Presidente Piñera asiste a la VI versión de Summit País Digital

5 SEPT. 2018
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S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, asistirá a la VI versión del encuentro Summit País Digital.

Muy buenas tardes:
 
Quiero contarles una anécdota.  Cuando yo fui electo senador, en 1999, tenía la duda si para ser senador se requería tener 40 años el día de la elección o el día de la asunción. En un caso podía ser senador, en el otro caso no.  Así que llamé a un gran rector y experto en derecho público y le pregunté. Y él me dijo “respondo la pregunta, pero lo quiero invitar a un seminario sobre reformas constitucionales”. Yo le dije “pero por qué me invita a mí, si yo de reformas constitucionales sé lo mismo que saben todos los ciudadanos comunes y corrientes, invite a un experto”. “Mire, le voy a decir la verdad -me dijo- teníamos invitados: el primero nos dijo que no, el segundo nos dijo que no y el tercero acaba de decirnos que no viene, y el seminario parte en 15 minutos más.  Pero no se preocupe -me dijo- usted que ahora es senador, acostúmbrese, porque va a tener que hablar muchas veces de temas en que la audiencia sabe mucho más que usted, así que prepárese, porque ésa va a ser la experiencia de su vida”.
 
Y hoy día me siento en esa situación.
 
Quiero partir por agradecer a Pelayo Covarrubias y a todos los presentes por esta oportunidad de conversar un tema que es un tema de futuro, un tema que une, un tema que motiva, un tema que entusiasma, en medio de una discusión pública que, muchas veces, se caracteriza justamente por lo contrario.
 
Sé que ha habido muchas exposiciones, así que voy a tratar de ir a lo que estimo lo más medular desde el punto de vista de la misión, el objetivo del Gobierno.
 
Nuestro Gobierno tiene una misión que cumplir, que fue el compromiso que asumimos con nuestros compatriotas: transformar a Chile en un país desarrollado, sin pobreza, con igualdad de oportunidades y también con justicia social, antes que termine la próxima década, que ya está golpeando nuestras puertas.
 
Ésa es una misión formidable.  La mejor prueba de ello es que, en 200 años de vida independiente, ningún país de América Latina lo ha conseguido.  Los pocos países que han logrado transitar ese desierto difícil y lleno de obstáculos, en los últimos 60 años, se cuentan con los dedos de una mano: Taiwán, Singapur, Corea y muy pocos más.
 
Ninguno de América Latina. Un continente que ha sido siempre el continente de la esperanza, porque lo ha tenido todo, no hemos tenido las Guerras Mundiales que destruyeron a Europa el siglo pasado; no hemos tenido los conflictos étnicos o religiosos que dividen a gran parte del Medio Oriente; tenemos una naturaleza generosa, vasta, un territorio amplio, y a pesar de todo, no lo hemos logrado. 
 
Y yo pienso que no hemos estado a la altura de los desafíos y de las oportunidades que el mundo nos ha ido ofreciendo a lo largo de nuestra historia.  Y hoy día experimentamos, quizás, el desafío más grande de nuestra existencia, un desafío lleno de riesgos, pero también lleno de oportunidades.
 
Todos sabemos que la historia de la humanidad ha sido una permanente búsqueda de descubrir nuevos horizontes, innovar, emprender, dominar la naturaleza, tratar de mirar qué hay más allá del horizonte, para poder ir progresando y avanzando, desde la revolución agrícola, que terminó con el nomadismo, la caza y la pesca, y transformó a los hombres en agricultores, lo cual significó la existencia de las ciudades, la humanidad ha venido experimentando una revolución tras otra.
 
Pero esto se ha acelerado en los últimos tiempos, y hoy día estamos enfrentando la cuarta revolución tecnológica, que es la que va de la mano con la Sociedad del Conocimiento y la Información.
 
La primera revolución tecnológica fue la máquina a vapor, que nos liberó de la fuerza humana, o de los animales o del viento, y permitió crear una fuerza artificial, basada en el vapor, que explica y es la cuna de la industrialización;
 
La segunda fue el descubrimiento de la electricidad, que nos dio una fuente de energía absolutamente poderosa, flexible y que cambió nuevamente nuestra forma de vivir;
 
Y la tercera fue el uso de las tecnologías digitales que cambiaron el mundo, y es la revolución que hemos conocido nosotros en los últimos 25 años.
 
Pensar que hace 25 años no existía Internet, no existían las telecomunicaciones, no existía el computador personal, el teléfono inteligente, no existían muchas de las cosas que hoy día son indispensables en nuestras vidas.
 
Lamentablemente en todas las revoluciones anteriores Chile fue un espectador, y América Latina estuvo a la vera del camino. No fue protagonista, no estuvo en la vanguardia de ese proceso, y por eso América Latina y nuestro país siguen siendo un continente y un país subdesarrollado.
 
Y ésa es la historia que queremos cambiar.
 
Hoy día esta cuarta revolución industrial, que se caracteriza por una enorme cantidad de transformaciones que van a cambiar nuestras vidas, nuestra forma de vivir, trabajar, comunicarnos, informarnos, entretenernos en forma mucho más profunda que la que ya cambió nuestras vidas la tercera revolución industrial.
 
Yo recuerdo que en mis tiempos de estudiante de doctorado no existía el teléfono celular, la calculadora electrónica, no existía la fotocopia, no existía el fax, no existía Internet.  Uno dice “cómo podíamos vivir”. Bueno, podíamos vivir.
 
Pero ahora tenemos, sin duda, un mundo absolutamente nuevo, y no me refiero al que ya hemos conocido en los últimos 25 años, sino que al que viene, con una revolución impresionante, como tantas cosas, el Internet de las Cosas, la Inteligencia Artificial, los Blockchain, las revoluciones que vienen en materia de salud, en materia de educación y la robótica, y muchas cosas más.  Todas éstas pueden ser vistas como grandes amenazas o como grandes oportunidades, dependiendo de la forma en que las enfrentemos.
 
