Presidente Piñera presenta proyecto de transformación digital y crea consejo asesor para la modernización del Estado

25 JUN. 2018
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El Gobierno busca reducir así la burocracia e imprimirle mayor eficiencia a la labor del Estado. Por primera vez en la historia, el Mandatario firmó de manera digital una iniciativa de Gobierno.  

Muy buenos días:
 
En primer lugar, muchas gracias por venir. 
 
El Estado fue un invento del hombre. El hombre inventó el Estado y no el Estado al hombre, como piensan algunos. Y lo inventó para ayudarlo a tener una vida más plena, más simple, más feliz.
 
Pero como pasa tantas veces, los inventos adquieren vida propia, y en muchas partes, y en muchos tiempos, el Estado se ha transformado en un verdadero monstruo del Leviatán que, en lugar de ayudar a las personas, a veces les pone dificultades, obstáculos, con burocracia y con exceso de trámites.
 
Por eso, el gran escritor y Premio Nobel mexicano, Octavio Paz, se refería siempre al Estado como “el ogro filantrópico”: filantrópico, porque se supone que el Estado ayuda a la gente; y ogro, porque para muchos ciudadanos, el Estado es un ente ajeno, distante, hostil que, en vez de ayudarlo, le pone problemas.  Y ésa fue una tendencia que se fue dando en todos los países del mundo.
 
En nuestro caso, el Estado chileno fue creado en el siglo XIX, fue parchado en el siglo XX y tiene que -y va a- ser modernizado en el siglo XXI.
 
Y modernizar al Estado es una necesidad y una demanda muy sentida y muy urgente de nuestros ciudadanos, que lo que quieren es un Estado moderno, al servicio de las personas, que ayude, que colabore a esa gran misión que tenemos que cumplir, que es transformar a Chile en un país desarrollado, sin pobreza, con oportunidades y seguridades para todos, antes que termine la próxima década.
 
Y es una meta exigente, es una meta noble y es una meta factible, pero, sin duda, necesitamos un Estado al servicio de las personas.
 
Por eso, la tradicional discusión respecto del tamaño del Estado, no es la discusión relevante. Lo que tenemos que discutir es la calidad del Estado. Y para eso, es bueno pensar nuevamente cuál es el objetivo y la misión del Estado en el siglo XXI, qué esperan los ciudadanos de ese Estado y cómo podemos hacer que el Estado les simplifique y no les complique la vida a nuestros compatriotas.
 
Afortunadamente, la Revolución Tecnológica es un aliado formidable para modernizar el Estado.
 
Pero no basta con tener los instrumentos, se requiere también la voluntad, la perseverancia y la visión para llevar adelante esta tarea que -como muy bien dijo Rafael Ariztía- es un proceso; no va a ser de un día para otro, pero tiene que ser empujado todos los días, con voluntad, con fuerza, con convicción, porque enfrenta muchos obstáculos.
 
Por de pronto, hay personas que se oponen a los cambios, porque los cambios generan temor, temor de un mundo nuevo que no conocen.  En este caso, lo primero que tenemos que hacer es, hacer de todos los ciudadanos un gran aliado de esta modernización del Estado, porque se está haciendo, precisamente, para hacerles su vida más simple, más fácil y que puedan dedicar sus energías, su talento, su creatividad, a lo que realmente les importa y no hacer trámites o burocracia con el Estado.
 
Sin duda que el Estado chileno ha cumplido un rol fundamental a lo largo de nuestra historia. De hecho, muchos historiadores piensan que la rápida constitución de la República fue lo que explicó el auge de nuestro país en el siglo XIX. Pero también, muchos piensan que la tardanza en modernizarse del Estado, puede significar un lastre y un freno a esta nueva modernización que necesitamos hacer en nuestra sociedad.
 
Por esa razón, los objetivos de la modernización del Estado son muy simples: hacer más fácil, más económico, más simple, la relación entre el Estado y los ciudadanos, para los ciudadanos y también para el Estado.  Y de esa forma, ayudar a nuestros compatriotas a cumplir sus sueños, a resolver sus problemas, a desarrollar sus talentos y aprovechar las oportunidades.
 
Hoy día el Estado chileno, sin duda, tiene una deuda con los ciudadanos, se ha ido quedando atrás. La atención de los servicios públicos, y muy especialmente en las zonas o en las áreas más importantes y trascendentes para la vida cotidiana de las personas -como es la salud, la educación, la justicia, el transporte, por dar sólo algunos ejemplos- se encuentran muy mal evaluados por la ciudadanía.  Y los ciudadanos, muchas veces, están obligados a adaptarse al Estado, en lugar de que el Estado se adapte a las necesidades de los ciudadanos.
 
