Y ahí las brechas que tenemos, que es de cobertura en la educación temprana, son muy grandes todavía en nuestro país. Por ejemplo, la cobertura de la educación temprana es inferior a la cobertura de la educación superior y, sin embargo, muchas veces, esto se invisibiliza tal vez porque los niños no marchan, no protestan, no votan, pero no por eso dejan de estar en el corazón de nuestras prioridades.
 
Tercer objetivo central de nuestra reforma es mejorar sustancialmente la calidad, pertinencia, relevancia y ligazón con el mundo productivo de la educación técnico-profesional, a la cual asiste más del 40% de nuestros niños, normalmente los más vulnerables. Y ahí tenemos un déficit muy grande.
 
Y por eso parte de nuestro esfuerzo de avanzar hacia 300 Liceos de Excelencia Bicentenario, como los 60 Liceos Bicentenarios que nos tocó crear en nuestro primer Gobierno, apunta al mundo de la educación técnico-profesional, a mejorar la calidad, a mejorar el equipamiento, a mejorar su relación con la educación técnico-profesional de niveles superiores, a mejorar su relación con el mundo productivo, para que sea algo realmente útil y relevante.
 
Y no estamos hablando solamente de la educación técnico-profesional tradicional, que eran cosas relacionadas con habilidades manuales, como el ser electricista, ser gasfíter. Ahora tenemos que crear nuevos técnicos profesionales para el mundo del futuro, los programadores, los digitalizadores, los que hacen el análisis de Inteligencia Artificial.
 
Y la cuarta gran prioridad es la capacitación de nuestro sistema de capacitación de adultos, porque nuestros 9 millones de trabajadores ya dejaron la educación formal, pero no han dejado el mundo ni el ciclo que requiere y exige educación. Por eso yo decía ésta es una educación permanente, desde la cuna hasta la tumba, y nuestro sistema de capacitación realmente no está cumpliendo su labor. Ustedes saben, invertimos más de USD 360 millones, pero con prácticamente nulos resultados en materia de empleabilidad, en materia de productividad, en materia de mejoramiento de los salarios.
 
Y eso ha sido así hace mucho tiempo, y no podemos simplemente seguir ignorando esa realidad. Por eso el cuarto pilar de nuestra reforma educacional tiene que ver con un profundo cambio en la educación técnico-profesional.
 
Obviamente que son desafíos grandes, desafíos nobles, desafíos hermosos, que van a requerir el compromiso de la sociedad entera.
 
Por esa razón yo creo que ahí están los verdaderos ejes neurálgicos que nos van a permitir la gran modernización y mejoramiento de la calidad de todo nuestro sistema educacional.  
 
Finalmente, yo quisiera contarles que en esto estamos trabajando con mucha fuerza. La cuarta revolución tecnológica, la primera fue la revolución del vapor que reemplazó la fuerza humana por la máquina; la segunda fue la revolución de la electricidad, que permitió cambiar radicalmente la forma en que se operaba, imagínese este mundo actual sin electricidad; la tercera fue la revolución de las telecomunicaciones y de la computación; ahora viene la cuarta revolución tecnológica, que es la más profunda, la que va cambiar nuestras vidas en forma más amplia, más trascendente y que ya está golpeando nuestras puertas, y que significa desde el internet de las cosas, la Web 1.0 conectó computadores con computadores; la Web 2.0 computadores con personas y nosotros somos parte de esa generación; la Web 3.0 está conectando computadores con personas, con cosas, en un marco de Inteligencia Artificial. Y eso va a ser una revolución que nosotros ni siquiera sospechamos.
 
Pero no es solamente eso, es la robótica. Un tercio de los trabajos -según todos los estudios- que hoy día existen, están amenazados de ser reemplazados por esta revolución tecnológica, pero al mismo tiempo la revolución crea nuevos trabajos, el problema es que no son los mismos, y la pregunta que Chile debe hacerse es ¿de qué lado quiere estar? ¿dónde se crean los nuevos trabajos del futuro o dónde se destruyen los viejos trabajos del pasado?
 
Y en esa disyuntiva no hemos dado los pasos suficientes.
 
Pero además de esto, el Plan Nacional de Calidad, en el cual estamos profundamente comprometidos, y que tiene como uno de sus componentes “Todos al Aula”: ¿qué significa? Que no sigamos olvidando el lugar más importante donde se va producir este cambio y esta revolución en materia de calidad, que está en el aula, que todos nos concentremos en el aula, en los niños, en las metodologías, en los contenidos de la enseñanza, cosa que ha estado tremendamente descuidada.
 