El Presidente Barros Luco -gran Presidente, lleno de anécdotas, muchas anécdotas, que vale la pena leer su historia- decía que “en la vida hay dos tipos de problemas: los que se resuelven solos, no hay nada qué hacer; los que no tienen solución, tampoco hay nada qué hacer”, e invitaba a su Gabinete a irse a jugar cacho al Club de La Unión.  Yo pienso que fuera que es simpático el Presidente Barros Luco, estaba profundamente equivocado: en la vida hay dos tipos de personas o dos tipos de actitudes: los que enfrentan los problemas con fatalismo y se resignan, y los que los enfrentan con decisión y los resuelven.  Y ésa es la gran disyuntiva que está enfrentando Chile hoy día.
 
Esta revolución tecnológica, que es a nivel mundial y que va a llegar con o sin nuestro consentimiento, nos va a cambiar definitivamente la forma de hacer las cosas.  Si antes, por ejemplo, las principales empresas tenían una vida media de 60 años, hoy día esa vida se ha acortado a menos de la tercera parte, lo cual refleja que en este mundo moderno el cambio es la constante, y el principal riesgo es el riesgo de la obsolescencia, de que la tecnología, la sociedad, la ciencia nos pase por encima y nos deje en un mundo primitivo.
 
Por otra parte, se calcula que entre un 15% y un 30% de la fuerza de trabajo va a ser desplazada por la tecnología, y las fechas son 2030, 2040.  Pero, al mismo tiempo, la tecnología va a crear nuevos trabajos.
 
Y por eso la disyuntiva en nuestro país es de qué lado queremos estar, donde se van a destruir los trabajos o donde se van a  crear los trabajos. Y eso nos pone un desafío gigantesco, particularmente en el mundo de la educación, del cual hablaremos más adelante.
 
Las consecuencias de estos cambios se observan no solamente en la economía, en la política, en las redes sociales, en la sociedad, en todo el quehacer de los seres humanos, porque a nivel mundial es cierto que cada vez hay menos confianza en las instituciones, y eso es un grave problema, porque las instituciones importan, como lo han demostrado muchos libros que han estudiado este tema a fondo.
 
Por ejemplo, vean ustedes lo que pasó con las dos Coreas, por dar un ejemplo.  Cuando se separaron el año 1950, Corea del Norte era más rica que Corea del Sur. Tenía más recursos naturales, la misma cultura, el mismo pueblo, la misma lengua, las mismas tradiciones. ¿Qué hizo la diferencia entre las dos Coreas, en que hoy día una de ellas tiene un ingreso per cápita que es 50 veces mayor que la otra, y todos sabemos cuál es?  Las instituciones.
 
Por eso las instituciones son muy importantes, y cuando se debilitan las instituciones, que es un fenómeno que ha estado ocurriendo en nuestro país, sin duda estamos comprometiendo nuestro desarrollo futuro.
 
Por esa razón, los riesgos que experimentamos hoy día son múltiples, no me voy a referir a los riesgos, pero el riesgo del debilitamiento de las instituciones, la pérdida de inteligencia en el funcionamiento de nuestra democracia, el riesgo del cambio climático y del calentamiento global, el riesgo del envejecimiento de nuestra población, son grandes riesgos, pero tenemos un aliado formidable para enfrentarlos, que es precisamente la revolución tecnológica, los instrumentos, los medios, las herramientas que estas nuevas tecnologías van a poner a nuestra disposición.
 
Chile, por supuesto que no está ajeno a los riesgos ni tampoco a las oportunidades. 
 
Hay un estudio de la OCDE que plantea que el mercado chileno está especialmente vulnerable o sensible a la automatización, y que, en algunos sectores de la economía, como el comercio, ya empezó, y con mucha fuerza. 
 
Muchos se preguntan, por qué hoy día, a propósito, hoy día tuvimos una muy buena noticia, y quiero también recordar que las buenas noticias son noticias, a pesar que los medios creen que solamente las malas noticias son noticia, porque el Banco Central, que es un organismo autónomo e independiente, hoy día dio a conocer el IPoM, y aumenta una vez más -y en forma muy significativa- las expectativas de crecimiento para la economía chilena para este año, y también las expectativas de crecimiento de la inversión. Y la inversión va íntimamente asociada con la revolución tecnológica, porque para hacer cambios se requiere invertir.
 
Por tanto, ahí tenemos dos buenas noticias que entrega el IPoM que se dio a conocer en el día de hoy, que muestra que la economía chilena está recuperando la capacidad que había perdido de crecer, de invertir, de crear empleos, de mejorar salarios, de recuperar la productividad como un motor y no como un lastre, y muchas cosas más.
 
Pero este estudio de la OCDE muestra que la economía chilena es particularmente vulnerable a la automatización, es decir, que las máquinas reemplacen a las personas. Y por eso es muy importante tomar las medidas ahora, para que nuestro país pueda ponerse del lado de donde se van a crear los empleos y no del lado donde se van a destruir los empleos.
 
Uno se pregunta, ¿está Chile preparado para esta revolución tecnológica que viene? 
 
Una pregunta más modesta, ¿nos estamos preparando?  Yo pienso que la respuesta a la primera es definitivamente es no, y a la segunda es en forma insuficiente.
 
Las reformas que hemos hecho, y no quiero entrar a evaluar o calificar el pasado, pero las reformas que hemos estado haciendo en los últimos tiempos en materia laboral, en materia tributaria, ¿están pensando en este nuevo mundo que viene, en que la libertad, la flexibilidad, la capacidad de adaptarse, es esencial? ¿o están pensando en un mundo que ya no existe? En que uno tiende a rigidizarlo todo, creyendo que así protege a las personas, cuando eso, lejos de proteger, lo único que hace es asfixiar la capacidad de creatividad, de imaginación, de innovación, de emprendimiento y, adicionalmente, al rigidizar impide que nuestra economía pueda adecuarse al cambio, que es la constante de este mundo moderno.
 
Y, por tanto, tenemos que hacer cambios muy importantes en estos frentes, y es parte de la misión que nosotros sentimos nuestro deber como Gobierno.
 
Es natural que mucha gente se haga preguntas, “¿cómo va a afectar esta revolución mi trabajo, mi vida? Y, por tanto, esas respuestas hoy día no son respuestas claras y categóricas, por una razón muy simple: porque depende esencialmente de cómo vamos a enfrentar esta nueva revolución, ¿con una actitud fatalista, que nos pase por encima? o ¿con una actitud dinámica, de decir “vamos a asumir y vamos a aprovechar las oportunidades para resolver problemas”?
 