Y esto es algo que ha sido tolerado con indiferencia durante muchísimo tiempo. Cuando uno analiza las cosas que se pueden hacer para simplificar el Estado, para hacer un Estado más amistoso, más cercano, más amable con los ciudadanos, se encuentra con una enorme cantidad de iniciativas, pero para poder llevarlas a cabo, hay que vencer mucha resistencia. 
 
Y por eso se requiere una voluntad, un compromiso, que espero que esta Comisión Permanente de Modernización del Estado sea un gran aliado para quebrar resistencias, para vencer miedos y para avanzar sin pausa y con prisa hacia un Estado que sea propio del siglo XXI y no del siglo XIX.
 
En nuestro programa de Gobierno, uno de los compromisos centrales es, precisamente, la modernización del Estado. Y por eso esta modernización del Estado pasa por muchos aspectos, pero el objetivo de fondo es que el Estado tiene que aprovechar las tecnologías modernas para ser más eficiente y para hacer más fácil la vida de los ciudadanos.
 
Es por esa razón que no solamente vamos a aplicar una modernización digital, es mucho más que eso, hay una enorme cantidad de trámites que son innecesarios, hay una enorme cantidad de trámites que se pueden hacer en forma muy simple.
 
Yo les voy a contar una anécdota. Hace años, cuando uno iba hacia la costa, había un camino o una ruta que era pública y otra ruta que era concesionada. En la ruta pública había un carabinero que estaba después de la línea del tren, y al que cruzaba la línea del tren, le sacaba un parte. En la otra ruta, había un agente antes de la línea del tren, advirtiéndole que venía la línea del tren.
 
La diferencia era notable: en un caso, la intención era sacar un parte, aunque la persona fuera arrollada por el tren, y en el otro caso la intención era evitar que lo arrolle el tren, más que sacar un parte.
 
Bueno, en muchos casos, el Estado no está cumpliendo su rol de estar al servicio de los ciudadanos. Y hay ejemplos múltiples que han estado en la vida de todos los ciudadanos, como, por ejemplo, que cuando a uno le sacaban un parte en la ciudad de Arica, aunque viviera en la ciudad de Punta Arenas, la única forma de pagar el parte era yendo a la ciudad de Arica. Ese tipo de cosas tenemos que erradicarlas.
 
Durante nuestro primer Gobierno, con el programa Chile Atiende, creamos una plataforma que permitía a los ciudadanos hacer sus trámites desde la comodidad de su teléfono celular, su computador o un teléfono y, de esa forma, podían ellos hacer muchos trámites con el Estado. Llegamos casi a un 50% de trámites, sin tener que pasar por el martirio de la burocracia, la espera, el tiempo, etc. Esa cifra queremos incrementarla a más de un 80% con esta segunda etapa en la modernización del Estado.
 
Y por eso, en este programa, la tecnología digital es un instrumento para hacer esta modernización del Estado que usa la tecnología digital para hacerle más fácil, más simple y más grata la vida a las personas.
 
Pero para poder avanzar en esto se requiere una visión transversal. Por eso, el empuje y la fuerza va a estar en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia, que tiene una visión global del Estado y que puede empujar y tiene relaciones con todos los distintos ministerios.
 
De esa manera, para poder avanzar en esto, yo estoy absolutamente convencido que requiere una voluntad inquebrantable, porque vamos a enfrentar muchas dificultades, la mayoría de ellas sin justificación, pero son dificultades igual. Requiere una perseverancia, porque hay que cambiar no solamente la ley y la tecnología, hay que cambiar una cultura de cómo se hacen las cosas.
 
Rafael Ariztía, que encabeza este proyecto, junto al jefe del Laboratorio de Modernización del Estado, Roman Yosif, va a tener que dirigir esto con mano de fierro y con una voluntad inquebrantable, y va a tener que practicar el don de la perseverancia, porque -tal como lo pudimos vivir en la primera etapa de la modernización- van a haber muchas dificultades en el camino, y va a requerir imaginación y creatividad para enfrentar de forma distinta.  
 
Yo recuerdo ese dicho que “cuando conocíamos todas las respuestas, nos cambiaron todas las preguntas”. Aquí pasa lo mismo, vamos a ir enfrentando nuevos desafíos a medida que la tecnología va avanzando y a medida que los ciudadanos van poniendo mayores exigencias.
 