Por eso necesitamos este tránsito, que las instituciones, los ministerios, la Superintendencia se adecúen a los requerimientos de las escuelas y no sean las escuelas las que tienen que permanentemente adecuarse a los requerimientos de las instituciones, la Superintendencia y la burocracia.
 
Yo sé que muchos directores de escuela y profesores destinan más tiempo a cumplir requisitos burocráticos, que a su labor noble y grande que es motivar, entusiasmar, alegrar, enseñar a los niños.
 
Lo que hace un buen profesor en un niño es una cosa que es mágica, que es maravillosa. Yo nunca voy a dejar de agradecer a tres profesores que me cambiaron la vida, porque yo asistía -como tantos otros alumnos- a clases como si fuera un verdadero calvario, y el lunes era un día de presión y el viernes era un día de euforia, hasta que tres profesores me cambiaron la forma de ver la educación, y qué mejor que estar dedicado solamente a aprender, que uno cuando es niño no tiene otras responsabilidades que vienen con los años, a aprender este mundo maravilloso. Y esos profesores me cambiaron la forma de enfrentar la educación, de ser algo un mal necesario a ser una oportunidad maravillosa.
 
Eso es uno de los componentes de la gran revolución que tenemos que hacer con la educación de nuestros niños, demostrarles lo maravilloso, lo motivante, lo interesante que es la educación, y no como algo que tengan que hacer como si fuera un verdadero castigo anticipado por los pecados que van a cometer en el futuro.
 
Por esa razón, “Todos al Aula” significa muchas cosas, significa por de pronto que estamos trabajando en una consulta en línea con directores y sostenedores de más de 12 mil escuelas en el país; se acaban de constituir 150 mesas de diálogo, porque queremos recoger la experiencia de los que están ahí, de los que están cerca del aula, de los que están viviendo lo que ocurre en el aula, porque son los que mejor la conocen, los que mejor saben sus deficiencias y los que mejor saben la forma de corregir y mejorar esa calidad.
 
Y en base a este esfuerzo de escuchar, más toda la información por supuesto de los expertos, de las experiencias exitosas en otras partes del mundo, estamos enriqueciendo nuestro Plan Nacional de Calidad.
 
Porque, además, sin duda, que antes bastaba saber leer y escribir para no ser analfabeto; hoy día eso es absolutamente insuficiente, se requieren otros lenguajes: el lenguaje moderno, el lenguaje de la lógica, el lenguaje digital, el lenguaje que se requiere para la programación, incluso el idioma inglés, lenguajes que en nuestro país prácticamente son muy pocos los que realmente los dominan.
 
Y, por lo tanto, ahí tenemos otro desafío gigantesco que es parte de este esfuerzo por mejorar la calidad de la educación.   
 
Yo quisiera terminar simplemente recordando las palabras de un poeta inglés muy maravilloso, Thomas Carlyle que decía “toda tarea noble siempre, al comienzo, parece una tarea imposible”. Y esto se da también en este desafío que estamos enfrentando nosotros hoy día: es una tarea noble, para muchos parece imposible, yo les quiero decir que evidentemente que no es fácil, que es exigente, pero yo les puedo asegurar que es una tarea que no solamente es posible, sino que tenemos la obligación moral de emprender.
 
Porque ya hemos perdido demasiado tiempo, ya le hemos fallado a demasiado de nuestros niños, y ése es un cambio tal vez el cambio más importante, que si uno pudiera dejar como una huella de un compromiso de nuestro Gobierno con nuestro país, es haber puesto las primeras piedras y haber dado los primeros pasos, para que nuestros niños, nuestros jóvenes y nuestros adultos mayores no sean analfabetos en esta Sociedad del Conocimiento y la Información, sino que reciban los instrumentos, las herramientas para ser ciudadanos de primera clase y poder desarrollar en plenitud los talentos que Dios les dio, poder realizarse como persona, poder llegar tan lejos como grandes sean sus sueños o firme sea su voluntad.
 
Y ahí ustedes tienen un rol insustituible. Por eso los llamo, los convoco, los motivo a que enfrentemos este desafío con esa misma fuerza con que hemos enfrentado tantos otros desafíos en nuestro país.
 
Porque si hay una batalla que no podemos perder es la batalla de la educación, la madre de todas las batallas.
  
Muchas gracias.