Los problemas pueden ser los mismos, viejos problemas, las respuestas tienen que ser diferentes. Y en eso la tecnología y la revolución que está golpeando nuestras puertas, es un aliado formidable.
 
A lo largo de la historia, el progreso tecnológico siempre ha significado, por una parte, agoreros que pronostican el desastre, pero la verdad es que siempre se han transformado en grandes oportunidades que han permitido resolver en mejor forma, con mayor rapidez, los problemas.
 
Lo que pasa es que los problemas van evolucionando con las oportunidades. Por tanto, las aspiraciones de las personas van creciendo y van generando nuevos problemas.
 
De hecho, hay una frase que leí de que los niños que están ingresando hoy día a la educación, van a trabajar en trabajos que hoy día no existen, usando tecnologías que todavía no han sido inventadas, para resolver problemas que todavía nadie imagina. Así es la velocidad del cambio, y tenemos que prepararnos para ese cambio.
 
Y por eso yo siento que muchas de las cosas que hemos hecho han sido mirando hacia atrás, dándole la espalda al futuro, a lo que viene.
 
Recuerdo las palabras de Newton, que decía que “había que subirse sobre los hombros de gigantes, para poder mirar qué hay más allá del horizonte”, porque ahí está el futuro, ahí están los desafíos, ahí están las oportunidades.
 
Ahora, esta cuarta revolución industrial ha puesto a Chile, sin duda, en una encrucijada histórica, porque si seguimos enfrentándola de la misma forma en que enfrentamos las anteriores, el futuro no se ve luminoso.
 
Si cambiamos la actitud y enfrentamos esta nueva revolución tecnológica como una gran oportunidad para la cual hay que prepararse, no es que caiga del cielo, como el maná, no basta con esperar que los vientos favorables empujen el barco, todos sabemos que un capitán que no sabe cuál es su puerto de destino, no le sirve ningún viento. Y no basta con esperar que el viento llegue, por de pronto, hay que poner las velas donde el viento va a soplar.  Pero, además, hay que hacer muchas cosas más, incorporando o incluyendo tomar los remos cuando corresponda.
 
Hace 100 años, Chile estuvo muy cerca de alcanzar el desarrollo con los estándares de su época: fue la bonanza del salitre.  Pero 10 años después de haber ganado la Guerra del Pacífico, que significó el acceso a una riqueza inmensa en materia de guano, salitre y minerales, Chile se enfrascó en una de las peores guerras civiles que hemos conocido en nuestra historia, que significó más muertos, más chilenos muertos que la Guerra del Pacífico.  Y, además, en medio de ese conflicto interno, se descubrió el salitre sintético y Chile perdió una oportunidad de haber sido país desarrollado. 
 
Eso es lo que no podemos repetir ahora, con esta nueva oportunidad que nos ofrece esta nueva Sociedad del Conocimiento y la Información.
 
Sabemos que en Chile tenemos muchas brechas digitales, y que tenemos que enfrentarlas: una brecha en inversión en investigación y desarrollo. Estamos invirtiendo del orden del 0,4%, cifra que está creciendo -y ahí vamos a tener buenas noticias muy prontamente-, y tenemos un mecanismo de incentivo tributario a la inversión en investigación y desarrollo.
 
Tenemos una brecha en ciencia, cuando estamos teniendo un investigador por cada mil habitantes, mientras que en la Unión Europea son 8 por cada mil habitantes, por solamente dar una cifra de comparación.
 
Tenemos una brecha en conectividad, porque a pesar de lo mucho que hemos avanzado,  y aquí está nuestra subsecretaria, que sé que hemos conversado tantas veces el plan de construir la carretera digital, de iluminar Chile, que está en plena marcha, porque ésa es una necesidad imperiosa, porque aún tenemos muchos habitantes que están fuera de las posibilidades de conectarse a esta revolución y a estas oportunidades.
 
Tenemos la brecha socioeconómica del acceso a la cultura digital, la brecha regional entre distintas regiones, la brecha generacional entre los que son nativos de esta Sociedad del Conocimiento y la Información, y los que somos inmigrantes, porque nacimos en otra época, pero los inmigrantes tienen que aprender el idioma del país que los acoge. Y el idioma moderno es el idioma de la programación, el idioma de la lógica, el idioma digital, y también el idioma inglés, que es parte de la revolución educacional en la cual estamos empeñados. 
 
Y, por tanto, sin duda que estas brechas tenemos que cerrarlas, si queremos que Chile se incorpore en forma inclusiva a esta nueva sociedad, a estos nuevos tiempos.
 
Por eso la Agenda del Futuro en materia de Chile Conectado, tiene cuatro grandes ejes: primero, avanzar hacia un Estado digital, sin papeles, en que el Estado no le pida a los ciudadanos un papel que ya le pidió, ni mucho menos le pida un papel que el propio Estado emite, ni tampoco le pida cosas absurdas, como hoy día existe: acabamos de presentar el proyecto de reforma a los sistemas notarios, conservadores y archiveros, donde vimos que entre los 205 trámites que la ley exige se hagan ante un notario, está el certificado de sobrevivencia o de supervivencia.  O sea, tengo que demostrar, con dos testigos, ante un notario, que estoy vivo. Aunque se rían, así es. Eso se elimina, porque uno demuestra que está vivo presentándose y se identifica con su carnet de identidad.
 
Pero en esta materia, necesitamos un Estado mucho más moderno. El Estado chileno se quedó atrás y a pesar de que cuando nos comparamos con América Latina, y acabamos de tener una reunión con las máximas autoridades de Microsoft, que nos comparaba con indicadores con el resto de América Latina, por supuesto que estamos bien, pero nuestra aspiración no es simplemente estar en el promedio de América Latina, nuestra aspiración -y ya lo mencioné al comienzo de mis palabras- es integrarnos al mundo de los países desarrollados. Desarrollo integral, que es mucho más que simplemente un ingreso per cápita, tiene que ver con la calidad de la democracia, de las instituciones,  la calidad de la convivencia, la seguridad ciudadana, la igualdad de oportunidades, la protección del medio ambiente.
 
