Presidente Piñera conmemora aniversario del terremoto y tsunami del 27 de febrero del 2010

27 FEB. 2022
Descargar Audio Discurso Descargar Transcripción

S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, acompañado por la Primera Dama, Cecilia Morel; los ministros del Interior, Rodrigo Delgado; Hacienda, Rodrigo Cerda; Desarrollo Social, Karla Rubilar; Secretaría General de Gobierno, Jaime Bellolio; y Secretaría General de la Presidencia, Juan José Ossa; y por el Delegado Presidencial Regional del Biobío, Patricio Kuhn, llega a la región del Biobío para conmemorar aniversario del terremoto y tsunami del 27 de febrero del 2010.

Muy buenas tardes, señora Cecilia, señores Ministros y Subsecretarios, señor Alcalde, señor Delegado Presidencial, pero sobre todo tantas caras con las cuales hemos compartido tantas vivencias, tantas experiencias y sentimos tanta nostalgia.
 
Es un verdadero privilegio poder, en esta maravillosa mañana de sol de verano, en nuestro país, poder compartir con ustedes, con este fondo del Océano Pacífico y la Bahía de Talcahuano, para recordar, conmemorar, eso significa traer de vuelta al corazón. Y eso es lo que queremos hacer hoy día porque, hoy día, 27 de febrero del año 2022 vamos a conmemorar algo que ocurrió otro 27 de febrero del año 2010.
 
Es un privilegio estar en Talcahuano, una ciudad que tiene tanta historia, que ha hecho tantos aportes a nuestro país. Fue aquí donde se piensa que Bernardo O’Higgins escribió, sobre un tambor, la primera Declaración de Independencia de nuestro país. Pero, sobre todo, es aquí en Talcahuano donde yo tengo tantos recuerdos, tantas experiencias, veo caras con las cuales hemos compartido dolores y esperanzas, hemos llorado juntos y nos hemos alegrado juntos, hemos compartido juntos.
 
Así como a lo largo de nuestras vidas muchas veces luchamos porque un sueño se transforme en realidad, otras veces quisiéramos que una realidad no se haya transformado en una pesadilla. Y eso fue lo que ocurrió el 27 de febrero del año 2010, hace 12 años atrás.
 
La tragedia del 27F no la vamos a olvidar nunca. Esa madrugada la adversidad golpeó con mucha fuerza el corazón de nuestra Patria. La tierra se estremeció bajo nuestros pies, el mar se desbordó inundando nuestras tierras y todo esto con una furia y una violencia que no pudimos contener y que causó mucho dolor, muerte, daño y angustia.
 
La destrucción fue general. Lo más doloroso, sin duda, la pérdida de 526 vidas y 25 personas que finalmente quedaron desaparecidas. A ellos no los vamos a olvidar nunca y quiero decirles a sus familiares que compartimos su dolor, compartimos su pérdida y que vamos a estar siempre acompañándolos para poder seguir adelante en la vida.
 
Yo recuerdo que esa madrugada del 27F se produjo una destrucción no solamente de bienes y servicios, sino que muchas cosas muy valiosas y muy emblemáticas. Esa madrugada la zona central de nuestro país, donde vivían tres de cada cuatro chilenos, fue brutalmente golpeada por la adversidad. De hecho, ese terremoto es el sexto peor terremoto en la historia conocida de la humanidad y causó un efecto absolutamente devastador en nuestro país, porque fue seguido, además, por varios maremotos que fueron los que costaron o significaron la pérdida de más cantidad de vidas.
 
Y lo cierto es que no estábamos preparados, nadie puede asegurar que las fuerzas de la naturaleza y las fuerzas de la adversidad no van a volver a golpear a nuestro país. Pero sí tenemos que asegurar que cuando ello ocurra vamos a estar mejor, mucho mejor preparados que como lo estuvimos ese 27 de febrero del 2010.
 
Sin duda, como yo les decía, lo más doloroso fue la pérdida de las vidas humanas, 526 compatriotas perdieron sus vidas, 25 personas siguen desaparecidas. Hoy queremos, como yo decía, recordar, conmemorar y decirles a las familias que no están solas, que los acompañamos en su dolor como lo hicimos desde el primer día.
 
El terremoto y el maremoto también significaron una devastadora destrucción de nuestro patrimonio porque esa madrugada, en poco más de dos o cuatro minutos, fueron severamente dañadas ciudades tan importantes como Talcahuano, Concepción, Talca, Constitución, San Antonio y muchísimas más, pueblos enteros como Dichato, Iloca, Pelluhue, Curanipe prácticamente desaparecieron de la faz de la Tierra.
 