Y, por último, ésta es una tarea que no es función de una persona, de un ministerio; va a requerir la concomitancia y la colaboración de todo el aparato del Estado y también de la sociedad civil.
 
Por eso este Consejo que va a estar bajo la dependencia del Ministerio Secretaría General de la Presidencia, formado por 12 personas, que tienen muchas experiencias: experiencias -por ejemplo- en un municipio, como es el caso de la alcaldesa Evelyn Matthei; experiencia en la modernización del Servicio de Impuestos Internos, que fue uno de los casos precursores en esta materia; experiencia en el mundo de la tecnología y de las telecomunicaciones; experiencia en el mundo de Chile Gestiona; experiencia en el mundo de la Contraloría; experiencia del mundo académico; experiencia del mundo empresarial; va a unir sus fuerzas y sus experiencias para que esta gran tarea avance sin pausa y con prisa.
 
Quiero agradecer muy sinceramente a los miembros de este Consejo, agradecer a Ramiro Mendoza, Beatriz Corbo, Mauricio Duce, Gloria de la Fuente, Javier Etcheverry, Ignacio Irarrázabal, Luis Larraín, Evelyn Matthei, Leónidas Montes, Claudio Muñoz, Jeannette Von Wolffersdorff y Mario Waissbluth, por aceptar ser parte de esta difícil, noble, necesaria y urgente cruzada para transformar a Chile o al Estado de Chile en un Estado moderno, un Estado del siglo XXI.
 
Esta Secretaría va a estar radicada -como yo decía- en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia, y con la colaboración por supuesto del Ministerio de Hacienda, que tiene un instrumento muy poderoso para convencer a la gente a hacer lo que tiene que hacer; sí, éste es un instrumento ideológico, de principios, de valores y que se refleja en el control de la billetera.   
 
Dentro de los siguientes 100 días, esta Secretaría tiene que presentar un Plan de Modernización del Estado, que ya está en marcha, pero queremos darle esa visión transversal e integral de forma tal que, ojalá, llegue a todos los rincones de la administración del Estado y de la sociedad civil.
 
Una de las cosas que vamos a hacer son principios simples. Por ejemplo, que el Estado no le pida, no le pueda pedir a ningún ciudadano un papel que ya se lo pidió, o un papel que el propio Estado emite. Por ejemplo, el certificado de nacimiento se pide prácticamente en todos los trámites que uno tiene que hacer: ¿Quién emite el certificado de nacimiento? El mismo que se lo está pidiendo; ¿Qué es lo lógico? ¿Qué esa persona tenga que ir a golpear puertas para sacar una enorme cantidad de certificados o que el BackOffice del Estado se comunique, converse y le presente y le entregue los certificados que el propio Estado emite sin hacer de eso una carga, a veces pesada, para los ciudadanos?     
 
Se estima que cada año, en promedio, los servicios públicos emiten 75 millones de certificados: muchos de ellos los emite muchas veces, porque no hay esta racionalización interna, y muchos de estos certificados hay que obtenerlos en forma presencial, que significa saber dónde, cómo, cuándo, y muchas veces tener mucha paciencia para la espera en la obtención de ese certificado, cuando debiera ser algo instantáneo, sin costo y en forma automática.  
 
Por otra parte, se exige el certificado de nacimiento en más de 109 trámites en nuestro país, porque uno cuando va a hacer un trámite tiene que demostrar que está vivo: aunque presente su carnet de identidad, tiene que traer un certificado de nacimiento, lo cual -por supuesto- es un ejemplo, pero muestra la enorme cantidad de cosas absurdas que tenemos en nuestro sistema público.
 
Eliminar los certificados que tienen que ser obtenidos presencialmente, significa ahorrar 30 millones de horas/hombre al año a los ciudadanos.
 
Y, además, la modernización y la digitalización del Estado se va traducir también en ahorrarle una enorme cantidad de tiempo y recursos al sector público.  Ejemplo, el año 2017 se gastó el equivalente a USD 108 millones solamente en papel de impresión o fotocopias, o carpetas o archivadores. Todo ese gasto puede eliminarse si vamos a una cultura digital en que la hipótesis nula, lo normal es el trámite digital; la excepción -en casos muy particulares- va a ser el trámite en papel.
 