Por eso, en esta materia tenemos un tremendo desafío de modernización del Estado. Sé que Gonzalo Blumel estuvo con ustedes esta mañana, y entiendo que se explayó en la Agenda de Modernización del Estado y, por tanto, voy a aprovechar esas palabras para omitir el contenido específico, pero es un compromiso grande que el Estado entienda que está al servicio de los ciudadanos y no para ponerle problemas a los ciudadanos, que el Estado comprenda que tiene lograr la aprobación de los ciudadanos, igual como cualquier empresa que quiere vender un producto tiene que lograr la aprobación de sus consumidores.  Y ésa es una filosofía que cambia radicalmente la forma en que el Estado enfrenta sus desafíos frente a los ciudadanos.
 
Afortunadamente en esto uno levanta una piedra y encuentra cosas que puede cambiar fácilmente y que le van a hacer más fácil, más grata, más agradable la vida a los ciudadanos como, por ejemplo, la reforma, que espero se apruebe prontamente en un régimen notarial de conservadores y archiveros, que Chile es un país que tiene una tradición legalista que a veces, en lugar de facilitar, ahoga y asfixia la vida de las personas. 
 
Pablo Neruda decía que “en Chile nunca va a haber una revolución, mientras no se publique en el Diario Oficial”.  Y ésa es una manera de expresar esa cultura de los chilenos por el trámite, por el papel, por la certificación; que es muy poco sajona, es muy hispana.
 
Por otra parte, también tenemos una tremenda responsabilidad en adecuar el Estado a las verdaderas necesidades de las personas, y no que las personas se tengan que adecuar a las necesidades del Estado, desde todo punto de vista, desde los horarios.
 
Por ejemplo, hace un tiempo, cuando hicimos la cuarta o quinta operación preventiva que hacen miles de carabineros a lo largo de todo Chile, y en que hemos detenido a más de 25 mil personas con orden de detención pendiente o en delito flagrante, se hacen los jueves y viernes, porque ése el momento en que es más eficaz -no quiero contar por qué. Recuerdo una persona que era experto en seguridad e inteligencia, y le preguntaron que hablara de seguridad e inteligencia, y dijo “mire, por razones de inteligencia, no hablo de seguridad, y por razones de seguridad, no hablo de inteligencia”-, pero lo cierto es que las redadas, o estas operaciones preventivas, tienen que hacerse en ciertos días.
 
Y recibimos un gran reclamo de un Poder del Estado, que decía que estábamos atochando los Tribunales de Garantía. Pero de eso se trata, de atochar los Tribunales de Garantía, para poder detener a los delincuentes que están eludiendo la acción de la Justicia.  ¿O vamos a establecer un horario para detener a las personas entre 9 y 5, parando una hora de almuerzo?  Ésa es la forma de no entender que el Estado tiene que adecuarse a los requerimientos de las personas y no las personas a las burocracias del Estado.
 
Por otra parte, es muy importante avanzar en iniciativas, por ejemplo, les mencionaba el tema de desnotarizar la vida de los chilenos, que lo vamos a hacer, no quiero profundizar en esto, pero eliminando muchos trámites, introduciendo la tecnología, para que muchos de ellos se puedan hacer en forma remota, a través de Internet, mejorando la competencia, bajando los precios, todo eso con un solo objetivo y norte, que es mejorar la calidad de vida de las personas.
 
Por otra parte, también estamos digitalizando, y esperamos llegar al término de nuestro Gobierno a una digitalización de más del 80% de los trámites que hacen los ciudadanos con el Estado. Hoy día estamos un poco más arriba del 50%, queremos hacer un salto al 80%, que significa que 8 de cada 10 trámites el ciudadano los va a poder hacer sin presencia física, sin largas filas y colas, sin tener que gastar recursos y movilizarse, sin perder mucho tiempo, desde la comodidad de un teléfono inteligente o desde la comodidad de un computador.
 
Por otra parte, en esto también estamos pensando en que -sin duda- esto es posible de hacer. Antes esto era imposible, pero hoy día la tecnología nos permite hacer cosas que hace muy poco tiempo eran imposibles, físicamente imposibles y para hacerlas requerían un costo impensable.
 
Hoy día son fácilmente implementables y de muy bajo costo, y además de beneficiar la vida de las personas, significan un ahorro o un alivio a la carga del gasto fiscal.
 
Pero por eso, pasar de un Estado basado en papeles y tinta, a otro que se basa en tecnologías digitales, requiere, sin duda, una revolución que es difícil de hacer, porque hay una cultura que resiste los cambios, por miedo, porque uno se acostumbra a lo que ha hecho siempre, porque teme que la nueva forma de hacer las cosas lo puede dejar obsoleto, y esa cultura hay que enfrentarla. Lo mejor es enfrentarla con educación, con incorporación, con inclusión, explicándole a las personas que esto, lejos de desplazarlos, les va a hacer su propia vida más grata a los funcionarios y también explicándoles a los ciudadanos que esto no es algo complejo y que cualquier persona, de cualquier edad, puede aprender -y rápidamente- a aprovechar estas tecnologías en beneficio de su propia vida.
 
Por ejemplo, acabamos de lanzar lo que se llama el Hospital Digital. El Hospital Digital es una revolución que probablemente va a significar un aporte a la calidad, acceso, oportunidad y dignidad de la salud, mucho más poderoso que el Plan de Infraestructura, que también anunciamos, y que significa inversiones por USD 10 mil millones en los próximos cuatro años, para reconstruir nuestra infraestructura hospitalaria, en que dos tercios de ella es anterior a 1980. Hoy día, algo que es anterior a 1980, es como prehistoria, desde el punto de vista cómo cambiamos la forma en que hacemos las cosas.
 
El Hospital Digital es una combinación de Bigdata, una enorme cantidad de información, no solamente la información de todos los pacientes con su ficha electrónica, con su diagnóstico, con sus exámenes médicos, para que pueda tomar esa información, sino que también información de todos los casos similares que han ocurrido en el mundo, que han tenido síntomas parecidos y, por tanto, pueden ser diagnosticados con mucho mayor precisión y certeza por esta combinación de Bigdata con Inteligencia Artificial y telecomunicación.
 
Nos va a permitir atender a 2 millones de personas, 5 veces más que el hospital más grande, o el que atiende más personas, que es el Barros Luco, en nuestro país, y a un costo infinitamente mejor o menor.
 
Por tanto, la tecnología nos va a cambiar todo.
 