Además de ello, en poco más de dos, tres o cuatro minutos, perdimos una parte muy importante de nuestra infraestructura. Sólo para recordar, más de 200.000 viviendas fueron destruidas o gravemente dañadas, 4.600 escuelas, 79 hospitales, puertos, aeropuertos, embalses, canales de regadío, cárceles, carreteras, puentes, iglesias, obras patrimoniales, obras culturales, en fin.
 
Yo recuerdo haber venido esa mañana del 27F y haber estado en la Base ASMAR, en la Base Naval de Talcahuano, en los Astilleros ASMAR, donde había una destrucción total. Haber estado en la Costanera de Talcahuano, y ver cómo estaba ese día y ver cómo está hoy día realmente llena el alma de alegría y esperanza. Haber estado en Concepción, en el Alto Río, el edificio que se derrumbó. Haberse acercado a esas bases y esos cimientos y esas ruinas y haber escuchado la voz de víctimas que clamaban por ayuda y que estaban atrapadas bajo toneladas de fierro, ladrillo. Fue una mañana que nunca vamos a olvidar. Recuerdo cómo la gente caminaba por las calles como si hubiera caído una bomba atómica, en busca de agua y en busca de seguridad.
 
Pero eso no fue todo, porque lo cierto es que, además de toda esa destrucción, también el terremoto y el maremoto destruyeron muchos sueños y muchos proyectos de vida de muchas familias chilenas.
 
Estuvimos, con mi mujer Cecilia, por ejemplo, en la Isla Orrego, en Constitución, donde el maremoto arrasó y significó la pérdida de muchas vidas. Y, además, de haber podido sentir ahí el dolor y haber podido apreciar la magnitud de la tragedia, también pudimos apreciar algo que nos llena el alma de alegría, de emoción y de orgullo.
 
Porque tan pronto las olas recuperaron su cauce, tan pronto la madrugada disipó la profunda oscuridad de la noche, empezamos a ver cómo cientos de chilenas y chilenos, verdaderos héroes anónimos, ya estaban arriesgando hasta sus propias vidas, incluso perdiendo sus propias vidas por ayudar o por salvar la vida de personas que ni siquiera conocían. Eso demostró, ahí pudimos constatar la nobleza del alma de nuestro país y el férreo templo de nuestro pueblo.
 
A partir de ese instante, todos los chilenos y chilenas nos unimos para ayudar a las víctimas y para recuperar nuestro país. Nos unimos en esa noble tarea de reconstruir mejor que lo que teníamos y durante un período de Gobierno de 4 años todo lo que el terremoto y el maremoto habían destruido.
 
Recuerdo que hicimos una estrategia de tres etapas. La primera etapa fue una etapa de emergencia inmediata, buscar a los desaparecidos, dar apoyo a las familias y enterrar en forma digna a sus muertos, ayudar a tanta víctima y damnificado que eran más de 2 millones afectados por el terremoto, recuperar el suministro de bienes esenciales como el agua, como la electricidad, como los alimentos, como los medicamentos.
 
Además de eso, reponer las fuentes de energía, controlar los saqueos y la violencia que asolaba a esta región y la Región del Maule y controlar, de esa manera, el orden público.
 
Ésa fue una tarea que duró pocos días, pero fue una tarea en que realmente se movilizó un país entero.
 
A los pocos días, tuvimos que asumir de inmediato una segunda etapa porque teníamos que anticiparnos en una carrera contra el tiempo para llegar con ayuda más permanentes antes que llegará el invierno, el frío y las lluvias a esta región.
 
Y así fue como antes de que el invierno amenazante llegará, tuvimos que dar refugio a más de 220.000 familias que habían perdido sus viviendas. Nunca se habían construido tantas viviendas de emergencia en esos pocos meses en la historia de Chile. De hecho, se construyeron más viviendas en tres meses que en toda la historia anterior de nuestro país en viviendas de emergencia.
 
También, garantizar el retorno a clase de 1.250.000 jóvenes y niños chilenas y chilenos que no podía volver a clases porque sus escuelas estaban destruidas o gravemente dañadas.
 
