Presidente de la República, Gabriel Boric Font, participa en el acto de celebración del Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes

28 OCT. 2022
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Presidente de la República, Gabriel Boric Font, participa en el acto de celebración del Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes

Muchísimas gracias a todas y a todos los presentes.
 
Debo confesar que después del relato de Betsabé y Esteban y de las palabras de la Capellana Izani, me vino como un impulso de cuestionamiento a mi agnosticismo y ese don de la fe que me ha sido tan esquivo se aparece porque, en verdad, es un honor escuchar su historia, es un honor y ayuda mucho a la reflexión estos principios que plantean. Me imagino que hay algunos que no les debe haber gustado, pero, de verdad, lo agradezco porque son reflexiones muy atingentes, muy contingentes en este momento histórico en Chile.
 
Es para mí, de verdad, un honor poder conmemorar junto a todos ustedes éste que es mi primer Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes como Presidente de la República, porque estas ocasiones que muchas veces podrían entenderse como meramente protocolares, dependen de nosotros y de cómo las tomemos, pueden también no serlo y transformarse en instancias para estrechar lazos para mirarnos, comprendernos, compartir puntos de vista y entender que, como Izani decía, somos una sociedad diversa y que la multiplicidad de miradas nos enriquece. Cuando esa multiplicidad de miradas no está pensada en negarles derechos al resto, sino en incluirlos, en acogerlos.
 
Muchas gracias a las Iglesias Evangélicas y Protestantes por el papel que cumplen hoy día en nuestra sociedad porque están donde, muchas veces, casi nadie llega. Muchas veces en silencio, con trabajo social, sin aspavientos, trabajo comunitario, educativo, de rehabilitación en muchos contextos diferentes donde el Estado no está.
 
Me acuerdo muy patentemente de haber ido a uno de los que debe ser uno de los pueblos más remotos de Chile, al que se llega después de 30 y tantas horas en barcaza y que no se puede llegar de otra manera, se llama Puerto Edén. Y ahí había una familia pequeña que estaba construyendo su iglesia, una iglesia evangélica a mano y pensaba cuánto tiene que ser la vocación de la fe para poder llegar justamente a esos lugares. En ese lugar viven 70 personas, los invito a que después lo miren en el mapa, y había un pastor con su señora construyendo a mano su iglesia para poder predicar y para poder acompañar a los más desamparados de los desamparados. Y todas estas actividades que realizan es a la par de su misión espiritual que, es sin duda, la principal razón de ser.
 
Ustedes mencionaban el hecho que invita esta conmemoración, que son Lutero y sus 95 tesis clavadas en la Catedral de Wittenberg. Parece un acto rupturista, pero era cómo se debatía en ese entonces, en el siglo XVI. Pero noten el título de las 95 tesis, “Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum” (“Cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias”). Por esa época, corríjanme ustedes si me equivoco, creo que el Papa católico era León X y hay un grabado en alguna parte en donde está Lutero escribiendo las tesis en la cabeza de un león porque habían aumentado las indulgencias para poder construir templos más fastuosos en esa época. Y ante eso, justamente, se rebela.
 
Pero no fue solamente Lutero, sino también Calvino en Ginebra, los anabaptistas en Suiza y después en Holanda, antes los valdenses en Francia que representaban un principio que, a mí por lo menos, me interpreta bastante, que es de “Ecclesia semper reformanda” (“La Iglesia siempre reformándose”) y es un principio que, a nosotros, también, en la política nos viene bien, estar permanentemente cuestionándonos, escuchando otros puntos de vista, mejorando.
 
Es la reforma permanente de las personas, de las instituciones, de la Iglesia y del Estado cuando las sociedades y las circunstancias lo exigen. Es un voto contra el dogmatismo. “Ecclesia semper reformanda”, es decir, que el statu quo tiene que cambiar en pos de estos principios trascendentales de los cuales ustedes han hablado, la justicia, la dignidad, la misericordia, la igualdad.
 
Cuando pareciera que hay algunos que quisieran que nada cambie, volvamos a recordar estos principios, desde las diferentes manifestaciones de la fe.
 
Esta perspectiva, también, nos abre la puerta a algo que es tremendamente importante y que yo destaco muchísimo de lo que aquí se ha expresado, que es la tolerancia y la aceptación de las perspectivas diferentes que, de hecho, hay entre la diversidad de las Iglesias Evangélicas hoy presentes.
 
Contrario al imaginario que algunos pretenden instalar, el mundo evangélico y protestante es diverso y transversal, tremendamente diverso y transversal. Tal como el país que hoy día me toca liderar, un país diverso, un país habitado por creyentes y no creyentes y dentro de los creyentes por diversos credos que tienen toda la libertad para poder ejercerlo. La libertad de culto es un principio básico de la sociedad democrática, es un llamado al respeto, a la tolerancia, a la convivencia. Es una expresión de libertad que, como Estado, siempre debemos proteger.
 