Yo les voy a contar después una experiencia muy notable que tuve hace unas semanas, en Sun Valley, en que discutimos estos temas con grandes innovadores y líderes tecnológicos.
 
Por esa razón, el Hospital Digital es una experiencia pionera, porque es el único que se ha implementado en América Latina, no es pionera en el mundo, naturalmente, pero estamos casi a la altura de los países que llevan la delantera, con los cuales hemos tenido mucho intercambio para lanzar este gran proyecto.
 
Lo mismo en materia de seguridad ciudadana, la tecnología nos va a cambiar la forma en que enfrentamos el delito y la delincuencia. Por ejemplo, el Sistema Táctico de Operaciones Policiales, que permite que permanentemente estemos evaluando con la información de la semana anterior, la eficacia de la labor policial, para poder asignar los recursos y las prioridades de acuerdo a los verdaderos problemas.
 
El Banco Unificado de Datos, que ya está funcionando, costó años implementarlo, que permite que todos los policías e Investigaciones puedan tener, cuando detienen a una persona, su historial completo, y no que ocurra que lo libera de un delito y no tiene cuenta que tiene 25 órdenes de detención pendientes. Eso va a permitir mejorar la capacidad del Estado de responder a viejas preguntas.
 
¡Cuidado! La tecnología también ayuda a los malos, no solamente a los buenos, así que ésta es una pelea como la pelea que ha tenido la humanidad entre los seres humanos y las bacterias, que uno va progresando, pero las bacterias también van progresando. Y lo que fue un gran descubrimiento como la penicilina de Alexander Fleming -que fue por causalidad- hoy día está totalmente obsoleta, porque las bacterias son resistentes a esos primeros ejemplos de penicilina.  
 
En cuanto a las Pymes, el hecho de haber cambiado el sistema para crear una empresa, que antes tomaba 6 meses y 9 meses de venta de una empresa, a un sistema que cuesta cero, que se hace en un día y que simplifica la voluntad de innovar, que muchas veces la burocracia termina matando y asfixiando, es otro ejemplo de cómo podemos ir modernizando el Estado.
 
Ahora estamos más allá de simplemente crear una empresa en un día, sino que es lograr que el 95% de las empresas de nuestro país tengan acceso, en banda ancha y con velocidad adecuada, a la red de internet para todo, para su mecanismo de producción, de comercialización, de distribución, de contacto con sus clientes.
 
Otro eje es crear la infraestructura digital que requerimos para el siglo XXI. De hecho, estamos con un proyecto para iluminar Chile, al año 2025, que significa construir 15 mil kilómetros de redes ópticas para conectar, iluminar e integrar a Chile entero, o prácticamente entero, a esta nueva revolución.
 
El Wifi público y gratuito en los lugares de alta concurrencia, que es otro de los proyectos que estamos impulsando con la subsecretaria de Telecomunicaciones.
 
La Oficina GPS, que ha identificado USD 65 mil millones en proyectos que están detenidos en alguna parte del aparato burocrático, y que los estamos liberando. Es impresionante cómo se han liderado muchos proyectos en los últimos tiempos: la ampliación de Arauco, por ejemplo, que es un proyecto de inversión de USD 2 mil 500 millones y el proyecto Quebrada Blanca II, que es un proyecto de USD 5 mil millones, estaban entrampados en una burocracia kafkiana, que muchas veces no tiene ninguna proporción entre lo que está protegiendo y lo que está destruyendo.
 
Ésa es una nueva forma de enfrentar la necesaria compatibilización entre la evaluación del impacto ambiental, para proteger nuestra naturaleza, pero sin terminar matando y asfixiando la inversión y, en consecuencia, la innovación y el emprendimiento.
 
Éste es un equilibrio difícil de lograr y hemos presentado al Congreso una nueva forma de enfrentarlo, con una nueva Ley del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental.
 
Por otra parte, estamos muy cerca de hacer, finalmente, el Apagón Analógico, que debió haber ocurrido hace mucho tiempo, y de hecho va a ocurrir en diciembre de este año cuando pasemos de frentón, en el mundo de las comunicaciones, y especialmente de la televisión, al mundo digital, y dejemos atrás el mundo analógico.
 
De esta manera, todo el país va a tener la oportunidad de poder tener un acceso a los medios de comunicación visuales, especialmente los canales de televisión, en forma digital, con mayor definición, mayor calidad, mayor contraste de colores, y abandonar el mundo análogo, que ya es historia, ya va a pasar muy pronto a ser prehistoria.
 
El tercer eje es la creación de una regulación mucho más moderna, y esto tiene que ver con la reforma tributaria, que lo que busca es promover la inversión, el crecimiento, la innovación, el emprendimiento, simplificar el sistema, dar un alivio tributario a las Pymes, dar un alivio tributario a la clase media y darle más certeza al contribuyente, que no esté sujeto permanentemente a esa indefensión, que significa la posible arbitrariedad o discrecionalidad, sino que tenga reglas claras, que todo el mundo las comprenda, y un Defensor del Contribuyente.
 
Lo mismo con la reforma laboral que vamos a enviar, o la modernización laboral, para lograr dar más libertad a las partes para que acuerden aquello que ellos creen que va en su propio beneficio, y no que tenga todo que depender de un tercero, que como un hermano mayor sabe mejor que las partes, qué es bueno y qué es malo para ellas.
 
Yo sé que cada vez que hablamos de modernización laboral inmediatamente surge la palabra “precarización laboral”.  Yo les quiero decir, nada hace más precario el empleo que no crear empleos. No hay mejor política laboral y social que el pleno empleo. Cuando hay pleno empleo, los salarios suben, las condiciones de trabajo mejoran, los empleadores se preocupan más de la capacitación de sus trabajadores y de la calidad en el punto de trabajo, nadie vive con temor a perder la pega.
 
Cuando hay alto desempleo, ocurre justo lo contrario. Y, por tanto, esta cantinela de que todo lo que se hace en materia de fomentar mayores niveles de libertad, mayores niveles de que las personas puedan tomar sus propias decisiones, significan “precarizar”, yo quiero decir la mayor precarización que podemos hacer al empleo, es no crear empleos, o crear empleos de mala calidad, como ha ocurrido lamentablemente en los últimos años de nuestro país.
 
Y por eso, aumentar la cantidad de empleos, mejorar la calidad de los empleos, lograr que sean empleos con estabilidad, con proyección, con seguridad social, etc., es un objetivo central de nuestro Gobierno.
 