Recuperar la infraestructura hospitalaria que había sido gravemente dañada, 79 hospitales. Recuerdo al Ministro Mañalich que me decía que íbamos a tener una tragedia sanitaria en la Región del Maule porque no había quedado un solo hospital en pie, que se había caído el Hospital de Curicó, de Talca, de Linares, de Constitución, en fin.
 
Pero no era eso todo, también, y esto fue una conversación con el Ministro de Agricultura, teníamos que recuperar la capacidad de nuestros embalses y de nuestros canales de regadío para poder tener agua suficiente para la temporada de riego que vendría en la próxima primavera.
 
Y poner en marcha nuestra economía, poner en marcha nuestra economía para lo cual había que recuperar la conectividad. En un momento dado esta región quedó desconectada totalmente del resto del país porque todos los puentes colapsaron con el terremoto.
 
Había que recuperar la conectividad lo cual significa reponer de emergencia o en forma definitiva puentes, carreteras, túneles y todo aquello que había sido dañado, además de los puertos, los aeropuertos y todo lo que un país necesita para vivir.
 
Ésa fue una tarea monumental porque nos permitió poner en marcha nuestro país.
 
120 días después del terremoto y el maremoto nuestro país nuevamente estaba creciendo y creando empleos. Normalmente, este tipo de catástrofes deja a los países en una situación de abandono y de inactividad por años. Aquí logramos poner en marcha nuestro país en un plazo absolutamente encomiable.
 
Además, teníamos que iniciar la etapa definitiva que era reconstruir mejor lo que el terremoto y el maremoto habían destruido, todo lo que el mar y la tierra habían destruido. Y ésa fue una tarea a la cual nos comprometimos como Gobierno y se comprometió Chile entero a hacerlo en 4 años.
 
Todos estos enormes desafíos los chilenos los enfrentamos con unidad, con coraje, con resiliencia, con solidaridad. Hay tantos ejemplos que pudimos conocer de héroes anónimos, algunos creen que los héroes ya no existen, yo creo que están equivocados. Tal vez ya no son los héroes a la antigua como eran Ignacio Carrera Pinto o Arturo Prat porque no tenemos situaciones de guerra que generan esos heroísmos, pero sí tenemos otras situaciones que muestran el heroísmo del ciudadano común y corriente que cuando es llamado, cuando lo llama el clarín de la Patria y de la responsabilidad reacciona con una entrega, con un compromiso que realmente emociona y nos llena de esperanza.
 
Todos estos desafíos los enfrentamos juntos y unidos. Y es por eso que en muchas partes del mundo se habla, y así lo han constatado muchos libros que se han escrito sobre la experiencia de reconstrucción del 27F, como el milagro de la reconstrucción chilena porque lo hicimos bien, lo hicimos juntos, lo hicimos pensando en lo mejor para Chile.
 
Yo pienso que esos fueron tiempos de dolor, pero también de mucha emoción y de mucha inspiración. Durante esos días oscuros y exigentes los chilenos y chilenas supimos secar nuestras lágrimas, arremangar las mangas, ponernos de pie, enfrentar y superar la tragedia y volver a caminar hacia un futuro mejor.
 
Y eso realmente fue notable porque la tragedia destruyó muchas cosas, pero nunca quebró el espíritu de lucha, el espíritu de combate, el espíritu de ponerse de pie y reconstruir que vive en el alma de todas las chilenas y chilenos.
 
También en esos días empezamos tareas que iban a ser muy necesarias en el futuro, por ejemplo, constatar que nuestro sistema de prevención, alerta temprana y enfrentamiento de tragedias era absolutamente insuficiente, como lo vimos todos los chilenos esa madrugada del 27F. E iniciamos una profunda modernización de nuestro sistema de prevención, alerta temprana y reacción frente a futuras catástrofes.
 
Hemos tenido alarmas y han visto que el sistema ha funcionado como debe funcionar ese sistema en tiempos de alerta porque en esta materia necesitamos en un país como Chile, tan golpeado por la naturaleza, terremotos, maremotos, inundaciones, erupciones volcánicas, deslizamientos, etcétera, etcétera, necesitábamos tener un sistema a la altura de lo que los chilenos y chilenas necesitan.
 
Por eso, desde el primer día empezamos fortaleciendo y modernizando nuestro Sistema de Alerta Temprana y también nuestro sistema para enfrentar la tragedia y para ayudar a las víctimas. Enviamos al Congreso un proyecto de ley que creaba todo un nuevo Sistema Nacional de Emergencia y también que creaba un nuevo servicio que fue la Agencia Nacional de Protección Civil, que reemplazaba a la ONEMI, y que la necesitamos con urgencia. Los proyectos de ley aún están en el Congreso, pero el avance y la modernización está en plena marcha desde el mismo 27F.
 
