S.E. el Presidente de la República, Gabriel Boric Font, encabeza entrega del Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2023 y el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2024
21 NOV. 2024
S.E. el Presidente de la República, Gabriel Boric Font, encabeza la ceremonia de entrega del Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2023, al escritor chileno Alejandro Zambra, y el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2024, a la poeta nacional Rosabetty Muñoz.
Cuesta pensar que este lugar en donde estamos todos hoy, aquí juntos, fue alguna vez una casa donde efectivamente vivían los presidentes y sus familias. Como toda casa, es una casa cargada, es una casa llena de fantasmas, es una casa llena de historias, de dolores y, también, llena de esperanza. A mí me alegra profundamente que esta casa, donde han sucedido tantas cosas en la historia de Chile, desde destrucciones a creaciones, hoy la llenemos de poesía, hoy la llenemos de literatura, hoy la llenemos de arte y de cultura.Por fin, tras 5 años, la institucionalidad cultural de Chile retoma la entrega aquí, en la que debiera ser la Casa de Todos los chilenos y chilenas -donde como alguna vez me dijo Silvestre, el otro Zambra que no le dicen Zambra: “estoy atrapado”-, se entregan aquí, en La Moneda, los Premios Iberoamericanos de Narrativa y Poesía que llevan los nombres de dos grandes autores chilenos: Manuel Rojas y Pablo Neruda.
Este año el Premio Pablo Neruda cumple dos décadas desde su creación y se creó cuando se conmemoraban 100 años del nacimiento de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, quien a sus tempranos 19 años sería ya famoso con “Crepusculario” y nos volaría la cabeza con sus “Residencias”. Ocho años después, el 2012 se entregó por primera vez el Premio Manuel Rojas para conmemorar el centenario de un momento fundacional de nuestra literatura, cuando Manuel cruzó la cordillera, como se relata en ese alter ego que es “Hijo de Ladrón”, desde Buenos Aires donde realmente nació y quien al llegar a Chile ejerció toda clase de oficios y defendió también la libertad, la verdadera libertad, antes de dedicarse a escribir por el resto de su vida.
Tuve la suerte de conocerlo a través de María Baeza y sus “abejorros”, en ese poema que debe ser el más desgarrador de la literatura chilena junto con “Fuego Negro” de Pablo de Rokha, que se llama “Deshecha Rosa”, y que a todos los estudiantes se los recomiendo.
Hoy los Premios Pablo Neruda y Manuel Rojas están entre los más importantes del espacio iberoamericano. Desde el 2004 han reconocido y premiado a 28 autores y autoras en español, en portugués, en catalán, nacidos entre los años 20 del siglo pasado y 1975. Quisiera nombrarlos a todos, pero son muchos, así que nombraré algunos: Ernesto Cardenal, fallecido hace no tanto tiempo; José Emilio Pacheco; Óscar Hahn, cuyo soneto “El Doliente” lo tengo de cabecera para los momentos difíciles; Margo Glantz; Carmen Berenguer; Ricardo Piglia, Hebe Uhart; y Augusto de Campos. Son grandes narradores y narradoras, son inmensos poetas, hombres y mujeres que han llevado la literatura más allá de las fronteras y han creado siguiendo formas clásicas o vanguardias, generalmente rompiendo con las estructuras de antes o construyendo sobre quienes estaban antes.
Qué emoción poder ver aquí a Elvira Hernández, qué emoción poder ver aquí a Raúl Zurita, qué emoción poder ver aquí en La Moneda a la Nona Fernández, qué emoción ver a Óscar Barrientos, qué emoción ver hoy a Alejandro Zambra y Rosabetty Muñoz, cultores de la literatura que se expanden por el mundo y que nos enorgullecen profundamente.
Cuando veníamos caminando Rosabetty me decía: “Qué lindo lo que se está haciendo por la poesía”. Yo no sé qué lugar se merece la poesía, pero estoy seguro que La Moneda es uno de ellos, porque esta literatura diversa y singular interroga y conmueve, y sigue haciendo un trabajo subterráneo secreto entre lectores y lectoras, permeando nuestros pueblos como pasa con los versos de tantos poetas que han poblado nuestra patria o con relatos como “El Vaso de Leche” de Manuel Rojas y su “Llore, hijo, llore”.
Toda una época de nuestra historia, toda una experiencia humana se condensa en esos versos, en esas frases, porque la literatura es eso, humanidad entrando a presión por unas líneas. “Es muy inteligente, pero es idiota” podría ser otra de esas frases célebres, como nos decía Alejandro.
Cada forma que adquiere esa literatura nos marca y nos cambia y, también, sucede que cuando el exitismo y el consumo parecen dirigir, de una manera que algunos piensan inevitable, el destino de nuestras vidas, surgen preguntas que remecen sobre el arte y la literatura. Ya se lo preguntaba a Lihn o lo respondía más bien en “Porque escribí”.