Por otra parte, también tenemos la modernización en materia de la Ley de Protección de Datos Personales, la modernización en materia de transparencia del Estado, que son procesos que están en plena marcha, porque los ciudadanos tienen derecho a saber qué hacen las autoridades que ellos eligen con sus votos, y en qué se gastan los recursos que ellos financian con sus impuestos.
 
En esta materia, estamos en un gran programa, yo creo que Gonzalo Blumel algo se refirió a esto en la mañana, y por eso yo solamente estoy haciendo una mención de titulares por razones del tiempo.
 
Pero tal vez un tema central en esta materia es que el Estado tenga plazos, que no tengamos esta idea que el Estado no tiene plazos, y por tanto el silencio del Estado equivale a una negativa con costos gigantescos. La idea del silencio administrativo que el Estado tiene no solamente derechos frente a los ciudadanos, también tiene obligaciones frente a los ciudadanos de responder oportunamente y no de dejar pendiente, como ocurre en muchos organismos del Estado, y que significan un freno y un costo gigantesco sin que nadie asuma ni el costo, ni la responsabilidad de esas demoras.
 
La reforma del Teletrabajo, Trabajo a Distancia o Trabajo desde el Hogar, que es un proyecto de ley que enviamos. Esto de que todos tenemos que trabajar en el mismo lugar es propio del siglo XIX, la Revolución Industrial, la producción en línea, todos tenían que estar uno al lado del otro porque cada uno apretaba una tuerca y no podían apretarla en forma remota ni a distancia. Ese mundo se acabó, y se va a acabar cada vez más.
 
Y, por tanto, las posibilidades que otorga la tecnología, de que el trabajo se pueda hacer con mayor libertad, desde el punto de vista del lugar desde el cual se realiza, el propio hogar u otro lugar, a través de las telecomunicaciones, es una tremenda oportunidad.
 
Hay países que ya tienen casi un tercio de su fuerza de trabajo trabajando desde el lugar que la persona escoge y no el lugar que el empleador escoge. Y esto, por supuesto, requiere acuerdo entre las partes y la tecnología lo facilita enormemente.
 
Y esto crea más oportunidades, porque cada vez que uno quiere innovar en materia laboral, surge de inmediato que esto “precariza”. Cuando uno lee el Estatuto del Trabajo Joven, que simplemente establece que el horario sea más flexible para que puedan compatibilizar mejor sus obligaciones del trabajo con sus obligaciones del estudio, y es voluntario entre las partes. ¿Cuál es la primera reacción automática, inmediata de muchos? “Se está precarizando el trabajo joven”. Cuando tenemos una tasa de desempleo del trabajo joven que duplica al promedio nacional y cada vez que se hacen las encuestas, se les pregunta por qué, es porque no pueden compatibilizar otros mundos, además del mundo del trabajo: los jóvenes con el mundo del estudio, los adultos mayores con el mundo de las restricciones que la edad significa; las mujeres y los hombres con el mundo de la familia.
 
A todo eso apunta esta modernización laboral que estamos impulsando, aún cuando sabemos que va a recibir los prejuicios de una larga noche oscura en esta materia.  
 
La incorporación, y para compatibilizar mejor el mundo del trabajo, muy importante, con el mundo de la familia, el deporte, la cultura, los amigos, la reflexión, es una reforma que demanda en forma muy sentida y muy intensa la ciudadanía, y que la estamos impulsando a través de un conjunto de proyectos, y con mucha fuerza.
 
Por otra parte, también sabemos que la ciencia y la tecnología son, sin duda, herramientas muy poderosas. Esta Sociedad del Conocimiento y la Información, esta Revolución Tecnológica, todas las revoluciones tecnológicas han demostrado ser generosas con los países que la asumen, que la abrazan, aún cuando algunos lo han hecho en forma tardía, como los países -por ejemplo- que lograron superar el subdesarrollo, pero ha demostrado también ser cruel e indiferente con los países que le dan la espalda y simplemente la dejan pasar.
 
La Revolución es una oportunidad para que la tome el que la quiera tomar, pero la Revolución no anda buscando obligar a las personas o a los países a aprovechar los beneficios que ella significa, es una decisión que tiene que tomar cada país.
 
Y por esa razón, tenemos grandes desafíos. Yo mencionaba algunos para incorporarnos a la Sociedad del Conocimiento y la Información. Mencionaba el tema de invertir más en ciencia y tecnología; de promover, fomentar, apreciar y valorar, y no asfixiar y condenar, la innovación y el emprendimiento, cómo se empezó a crear una cultura en nuestro país; modernizar el Estado.
 
Pero tal vez la modernización más importante de todas, tiene que ver con el mundo de la educación. En el Gobierno anterior se hicieron muchas reformas, menos -a mi juicio- la más importante: la calidad. Con esta calidad de la educación, en que los niños en 4° básico todavía no saben leer y escribir, y en que la mitad de la población chilena no entiende los textos que está leyendo, tenemos pocas oportunidades en este mundo moderno.
 
Mejorar la calidad de la educación en todos los niveles, preocuparnos en forma prioritaria de la educación temprana, porque es ahí cuando hacemos la verdadera diferencia, nivelamos la cancha, igualamos oportunidades, y hoy día la cobertura en la educación superior en Chile, más que duplica la cobertura en la educación temprana.
 
Hacernos cargo de que la educación técnico-profesional ya no son gasfíteres y electricistas -que son muy necesarios, por supuesto- pero también programadores, técnicos, expertos en las distintas áreas, especialmente donde tenemos ventajas comparativas.
 
Y, por supuesto, cambiar radicalmente nuestro sistema de capacitación. Nos gastamos 360 millones al año en capacitación, y los 4 estudios que existen que no aplica o no aporta nada, ni en empleabilidad, ni en mejorar salarios, que son una infinidad de cursos -los únicos que se benefician con esto son los intermediarios- y hacer una capacitación de acuerdo a las verdaderas necesidades y que sea certificada, es decir, cuando una persona se capacita recibe la certificación que sea reconocida y valorada por la sociedad. Y, por tanto, le significa un aumento en su capital humano certificable frente a terceros. No como hoy día que ni uno de estos títulos o certificados es reconocido como algo que tenga valor.
 
