El Presidente de la República Gabriel Boric Font participa del Fandango por la Lectura en el Centro Gabriela Mistral

24 OCT. 2022
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El Presidente de la República, Gabriel Boric Font, junto a Irina Karamanos y Beatriz Gutiérrez, esposa del presidente de México, Andrés López Obrador, participan del Fandango por la Lectura en el Centro Gabriela Mistral.

Es realmente muy emocionante esta actividad de energía colectiva que contagia de buenas vibras, de aquí hasta México. Se los agradezco muchísimo a toda la delegación mexicana, a Irina y todo su equipo que han estado trabajando, al Ministerio de Educación, a la embajada.
 
Me alegra mucho, además, ver acá a nuestra Senadora Yasna Provoste que, además, fue Ministra de Educación, pero, además, también, es profesora. A Leticia Ramírez, Secretaria de Educación de México, también, profesora. Y sabemos que está con nosotros en el espíritu en este momento en otras actividades producto de la pega, pero que ha estado acompañando todo este proceso, Marco Ávila, que es nuestro Ministro de Educación, también, profesor, tal como lo era Gabriela.
 
Les agradezco muchísimo a todos quienes nos acompañan hoy, por sobre todo a todos estudiantes, que fue por quienes Gabriela más se preocupó a lo largo de su larga trayectoria.
 
Quiero, a través de Lucas, felicitarlos a todos ustedes por ese poema que recoge con tanta intensidad en vínculo profundo que une a Chile y México y que, en estos días, con actividad como ésta, se va haciendo más fuerte, más estrecho, más destructible. Y que pronto estaremos contribuyendo a reforzar, también, allá en ese país hermano que tan generoso ha sido a lo largo de la historia con nosotros.
 
Muchas gracias a las instituciones mexicanas que han hecho posible que nos reunamos hoy a celebrar el centenario de la llegada de Gabriela al puerto de Veracruz el 21 de julio de 1922 y a celebrar lo importante de la lectura.
 
Es una celebración y es, también, desde algún punto de vista, una despedida y algo de lo que tenemos que aprender porque cuando Gabriela llega a Veracruz el 21 de julio de 1922 no vuelve a Chile a residir, vuelve en tres ocasiones después de visita, pero es ese momento cuando parte a México, cuando finalmente se aleja no emocionalmente, no espiritualmente, pero físicamente por mucho tiempo de nuestro país y es una poetisa errante por muchos lugares de América y de Europa.
 
Y se fue en condiciones difíciles. De hecho, cuenta una de las anécdotas que, en algún momento, el Presidente de la República de ese entonces, Arturo Alessandri Palma decía algo así como, que es algo por lo que la criticaban a Gabriela porque no tenía el título de profesora universitaria, decía que “no era una representante verdadera de las corrientes pedagógicas chilenas”. Y a lo que vuestro padre, don José Vasconcelos, le respondió “se nota que lo mejor de Chile está hoy día en México y no en Chile”.
 
Y esa ingratitud que siempre sintió Gabriela, hay un libro muy bonito que se llama “La Desterrada de su Patria”, la acompañó siempre, pero ella nunca renunció al cariño profundo vinculado con las raíces más largas de patria, del campo, de lo indígena, de las mujeres.
 
Me parece súper importante lo que nos recuerda Leticia hoy día en sus palabras, que la lectura es uno de los derechos fundamentales del ser humano y que, a través de ella, podemos conocer muchas realidades distintas y eso permite reconocernos en nuestra diversidad. La educación es un lugar que nos iguala, pero nos permite a su vez acogernos en nuestra diversidad.
 
Es una paradoja hermosa lo que provoca la educación y lo que Gabriela provocó con cariño en México, qué lindo ver ese video en donde niños y niñas de diferentes escuelas, donde hay muchísimas escuelas que llevan el nombre de Gabriela allá, nos recordaban 100 años después la importancia que tuvo para ese país, esos dos años que estuvo ella allá.
 
Imagínense, yo creo que cuesta hoy día en medio de toda la vorágine tecnológica, de la rapidez de los tiempos, imaginar cómo era América Latina hace 100 años. Pero hagamos el esfuerzo de imaginarla, las luchas obreras y campesinas, “la cuestión social” como la llamábamos en Chile, tenemos una idea de la pobreza que agobiaba a sus pueblos. Y no podemos quizás hoy día retomar o captar la temperatura, el estado de ánimo, los colores, la atmósfera de una América que nacía a nuevos tiempos.
 
Para capturar a esa atmósfera justamente tenemos a autoras como Gabriela, que muchos años más tarde iba a recordar justamente su periplo en México diciendo “atravesaba yo un suelo todavía garabateado de sangre luchadora, el país organizaba su paz a base una bella fórmula que era más o menos la del pan con paz y la paz con cultura”.
 