También hicimos más estrictas las normas sísmicas de construcción en Chile y pusimos en marcha un sistema masivo de alerta temprana a través de los medios de comunicación, a través de los teléfonos celulares, a través de mensajes de texto que permita alertar a todos los chilenos para cuidar y proteger su vida ante emergencias de esta naturaleza.
 
Hicimos simulacros para preparar a los chilenos de la forma en que deben reaccionar, en que participaron cerca de 5 millones de compatriotas.
 
En fin, la tarea fue memorable.
 
Pero yo querría hoy día, como Presidente de Chile, y siento que en esto los interpreto a todos, decir lo orgulloso que me siento por la unidad, el coraje, la solidaridad, la resiliencia, la fortaleza moral con que los chilenos supimos enfrentar la tragedia del 27F.
 
Y, también, por la forma decidida a inclaudicable que buscamos, encontramos y rescatamos a nuestros 33 mineros que estaban en las profundidades, en las entrañas de la tierra en una mina llamada San José en el Desierto de Atacama, el desierto más seco y más árido del mundo.
 
Y hoy día en que nuevamente estamos enfrentando adversidades como la pandemia el coronavirus, como la recesión de la economía mundial, ahora, la guerra en Europa, los desafíos en materia de migración en nuestras fronteras, los hechos de violencia que afectan a la Macrozona Sur, la sequía, la crisis climática, en fin, tantos desafíos, es bueno recordar las buenas lecciones que dejó el 27F.
 
Primero, el valor de la unidad y de la colaboración de los chilenos para enfrentar los tiempos difíciles. Cada vez que nos unimos logramos nuestras más hermosas victorias; cada vez que nos dividimos conseguimos nuestras más dolorosas derrotas.
 
Siento que, a diferencia de lo que ocurrió el 27F, que unió a los chilenos detrás de ese desafío, las adversidades que estamos enfrentando hoy día han tendido más a dividir que a unir y eso tenemos que corregirlo y tenemos que corregirlo pronto.
 
Segundo, aprender a confiar más en la voluntad, en la solidaridad, la fortaleza, la resiliencia y la capacidad de los chilenos para enfrentar este tipo de emergencias.
 
Tercero, tener más fe en Chile y en nuestro país porque lo mejor de Chile está todavía por delante y eso requiere que tengamos la fortaleza para cumplir el sueño de nuestro Padres Fundadores, una Patria libre, unida, grande, justa y próspera.
 
Nuestra generación se lo debe a sí misma, pero también se lo debemos a las generaciones que vendrán, a nuestros hijos, a nuestros nietos y a los que vendrán después que no los conocemos, no conocemos sus rostros, pero ya los estamos esperando con los brazos abiertos porque Chile es el único país que tenemos, el país que todos queremos, el país que recibimos de nuestros antepasados, el país donde yacen nuestros héroes, nuestros poetas, nuestros artistas. Ésta es la tierra en la cual queremos vivir y morir y, también, queremos ser recordados.
 
Y, por eso, en esta tierra maravillosa y bendita por Dios tenemos una misión que cumplir y ésa es la misión que nunca debe perderse de vista especialmente cuando los tiempos son adversos, cuando las dificultades arrecian.
 
Alguien decía que es bueno conocer la experiencia de los aviones que siempre despegan contra el viento y hoy día Chile tiene que despegar contra la adversidad.
 
Por eso, en esta maravillosa mañana de sol, junto a todos ustedes, quiero decirles a todos mis compatriotas que tenemos un país maravilloso del cual nos sentimos orgullosos, tenemos que cuidarlo, tenemos que cuidar los valores y los principios que viven en el alma de todos los chilenos como la libertad, la familia, la vida, la solidaridad, el cuidado del medio ambiente, la justicia y, por sobre todo, seguir avanzando en esa tarea siempre inconclusa de construir un Chile grande y bueno donde todos nos sintamos acogidos, donde todos tengamos un lugar para aportar y donde todos sepamos que también vamos a tener un lugar para participar de los beneficios del esfuerzo compartido.
 
Por eso, quiero decirles muchas gracias, manifestar mi orgullo por el pueblo chileno y pedirle a Dios que bendiga a nuestra Patria.
 
Muchas gracias.