En fin, hay tanto que tenemos que hacer para que nuestro país se prepare en todos los ámbitos, para enfrentar este mundo nuevo, que yo creo que la educación es la madre de todas las batallas. Por eso, ahí estamos haciendo un esfuerzo gigantesco para enfrentar estos 4 grandes desafíos: calidad en todos los niveles, cobertura de educación preescolar, educación técnico-profesional y modificar profundamente nuestro sistema de capacitación.
 
Desde ese punto de vista, tenemos que enseñar nuevos idiomas. Si antes el que no sabía leer y escribir era analfabeto; hoy día, el que no entiende el idioma digital, el idioma de la modernidad, que no habla inglés, está con los ojos vendados, compitiendo en un mundo lleno de oportunidades, pero también lleno de riesgos.
 
Y ésa es una tarea que tenemos que enfrentar y que desgraciadamente no hemos enfrentado.
 
¿Cómo un país se puede acostumbrar o adormecerse y tolerar que tenemos la calidad de la educación en Chile estancada desde hace décadas? Tuvimos un pequeño incremento en la calidad medida por el SIMCE, por la PSU, por el TIMSS o por la Pisa, en un periodo de tiempo que coincide con un muy buen Gobierno, pero después nuevamente - ¿esa risa es de aprobación o de rechazo? (risas)- se estancó.
 
Entonces, hemos triplicado el presupuesto público en educación, y curiosamente ustedes saben que al sector privado se le mide por lo que produce, al sector público se le mide por lo que gasta. Así son las cuentas nacionales. Es como el derecho público que dice que “usted sólo puede hacer lo que la ley permite”; en cambio, el derecho privado dice que “se puede hacer todo lo que la ley no prohíbe”.
 
Y, por lo tanto, en esta materia, tenemos una actitud de complacencia, de cierta mediocridad, que no nos damos cuenta que la madre de todas las batallas es la batalla por la calidad de la educación, donde no hemos estado a la altura de nuestro desafío.
 
¿Mejor que el resto de América Latina? Sí, pero muy lejos de lo que queremos, de lo que necesitamos, de lo que merecemos.
 
Por ejemplo, la tecnología digital nos ofrece una enorme cantidad, estamos lanzando el Hospital Digital, la Biblioteca Pública Digital, porque nos permite con un costo muy bajo permitir que el acceso sea simultáneo, universal y en igualdad de condiciones, por supuesto complementado con esta red de acceso, esta red digital, la Carretera Digital, que no es solamente la Ruta 5, sino que es esta otra ruta que mueve no a personas, mueve inteligencia, mueve información, mueve contactos.
 
Bueno, en fin, también estamos haciendo un verdadero Museo Digital, que va a permitir a los ciudadanos chilenos acceder y, por ejemplo, recién estuvo Google en La Moneda, que hizo una visita a La Moneda en 3D, que prácticamente equivale o es casi mejor que visitarla físicamente. Lo mismo queremos hacer con todos los museos de nuestro país y con todos los museos del mundo.
 
Ésa es la gran maravilla de la tecnología digital, que nos permite estar en todas partes, sin ningún costo y con calidad casi mejor que una presencia física.
 
Estamos haciendo un esfuerzo muy grande por abordar las escaseces y los cuellos de botella más grandes que tenemos en nuestro país, como por ejemplo los programadores. Acabamos de lanzar un programa de mil becas de formación de programadores.
 
Pero lo cierto es que hay cosas muy buenas que están ocurriendo. Por ejemplo, la ampliación del Data Center de Google en Quilicura, tremenda inversión, que va a significar un tremendo aporte no solamente directo, sino que indirecto y de difusión; el tendido del cable submarino, que está conectando Valparaíso directamente con California, el futuro cable submarino que nos va a conectar con el Asia Pacífico, y estamos en conversaciones con muchas empresas de ese mundo; los grandes telescopios, que van a significar que vamos a tener que procesar más datos en materia astronómica, que lo que hoy día procesan muchas de estas grandes empresas sumadas.
 
Por esa razón, la Agenda del Futuro es una agenda que no podemos eludir. Tenemos una agenda muy ambiciosa, pero también llena de problemas y de dificultades. Si cada cosa cuando uno quiero avanzar, uno se encuentra con muchos obstáculos, es una especie de “Cultura del No”, hay mucha gente que le tiene temor al cambio, por múltiples razones, los mencionaba anteriormente: hay que enfrentar, ojalá convenciendo y educando, pero si no es posible, hay que hacer el cambio igual, porque no es posible que muchas veces la no voluntad de cambio de una persona signifique detener la marcha de toda una sociedad. 
 
Y hoy día no basta con no retroceder, el que se queda parado está retrocediendo en forma brutal en este mundo del cambio tan relámpago y tan impresionante.
 
Por eso tenemos, yo les mencionaba, los desafíos, un solo desafío con los adultos mayores. Hoy día tenemos 2 millones de adultos mayores y más de 4 personas trabajando por cada adulto mayor. Eso va a cambiar rápidamente a 2 personas trabajando por cada adulto mayor. y, por tanto, en la revolución, que va a significar para la sociedad chilena no solamente en pensiones, sino que también en salud, en acceso, en integración, en el tipo de ciudades, para hacernos cargo de esta mayoría de adultos mayores, que va a ser parte de nuestra sociedad, no una antesala corta para el otro mundo, sino que, por muchas décadas, porque la expectativa de vida ha crecido enormemente.
 
Y, además, cómo integrar a esas personas para que sigan siendo un aporte y sigan entregando, es un desafío gigante.
 
Solamente en materia de adultos mayores no valentes, hoy día tenemos aproximadamente 100 mil, vamos a tener medio millón, antes de que termine nuestro Gobierno podemos llegar a medio millón de adultos mayores que van a tener un problema de no valencia. Y eso va a ser abordado en la reforma previsional.
 
Lo mismo, usar la tecnología para enfrentar mejor la manera en que un país como Chile, que se ha caracterizado a lo largo de su historia por la adversidad, por los desastres naturales y poder hacernos más resilientes, y que estos desastres naturales que van a seguir ocurriendo, nadie puede asegurar que no van a seguir ocurriendo, lo que sí tenemos que asegurar que el día que ocurra, vamos a estar mucho mejor preparados que como estábamos, por ejemplo, el 27F del año 2010.
 