Y este feriado, desde ese punto de vista, es importante porque es un hito que va más allá de Chile. Cuando la Presidenta Bachelet lo promulga, es el primer feriado no católico en toda América Latina y eso habla de una diversidad y una riqueza cultural de la cual tenemos que estar profundamente orgullosos.
 
Es importante crear mayor conciencia y reconocer el aporte de las Iglesias Protestantes y Evangélicas al país. Y, por eso, agradezco, de nuevo, a Betsabé y Esteban el recorrido que han hecho, a través de la historia, de la presencia evangélica en Chile.
 
Permítanme agregar un par de datos que estuvimos revisando porque su historia también se entronca con la de la República. Fue un pastor bautista el que tuvo a cargo, mandatado por Don Bernardo O’Higgins, en 1820, la primera Reforma Educativa del país. Cuando la educación todavía era una quimera solamente para los privilegiados, el Reverendo Diego Thompson fue invitado por el entonces Director Supremo para conducir la naciente Educación Pública hacia un carácter popular y democrático.
 
También están los constitucionalistas que se mencionaban antes, servidores públicos, educadores, parlamentarios, luchadores y luchadoras sociales, defensores de los oprimidos, de los perseguidos y los más necesitados.
 
Forma parte de esta memoria histórica la acción valiente y solidaria de tantas Iglesias Evangélicas a favor de quienes fueron víctimas de la represión en los momentos oscuros de nuestra Patria, la violencia, el hambre, la pobreza durante la Dictadura, pero, también, en toda la historia.
 
Quisiera sumarme, desde esa perspectiva, al homenaje a personas fundamentales de esa época. La pastora Juana Albornoz, por ejemplo, quien fuera, además, la primera capellana mujer de La Moneda. Al Obispo Helmut Frenz. En un momento, el Obispo Helmut Frenz, en conjunto con otros obispos, vienen, no acá a La Moneda porque estaba bombardeada, pero me imagino que al Edificio Diego Portales y le muestran la foto del sacerdote Llidó, asesinado, y Pinochet le responde: “Este era un terrorista”, y después no lo dejaron entrar más a Chile, inmediatamente. Y él contaba que de todos los dolores que vivió en la vida, el que lo hayan expulsado del país por defender los derechos humanos fue, quizás, de lo más doloroso.
 
El pastor Emeterio Alarcón, Florrie Snow, Marta Palma y tantos y tantas otras.
 
Hay un hito que no es tan conocido en la lucha contra la Dictadura que ocurrió al mediodía del 29 de agosto de 1986, el año decisivo, que tuvo como protagonista a la Confraternidad Cristiana de Iglesias, el cierre de la Campaña de Oración por la Vida, la Paz y la Reconciliación y la entrega de una carta abierta, en esos momentos, al dictador con un llamado urgente a terminar con la represión y el restablecimiento de la democracia.
 
Desde hoy, en plena democracia, valoramos y conmemoramos aquel acto de profunda dignidad, valentía y amor al prójimo que hicieron sus pares.
 
No quiero dejar pasar la oportunidad, y por acá veo a algunos de nuestros colaboradores que trabajan en la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos. Cuando llegué a La Moneda me costaba entender el rol que podía cumplir una Oficina Nacional de Asuntos Religiosos al interior de esta institución. Y, sin embargo, he visto su trabajo, su vínculo con las comunidades, hemos realizado diferentes actividades y no me cabe ninguna duda que podemos profundizar, además, como lo hemos hecho también con Nicolás. Y quiero agradecerles a todos quienes trabajan en ella, que hacen una importante labor para facilitar el diálogo con las diversas iglesias y comunidades religiosas.
 
Hoy celebramos la labor que las Iglesias Evangélicas y Protestantes realizan creando comunidad y otorgando algo que es tan importante para vivir que es la esperanza en los barrios, en las poblaciones, en las cárceles, en los hospitales.
 
En 2021, el año pasado, se cumplieron 10 años de la muerte de Helmut Frenz.  A él, por parte de… se imaginarán, lo acusaban de ser marxista y él respondía: “No soy miembro de un partido político, pero sí del partido más grande, el partido de los pobres, de los oprimidos, de los torturados y los que padecen las consecuencias de una situación injusta”. Yo me siento militante de ese partido, también.
 
Que su testimonio y el de todas las personas que hemos recordado hoy, por sobre, todo esos pastores y pastoras anónimos que hoy día no están con nombre y apellido, pero que, en las poblaciones de Chile, en los lugares más recónditos como Puerto Edén o cualquier población en Alto Hospicio, en La Granja, en Iquique, en Pitrufquén, están luchando por mayor dignidad, que su testimonio de vida sea guía y ejemplo para todos quienes anhelamos, hoy día, un mundo mejor.
 
Muchísimas gracias.