Pero Alejandro también intenta darnos una respuesta en su libro “No leer”. Siempre he encontrado muy difícil cuando un locutor u otra persona trata de caracterizar cómo es la poesía de Rosabetty o la literatura de Alejandro o de cualquiera. Como que tratan de meterlos en cánones con los que no sé si se alcanzan a representar. Por eso, mejor citarlos a ellos mismos: “El lugar común dice que a veces la realidad supera la ficción. Tal vez justamente ahí, en esa frase de sobremesa, está el sentido de narrar. Quizás narramos para confirmar esa derrota de la ficción. Para demostrar que la ficción no basta, no alcanza. Que sólo sirve para interrumpir la vida durante el tiempo de la lectura”.
Cuando lean a Alejandro de alguna manera extraña se van a ver reflejados en algún personaje. Hoy, de alguna manera extraña, me siento identificado con Gonzalo porque soy “papastro” de un niño cuyo nombre parte con V también y me imagino teniendo un gato que se llama “Oscuridad”.
Interrumpir la vida o más bien bajarle un cambio es lo que hace Rosabetty Muñoz. En lugar de morir nos dice que “escuchamos a los profetas no para creernos el viejo paraíso (tenemos demasiados siglos de intemperie encima) pero sus palabras tienen la solemnidad que queremos para nuestras pobres esperanzas”. En la poesía de Rosabetty está en el paisaje, los dolores, las ausencias de Chiloé, de su tierra, un paraíso que pareciera estar siempre lejos, pero al lado, que es mágico, al que muchos santiaguinos o de otras partes de Chile sueñan con escapar. Enratada nos dice: “No esperen una postal amable de este pueblo de mierda (….) porque para estar aquí hace falta estar vencido”.
Y estas citas no apuntan a impresionar a nadie, sino que son invitaciones a leer, porque leer es la mejor manera de viajar. Leer, a propósito lo que decía también nuestra ministra Carolina Arredondo, lo tenemos a mano en las bibliotecas públicas. Estoy seguro que si no hubiese existido la Biblioteca N°6 en el Liceo Industrial Armando Quezada Acharan, a una cuadra y media de mi casa, yo hoy no estaría hablando desde esta tribuna. Estoy seguro que si mi profesora de cuarto básico, Marisol Vera, no me hubiese regalado un libro en vez de un chocolate, que me hizo elegir, no estaría en esta tribuna. O si mi compañero Óscar Barrientos no me hubiese invitado a formar un club de literatura delirante, seguramente tampoco estaría en esta tribuna.
Quiero decirles que la cultura, que el arte son demasiado importantes, y esta frase que puede parecer obvia no lo es. Noten ustedes que puede que la ministra se tenga que ir porque el presupuesto de Cultura, que hemos decidido aumentar de manera significativa en Chile, está en riesgo. Porque estamos tratando de llegar a un mínimo, que un 1% del Presupuesto Nacional al final de nuestro mandato esté destinado a la cultura en Chile. Sin embargo, hay algunos, que se hacen llamar además Republicanos, que nos dicen: “Esta gente no sabe dónde vive, la prioridad de los chilenos no es la cultura”.
¿Cómo vamos a recuperar la convivencia o cómo vamos a generar la cohesión en una patria dividida por clases si es que no somos capaces de entender que tenemos una cultura distinta, pero que nos es común? Que no hay que llevarla desde los grandes escenarios a las poblaciones, sino como bien hace Rosabetty desde Chiloé, permitir que se generen las condiciones para que en cada rincón de Chile surjan los poetas, las actrices, los cineastas, quienes hagan cerámica.
Para que esos “45 poetas de esa sala de Maipú” puedan tener la oportunidad de ser poetas. El Estado tiene mucho que hacer en eso, porque hoy tenemos la suerte de tener talentos que descollan, pero no me cabe ninguna duda de que en todo rincón de Chile hay algún poeta, algún actor, alguna artesana, algún cantante que no se ha podido dar a conocer porque no le hemos dado todavía las plataformas o los recursos necesarios.
Alejandro y Rosabetty, ustedes nos inspiran, nos enorgullecen y el que estén acá y que, desde acá, le hayan hablado no solamente a La Moneda, sino también a Chile. ¿Se imaginan si esto fuera titular de El Mercurio mañana, en vez de otra cosa? No creo, tanto no, pero le estamos hablando a Chile y sé que lo van a seguir haciendo, y que sus obras harán que los niños, niñas, los jóvenes de nuestra patria y también de toda Iberoamérica, desde Chiloé hasta México, se atrevan a escribir y se aventuren en el espacio maravilloso y también terrible que es a veces la literatura.
Muchísimas gracias.
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