En fin, son tantos los desafíos en esta materia, el 70% de la capacidad de observación del mundo va a estar instalada en Chile la próxima década, y eso va a generar una demanda por capacidad de almacenar, procesar y transmitir información, porque Chile es un verdadero laboratorio natural en materia astronómica y en materia antártica, grandes oportunidades para las cuales tenemos que, sin duda, prepararnos.
 
Yo les quiero contar una experiencia que tuve muy especial para mí, hace unas 3 o 4 semanas, fui invitado a un seminario en un pequeño pueblito que se llama Sun Valley, en un pequeño Estado del norte o noroeste de Estados Unidos, que se llama Idaho, y era un encuentro muy especial, en que tuve que hacer una exposición respecto a cuáles eran los desafíos de Chile y de América Latina, pero me tocó tener la oportunidad de tener una reunión larga, bilateral, de trabajo con personas como Jeff Bezos, fundador y líder de Amazon; con Tim Cook, máxima autoridad de Apple; con Sundar Pichai, el CEO de Google; con Mark Zuckerberg, fundador y principal líder de Facebook; con Reed Hastings, el fundador de Netflix; con el fundador de Airbnb, y con muchos más. Y largo tiempo que preparamos esas reuniones para ver cómo estas grandes empresas, estos grandes innovadores nos pueden ayudar a que Chile dé ese salto más rápido y llegue más lejos de incorporarse a la Revolución Tecnológica.
 
Y la verdad es que hay muchas razones por las cuales ellos están muy motivados. Ahí estamos en algunas reuniones, oiga, no los miren a huevo que cada uno de estos son USD 3 mil millones para arriba, el más bajo (risas). Jeff Bezos, USD 100 mil millones. Ahí está. Bueno, llegamos a acuerdos con muchas de estas empresas, en muchas materias, de inversiones en Chile.
 
Algunos de ellos tienen intereses muy especiales. Por ejemplo, Bezos está muy interesado en descubrir, cuando el planeta Tierra deje de ser un lugar habitable para los seres humanos, donde vamos a irnos. Ésa es su pasión en este instante, y para eso Chile juega un lugar muy especial, porque es desde Chile donde vamos a poder impulsar esas naves que van a permitirnos descubrir si existe o no existe, por ejemplo, la cuarta luna de Saturno, que se piensa que puede tener una capacidad muy cercana, muy similar a la Tierra para albergar vida humana.
 
Cada uno de ellos tiene, además de su empresa, otros intereses y muchos de ellos, por esas cosas del destino están ligados con Chile. Yo espero que algunos de ellos vengan a fin de año cuando tengamos nuestro Congreso del Futuro, estamos en plena conversaciones con ellos.  Pero realmente para mí una experiencia maravillosa, un día de saber qué viene para delante, dejar atrás el tema del salario mínimo, el tema del combo y el puñete, y mirar qué viene hacia adelante, cuál es el mundo que está golpeando nuestras puertas, y hablarlo con los protagonistas, los autores, los pioneros, los que están en la frontera del conocimiento y llegar a muchos acuerdos con ellos, que vamos a ir dando a conocer.
 
Hoy día, tuve una reunión con el jefe de Microsoft, que supe que también hizo una exposición acá, en que hemos llegado a acuerdos en muchos frentes: educación, salud, modernización del Estado y muchos más.
 
Por esa razón, yo quisiera terminar estas palabras diciendo que lo que tenemos que hacer, además de todo lo que hemos hablado, es algo esencial: es confiar más en las personas, no confiar tanto en la burocracia, desatar las fuerzas de la libertad, de la creatividad, de la imaginación, de la innovación, del emprendimiento y no pretender permanentemente asfixiarlas o ahogarlas, como muchas veces ocurre en nuestro país.
 
Y ése es un cambio cultural, que no solamente compromete al Estado -y créanme que el Estado está cien por ciento comprometido, motivado y entusiasmado- también compromete a la sociedad civil entera, porque ésa es la única forma en que Chile va a poder dejar atrás 200 años de vida independiente, maravillosa, con grandes logros -de los cuales nos sentimos orgullosos y con mucha razón- pero no hemos sabido aprovechar las maravillosas oportunidades que nos ha deparado el destino a lo largo de estos 200 años.
 
Ahora tenemos una oportunidad magnífica, y créanme, algún día nuestros hijos nos van a preguntar qué hicimos cuando Chile tuvo la maravillosa oportunidad de derrotar la pobreza, de superar el subdesarrollo, de garantizarles a todos una vida en que puedan desarrollar los talentos que Dios nos dio, de asegurarles a todos una vida con dignidad.
 
Si no estamos a esta altura, por eso a mí me gusta esta idea de que Chile ha hecho muchas transiciones, muy significativas, en los últimos 30 años, una fue la transición de un gobierno autoritario a un gobierno democrático, la hicimos en forma ejemplar, normalmente estas transiciones se hacen en medio de crisis política, caos económico, violencia social. Nada de eso ocurrió en Chile, porque lo hicimos en forma inteligente, pero esa transición ya es historia.
 
La transición de ahora, la nuestra, la que está por venir, es transformar a Chile en un país desarrollado, sin pobreza, con igualdad de oportunidades, en que todos los hijos de esta tierra puedan tener una vida más plena y más feliz. Y en esa transición, igual como hicimos en forma inteligente y ejemplar la primera, y por eso yo siempre destaco la figura del Presidente Aylwin, no podemos fallar.
 
Y ésa es la verdadera disyuntiva que está enfrentando la sociedad chilena hoy día: ¿Vamos a ser capaces de cambiar la historia y de hacer esta transformación y hacer esta transición, utilizando todos los medios y oportunidades que el mundo moderno nos entrega? ¿O vamos a seguir atrapados en las mismas viejas querellas, que han tenido a este país dividido y enfrentado durante tanto tiempo?
 
Yo creo que ésa es la gran decisión, la gran misión que tiene que cumplir nuestra generación.
 
El Padre Hurtado decía “Chile no es solamente sus territorios, sus montañas, sus mares, Chile es una misión a cumplir”. Y yo siento que, recordando al Padre Hurtado, que ésta es nuestra misión y los convoco a todos a ser parte de ella.
 
Muchas gracias.