Esto significa que esos 14 millones de trámites presenciales que se hacen en nuestro sector público, significan un costo, sólo en remuneración de las personas que tienen que realizarlos, de más de USD 100 millones y más de 20 millones de horas/hombre al año.
 
Y, por tanto, esta transformación digital le va a simplificar la vida a los ciudadanos, pero también le va a simplificar la vida al Estad.
 
Y, por tanto, es una situación en que todos vamos a ganar, aplicando con decisión, con voluntad y con un sentido de urgencia, las nuevas tecnologías que son un aliado formidable en esta materia.
 
Se estima que en casi un 50% del tiempo de los funcionarios públicos están haciendo trámites; es decir, haciendo o preparando papeles que podrían ser preparados en forma automática por el sistema computacional o por un sistema digital.
 
Y si nos ponemos a mirar hacia adelante, y lo que viene de esta segunda Revolución Tecnológica -la inteligencia ampliada, la inteligencia artificial y todo lo que va traer la nueva revolución- significa que este proceso, que nosotros creemos que va a ser un cambio, va a significar probablemente un cambio en todas las áreas y en todas las materias que afectan la calidad de la vida humana.
 
El costo del tiempo que se gasta en Chile en trámites, que podemos evitar con una digitalización, se mide no en cientos, se mide en miles de millones de dólares.
 
Por eso la firma de este proyecto de ley, que lo hemos firmado electrónicamente, y vamos a ver si la Contraloría acepta la firma electrónica del Presidente. Porque yo tenía una discusión con el ex contralor -que está aquí presente- porque un Presidente firma miles de documentos literalmente y yo tenía una firma larga para los documentos importantes y una firma corta para los documentos menos importantes. Entonces, el contralor me decía “no puede tener dos firmas”, ¿se acuerda, contralor? Y yo le decía “pero sí la firma es mía, ahora voy a tener tres firmas”. Así que espero que Contraloría se adecúe a esta nueva realidad digital, como lo ha hecho por lo demás, porque yo estoy muy consciente de la tremenda modernización que se ha llevado a cabo en la propia Contraloría desde los tiempos del contralor Mendoza y que ha continuado hasta el día de hoy.
 
Finalmente, este proyecto de transformación digital del sector público va a terminar -esperamos nosotros- con las colas, con los trámites, con ese exceso de burocracia que, con tanta razón, irrita y molesta a nuestros ciudadanos.
 
Lo que este proyecto busca es cambiar la lógica con que el Estado ha funcionado hasta ahora y -como decía anteriormente- pasar de la lógica del papel a la lógica digital de un día para otro. Lo hemos conversado mucho con otros Presidentes, que han emprendido la misma aventura, y todos ellos dicen “aquí no hay que hacerlo en forma gradual, aquí hay que hacerlo de un día para otro y que el costo de salirse de la norma recaiga en quien necesita hacerlo en base a papel, siempre que tengamos los sistemas que funcionen, que sean simples, que sean amistosos”.
 
Yo tenía mucho temor de que esa firma electrónica no iba a resultar por la famosa Ley de Murphy, pero hoy día vemos que la Ley de Murphy a veces nos da un respiro. Funcionó y ya está ese proyecto -me confirman- firmado legítimamente por este Presidente.
 
Finalmente, lo normal van a ser los procedimientos digitales y es muy importante porque aquí no es sólo un problema de conocer, de tener la tecnología; es que la gente sepa, se sienta cómoda y no le tenga temor a usar esa tecnología.
 
Por eso que esto va acompañado no solamente de la firma electrónica del Presidente, queremos incorporar la firma electrónica para todos los ciudadanos, con lo cual van a poder hacer la mayoría de sus trámites con la seguridad de que su identidad está protegida a través de un teléfono celular inteligente o un computador. Y eso le va a cambiar la vida en forma muy dramática.  
 
Por eso, yo estoy convencido que con esto estamos dando un paso más hacia una sociedad que pueda aspirar con legitimidad a dejar atrás 200 años de subdesarrollo, 200 años de pobreza, 200 años de burocracia y entrar al siglo XXI con el pie derecho, para hacer que todos nuestros ciudadanos tengan una vida más plena y una vida más feliz.
 
Un Estado moderno, un Estado eficiente, al servicio de todos los chilenos, es el objetivo central de esta iniciativa.
 
Y agradezco muy sinceramente a los miembros del Consejo Permanente de Asesoría, no sé si eso es una intención de ser vitalicios; si así fuera, lo aceptamos con mucho gusto.
 
Muchas gracias.