Qué importante el poder vincular y poner a la cultura dentro de la esencia, dentro de las prioridades de un país. La cultura no es el vagón de cola de las políticas públicas, la cultura es el espíritu de un pueblo y, como tal, tiene que ser reconocido por los gobiernos. En México, en ese momento, todavía estaba caliente la sangre de la Revolución Mexicana y el mismo Presidente Obregón que la reciba después, iba a ser asesinado por esos mismos años.
 
Sin embargo, el aporte y la revolución que deciden hacer en materia educacional, vinculándolo con la cultura, es tremendamente importante.
 
Por esa época, además, Gabriela pública su primer libro. Cuando Gabriela llega a México todavía no había publicado este libro “Desolación” que lo publica, además, fuera de Chile y que viene a estremecer el panorama cultural del mundo. Gabriela es muy difícil saber desde donde habla porque habla desde las raíces profundas de la tierra y la humanidad, habla de lo indígena, habla de lo bíblico, desde lo bíblico. Si se fijan en la tradición literaria chilena que está tan marcada por una suerte de clanes muy duros, con seguidores, Gabriela es como un faro que ilumina a todos por igual. Y tiene esa generosidad que, la verdad, hasta el día de hoy sigue emocionando y la seguimos redescubriendo.
 
Cuando Mistral desembarca en México decía “la lucha revolucionaria estaba viva todavía en la memoria”. Ella se encarga de mostrar, en Chile, ese México que construye instituciones, que levanta escuelas y bibliotecas, que recorre los caminos alfabetizando. Decía Gabriela que “las rutas hormigueaban de camiones llenos a rebosar de maestros misioneros, de pupitres y de bancos escolares”.
 
Esos dos años, de 1922 a 1924, fueron claves en su carrera. Llegó a México siendo una maestra reformista y luego siguió su recorrido por el mundo como la poeta errante que, desde hace solo algunos años, cuando Chile por fin pudo recuperar su legado, hemos comenzado a conocer a cabalidad.
 
Durante mucho tiempo nos trataron de deslavar a Gabriela. Hay un poeta que decía “¡Ay, Lucila! ¿por qué te engabrielaron?” quitándole toda esa fuerza de grito de justicia que tiene toda su poesía. Y, por eso, este redescubrimiento que estamos permanentemente haciendo de su obra, por ejemplo, de sus textos místicos a San Francisco de Asís o de su prosa política, es tremendamente revitalizante y muy vigente hoy.
 
Pero hoy día Gabriela nos invita a una amistad, nos invita a renovar una amistad que le faltaba más cariño que es, justamente, este vínculo entre México y Chile, ese México que conquistó Gabriela Mistral incluso antes de viajar, por su correspondencia, con destacados escritores y por publicar en numerosas revistas conquistaría el corazón de Chile en las décadas siguientes.
 
Ahí, si no me equivoco, tu padre le encarga la creación de un libro que se llama “Lectura para Mujeres” que condensa parte de su visión pedagógica, pero también de la poesía latinoamericana que, en ese momento, estaba en alza; una antología de lujo, pero hecha para estudiantes.
 
México, con toda su complejidad, su carga de historia, su densidad cultural que hasta el día de hoy nos sorprende, su cine, su música, su arte, su danza, México se nos fue metiendo hasta el alma y en la sangre. Ahí están como testigos los murales de la Escuela México de Chillán que nos recuerdan la solidaridad de un país que sabe de terremotos tanto como nosotros y cuya ayuda llegó desinteresada después de la terrible tragedia del terremoto de 1939.
 
Pero la hermandad no se quedó sólo allí, es uno de los países que nos abrió sus puertas con más generosidad y sin pedir nada a cambio en los momentos más tristes y oscuros de nuestra historia. Cuando la represión, la muerte, la oscuridad y la tortura se hacían presentes en Chile, México nos dijo “Bienvenidos” y nos permitió un refugio del que, hasta el día de hoy, todavía estamos agradecidos.
 
Los mexicanos y mexicanas saben que Chile contrajo, en esos años, una deuda de gratitud que no vamos a olvidar jamás como vuestro país.
 
“Cada niño lee en México sin que la lectura dependa de su fortuna”, escribió Gabriela Mistral un par de años después de dejar esta tierra a la que llamó, también, su patria, pensando en las bibliotecas creadas durante la reforma educacional.
 
La lectura, hoy día, en el 2022, 100 años después, tal como en 1922, sigue abriendo mundos, sigue siendo una posibilidad de viajar, nos obliga a hacernos nuevas preguntas, nos obliga a dudar, dibuja en la imaginación otros mundos posibles que, después, somos nosotros los encargados de llevar la realidad.
 
Por eso, agradezco profundamente que celebremos a Gabriela Mistral así, leyendo, leyéndola, porque ella quiso imaginar un futuro distinto, más justo y digno para las mujeres, los niños, los campesinos, los indígenas de América Latina.
 
Gracias a México por eso.